4

La campana hizo un ruido cuando abrí la puerta de la panadería, sonreí y caminé hacia detrás del mostrador.

— Hola, cariño. ¿Cómo te encuentras hoy? — el señor Alberto me sonrío desde la cafetera, dejó la taza a un lado y caminó hacia mí. — Espero que estés bien, ya sabes que, si te sientes decaída o algo así, me dices y te doy libre el día. — sonreí asentí mientras trataba de atarme el delantal. — déjame, te ayudaré.

— Gracias, señor Alberto. — susurré dándome media vuelta. Sonreí al ver a mi abuelita preferida y estiré los brazos para abrazarla. — Buenos días, doña Estela. ¿Cómo se encuentra hoy? — dije citando las palabras de Don Alberto. Ella sonrío me dijo que bien y acarició mi panza. — Está dormida, así que aprovecharé en decorar las tortas.

— No hagas mucho esfuerzo, Hann. Tienes que reposar, pronto darás luz. — negué con mi cabeza mientras sacaba la crema de la heladera y la colocaba en una manga para empezar a decorar los bizcochos que había preparado ayer. — Ay, Alberto, es tan testaruda esta niña. ¿Cuándo será el día que me haga caso? — Alberto río y negó con su cabeza, como si hubiera dicho el chiste del año.

— ¿A quién habrá salido así de testaruda?

— ¡Ja! Seguro que a mí no. — contestó mi abuela negando con su cabeza mientras cruzaba sus brazos por su pecho. — Hanna, cariño, tómate un descanso, me preocupas.

— Abuela, pero si recién llego. Estoy bien, tomaré el descanso dentro de un rato. — ella suspiró y se marchó dentro de la cocina.

Mis abuelos vivían en Boston y habían notado mi panza apenas crucé la puerta de la cafetería aquella vez. Me habían dicho que iban a ayudarme en todo lo que necesitaba y yo lo único que les pedí, fue trabajo. Protestaron, pero simplemente me negué a que me mantuvieran, sabía que ellos no tenían todo el dinero del mundo y lo que tenían, lo gastaban en la cafetería y en la casa.

Mi sueldo no era lo suficiente, pero con ayuda de Logan, podía sobrevivir y comprarle cosas a mi bebé.

Solté un suspiro mientras colocaba los adornos del pastel, levanté la mirada al sentir que alguien me observaba e hice una mueca cuando di con esa persona. Cindy al notar que la observaba empezó a caminar hacia mi y se colocó al frente del mostrador, apoyando sus brazos en la mesada de vidrio, me sonrío.

— Buenos días. — dije mientras sospechaba de todo. Logan estaba en el trabajo y sabía que no le había pasado nada malo porque nadie me había llamado. A mí era a quién debían llamar si Logan si algo malo le sucediera. — ¿Necesitas algo? — limpié mis manos con un trapo y empecé a acomodar las cosas que estaban desordenas. Solté un suspiro al notar que ella solo me observaba sin decir nada. — ¿Necesitas algo? — repetí.

Cindy enderezó su espalda y me observó de arriba hacia abajo con una mirada despectiva.

— Solo vine a ver a la estúpida por la cual mi novio está enamorado y se hace cargo de un hijo que no es de él. — mi respiración se cortó al escuchar su insulto, pero no hice caso a lo que ella me había dicho al principio. ¿Logan le había dicho que mi bebé no era suyo? ¿Por qué? — No tienes dinero, ni estabilidad social, solo...solo eres una simple chica a la cual engañaron y dejaron embarazada.

— ¿Qué es lo que quieres? — apreté mis dientes y tiré el trapo a un costado. Ok, me había enojado. ¿Qué carajos quería esta mujer? ¿Por qué decía que venía a verme como si no me conociera? Ella conoció a Logan cuando él vino a buscarme al trabajo porque se me había hecho tarde y tenía miedo de volver a casa en la oscuridad.

— Quiero que te largues de la vida de mi novio. — la miré incrédula. ¿En serio lo estaba diciendo? — No quiero que estés con él, ni vivas en su departamento. ¿Quién te crees para dormir en su casa?

— Cindy, escucha, ¿Logan sabe que estás aquí? — ignoré todo lo que decía, ni en su puta vida iba a alejarme de mi mejor amigo. ¿Acaso estaba loca? Por supuesto que la entendía, es decir, tienes un novio y vive con una mujer embarazada y siempre prefiere quedarse con ella y no contigo. Por supuesto que explotarías de los celos y de la rabia... ¿pero venir a amenazar? Joder, eso no. — Podrías haber venido con buena intención y conversar conmigo. No soy una amenaza, Logan está contigo. Vivimos juntos desde...— intenté recordar alguna fecha, pero no pude. — desde que nos conocimos en la universidad, nunca ha pasado nada entre nosotros y deberías saberlo porque él ya te lo dijo.

— Aléjate de él. — solté un suspiro resignada a esta situación. Acaricié mi estómago sintiendo que mi bebé había despertado. — Y esa...cosa— señaló mi estómago. — no quiero que él se entere que nació ni quiero verla cerca de mi novio. No es su hija, ni nada de él. ¿Quieres atraparlo con un hijo que no es suyo? — soltó una risa irónica. — Ni lo sueñes.

