Walk In The Rain


Ubicados en el cuarto de la chica rock era, en una tarde lluviosa como en cualquier día se otoño, Izuku estaba sentado sobre la cama de la chica, mientras, miraba algunos apuntes de su libreta musical.

—Pecas, pásame esos papeles, tengo una idea.

—Te dije que me llamaras por mi apellido.

—Dijiste que lo intentara. —Ella le restó importancia al asunto. De igual forma, le gustaba mucho los ápodos que le ponía—. Es tu culpa, debiste elegir bien tus palabras.

Izuku suspiró en su sitio, no le gustaba esos sobrenombres, pero, no le quedaba de otra que aguantar. No haría un berrinche por ello, es más, podría aprovecharse de la situación; daba paso a que él siga con la búsqueda de un ápodo para ella. Si bien no es bueno con ese tema, no se rendiría.

De pronto, Kyoka, quien estaba sentada sobre el suelo con las piernas cruzadas, teniendo su guitarra sobre estas, agarró su celular y buscó en su lista de canciones algo en específico. Sacó la lengua, concentrada. A esto, Izuku miró las acciones de su compañera de trabajo y estudios, era increíble lo que pasaron para llegar a donde están ahora. Podría considerarla una amiga, ya no como una especie de chantajeadora musical. Razones bastaban para que su relación sea más cercana, desde esa vez que Kyoka llegó a un mutuo acuerdo entre ellos y Aizawa hasta la oportunidad donde conoció a esa pareja molesta, Kai y Kei, que, al parecer, no volvieron a molestar a la chica. Habían sido semanas muy problemáticas, así que, disfrutaba la tranquilidad del hoy junto a la pelivioleta, obviamente, sin dejar de lado sus obligaciones.

—¿Qué te pasa? —Escuchó de nuevo la voz de Jiro.

—¿Qué? —Tartamudeó. Salió de su trance a causa del llamado.

—Te me quedaste viendo como idiota. —Recalcó la acción del pecoso—. ¿Tengo algo raro en la cara?

No esperó repuesta, rebuscó por todo su rostro con las manos, queriendo hallar lo que Izuku miraba con demasiada atención.

—No, no. —La detuvo—. No es eso, solo me quedé pensando. —Una verdad a medias, porque, en realidad, sí la estaba mirando fijamente.

—¿Y te quedaste haciéndolo justo viéndome? —Remarcó el hecho.

—Sí, digo, no... —Respondió con duda—. Es algo que no controlo, perdón.

—Eres muy rarito. —Kyoka, quien cuando está concentrada en algo relacionado a lo musical, no se da cuenta que las mejillas del pecoso se encendieron—. En fin, escucha esto. Me parece que suena bien.

—Claro. —Izuku agradeció la existencia de la música.

Si bien era cierto que se quedó perplejo viendo a la chica, no era la primera vez que pasaba. Hubo ocasiones donde se perdía en el vacío existencial y su cabeza pasaba a un plano migratorio de la realidad, todo esto causado por una constante con nombre y apellido: Jiro Kyoka. Le resultaba increíble perder la concentración tan rápido de sus asuntos, para concentrarse en cada detalle del rostro de la pelimorada. Expresiones faciales, movimientos, parpadeos... Juraba haberse aprendido los distintos patrones correlacionados directamente del sentir de Kyoka. Por ejemplo: si frunce el labio es porque está confundida con algún tema en especifico. Si mueve la nariz por el fruncir de su ceño es porque está impaciente. También descubrió que si siente herida, inclina un poco la mirada para mirar al suelo, así evitar el contacto visual. Incluso, detalles tan minuciosos como que la comisura de sus labios tiembla al aguantar la risa, pero, que lo esconde bien con una mirada seria.

Algo estaba pasando con Izuku. Él daba por hecho que si le contaba a Kyoka todo lo que pensaba, ella se alejaría de de él por lo terrorífico de aquello. Incluso, el pecoso se reprochaba a sí mismo por llegar a tales extremos de observación.

De todas formas, sería un secreto que guardaría hasta morir. Además de ello, tenía que averiguar lo que le pasaba con respecto a cuando está con Jiro.

