CAPÍTULO 16

Kiara

15 de enero, 2029

Me he acostumbrado a la presencia de Simon, tanto que ya ni siquiera soy consciente de mi elección de asientos, solo dejo libre el de mi derecha, aguardando porque él llegue y siempre lo hace. Esta vez llega con las manos ocupadas, deja uno de los vasos sobre mi mesita y se sienta junto a mí.

—¿Y esto?

—Preparé chocolate y sobró un poco —se encoge de hombros.

—Ah, genial, tengo las sobras —lo molesto.

Rueda los ojos mientras saca la laptop.

—Sabes que no es así.

Doy un traguito a mi bebida. Sé que no lo es.

Ayla llega corriendo, dos minutos antes de que inicie la clase y se sienta a mi izquierda, mira de Simon a mí y sonríe.

—Está bueno el chocolate, ¿verdad?

Asiento.

» Es su especialidad, Dylan no deja de hablar de ese chocolate.

—¿Te estás poniendo celosa? —Davis sonríe.

—Ya quisieras, no eres competencia —le saca la lengua—. Además, a mí también me gusta el chocolate.

Dejan su breve intercambio de palabras para luego cuando la Señorita Gerald llega y saluda a todos con una sonrisa. Es tan cálida que consigue motivarme a aguantar los gestos de mierda de Harris. Sigo bebiendo mi chocolate conforme escucho lo que ella dice, habla sobre un congreso en California.

—Nos están pidiendo a dos representantes por semestre y soy quien elige, cabe señalar que ya hice la selección y será una pareja, tal y cómo están organizados los pequeños grupos para escribir. Escogí en base a los avances de cada pareja y, un poco también en las notas del examen.

—¿Crees que podríamos ser nosotros? —me pregunta Simon en voz baja.

Me encojo de hombros, no quiero ilusionarme.

—Quien sabe, tengo un diez en el examen, ¿tú?

Sonríe con suficiencia. Vale, también tiene un diez.

—Van a ser ustedes, los está mirando —nos dice Ayla.

Veo a Simon cruzar los dedos, hago lo mismo. Este tipo de cosas es por lo que me esfuerzo tanto, joder. Espero no gritar si es que de verdad somos nosotros.

La señorita Gerard sigue hablando, describiendo las cualidades de esta pareja, algunos detalles a resaltar sobre su novela y los avances que han presentado.

—Y bueno, respecto al examen, ambos sacaron diez —sonríe y esta vez sí que me ve directamente a los ojos—. Los únicos diez en el aula.

Simon toma mi mano, yo sonrío y le doy un apretoncito.

» Me gustaría que pasen adelante Kiara Harmony y Simon Davis.

Ayla es quien suelta un gritito, emocionada.

—Vayan, vayan.

Simon se pone de pie y me ofrece la mano para imitarlo. Esta vez la tomo, no me apetece hacerle el desaire en frente de todos, no cuando empieza a agradarme. Le presto mayor atención a la textura de su piel, es diferente, un poco más áspera que la mía, pero aún suave y cálida. Libero el agarre cuando empezamos a bajar las gradas para llegar a donde está la profesora.

—Felicitaciones, chicos —nos dice la señorita Gerard con una sonrisa—. Lo tienen muy bien merecido, excelente trabajo.

Davis me rodea los hombros dando un apretoncito, es raro el contacto, pero no me molesta así que solo le sonrío. Todos aplauden y, por supuesto, Ayla es quien más emocionada luce.

La profesora nos da las indicaciones, el congreso, como ya había establecido, es en California, más específico en San Diego. He estado en un par de ocasiones allí, cuando Ada vivía en Los Ángeles, así que no me desagrada la idea de volver. Las fechas son el veintinueve, treinta y treinta y uno de enero, la universidad paga todo, vaya detalle.

—Les enviaré un correo con otros detalles —simplifica—. Felicidades, otra vez, tengo la certeza de que le sacarán provecho.

Simon agradece y yo solo sonrío, estoy feliz. He conseguido esto, lo he hecho sola, bueno, con Davis, pero hablo de Adara, es una prueba más de que puedo ser alguien en el mundo por mí misma. No noto que lloro hasta que Simon me cubre de la audiencia y me limpia la lágrima que escapa.

—Pueden salir por la puerta del costado, les daré diez minutos —nos dice la señorita Gerard.

Es Davis quien me lleva, siempre cubriéndome de los demás compañeros para que no noten las lágrimas en mis ojos. No puedo controlarlas.

—Felicitaciones, Harmony —me sonríe y toma mi rostro para secar mis mejillas.

—Yo no lloro así.

—Sí, debes dejar de pretender que no lo haces —me dice—. No está mal llorar, no lo satanices.

—Es que...

—Hiciste un buen trabajo y te están premiando por ello, creo que justifica las lágrimas.

