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#Logan

Mi teléfono no paraba de sonar y me estaba sacando de mis casillas. Sabía quien me llamaba pero no pensaba responder, primero estaba Hanna y tenía que estar con ella y sobre todo en este momento tan especial que no iba a dejarlo pasar.

Habíamos estado esperando este momento desde que nos enteramos que mi mejor amiga estaba embarazada. Sabía que ella tenía mucho miedo y que le dolía todo su cuerpo, sabía que era un proceso doloroso y mucho más porque todavía faltaba un mes y dos semanas para que todo estuviera correcto para el nacimiento.

La abuela de Hanna, antes de marcharnos de la cafetería, me había dado una mirada de que algo había pasado para que mi chica se pusiera nerviosa y estuviera así. ¿Pero que había sucedido para que se pusiera tan nerviosa para entrar en trabajo de parto? Solté un suspiro y gruñí al escuchar el teléfono sonar de nuevo.

— Contesta el teléfono, Logan. Me pone nerviosa. — Hanna estaba moviéndose de un lado a otro, como si tuviera un aro "ula ula" en su cintura, todavía no estaba dilatando lo suficiente. Las contracciones habían parado un poco, pero, de vez en cuando, volvían. Estaba con una bata azul y descalza con su enorme barriga mirándome. Asentí y me marché de la habitación para que no escuchara la discusión que tendría con Cindy, pero sabía que ella sospechaba que era mi novia quien llamaba.

— Ya regreso. — murmuré, ella asintió y me dedicó una sonrisa para luego hacer una mueca de dolor, la miré asustado pero me hizo una seña para que me marchara. — Estaré aquí, en el pasillo, no te preocupes. — cerré la puerta y tomé mi telefono para marcar a quien me llamaba desde hacía tres horas. — Dime ¿qué necesitas?— dije cortante. No quería hablar con ella en este momento, necesitaba estar con Hanna todo el tiempo y estar ahí con ella, además, no quería perderme nada del nacimiento de mi terremoto.

— ¿Qué necesito, Logan? ¿Me estas jodiendo? No sé nada de mi novio desde la mañana y cuando lo llamo no me contesta y cuando lo hace me dice que necesito. — soltó una risa falsa, rodee mis ojos y solté un suspiro mientras masejaba el puente de mi nariz. — ¿Estas con ella, cierto? Siempre me haces lo mismo, inventa excusas para estar contigo porque no le gusta vernos felices. ¡Está embaraza y sola, Logan! Tienes que dejarla y venir aquí, te necesito. — mordí el interior de mi mejilla tratando de controlarme porque no podía mandarla al carajo como quería, es una mujer y sobretodo mi novia.

— Estoy en el hospital, Hanna entró en trabajo de parto. — dije mirando de reojo la puerta de la habitación. — No me esperes, no sé cuando terminará todo esto y no me marcharé del hospital hasta que ella esté en la casa. — sabía que estaba haciendo mal las cosas, pero Hanna es lo que mas quería en este mundo, me vuelve loco. Cindy tenía razón, ya que ella no me celaría si yo no le diera pruebas, pero siempre el que buscaba excusas para estar con Hanna era yo y no ella. Mi amiga siempre respetó mi relación, yo no.

Y entonces me preguntarán ¿Y porque estas con Cindy si estas locamente enamorado de tu mejor amiga?

Mi respuesta es un silencio, porque no sé porque estoy con ella. Aunque, creo que es por miedo, miedo a que Hanna me rechace, a que no me vea como algo más, a que nuestra amistad se termine y no pueda ver a mi terremoto y a ella. No sé que haría sin las dos chicas más importantes en mi vida. No podría resistir a que Hanna y yo no seamos más amigos. No podría.

— Eres un idiota ¿Lo sabes, verdad? —

— Cin, no te enojes, ella necesita ayuda en este momento, joder. No puedo dejarla sola. — ¿Como podría decirle que no quiero dejarla sola por miedo a que todo termine luego del nacimiento de la bebé? ¿Cómo puedo decirle que no puedo dejar sola a la mujer que me vuelve loco en pleno trabajo de parto? No puedo. No puedo y lo único que me queda es mentir. Mentir para que Cindy no le haga nada a Hanna y para que no me moleste más hasta dentro de dos días que saldremos del hospital. — No quiero que vengas, cuando me desocupe iré a casa y estaré contigo, pero necesito acompañar a Hanna porque no tiene a nadie.