—Se escucha bien, pero, creo que quedaría mejor si le bajas un tono. —Kyoka había terminado de tocar los acordes de la guitarra, así que, Izuku dio su honesta opinión.

—Para mí está perfecto. —No le dio importancia a esa opinión.

—¿Para qué me preguntas, entonces? —Algunas veces Izuku no lograba entender el mal sentido del humor de su amiga.

—Tenías que haber dicho que estaba bien y alabarme. Un par de cumplidos hubiera estado bien. —Kyoka respondió, aún tocando la guitarra, repitiendo los acordes—. ¿Escuchaste eso? Va a ser un éxito.

—Sí, a todo el mundo en el bar le gustará la canción. Ojalá la escuchen con más sangre que alcohol en sus cuerpos. —Contraatacó, aunque, pensó que fue muy lejos—. Perdón, no quise decir eso. —Volvió a tartamudear, apenado.

Kyoka sólo frunció el ceño, además de agachar la mirada. Izuku sabía que la había jodido, así que, tenía que arreglarlo de alguna manera.

—Fue una broma de mal gusto, lo sé. —Apuró a hablar—. Estamos en una buena banda y tú eres la líder, no dudo que llegaremos lejos en esto. —Se levantó en dirección a ella, sentándose en frente suyo.

Creyó saber todo de ella, mas, se olvidaba que a Kyoka le gusta ganar a cualquier costo. Que Izuku estuviera escupiendo disculpas cada cuatro palabras, solo la hacía sentir ganadora. Aunque, también empezó a sentirse mal por ello.

—Hey, ya, para. —Lo detuvo—. Fue una broma mía, en sí, tienes en parte razón. —Admitió el hecho del bar—. Pero, te apuesto lo que quieras que haré una canción que todo el mundo se la sepa de memoria y que me conducirá al galardón a mejor cantante de todos los tiempos. —Parecía una niña pensando en un sueño imposible.

Izuku también la vio de esa forma, solo que existía una diferencia: Kyoka podría lograrlo.

—Para eso tenemos que encantar primero a esos borrachos. —Izuku bromeó de nuevo.

—Trabajo fácil. La próxima canción será de un amor adolescente de verano.

—Pensé que no te gustaba ese tipo de canciones.

—Esa es la diferencia entre tú y yo, mi querido Arbusto con extremidades rayadas. —Hizo alusión a sus cicatrices, a lo que Izuku escondió sus brazos—. Mientras tú solo ves la luz de túnel, yo miro toda la autopista e identifiqué un desvío en el bypass del alcohol y adultez.

—De acuerdo, entendí la analogía, pero, ¿era necesario burlarte de mis cicatrices? —Preguntó, indignado con el apodo de más—. Sé que pueden ser un poco desagradables, pero-.

Pero no esperaba que Kyoka fuera más allá de la curiosidad y tomara cartas en el asunto, acciones impropias de ella.

—Nunca dije que me desagradan, al contrario. —Extendió su mano hasta llegar a uno de los brazos de Izuku. De nuevo, este sufrió por los pocos centímetros que había entre sus rostros, cosa que hizo sonrojarlo—. Me gustan y... Lo admiro. —Teniendo la extremidad del peliverde, con su mano recorría cada camino que había sobre él—. Tienen su encanto... —Se estaba perdiendo en el tacto—. Si lo miras bien, son bonitas. —Acariciaba de forma suave y cariñosa—. No tienes porque avergonzarte, Izuku, esto demuestra lo duro que trabajaste y el duro recorrido que tuviste que pasar.

Seguía hipnotizada, ahora, Izuku se sintió identificado con la actitud de Kyoka, después de todo, él también es así en lo que respecta a perderse en pensamientos y murmullos.

—Me gustas... —Kyoka dijo sin previo aviso.

—¿Qué?

Alzó la mirada para encontrar esos ojos verdes bien abiertos, señalando sorpresa y confusión. El cerebro de Kyoka trabajó a mil por hora, rebobinando las palabras que formaron una confesión. Supo que metió la pata en una mina de nervios como lo es Izuku con respecto a esos temas. Tenía que actuar rápido, decir que fue un exabrupto y aclarar el malentendido.