Suspiro. Simon me abraza y mi cuerpo se relaja lo suficiente como para sentir la confianza de seguir llorando. Me rio cuando Davis me da palmaditas en la espalda, intentando reconfortarme.

—Ahora la risa es mejor que el llanto, pero igual puedes seguir mojando mi camiseta —me apretuja, alzándome apenas.

—Empiezo a creer que ya no te desagrado tanto —murmuro.

Davis me aparta un poco, quedamos a poca distancia del otro. Que bonito tono de verde es el de sus irises, no me había fijado. Desvío la mirada a su nariz cuando la arruga.

—Creo que ha quedado claro que el desgrado a quedado en segundo plano, ya solo te tolero, Harmony —bromea.

—Ah, genial —sonrío y palmeo sus hombros, que es donde reposan mis manos—. Estamos en el mismo nivel, entonces. ¿Vas a aguantarme en San Diego?

Mira hacia arriba, como si lo pensara y, finalmente, se encoge de hombros.

—Qué me queda.

Abro la boca indignada y él se ríe.

» Ya has dormido en mi habitación...

—No vayas ventilando eso, cualquiera que te escuche creería otra cosa —lo regaño.

—Te arruinaría el plan con los fans —ruedo los ojos.

Nos quedamos callados y es ahí cuando me vuelvo consciente del contacto de sus manos en mis costillas y del cosquilleo en mis dedos cuando mis pulgares sienten algo de la piel de su cuello. Es raro, Simon sonríe y me resulta imposible no corresponderle, al menos no cuando la curvatura es tan agradable y coqueta.

—¿Estás coqueteando conmigo o me parece? —indaga.

Suelto una carcajada y me alejo, obligándolo a soltarme.

—Creo que soy yo quien debería hacer esa pregunta, tú eres el "sonrisitas tres mil" —señalo.

—Yo sonrío porque me gusta sonreír.

Bufo.

—En mi presencia no solías hacerlo.

Sus mejillas se encienden y es algo digno de ver, no eres testigo del sonrojo de un hombre tan grande y varonil como Davis todos los días.

» ¿Te comió la lengua el ratón? —le pregunto, acercándome otra vez.

—Eres tonta.

Me río.

—Vale, si iremos por ahí otra vez, me corresponde decirte idiota.

Me saca la lengua y eso me hace reír con más fuerza, la suficiente como para arrancarme un par de lágrimas. Cuando mi ataque cesa, Simon me está mirando con una sonrisa.

—Me pregunto dónde quedó la Kiara que me mataba con la mirada cada que tenía oportunidad.

—Sigue aquí —me señalo—. Puedo matarte con la mirada cuantas veces quiera, incluso si ya te tolero, solo que últimamente no me has dado motivos. Como dije, te he domesticado un poco.

—Intentaré no sentirme ofendido.

—Genial —sonrío—, ¿ya entramos?

Él asiente y entramos uno tras el otro en dirección a nuestros asientos. Miro al frente, pero por un segundo se me ocurre voltear a mi izquierda y Simon está ahí, con sus ojos fijos en los míos. Un tironcito en mi estómago me alerta y giro otra vez, ¿qué carajos fue eso?

21 de enero, 2029

Me agacho cuando veo el enorme brazo de Nick a punto de ir por mi cabeza y pateo su pierna, consiguiendo tumbarlo a él. Apenas lo veo en el suelo me arrepiento y me arrodillo a su lado, pero cometo un error porque toma mi brazo y esta vez soy yo quien yace sobre el suelo. Sonrío adolorida.

—No le tienes pena a quien intenta golpearte, Kiara —me regaña.

—Es que tú eres Nick.

—Ahora soy el enemigo —me ofrece una mano.

Ruedo los ojos y la tomo. Error, me vuelve a empujar contra el suelo, emito un quejido.

» Kiara...

—Pensé que ya habíamos salido del papel —alego con la voz amortiguada.

Niega con la cabeza y se levanta, dejándome tirada sobre el piso acolchonado del gimnasio que tiene Ada en el departamento. Me tomo un par de segundos antes de ponerme en pie otra vez. Nick me da un minuto para recuperar el aliento antes de arremeter otra vez, esta vez decido que no quiero acabar igual así que reacciono rápido a los golpes, evadiéndolos, y contraataco cuanto puedo. Veo a Nick sonreír cuando me muevo con agilidad y empujo una de sus piernas haciéndolo caer, esta vez es él quien me mira desde abajo.

—Para tus cincuenta y pico no estás mal —me río.

—Cuida esa lengua, jovencita.

