Doomed


La lluvia anunciaba a todo pulmón que no daría tregua alguna. Que su guerra contra el cielo y tierra era cosa personal. Las gotas tocaban las dianas, mientras se volvían uno mismo con el suelo, impidiendo que algún valiente diera un paso sobre sus dominios.

Izuku no era ajeno a esto. Después de un día agitado, lo más que anhela es llegar a su habitación y fundirse en su cama hasta que su despertador hiciera ruido de nuevo.

Aunque sus planes ya eran fijos, la tormenta hizo que desvíe su camino hacia un parque cercano. No tenía de otra opción si no quería empaparse más de lo que estaba, así que, ni bien vio uno de los juegos para niños, el cual tenía forma de semi círculo y una entrada lo suficientemente grande como para que una persona de su tamaño pueda entrar, ingresó.

—¿Qué excusa diré esta vez?—A pesar de que sus salidas se volvieran constantes, él nunca dio un motivo en específico que justificase lo anterior—. Tal vez deba ir a mi casa, no, mala idea, no tengo permiso para eso y mamá puede sospechar... Maldición, ¿que hago? Aizawa-sensei me va a matar...

Su murmullo fue detenido sin esperarlo.

—Nos va a matar.

—¡Ah! —Gritó, a la vez que saltaba y se golpeaba la cabeza a causa del susto repentino.

—Hola, Cabeza de árbol. —Ver a Jirou, sentada a unos metros de él fue la sorpresa más grande del día.

—¿Jirou-san? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde?

—Parecías muy centrado en lo tuyo. —Le restó importancia.

—¿Por qué estás aquí? —Preguntó un poco avergonzado, aunque, su curiosidad era real.

—Por las mismas razones que tú. —El peliverde lo miró confundido—. Ya sabes. Ambos fuimos a quien sabe donde, hicimos travesuras; por esas cosas, no nos dimos cuenta del clima y buscamos algún refugio cerca antes de empaparnos el cuerpo entero. En resumen, un día del asco.

—No hice cosas malas. —Refutó con el ceño fruncido.

—Dije travesuras. —Su sonrisa zorruna hizo acto de aparición—. Tu consciencia te pesa, ¿no?

—No voy a c-caer en tu juego. —Respondió nervioso, provocando una pequeña carcajada en Kyoka.

Había pasado más de una semana desde aquel encuentro suyo en el bar. Si bien el pecoso resultó molesto ante la actitud de Jiro, la perdonó al día siguiente, después de que ella viniera hacia él frente a todos sus amigos y casi gritara a los cuatro vientos su carta de disculpas en forma de canción de rock. Por obvias razones, Izuku la llevó a otra parte donde no hubieran miradas de terceros y, ahí mismo, decidieron hablar como personas decentes.

Claro está que Kyoka lo molestó por algunos minutos y empezó de nuevo a pedirle que se uniera su banda. Izuku, en todo su derecho, rechazó toda insinuación, más por orgullo que por otra cosa; aunque, según ella, no faltaba poco para que cayera.

—Oh, vamos, brócoli con patas, diviértete un poco. —Ella seguía con los apodos—. ¿Por qué no actúas como cuando estás en el escenario?

Izuku se ofendió por la manera en lo que llamó, pero, aquella pregunta llamó toda su atención.

—¿No estás siguiéndome, verdad? —La miró con miedo, sintiendo un poco de repulsión. Nunca creyó que Jiro fuera de esas personas: acosadoras.

—¡Por supuesto que no! —Arrugó la frente. Con solo ver la mirada de Izuku, ella pudo leer su mente y en lo que pensaba.

—Entonces, ¿cómo sabes que estaba en una presentación?

—¿Lo estabas?

Jiro preguntó, a la vez que levantaba las cejas en señal de sorpresa. Se volvió a reír, el peliverde le daba material para ello, quizás lo molestaría un poco más cuando lleguen al edificio de los dormitorios.

—Oh, vamos, no te quedes callado. —Comenzó a gatear hasta llegar a él debido a que se le hacía más cómodo por el lugar en el que estaban—. ¿Desde cuando tocas la guitarra? Nunca he pensado que tengas un talento relacionado a lo musical.

—Eso... Ah, son cosas mías. —Era peligroso hablar con normalidad, ya que, ella estaría atenta a cualquier detalle—. Es un pasatiempo que tenía.