Cindy soltó un suspiro detrás de la línea y se quedó en silencio por un momento. Mordí mi labio esperando a que me creyera y me prometí terminar esta relación una vez nacida la bebé, no podría dejarlas solas e irme a follar con mi novia, sabiendo que Hanna no podría dormir en toda la noche y necesitaría mi ayuda y que se sentiría sola.

Porque me necesita. Tanto como yo la necesito a ella.

— Está bien, pero tienes que alejarte de ella apenas nazca el bebé, Logan. No quiero verte cerca de esa cosa. — apreté mis manos y respiré hondo, tratando de calmar mi rabia y enojo cuando llama a la bebé "cosa".

— Sí, no estaré con ella, no te preocupes. — mentí.

— Está bien, bebé. Te espero en casa, llámame para saber si todo salió bien. Adiós. — colgué porque no aguantaba más la situación. Tantas mentiras y sufrimiento por nada.

Traté de controlarme y calmar mis emociones antes de entrar a la habitación y encontré a Hanna sentada en la cama, con sus manos tapando su rostro.

— ¿Hann? Peque, ¿qué sucede?— ella negó con su cabeza, solté un suspiro y caminé hasta sentarme a su lado. Coloqué mi mano en su espalda y empecé a masajearla, sabiendo que eso la calmaría. Ella se hizo a un lado y negó con su cabeza.

— No quiero que estés aquí, no quiero.— mi cuerpo se tensó. — No quiero ser una carga para ti y tampoco mi hija, vete con tu novia y déjame sola. Yo podré hacerlo, todavía faltan unas horas más, supongo, las contracciones ya calmaron hace un rato y estoy bien. Voy a ir a casa y empacaré tus cosas para que vayas a vivir con Cindy. — mi rostro era un poema. ¿Qué carajos sucedió para que diga todo esto?

— No digas tonterías, Hanna. No puedes irte a casa, estas en trabajo de parto. — se levantó y empezó a caminar hacia la puerta pero una contracción la detuvo mientras soltaba un grito. — Joder, mujer, tienes que estar tranquila y quedarte aquí.

— ¡No! No puedo estar tranquila si estas aquí por obligación, Logan. — volvió a llorar mientras se contraía por otra contracción. — ¡Agh! Mierrrda— gritó adolorida. Tragué saliva sintiendo temor por sus gritos y empecé a hacer caricias en su espalda, tal como le hacía los primeros meses del embarazo. — Estás aquí porque estoy sola y no tengo a nadie, quieres irte con tu novia y dejarme. — decía mientras sollozaba.

Un entendimiento cruzó por mi rostro y me maldije por la estupidez que había dicho y hecho.

— No, joder, no. — murmuré siguiendo con mis caricias. — Lo dije para que Cindy no me moleste, no quiero estar con ella, quiero estar aquí, contigo y con mi terremoto. — volvió a gritar y no sabía si me estaba prestando atención pero seguí hablando. — Voy a terminar con ella apenas salgamos de aquí, no quiero dejarte sola. Te hice una promesa, no pienso perderme a mi terremoto por nada y si tu no duermes por las noches, es mejor que no lo hagamos los dos. Podríamos charlar por las madrugadas mientras esperamos a que la bebé se duerma, como hacíamos antes.

— Pero te cansarás, Logan. Te irás porque pensarás que como no es tuya no tienes que cargar con todo esto y te irás. Y me dejarás sola con todos los recuerdos hermosos y sufriré y no quiero, Logan. No quiero sufrir. — volvió a gritar y me dio miedo por la manera en que lo hacía.

Creo que nuestro terremoto está cerca.

— No, peque, no lo haré. — Ella seguía llorando y negaba con su cabeza mientras gritaba. Estaba negada a todo lo que le dijera. — ¿Porque no me crees? No me he ido hasta ahora ¿Y crees que me marcharé luego del nacimiento? Hemos estado esperando esto por mucho tiempo, los dos.

— No te creo. ¿Porque debería de hacerlo? — sabía que sus inseguridades eran las que hablaban y no la verdadera Hanna. Solté un suspiro y me armé de valor. No quería hacerlo ahora y mucho menos en este momento, pero tenía que hacer que entrara en razón.

— Porque estoy locamente enamorado de ti, peque. No puedo irme, quiero estar contigo, quiero estar a tu lado y no dejarte sola. Mi terremoto es como mi hija, la considero mía y nadie hará que cambie de opinión. — ella alzó su mirada y su mirada me dio pánico. ¿Acaso ella no sentía lo mismo por mí?