— Si no quieres y no vas a comprar nada, te sugiero que te largues de aquí. — contesté soltando un suspiro para tranquilizarme y no mandarla al carajo por haberle dicho "cosa" a mi bebé. — Y que te quede claro, Logan se va a enterar que estás aquí y que has venido a amenazarme. — cuando sonrío tuve un poco de miedo, pero no dejé que ella lo notara.

— ¿Sabes que Logan no piensa mucho de lo que dice cuando estamos teniendo sexo? — miré hacia todos lados, observando si alguien escuchó lo que dijo, pero todos los clientes estaban concentrados en sus desayunos. — y a mi me encanta preguntarle cosas de ustedes. — cruzó sus manos llenas de anillos por encima de la mesada.

Me había quedado muda, sabía que ellos tenían relaciones, pero no quería pensarlo. Algo dentro de mi se removió al pensar en Logan con Cindy. ¿celos quizás?

— Habla de una puta vez que no tengo todo el tiempo del mundo. — dije cortante. Ella sonrío, me tenía donde quería.

— Él me dijo todo lo que te pasó, que te dejaron sola y que Nathan no se hizo cargo de ti y que él tuvo que hacerlo porque eras su amiga. — apreté mis manos tratando de controlar todo el enojo que sentía. — También me dijo que le dabas pena y por eso se hizo cargo de ti y de tu bebé y, sobre todo, porque Nathaniel le pagó una gran cantidad de dinero para que se haga cargo de ti. — ¿Qué carajos...? — ¿acaso nunca te pusiste a pensar de donde saca el dinero Logan todos los meses? Nathan no tuvo el coraje de hacerse cargo del bebé, así que le pidió a tu "amigo" que se hiciera cargo. —

— Eso...eso es mentira. — dudé un segundo de todo lo que me estaba diciendo. — Conozco a Logan y él no me haría eso.

— Lo que un hombre dice en la cama nunca es mentira, cariño. — sonrío de lado y se marchó. — Además, en su celular está el número de Nathan. — me congelé. — así que si no quieres que hable con el estúpido del padre de tu bebé y venga a quitártelo, mantén tus manos fuera de mi novio.

Estaba sin pensamientos, sin saber en que creer. O en quién. Tapé mi boca para ahogar un sollozo y toqué mi estómago, sintiéndome descompuesta al instante.

— Hanna, es hora de que te tomes el descanso, porque...— apoyé mi mano en el mostrador y traté de respirar, pero no podía, mi corazón latía mucho más rápido que lo normal y me encontraba muy mareada. — Ay, cariño. ¡Alberto! — gritó mi abuela en dirección de la cocina. — ¡Alberto, corre! — el señor Alberto salió apurado y entre ambos me llevaron dentro, olía a galletas y a chocolate. Cerré mis ojos y tiré mi cabeza hacia atrás. — Toma, Hanny, toma agua. — la suave voz de mi abuela hizo que abriera los ojos y con mis manos temblorosas acepté el vaso de agua. — Te dije que tuvieras un descanso, Hanny. No puedo permitir que sigas trabajando en tus condiciones. Te seguiré pagando como siempre, pero tienes que volver a casa hasta que la bebé nazca. — relamí mis labios y asentí concordando con mi abuela, no podía permitir que Cindy volviera y les dijera a mis abuelos lo que ella me dijo a mí.

— ¿Qué pasó que te sentiste así, cariño? — la voz del novio de mi abuela resonó por la cocina y le entregué el vaso. Ellos no sabían que había estado hablando con la novia de mi mejor amigo y tampoco lo iban a saber.

— Yo...— dudé un segundo. Sabía que si les contaba todo ellos iban a ir con Logan a decirle todo. — debe ser que me agaché a buscar el trapo que se me cayó y me levanté muy rápido. — tragué saliva y me puse de pie. — Estoy mejor, voy a seguir con mis cosas.

— No, claro que no. Irás a casa ahora mismo. Llamaré a Logan para que venga a buscarte, no puedo dejar que te vayas sola a casa. — quise protestar, pero ella me dio una mirada asesina, así que decidí hacer silencio. — siéntate, Han-Han. — con un suspiro volví a sentarme y noté de reojo que Alberto empezó a hacer una limonada, él siempre me la hacía cada vez que me sentía mal.

— No es necesario que lo llames, me iré en un taxi, abue. — protesté. — Logan está ocupado, no quiero ser una carga para él.

— No eres una carga para Logan, cariño. Él siempre está contigo, a tu lado. Y tu también lo estás cuando él necesita de ti. — dijo con su celular en el oído, él no había contestado la llamada. — Y deja de decir que... ¡Oh! Logan, cariño, lo siento, estaba hablando con tu testaruda amiga. — rodee mis ojos. — Ella acaba de sentirse mal, justo la vimos Alberto y yo antes de que se desmayara en el suelo del café. ¿puedes venir por ella, cariño? — solté un suspiro frustrado. En este momento no quería hablar con Logan, por dentro sabía que él no le había dicho todas esas cosas a Cindy, pero... ¿cómo sabía ella todo lo que me había pasado?