—¿Tenías? —Inquirió—. Si lo dejaste, ¿por qué volviste a hacerlo?

Buena pregunta. ¿Por qué lo había dejado? Ser un héroe es un camino difícil de recorrer por los sacrificios que uno debe hacer, como dejar algunos pasatiempos. La respuesta fue fácil de responder, pero, Jiro no había preguntando eso, ella fue más allá de lo obvio.

Si bien cursaba el final del segundo año, los problemas no pararon de surgir. Desde que su padre lo abandonó cuando apenas Izuku tenía diez años, solo eran él y su mamá, Inko. En lo personal, Izuku no tenía problema en ello, estaba feliz viviendo al lado de esa mujer que daría la vida por él sin dudarlo, pero, la familia Midoriya pasaba un mal momento en lo económico. Deuda tras deuda acumulada, tanto dinero que Inko tuvo que hipotecar su pequeña cafetería ubicada en el centro de la ciudad. A pesar de que ella le dijo que no se preocupe, Izuku no podía hacer oídos sordos y tapar sus ojos fingiendo que no sabe nada sobre esto. Así que decidió tener un trabajo adicional, algo clandestino para no dar explicaciones a sus maestros, ya que los trabajos parciales estaban prohibidos en la UA, y fuera del ojo mediático por razones evidentes. No era bueno atendiendo personas, así que la mayoría de empleos fueron descartados; ni mucho menos pensaba interrumpir o acortar su tiempo de entrenamiento, no podía ser irresponsable en ese aspecto.

Fue un milagro. Encontrar su vieja guitarra debajo de la cama fue una especie de señal divina, como si alguien le dijera que volviera a esas andadas. No lo pensó mucho, fue al primer club nocturno que necesitaba algún que otro artista para intentar entretener a los comensales y desde ese punto, su vida cambió de nuevo: tocando en cualquier lugar que podría darle algunos billetes, reuniendo lo suficiente para apoyar a su madre.

Cabe resaltar que lo más difícil de todo fue crear excusas para justificar su tardanza a Aizawa, que ya se estaba cansando de levantarse a abrir la puerta o atrapar al pecoso en media infiltración hacia los dormitorios.

—¿Pecas? —Kyoka llamó—. Deja de murmurar, por favor, das miedo.

—Ah, ¿qué? Pe-Perdón, mi cabeza está un poco inquieta con todo esto.

—Típico de ti. —Izuku se sintió un poco ofendido—. Bueno, ya puedes responder la razón por la que tocas en esos lugares de mala muerte.

—Tú también tocas en ellos. —Recriminó, queriendo cambiar la dirección de la conversación—. Eso es raro.

—¿Eh? ¿Por qué lo dices?

—Es que... Bueno, eres la personas más talentosa que conozco con respecto a la música. —Dijo una verdad—. Haces bailar a cualquiera, haces que todos muevan la cabeza, incluso, transmites mucho cuando cantas. Eres demasiado buena como para tocar en un bar de mala muerte, ¿que fue lo que pasó para que toques ahí y no en un gran escenario con cientas de personas mirándote?

El análisis de Izuku concluyó en una pregunta. No quería sacar conclusiones apresuradas, tampoco llegar a un juicio que la ponga incómoda.

—Es que fui una chica mala. —Esperaba algo conciso, pero lo que recibió fue una respuesta que alborotó a todas sus hormonas.

Kyoka, en primera instancia, se había avergonzado con el cumplido, tanto así que sus mejillas adoptaron un bello carmesí que fue borrado al instante. ¿En serio el no tan pequeño nerd de héroes le estaba coqueteando? Ni de broma, entonces, no debía reaccionar así.

Entonces, se dio cuenta que Izuku cambió la conversación a su gusto. Infló las mejillas enojada, aunque tuvo que aceptar que fue una buena jugada por parte de él. Sin embargo, eso no se quedaría así. Tomaría venganza. Y lo mejor que se le ocurrió fue lucir provocativa ante los ojos del pecoso.

—P-Por favor, Jiro-san, ¿puedes sentarte? —Midoriya no podía con su cara roja.

Lo que Izuku no sabía era que Kyoka estaba más sorprendida que él. Nunca creyó que aquello iba a funcionar, ya que, ¿que de atractivo tenía ella? Además, solo mordió su labio y se acercó un poco más.