— Logan, yo también...— se detuvo debido a un grito.

— Joder, ¿No quieres que llame a la enfermera? Me estás dando miedo. — ella negó con su cabeza y empezó a tomar respiraciones hondas.

— ¿Es en serio lo que dijiste?— asentí y besé su coronilla. — yo...yo...— pero no podía hablar debido al dolor. — Si, mierda, llama a la enfermera. No puedo más, joder. — asentí y llamé a la enfermera. Cuando entró me hizo salir y luego de estar un tiempo con Hanna, salió corriendo de la habitación pero no me permitía entrar.

Luego de un tiempo, entre varias enfermeras sacaron a Hanna de la habitación. Cuando la miré y me dedicó una sonrisa, supe que todo estaría bien.

Al fin nuestro terremoto estaría con nosotros. Habíamos esperado por mucho tiempo.

###

Cuando entré en la habitación, Hanna estaba recostada en la cama con una mirada demasiada agotada, me sonrío y caminé hasta ella para besar su frente.

— Estoy muy orgulloso de ti, peque. — Soltó un suspiro y volví a besar su frente. — Nuestro terremoto al fin llegó. — sonreí mientras tomaba su mano dándole un pequeño apretón.— están revisándolo, lo traerán dentro de poco porque está bien, no tiene que estar en incubadora. — Hann sonrío aliviada y se recostó en la camilla. 

Un tiempo después nuestro terremoto llegó con un enfermera que nos sonrío al vernos.

— Aquí les traigo a su bebé. — dejó a nuestra pequeña al lado de la cama de Hann ya que la traían en esas pequeñas cunas que tienen los hospitales. — Está fuera de peligro a pesar de haber nacido prematura, está en condiciones de estar aquí, así que no hay nada de que preocuparse. — asentimos y me puse de pie para ir a cargarla. — ¿Ya pensaron en un nombre? — la observé sin entender. — , porque necesitamos anotarla antes de que se marchen del hospital. No podrán irse sin que la pequeña tenga un nombre.

— Ya tenemos algunos.

— Perfecto, vendré dentro de unas horas para anotarla. — contestó. — Hanna, tendré que enseñarte a darle el pecho. — Hann asintió y se acomodó en la cama. — Señor, necesito que nos de un momento a solas, si bien, ella puede darle el pecho frente de usted, pero puede ser incómodo al principio y la mamá tiene que estar cómoda. — miré Hann divertido y asentí para luego salir de la habitación.

— Estaré aquí afuera. — dije en modo de aviso a Hanna y salí.

Pasaron unos minutos y la enfermera salió de la habitación y me indicó que podía entrar, le agradecí y al entrar me detuve al ver una escena que había esperado tanto pero que no estaba preparado. Hanna estaba en brazos con nuestra pequeña terremoto y morí de ternura. Le sonreí y ella me devolvió la sonrisa.

— Se durmió. — soltó una risita que me dio escalofríos y mi corazón empezó a latir tan rápido que me dio miedo que ella lo escuchara.

Joder, estaba hasta la cabeza con esta mujer.

— ¿Quieres que la sostenga?— negó con su cabeza haciéndome una seña que fuera con ella. Relamí mis labios y caminé hasta la cama, sentándome a su lado. — Es tan hermosa. — susurré acariciando su mejilla mientras tomaba una de sus manitos. Tragué ese nudo en la garganta y miré a Hanna mientras soltaba un suspiro. — Joder, Hann, esto...yo...no sé que decir, estoy tan emocionado y orgulloso de ti. — Ella me sonrío y soltó un suspiro.

— Es...— se aclaró la garganta. — ,lo que hablamos antes ¿Qué va a pasar?— me tensé, sabía a lo que se refería y tenía miedo de que ella diera marcha atrás. — Yo...Logan, todo lo que dije es cierto, pero si tu...si tu sientes algo por Cindy o quieres quedarte con ella o con el departamento, realmente no tengo problema, puedo encontrar uno y ....— alcé mi mano deteniendo sus pensamientos y sus palabras.

¿Hanna yéndose de mi departamento y de mi vida? Joder, no.