Pero, ¿por qué tendría que mentir? Con los sentimientos que afloraron al paso del tiempo, resultaba obvio que sentiría algo por el pecoso, por más que hubo noches donde lo negaba hasta dormir. Le gustaría ir con la verdad, abrirse un poco y contarle como fue el proceso hasta ese punto donde, por casualidad, admitió tener sentimientos por él y que no puede desviar la conversación a una verdad a medias, ya que, le es difícil negarlo mientras se miran a los ojos.

Siempre fue directa y seria con su posición y pensar, mas, es algo nuevo enamorarse de su amigo más cercano.

—Que me gustan tus cicatrices. —Sin embargo, decidió que lo mejor, por ahora, era ocultarlo. Iba a ser delicada y lo diría en su momento, donde supiera que Izuku sentía atracción por ella.

Lástima que no dio cuenta que ambos se estaban comiendo con la mirada. Que Izuku la admiraba con la misma intensidad que sus latidos acelerados.

—Ah, eso... —Sonó un poco decepcionado, a la vez que mordía su labio inferior—. Fueron muy bonitas tus palabras, Jiro. —Sonrió, dejando a un lado lo que creyó haber escuchado desde un principio—. Ya puedes dejar de tocarlas si quieres.

Se maldijo a sí misma. ¿En serio tuvo que tocar a Izuku para admitir, de una vez por todas, que le gustaba como hombre? Tanto así que olvidó que seguía manoseando su brazo, sin importarle el pudor o vergüenza en el acto. Tal vez ya lo estaba desde semanas, de seguro, fue cuando lo negó en voz alta, solo para ella, en el bar aquel día que Izuku la salvó o quizás mucho más atrás, cuando volvían por las noches evitando a Aizawa.

Incluso, había la posibilidad de que siempre le gustó, solo que no se dio cuenta.

—Lo siento. —Se alejó de inmediato, sin notar como Izuku se recriminaba por alejarla—. Ya sabes... Me gustan. —Tartamudeó, al igual como lo hacía él. Seguía sintiendo los nervios, a pesar de que quisiera calmarse.

—Lo sé. —Ahora es él quien agacha la mirada.

—Oh, ¿te desanimaste?

Y ahí estaba ella. Kyoka le dio vuelta a la situación. Sacó el arma del cajón, figuradamente hablando, y disparó contra la serenidad del pobre chico, quién no merecía ser intimidado.

—No otra vez, por favor. —Tarde se dio cuenta que ella se había acercado, a gateadas, hasta estar frente a frente—. Jiro, aléjate. —Frunció el ceño, queriendo mostrar serenidad, aunque, su tartamudez lo delató.

—¿Por qué? Creí que te habías puesto triste por hacer lo contrario, pecas. —Refutó.

—No es verdad. —Seguía nervioso.

—Oh, vamos, solo por esta vez dejaré que toques un poco. —La cara de Izuku se volvió roja.

—No lo haré. —Seguía con la negación.

—Lo hiciste. —Jiro agachó los hombros—. No quise que fueran en esas condiciones, pero, sigo admitiendo que estar flotando, pegados al techo y evitando que Aizawa nos atrape fue lo suficientemente est-.

—Me están llamando por el celular. —Izuku la silenció. Se olvidó de esa noche hasta ahora que Kyoka le recordó. Si bien fue un accidente, que ambos disfrutaron de igual forma, todavía le parecía vergonzoso recordarlo como si nada. No creía que Kyoka sea de esas chicas que disfrute esas situaciones peligrosas, a la vez que eróticas, pero, se preguntaba porque le parecía fácil decir esas cosas  como si no fueran nada.

Para su buena suerte, su celular vibró, lo sacó y le mostró a Jiro que de verdad le llamaban y que no huía, aun así, lo hacía, pero, la excusa no disminuía su valor.

—Te salvaste esta vez. —Ella se alejó, no sin antes, reírse. Se dio la vuelta, avanzando hacia su cama y echarse mirando a la pared. Izuku nunca se enterará acerca del parecido entre un tomate maduro y el rostro de Kyoka.