Por su lado, el chico se dio cuenta de la situación: Kyoka en una posición cuadrúpeda, mirándolo directamente, mientras que mordía su labio y cerraba más la distancia. Eso, sin contar como se encontraba vestida: un short más corto del que usó en aquel bar y una blusa sin mangas que resaltaba sus pequeños, pero bien formados, pechos.

¿Cómo demonios no reaccionar a eso? Izuku formó un nuevo dilema: abandonar el lugar y que la lluvia lo moje para calmar su calentura o asaltar a Kyoka y esperar a que le correspondiera. Para su suerte, ella también estaba igual de desconcertada como él.

Ja. —Forzó una sonrisa, aunque, podía verse un poco orgullosa—. Pervertido. —En vez de hacerle caso, se apegó más a él—. ¿Acaso yo te puse caliente?

—¡No! —Exclamó—. No-o es eso.

—¿En serio? —Tocó la mejilla del chico con su mano.

—Deja eso, por favor. —Se apartó del contacto más avergonzado que antes.

Sí, a Kyoka le gustaba la sinceridad de Izuku, aunque tenía malos gustos, según ella. Verse hermosa en otros ojos arregló su día de mierda. Tal vez, solo si Izuku seguía contribuyendo a la causa, actuaría como esas chicas coquetas que despreció por años.

Fallaría a sus principios, pero valdría la pena al ver las reacciones de Midoriya y, por supuesto, elevaría su ego.

Mientras tanto, Izuku buscaba captar algún estímulo que le haga olvidar que Kyoka estaba muy cerca de él, cualquier cosa valdría, pero, no pensó que su genuina concentración por ignorarla, traería sensaciones que creyó haber enterrado bajo la marea asfixiante del pasado.

Ese desagradable olor de nuevo invadiendo sus fosas nasales. Gracias a eso, todo su nerviosismo abandonó su ser, ahora solo se enfocaba en creer que Kyoka sí estaba en esos vicios, aunque una parte de él quería creer que no. Por un momento se sorprendió, ya que, se encontró con la afilada mirada de su contraparte. Él no se acobardó, ni apartó la mirada a pesar de sentir un poco de vergüenza de nuevo. Incluso, posicionó una de sus manos sobre el mentón de la chica, al mismo tiempo que se acercaba cada vez más a su rostro.

—¿Q-Qué haces? —Ahora era ella quien se mostraba vulnerable.

Él solo inhalo despacio, concentrado en lo que su sentido capte.

«Apesta a eso.»

Corroboró sus sospechas.

Bien podía reprenderla en ese lugar, decirle que lo hace está mal, que eso le traería problemas a futuro. Mas, sabía que existían casos donde meter su nariz sería más insultante que agradable.

—Hace frío, ¿no? —Cambiar el rumbo de la conversación se convertiría en alguna clase de costumbre en ese lugar.

—S-Sí. —Tembló, pero no por el frío.

Kyoka sabía aquello, aunque, no reclamó debido al temor de que su secreto haya sido destapado.

¿Y qué fue eso? Izuku daba miedo cuando era así de directo y serio. Si él fuera así todo el tiempo, su diversión acabaría y miles de sonrojos serían parte de ella en su vida diaria.

—Ten. —Se quitó su polera y la ofreció a Kyoka.

Ella hubiera rechazado el gesto si no estuviera vestida con esas prendas tan cortas. Además de que estaba agradecida con que no le hubieran preguntado sobre algunos de sus más recientes vicios.

—Te lo devolveré mañana. —Se puso la polera. Si bien sabía que Izuku había crecido muchos centímetros, no esperaba que esa prenda cubriera todo el torso y llegue hasta las rodillas de su cuerpo. Además, las mangas eran mucho más grande que sus brazos. En sí, podría quitarse toda la ropa menos la polera y, aun así, nadie se daría cuenta de su falta de vestimenta.

—Está bien. —Volvió a voltear la mirada. Ella se veía mejor con eso puesto que él mismo.

—Huele a ti. —Olfateó delante de Izuku—. ¿Qué perfume usas?

—N-No uso algo así. —Se rascó la nuca.

—No te creo. —Ella se acercó, sin pensarlo, hasta el cuello de Izuku. Empezó a olerlo con mucha concentración—. Sí, creo que es natural; debí saberlo, no pareces del tipo que quiere verse bien y que se arregla mucho.