— Todo lo que siento es real, desde hace mucho tiempo. — miré a sus ojos fijamente y vi un brillo de alegría en ellos. Se me hacía tan fácil de leer a Hanna y sabía que ella sentía lo que me había dicho. — Olvidate de dejar nuestro departamento o que me vaya con Cindy.— Tomé sus manos que sujetaban a nuestra terremoto y relamí mis labios, armándome de valor para lo que iba a decir. — Mi hogar y lugar es al lado de ustedes dos, no pienso abandonarlas.

Hanna sonrío y algunas lágrimas cayeron mojando sus mejillas, y como sus manos estaban ocupadas, limpié cada una de ellas lentamente. Me acerqué lentamente, mirando sus labios de reojo y luego a sus ojos, pidiéndole permiso para lo que tanto anhelaba hacer desde hace mucho tiempo, pero nunca tuve el valor de hacerlo.

Ella asintió y cerré el poco espacio que había entre nosotros y que la bebé nos dejaba. Tomé sus mejillas y besé sus cálidos y suaves labios, saboreándolos y acariciándolos lentamente. Hanna soltó un pequeño suspiro pero no se alejó.

Fue una explosión y mi entrepierna estaba tan contenta con este beso que traté de que no se notara, pero era imposible. Estaba emocionado y exitado.

Seguí besando sus labios hasta que el llanto de la bebé nos separó. Ambos soltamos una risita y nos alejamos.

— Eres una aguafiestas, bebé. — sostuve su manita y ella la envolvió en mi dedo pulgar. Miré emocionado a Hanna y ella solamente sonrío, cosa que desde que la bebé nació, lo hace más seguido. — Lamento haber tardado tanto, peque.

— Lo importante es que lo dijiste a tiempo, ya estábamos por escapar y abandonarte. — bromeó, pero por dentro algo me decía que había un poco de verdad.

— Las iría a buscar y no las perdería. — Lo decía en serio, muy en serio. — Quiero darle mi apellido. — solté de repente sin pensarlo, bueno, ya lo había pensado cuando el idiota de Nathaniel quiso que Hanna abortara, pero nunca se lo había mencionado. Hasta ahora.

Hanna quedó helada.

— ¿Qué?— dijo por lo bajo. — No...no tienes por que hacerlo, no es tu obligación. — estaba nerviosa, lo sabía. Pero yo estaba seguro. — Que yo sienta esto no significa que tienes que darle tu apellido, si es así, yo no puedo...—

— Por favor, Hann. — le rogué con mis ojos. — Quiero hacerlo, sabes que la consideré mía desde que me dijiste que estabas embarazada. — Tragué saliva mientras limpiaba sus lagrimas. — No llores, peque. Me destruyes si lloras, no lo hagas. — solté un suspiro. — Te amo, Hann. Más de lo que imaginas y no quiero dejarte, quiero que ella lleve mi apellido. — apreté mis labios. — además...ella estará más segura si lo tiene, Nathan no podrá hacer nada. Tenemos que cuidar a nuestro terremoto.

— Es nuestro terremoto. — asentí riendo y besé sus labios rápidamente. — Prometo controlarme, pero, joder, me has dado el visto bueno y hace tiempo que deseaba besarte. — Sabía que había una bebé delante de nosotros y tenía que ser respetuoso, pero era imposible contenerme.

— Si hacemos esto, no te dejará dormir.— advirtió en modo de broma. Solté una carcajada.

— Desde hace nueve meses que no duermo bien por esta pequeña. — miré a la bebé y reí. — Juro que, cuando ella tenga empleo, voy a hacer que me pague los dolores de espalda que tuve estos nueves meses y que tendré los siguientes ocho años.

Hanna río y meció a la bebé.

— ¿Ocho años?— dijo sorprendida.— no pienso compartir la cama durante tanto tiempo. Espero que no dure tanto. — hice una mueca tratando de ocultar mi sonrisa.

Amaba esto.

¿Quien diría que estaríamos hablando de noches sin dormir sin hacer referencia al sexo? Joder, el hombre que me escuchara estaría diciendo que soy una nenita, pero me encantaba. 

— ¿Estás seguro de tomar esta decisión? — preguntó inquieta. Asentí con una sonrisa. — No hay vuelta atrás, no podrás devolvernos. Te lo advertimos. — solté un falso suspiro frustrado.

— Entonces tendré que pensarlo dos veces. — bromeé. Hanna golpeó mi brazo y sonrío divertida. — Estoy tan seguro de esto, peque. Tan seguro de que te amo y que amo a nuestra terremoto. 

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