Sin embargo, la expresión de Izuku cambió de manera notable cuando leyó el nombre del contacto que sobresalía en su pantalla. Frunció el ceño y apretó el agarre de la mano que sostenía el celular. Sus ojos no se apartaban de ahí, olvidando lo acontecido hace pocos minutos y la vergüenza que sentía.

—Voy a contestar esta llamada, ahora vuelvo. —Se despidió, apresurado.

Ahora lo que sentía era una mezcla de tristeza, furia y miedo. O eso es lo que Kyoka pudo percibir. Izuku no tenía esos cambios tan radicales por cualquier motivo, ella lo conocía bien. Por eso, supuso que se trataba de un tema serio o que la persona que lo llamó no es alguien grato para él.

Habían pasado más de cinco minutos. Izuku no regresaba. La llamada estaba durando más de lo que Kyoka podría haber creído. Su ansiedad crecía al pasar de los segundos, más porque algo dentro suyo le decía que Midoriya podría necesitar ayuda. Así que, se portaría mal una vez más, además, Izuku no sabría de ello. No existía posibilidad de perder.

—Te dije que no llamaras. —Lo primero que escuchó Kyoka fue la voz seria de Izuku—. No, no me importa tu dinero, ni mucho menos tu cambio, mi mamá no quiere verte y yo tampoco. —Retuvo la respiración al querer concentrarse—. Escucha, ya te dimos demasiadas oportunidades y no cambias. Estamos hartos. —Izuku se mordía el labio, queriendo evitar gritar—. Oh, que convincente para la persona que hizo de mi vida un infierno... No, no, es imposible olvidarme de ello, aún tengo tus marcas en mi cuerpo.

La chica se cuestionó sobre lo último. ¿Más cicatrices? Tal vez por eso el chico se puso nervioso y no por el contacto anterior.

—No voy a recorrer tus pasos, idiota.

Aunque, todo esa línea de pensamiento resultó sin importancia al oír el clímax de la conversación.

Con quien hablaba Izuku no era más que su padre, quién le había llamado para arruinarle el día. Lo último que escuchó fue una serie de insultos y revelaciones que hizo que el silencio en la habitación se sienta asfixiante. ¿Cómo podría un padre decirle tales cosas a su hijo? Ella mantenía una expresión de sorpresa y de incredulidad, con la boca y ojos abiertos. Lágrimas traicioneras, incluso, el pecho le dolía.

¿Cómo estaría Izuku? Lo último que supo de él es que cortó la llamada y se no dijo nada más por algunos minutos. Ella dejó de usar su quirk al escuchar los pasos. ¿Cómo lo recibiría? Tal vez lo consolaría, pero, ¿podría hacerlo? Ella también resultó afectada por más que esas palabras no fueron dirigidos hacia su persona.

Lo mejor sería esperar, así, aprovechaba en calmarse, mientras, meditaba sobre qué decirle. Sin embargo, había un gran problema.

No volvía. Es más, no le dejó algún mensaje por teléfono. Se había ido. Kyoka decidió contar hasta cien. Tal vez era solo una exageración suya, mas, cuando ya estaba por el cincuenta, se levantó de su sitio, colocándose sus zapatos y salió del cuarto. Apresurada, corrió hacia el cuarto de Izuku, ni tocó la puerta para saber si estaba, ya que, usó si quirk de nuevo. Luego, bajó hacia la planta principal, donde está la sala común, el comedor y cocina. Estaban ahí reunidos algunos alumnos de la clase A, como Kirishima, Tsuyu y Uraraka.

—¿Vieron a Izuku? —Lo primero que hizo fue preguntar por él.

—Buenas tardes también para ti, Kyo. —Bromeó Hagakure.

—Uy, ¿desde cuándo se llaman por el nombre de pila? —Inquirió, Mina, al escuchar salir aquel nombre de los labios de su amiga.

—¿Dónde está?

Sin embargo, la pelimorada no tenía tiempo para ello. Así que, se limitó a mirar a Ochako y a Asui, ambas sentadas juntas en el mueble del costado, esperando por una respuesta concisa.