Esperaba respuesta, ya que pensó que Izuku seguía manteniendo esa nueva faceta suya, pero lo único que salió de la boca del pecoso fue un suspiro tranquilizador. Esto hizo que Kyoka se voltee a verlo, encontrando como su cara cambió a una tonalidad completamente rojiza.

«No me digas que...»

No debía de ser muy lista para saber lo que pasaba. Tal vez se había subestimado demasiado o los gustos de Izuku son bajos.

—Sí que eres un pervertido. —Jiro habló, no se daba cuenta que ella también estaba un poco sonrojada.

—¡No es lo que piensas!

—¿Pensar que cosa? —Dijo de manera coqueta.

Jaque mate.

Izuku bailaba en la mano de Kyoka y eso a ella le gustaba.

—O-Oye, todavía no te pago el celular. —Cambió de tema abruptamente, cosa que ella lo dejó pasar por el simple hecho de que si seguía así, Izuku estaría más cerca de desmayarse que mantenerse cuerdo. Además que se lo debía por lo anterior.

—Olvídate de mi tonto celular, únete a mi banda y estaremos a mano. —Kyoka aprovechó la oportunidad.

Si el orientó para ese lado la conversación, ella podía hacer lo mismo.

—No. —Se calmó al instante.

—¿Vas a seguir con tu estúpido resentimiento? —Preguntó un poco enojada.

—Sí.

—Como sea. —Cruzó los brazos, mientras fruncía el ceño. Por más raro que parezco, Izuku no pudo apartar la mirada por lo tierna que se veía—. Por lo menos, contesta la pregunta de por qué tocas en esos lugares.

—¿Todavía sigues con eso?

—Que cambies la conversación, no significa que me olvide de ello. Puede que seas más inteligente que yo, pero no soy tonta. —Cruzó las piernas, jugando con sus jacks—. ¿Vas a responder? ¿O tengo que darte algo más a cambio? —Jaló un poco su blusa con el propósito de mostrar un poco más de piel.

—N-no bromees con eso, Jiro-san. —Debía calmarse, ella solo quería molestarlo más.

—¿Aún no oigo tu respuesta? —Procedió a levantar su blusa, haciendo el amago de que iba a quitárselo.

—¡Detente! Está bien, está bien. —Cerró los ojos—. Ya para, no deberías estar haciendo eso frente a cualquiera.

—¿Ahora soy una fácil?

—¡Jiro-san, por favor!

La chica rio sin contener su creciente felicidad. Podría actuar de maneras vergonzosas, al final de todo, valdría la pena si Izuku reacciona de esa forma.

—Solo quiero dinero para ayudar a mi madre en algunas cosas. —Respondió ya cansado de cómo Jiro insistía—. No preguntes por la paga, solo diré que es suficiente como mandar dinero a casa y comprarme uno que otro capricho. —Bajó su cabeza, a la vez que su expresión decae.

—Así que te va bien.

No es que fuera alguien insensible que solo se fija en el éxito y no en lo que arrastra o la motivación de ello. Solo que, cuando miró directo a sus ojos, apareció que Izuku no necesitaba pena o lástima, solo hablar para estar tranquilo y no ahondar más de lo que él permite.

—Mira, te propongo un trato que te gusta-.

—No voy a unirme a tu banda, ni aunque me des tu parte del dinero ganado por presentación.

—¡¿Fui muy obvia?! —Producto de la sorpresa, dio un pequeño salto.

—Demasiado.

Ahora es Izuku quien ríe. Kyoka, un poco ofendida, lo golpeó con uno de sus jacks en el cuello.

—Eso dolió. —Se sobó el lugar afectado, viendo como ella volvía a sonreír.

Ambos se miraron, Izuku imitó su acción y un silencio, que caía en la comodidad del ambiente, abarcaba la tranquilidad de la noche lluviosa. Literalmente, como si estuvieran en un lugar solo para ellos dos.

«Por lo menos ya no está triste.»

Aun así, Kyoka no se detendría. Iría a por más, no pararía hasta verlo carcajear. Hasta que Izuku sonría y olvide sus problemas por algunas horas, además, después podría aprovechar en hacer que se una a su banda.

—Tengo una idea. —Volvió a gatear hasta la salida, dando una buena vista a Izuku, que por algunos segundos miró con atención.

—¿Qué haces?