— ¡Logan si estás muy ocupado no vengas! ¡Me iré en taxi o caminando! — levanté la voz tratando de detener a mi abuela, pero ella se marchó. — ¿Por qué es tan testaruda? — Alberto soltó una risa y dejó un vaso de limonada en la mesa de la cocina. Lo tomé y le di un sorbo. — Caray, está deliciosa. Muchas gracias.

— Ya viene en camino, dice que en cinco minutos está aquí. — resoplé y esperé a Logan, tenía que hablar con él.

— No hace falta que... ¡ah! — grité tocando mi estómago. Alcé mi vista asustada y empecé a alterarme. Todavía era muy pronto. — Joder, abue, es muy pronto todavía. — me sostuve de la mesa y empecé a respirar hondo sintiendo las contracciones y un dolor punzante en mi estomago. Algunas lagrimas salieron sin permiso debido al susto que tenía en este momento.

— Hanna, querida, ¿qué sucede? — preguntó mi abuela acercándose apresuradamente. — ¡Alberto! — gritó alterada. — Vamos al hospital, cariño. Logan ya debe de estar cerca, lo esperemos. — negué con mi cabeza rápidamente. No podía esperarlo. No había tiempo. — Está bien, está bien, vamos al hospital en el auto de Alberto.

Asentí mientras respiraba hondo y me puse de pie con ayuda del novio de mi abuela que me agarraba del brazo mientras caminábamos lentamente. Por suerte mi abuela había contratado a alguien por si surgía una emergencia y porque necesitaba ayuda, ya que yo no era de mucha por la inmensa panza que tenía.

— Carla, querida, vamos al hospital. — le anunció. La chica me miró asustada pero la ignoré, seguí caminando sosteniendo mi estómago. — Te quedas a cargo. — ella asintió y nos marchamos hacia el auto de Alberto.

"Aguanta un poco, bebé, por favor, es muy pronto."

— Tengo miedo, abue. — dije con la voz entrecortada. Ella me observó asustada pero trató de sonreír, tratando de que me tranquilizara, pero era peor. Sabía que era muy pronto para que mi bebé naciera.

— ¡Hanna! — una voz muy conocida hizo que giráramos la cabeza en su dirección. Logan bajó del auto cerrando la puerta de un portazo y corrió hacia nosotros. — ¿Qué pasó?— tomó de mi brazo y me llevó lentamente hacia el auto. — ¿Estas bien? ¿La bebé está bien?— abrí mi boca para responderle, pero en vez de una palabra salió un grito. Él me observó asustado y me subió al auto. — Vamos, señora Estela, suban al auto. — mi abuela sonrío y negó con su cabeza.

— No, querido, vayan ustedes. Nos quedaremos a atender ya que nadie se queda en el local. — entrecerré mis ojos sabiendo las intenciones de mi abuela, por supuesto que había alguien encargada de la cafetería, pero Logan no lo sabía. Él asintió apresurado y se subió al auto y nos marchamos hacia el hospital.

Trataba de aguantar el dolor y no gritar demasiado pero era imposible, el dolor era insoportable y realmente tenía mucho miedo.

— Es muy temprano, Hann. ¿Qué pasó? ¿Es posible esto?

— Yo...yo...alguien...— respiré entrecortadamente, no podía hablar. Empecé a llorar y toqué mi estómago. — Tengo miedo, Logan. No quiero que se lo lleve. Por favor, no quiero ¡Ah! Carajo. — Seguía llorando como una condenada, pero era imposible no hacerlo, realmente mis emociones estaban a flor de piel.

¿Y si Logan me deja luego de que nazca el bebé?

¿Y si todo lo que dijo Cindy es real y Nathan va a venir a buscar a mi bebé y llevárselo?

— Shh, shh, está bien, no sucederá nada. — colocó una de sus manos en mi barriga y siguió conduciendo hacia el hospital. — Mierda, Hann, ya llegamos. Resiste un poco, bebé. — estacionó el auto y se bajo, dio media vuelta para abrirme la puerta y me alzó en brazos. — Estoy contigo, no tengas miedo.

Cuando entramos al hospital me llevó hacia las enfermeras, me colocaron en una silla de ruedas y cuando le comentamos lo que me estaba sucediendo, se miraron entre si y nos dijeron lo que más temíamos.

Estaba en trabajo de parto. A una semana de que mi bebé tuviera ocho meses.

— Voy a entrar contigo, Hann. — Logan besó mi coronilla mientras apretaba mis manos. Le sonreí cansada y asentí.

Él estaba conmigo, aquí, acompañándome. No iba a dejarme, todo lo que dijo Cindy era mentira, nada es verdad. Logan no me haría tal cosa.

— Gracias por estar conmigo. — me sonrío y entramos juntos a la sala de partos.

Mi bebé ya venía en camino.

Un terremoto en varias horas estaría con nosotros.

Y todo cambiaría a partir de ahora. 

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