—Deku-kun salió. —Ochako vio la preocupación en su mirada.

—¿En este clima? —Levantó un poco la voz, asustando a los presentes.

—Dijo que se iba a reunir con un amigo y que no necesitaba paraguas, porque iría en auto. —Tsuyu acotó. Ella también empezó a preocuparse. Quizás debieron ser más curiosas, pero, Izuku no mostró algún atisbo que resulte ser sospechoso, por lo que, le creyeron.

—¿Pasó algo malo? —Ochako preguntó, ahora interesada sobre la situación del pecoso.

—Mierda. —Kyoka soltó de repente.

Ignoró las voces de sus amigos, quiénes ya se estaban preocupando por lo que le pasó a Izuku. Pero, Jiro estaba subiendo, de forma rápida, las escaleras del establecimiento hasta llegar a la planta de su cuarto. Entró ahí solo para sacar una de las tantas poleras grandes que tenía, obviamente pertenecientes a Izuku. Se la puso y volvió a bajar con dirección a la puerta, volviendo a ignorar a los demás, agarró un paraguas de los muchos que habían en la entrada y salió en busca de su amigo.

—¿Dónde estás? —Preguntó al aire, esperanzada en qué haya respuesta.

Desechó la idea de que estuviera en las instalaciones de la UA, porque ya estaría detenido en la oficina de Aizawa o de algún otro profesor. Él quería soledad y silencio, lo conocía bien, por lo que, tampoco iría a su casa o al bar. Kyoka tuvo una vaga idea, siendo esta la única. Si se equivocaba, habría salido en vano la búsqueda, pero, incluso así, seguiría buscando por toda la ciudad si le era posible.

Su dirección cambió hacia el parque donde se reunieron, íntimamente, por primera vez. Fue también en una tarde lluviosa como esta, así que, podría existir la posibilidad de que Izuku estuviera sentado en uno de los asientos del parque. Para su buena suerte, lo estaba.

—Algún día me vas a matar de un ataque al corazón. —Volvió a declarar al aire. Suspiró, botando el aire almacenado, que parecía haber olvidado exhalar, además de un par de lágrimas que demostraban alivio y el sentir que guardó desde que Izuku abandonó su habitación por contestar la llamada. Eso lo dejó de lado, ahora tenía que pensar en qué decirle al chico. Qué escuchó la "conversación" que tuvo con esa persona o hacerse la tonta y decir que lo encontró en su paseo por la lluvia.

No tenía que dudar más, Midoriya estaba recibiendo la lluvia sin protección, lo peor es que él no lo tomaba importancia. Seguía sumergido en aquella inmundicia que no merecía.

—Hola, ¿qué haces aquí? —Izuku, en su absoluta tristeza, hizo una pregunta con una respuesta obvia.

—Solo... Pasaba por aquí. —Ella se acercó a él, poniendo el paraguas arriba de la cabeza de Izuku, mojándose en el proceso.

De las dos opciones que pensó, eligió ambas. Izuku no es tonto, pero, tampoco iba a ahondar en ese problema sin tino. Si él quería hablar de ello, ella estaría escuchándolo sin importarle el resfriado venidero.

—¿Me escuchaste, no? —Lo vio venir desde que ella apareció frente a sus ojos.

—Lo siento, sentía mucha curiosidad. —Admitió.

—¿No vas a preguntar?

—¿Y tú quieres responder?

—No. No quiero. —Fue directo al expresarse.

—Entiendo. —Respondió.

Kyoka se sentó a su lado. Impotente por no saber que más hacer, pero, sentía que Izuku necesitaba a alguien en este momento, por lo que, no lo dejaría. Estaría con él hasta volver a los dormitorios—. Estoy contigo, Izuku...

Ambos seguían bajo la lluvia, sentados en aquel banco del parque.

Recostó su cabeza sobre el hombro del pecoso. Izuku besó la frente de Kyoka y mantuvo su cercanía por algunos segundos. Por su padre, ella tomó su mano con la suya, apretándola, a la vez que fruncía el ceño, molesta al pensar lo desalmado que alguien podría llegar a ser. La sensación la perseguía desde que escuchó aquella interacción entre Izuku y lo que fuera ese hombre, todo menos considerarlo padre. Quería llorar, mas, le parecía ridículo hacerlo, ya que, ella no es la agraviada.