Seguimos durante otro par de horas en las cuales siento cada músculo de mi cuerpo rogar por un descanso, me quema cada fibra y Nick no tiene piedad porque, como siempre dice, el enemigo tampoco la tendrá y debo adecuarme a responder rápido, un segundo puede costarme. El rostro de Ada viene a mi mente cuando me repite eso, el día en que me rescató de Billy, cada segundo contó, un instante venía hacia mí y en el siguiente estaba en el suelo.

—Nick —la voz de mi hermana interrumpe justo cuando estaba por aplicarle una llave—. Bueno, Kia, ¿les parece si ya desayunamos? No le arranques el brazo, lo necesito entero.

El aludido se ríe y yo lo suelto. Camino en dirección a mi hermana que aparta los cabellos de mi rostro para besar mi frente, Nick pasa de frente, no sin antes decirnos que irá a ducharse.

—Creo que ya estoy recuperando la forma —le digo a Ada.

—¿Crees? Amé la técnica de esa llave —me sonríe—. Gracias por hacer esto, Kia.

Niego.

» No, sé que no es tu actividad favorita.

Me encojo de hombros.

—Es divertido.

—Gracias igual.

—No tienes que agradecer nada, tonta —le doy un empujoncito—. Me desestreso y de paso estoy lista para ir contra los malos. La próxima podremos liquidarlos juntas.

Arruga la nariz y los ojos se le enlagunan.

—Mejor deseemos que no haya próxima.

Sigue siendo un tema sensible, lo es para mí también, aunque me gusta pretender que no. La abrazo con fuerza, ella me apretuja como si fuesen a arrebatarme de sus brazos. Me dice bajito que me ama y yo le correspondo.

—¿Jane ya dice "mamá"? —indago contra su pecho, queriendo alegrarla con algo para que la nostalgia se evapore.

Siento como asiente y me alejo para verla sonreír.

—Vamos para que veas, ahora Lois intenta que diga "papá".

En la cocina está Lois preparando el desayuno y Jane está sentada en su sillita de comer haciéndole compañía. Mi cuñado tararea una melodía de Taylor, pero en lugar de la letra repite la palabra "papá" una y otra vez. Me rio.

—No cuestiones mis métodos, pequeña rubia.

Alzo las manos.

—Hablemos cuando haya resultados —Jane grita "Ti, ti" en cuanto me ve, yo me acerco a darle un beso en la nariz—. Iré a ducharme para poder alzarte, dulzura.

Voy a la habitación que aún conservo aquí, Ada no ha querido darle otro uso y me ha comprado algo de ropa "en caso de emergencias", me meto a la ducha y me quedo ahí por algunos minutos, dándole alivio a mis músculos adoloridos. Cuando vuelvo a la cocina, la mesa ya está puesta y los platos están servidos, hoy desayunaré rico.

Mi sobrina sigue en su sillita y se mueve al ritmo de "The way I loved you" mientras come lo que le sirvieron. Me siento entre Ada y Lois, quien me mira por unos segundos y capto lo que quiere decirme.

—Ah, ¿eso no le dijiste? —pregunto.

Abre la boca ofendido.

—Cuando me pides discreción, soy discreto —se defiende—. No me pediste que lo del helado fuera secreto.

—Hola, sigo aquí, ¿Qué no me dijiste, amor?

—Kia te dirá.

Mi hermana traslada la mirada hacia mí y empiezo a hablar. No se lo dije en principio porque sé que los viajes son tema un poco sensible para ella, nunca me lo ha prohibido, pero quería tener mayores detalles del Congreso antes de hablarle sobre ello. Le cuento y me sonríe, asiente a los datos como donde nos hospedaremos, donde serán las conferencias y demás.

—Estoy orgullosa de ti, hermanita —me atrae a su pecho.

—Dile con quien irás —interviene Lois, emocionado.

Lo miro mal.

—¿Con quien irás? —pregunta mi hermana.

—Con Davis.

—¿Simon?

Asiento. Ella sonríe, pero elimina la sonrisa cuando yo le hago una mueca.

» Vaya, que mal.

Me rio.

—Amo el hecho de que seas actriz y no puedas camuflar esa emoción.

—Es que él se ve buen chico, me agrada.

—Nos agrada, ¿Cuándo lo traes? —pregunta mi cuñado.

—¡Lois!

—Vale, vale —se resigna—. Pero si escriben un libro juntos, es importante.

El "Ti, ti" de Jane me roba la atención, le envío un besito y ella, buena aprendiz, me envía otro con su mano llena de plátano.

—Simon es genial —le digo a Lois—. Empieza a agradarme y haremos este viaje juntos, es importante, sí, porque somos coautores de un libro, pero no lo suficiente como para traerlo a casa.

—Le voy a dar dos meses —alega él.

—¿Dos meses para qué?

—Nada, es una apuesta mental.

Ruedo los ojos y empiezo a comer. Cambiamos el tema de conversación para enfocarnos en que Lexie viajó hace unos días para grabar una serie en Atlanta. Ada, por otro lado, está concretando los detalles de su próximo proyecto.