—Sigue lloviendo, pronto esto se inundará. —Sacó su cabeza afuera del refugio, mojando sus piernas en el acto, aunque evitó que la polera prestada se ensucie.

—Debemos buscar otro lugar pa-.

—Tarde, lo siento. —Sin previo aviso, lo jaló para que ambos cayeran al suelo mojado.

—¡¿Qué haces?! —Repitió, aunque, esta vez, enojado.

Quiso levantarse, pero, Kyoka fue más rápido y capturó la cabeza de Izuku con sus manos. Volvieron a mirarse a los ojos, el pecoso poco a poco se olvidaba de su molestia, mientras que Jiro casi se pierde en los deslumbrantes verdes.

—En vez de jugar, podríamos correr y llegar a los dormitorios. —Izuku estaba a punto de caer en ese juego—. Podemos salvarnos de-.

—No vale la pena salvarlo. —Dijo, interrumpiéndolo—. Disfrutemos del clima.

—No entiendo. —Mentira. Sí lo hacía, ya que, por algunos segundos, pudo entender todo lo que ella quería decir sin que hubieran palabras de por medio.

—De pequeña me gustaba cantar bajo la ducha y siempre me pregunté si sería lo mismo en la lluvia. —Contó algo vergonzoso para ella, pero que a Izuku le pareció tierno.

—Esto no es lo mismo.

—Entonces, ¿me desnudo para mantener la esencia?

No sería mala idea, pero Izuku mantenía la calma y alineaba sus pensamientos para no desbordar en la locura.

—Sabes bien a lo que me refiero. —Decidió no tomar importancia a la última pregunta.

—Mojarnos será divertido.

—Nos vamos a enfermar. —Refutó.

—¿Y eso que importa? —A Kyoka no le parecía sustancial.

—Te puedes resbalar y lastimar. —Siguió con sus excusas.

—Si eso pasa, tú me salvarás antes que suceda. —Respondió con seguridad.

—Pe-Pero-. —Su intervención fue cortada.

—Midoriya. —Extendió su mano hacia él—. Seamos los chicos malos y geniales por una vez.

Frío. El tiempo atmosférico no era el indicado como para que salieran y disfrutaran del lugar como si las consecuencias venideras no fueran trascendentales.

Él sabía que estaba mal lo que iban a hacer, pero, algo le decía que siguiera a Kyoka. Que podría ser divertido.

Además, como decir que no ante esa mirada brillante y lo hermosa que se veía con esa gran polera que cubría todo su cuerpo. Incluso, es la primera vez que lo llamaba por su apellido desde aquel evento en el bar.

—No me gusta meterme en problemas.

—A mí tampoco, pero, por el día de hoy, te enseñaré cosas que ni te imaginas. —Dijo en doble sentido que el pecoso solo apresuró a sonreír. Parecía que se acostumbró un poco a ese vulgar sentido del humor.

—Cuida de mí, por favor.

—Yo debería ser quien lo diga. —Después de todo, el de súper fuerza e inteligencia es Izuku.

Cuando el adolescente tomó su mano, Kyoka apuró a entrelazar sus dedos con los de él sin alguna vergüenza de por medio. Podrían llamarla loca, pero, conocerlo, pasar más tiempo con él, molestándolo, dándole algunos golpes, discutir con él, riendo a su lado y entre muchas cosas más, aquellas acciones mejoraban su día. Siempre fue una chica sarcástica, algunas veces fría y con un mal carácter, sin embargo, parecía que Izuku podía sacar algo bueno de ella. Destellos y detalles que Kyoka nunca pensó experimentar o sacar a la luz, como su evidente nerviosismo al vestir ropa del sexo opuesto o vergüenza al ser halagada por cosas que para ella ya son evidentes y que por eso nadie habla de ello.

Su felicidad provocaba el aumento de su ritmo cardíaco. No estaba segura de lo que era, aunque, de todas formas, se aseguraría de tenerlo en su banda o insistir un poco más. De igual forma, disfrutaría del tiempo a su lado.

—¡Estaremos en problemas! —Izuku apuró a decir, mientras la pelimorada volteaba a verlo.

Sonrió mostrando sus dientes y lo jaló con más fuerza.

—Da igual, ya estamos condenados. —Ya fuera, avanzaba dando pequeños saltos, como si de una niña pequeña se trate—. No hay vuelta atrás.

La lluvia no pararía, pero, solo por esta vez, Izuku no tendría problema con ello.

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