—Gracias. —Midoriya escuchó el diminuto sollozo salido de Jiro. Aunque suene contradictorio, por más que se sintió culpable por hacer sufrir a su amiga, estaba alegre al compartir esa cicatriz de antaño—. En serio, muchas gracias.

—Elimina a ese idiota de tu vida. —Mandó. A lo que, Izuku apretó el agarre de manos y volvió a besar la frente de la chica.

—Tranquila, ya pasó...

—No hasta que hagas lo que te diga. —Luchaba por retener sus lágrimas, aunque fallaba más de lo que creía—. No tengas más contacto con él.

—No lo tendré. —Respondió—. ¿Algo más, jefa? —Bromeó, queriendo subsanar el ambiente.

—Que no me llames así. —Limpió sus lágrimas.

Los sentimientos se pueden compartir. Jiro lo comprobó. Es como si un revolver de alto calibre dispare con la misma bala hacia la parte izquierda de sus pechos. Una bala venenosa. Que, además de hacer doler, expande su veneno por todo el cuerpo. Temblores, escalofríos, incluso, sensaciones indescriptibles. Todo esto a causa de quererlo, pero, ella no no mostraba ningún atisbo de arrepentimiento.

—Prometo no volver a hablarle. —Izuku estaba cansado de jurar lo mismo de hace varios años.

Pero, tenía que repetirselo a diario para que su ingenia bondad no lo ciegue de lo evidente, de lo que le hace daño. Aquel hombre se volvió en un veneno, pudriendo cada órganos con el paso del tiempo. Si bien, Izuku lo ignoraba, lo mejor siempre fue dejar de consumirlo. No voltear y pensar que las consecuencias no serían adversas.

—No me gustan los juramentos en este tipo de situaciones. —Kyoka resolvió, controlando su respiración.

—¿Por qué? —Preguntó.

—Me enseñaron que no se hacen promesas debajo de la lluvia, ni mucho menos, se toman decisiones.

Kyoka leyó el ambiente. Decidida a hablar, aclaró su garganta y suspiró con convicción.

—Algún día esas gotas inundarán nuestro barco.

Aquellas palabras guardaban más sabiduría de lo que ambos pensaban. Lo mundano tomó forma dentro de las letras sin que ellos se dieran cuenta. Para su buena o mala suerte, dentro de algún tiempo entenderán que eso iba más allá que la representación del cielo gris y nublado.

—Perdón, no sab-.

—No te preocupes, marinero. No me importaría salir a caminar en la lluvia otra vez... Solo si estás conmigo. —Lo último lo susurró. Agradecía que Izuku estuviera concentrado en el sonido de las gotas al estrellar contra el suelo.

—Entonces, ¿qué propones, capitana?

Él ablandó su expresión. El recuerdo de su padre poco a poco se oscurecía debajo de la sombra de un sol radiante como lo son las palabras de Kyoka. Quizás tuvo que pedir ayuda, no guardarse esa molestia y evitar las crecientes posibilidades de contraer un resfriado; sin embargo, eligió el camino difícil, aunque, Jiro fue a su rescate.

—¿No te lo dije antes? Estamos condenados.

Kyoka le pasó el paraguas a Izuku, saliendo del área cubierta. Él entendió a lo que se refería, así que, sonrió, mientras, la miraba saltar al son de notas musicales, albergados en el llanto de la naturaleza. Lo triste y melancólico se volvió hermoso.

Cerró los ojos, pensando haber visto una hada del río, incluso, le pidió un deseo.

—Qué más da... —Dejó el paraguas a un lado, uniéndose al vals de Kyoka, convirtiéndose en un aliado más del añorado infortunio.

Izuku extrañaba a su madre, quería ir a su hogar, donde las fotografías sonreían y dónde seguía siendo el niño de alguien. Eso estaba más que claro, pero, nunca imaginó encontrar un lugar en la Tierra donde pueda ser un hombre y niño al mismo tiempo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top