—Empezarán a rodar en abril, luego del primer añito de Jane.

Se explaya al respecto y yo miro a mi cuñado, cuyos ojos brillan viendo a mi hermana emocionada. Sonrío. Ella me da todo tipo de detalles, respecto a la trama, a los personajes, la historia en general, el ambiente y todo lo que investigado sobre ello. Si le pongo una cubeta a Lois en la barbilla, fácilmente la llena, mira embobado a Ada y sonríe con mayor intensidad cada que ella también esboza sonrisas. Tengo la ligera sospecha de que cada historia de amor que he escrito tiene algún aspecto basado en ellos, son mi ideal en cuestiones románticas. ¿Qué se sentirá que te amen con esa intensidad?

25 de enero, 2029

Simon

El suspiro de Kiara me hace sonreír. La señorita Gerard está al frente comunicando que el próximo semestre llevaremos la continuación de este curso con ella y que ha decidido aplazar la fecha de entrega para entonces.

—Ningún libro está próximo a culminar, no quiero que apresuren un final con tal de cumplir —señala—. Tienen todas las vacaciones para seguir trabajando en ello.

—Ya puedes respirar, Harmony.

Estuvo ansiosa toda la semana, queriendo hallar el modo de terminar el libro cuando era prácticamente imposible, apenas vamos construyendo el nudo y la relación entre Selene y Harland no se ha concretizado. Son apenas unos atisbos de lo que será en próximos capítulos.

—Pellízcame, no me lo creo —pide.

Lo hago.

» Ay —se queja.

—Exagerada.

Ruedo los ojos, pero, de igual modo, paso dos dedos sobre el lugar donde pellizqué para aliviarle el dolor, ella sonríe. He empezado a hacerme más consciente de los tirones en el estómago que surgen cuando esa curva se dibuja en su rostro, no lo comprendo, pero no puedo ignorarlo como antes.

» ¿Ya?

Suelta una risita y se apoya en mi hombro. Bum, bum, bum.

—Sí, ya, gracias —dice bajito.

No me muevo, solo siento el latido constante en mi oído. Inhalo, ¿Harmony siempre ha olido así de bien? Cuando el comunicado termina y la clase inicia, Kiara vuelve a erguirse para anotar en su laptop. Espero que luego quiera compartirme esos apuntes porque mi concentración ha tomado sus maletas para irse de viaje. Admiro su perfil, sus pestañas infinitas, la sonrisa que dibuja cuando está de acuerdo con la señorita Gerard, sus ojos grises volteando a verme cada cierto tiempo, atrapándome en la misión fallida de despegar la vista de ella.

—Deja de mirarme, Davis —me regaña mientras teclea.

No puedo. Tellie tiene razón, Kiara tiene una piel tan tersa que causa envidia o, en mi caso, admiración. Creo que debo señalar que un ligero rubor ha aparecido en sus pómulos y, probablemente, soy el culpable porque vuelve a voltear para mirarme mal, se ha formado un pequeño puchero en sus labios en su intento de fruncirlos.

» Estoy hablando en serio.

Ya, yo igual, no puedo. O no quiero, no sé, puede que mi nuevo vicio sea mirar a Kiara Harmony. Vicio adquirido luego de semanas intentando ignorar el hecho de que sí me parece guapa.

—Es que estás muy bonita hoy, Harmony.

Se ríe bajito.

—Davis, ya sé que te he domesticado, pero no creí haberlo hecho lo suficientemente bien como para recibir halagos.

Entrecierro los ojos.

—¿Ya no puedo decirte bonita?

Me mira y el gris de sus irises me absorbe entero, ahora el del sonrojo soy yo.

—Solo me sorprendió, no dije que no podías hacerlo.

Asiento.

—Puedo decirlo más seguido, entonces no va a sorprenderte.

Vuelve a reír.

—Joder, no sé que bicho te ha picado.

—¿Pueden dejar de coquetear? —pide Ayla—. Me hacen extrañar a Dylan.

—No estamos coqueteando —decimos ambos al unísono.

Quizá nos salió más alto de lo que queríamos, porque todo el salón guarda silencio y enfoca la mirada en nosotros.

—Una excelente observación a la clase, por supuesto —se ríe la señorita Gerard.

Kiara me envía una mirada asesina y, debo estar realmente mal, porque cuando lo hace, en vez de responderle con el mismo gesto, solo sonrío admirando lo hermosa que se ve cuando parece odiarme con los ojos.

HERMANAAAAAAAAAAAAAAAS

Yo me muero, chau. 

El proximo cap estará ufffffffffffffffff y el que sigue más jajajaja, ya quiero que lo lean. 

Nos vemos prontito <3 

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