25. Solo contigo
No nos hemos separado desde que toqué su puerta. Abrazados, y con los sentimientos a flor de piel, caminamos en sintonía hasta su habitación y nos acurrucamos sobre las sábanas. Yo lo miro atenta, y él roza las yemas de sus dedos por todo mi rostro; hace énfasis en mi nariz.
—¿Por qué tardaste tanto?
—Porque me quedaré por siempre —respondo sin dudar.
Gabriel detiene sus caricias y pone una cara pensativa.
—No lo entiendo... ¿Qué sucedió?
Estoy por responderle que él fue lo que pasó, pero me doy cuenta de otra cosa.
—Yo. —Sonrío ante mi descubrimiento.
—¿Y eso qué significa?
—Significa —le doy un beso rápido en la mejilla— que, aunque tú eres una de las razones por las cuales llegué a entender que no puedo dejar de amar por miedo a lo que pasará mañana, yo soy la verdadera causa de mi resolución. Pienso que amar puede doler, sí, pero vale la pena porque también te llena, te libera y te sostiene.
»El amor es vivir; sin amor no hay vida, y sin vida no puede haber más que muerte. Me di cuenta de que amo a mis padres y a la abuela porque, antes de pensar en ellos mismos, pensaron en mí. Amo a los tíos, a Tsunami y a Terremoto, porque dan lo mejor que tienen para hacerme sonreír. Amo a Mel porque no puede verme llorar. Amo a Briana porque prefiere sufrir ella a que yo lo haga. Los amo a todos ellos porque sé que vivirán felices regalándome su amor sin esperar nada a cambio. Pero, sobre todo, los amo porque ellos me amaron primero.
Gabriel tiene los ojos llorosos y sé que se alegra de escucharme decir todo esto. De oírme expresar de la manera en que lo estoy haciendo y sin vacilación. Está feliz porque finalmente puede percibir mi determinación.
—Y te amo a ti, Gabriel, por ser ese detonante hacia mi felicidad. Te amo por la valentía que tienes de aceptar tu dolor y que, a pesar de eso, sigas luchando por aquello que deseas. Amo tu forma de pensar y tu manera de vivir. Amo todo de ti, y te amo por ser tú.
—Te amo —dice mientras me acerca a su pecho y me retiene en el lugar—. Te amo. Te amo. Te amo. Te amo. Te amo —me susurra al oído.
—Lo sé, hermoso —respondo riendo.
—No, no lo sabes. Ni siquiera puedes llegar a imaginarlo, Grecia. No sé si es o no el destino, pero yo siento... Siento que estoy destinado a ti, así como tú lo estás para mi, hermosa. Estoy tan seguro de ello...
—Te amo, Gabriel.
—¡Dios, tenía que haber grabado este momento! ¿Crees que puedas recordar todo lo que dijiste? Quiero captar el momento.
Río en voz alta. Me hacía tanta falta escucharlo de nuevo...
—Nop, lo siento. Te deseo suerte para la próxima, chico.
—Dilo de nuevo. —Vuelve a apretarme junto a él.
—¿Qué cosa?
—Eso que hace que mi corazón salte y quiera prometerte el mundo.
—Te amo.
Tiembla cuando lo digo.
—Otra vez.
—Te amo.
Y varias gotas de agua se dibujan sobre la almohada.
—Te amo. Siempre, hermoso, siempre lo haré.
—¡Dios mío! ¿Cómo es posible que sienta que me das la respiración?
—No estoy segura, pero, si es así, mas te vale mantenerme a tu lado, aun cuando puedan existir momentos en los que mis miedos quieran iniciar una batalla. ¿Crees poder luchar con ellos a mi lado?
—Creo que no hay mejores gladiadores que nosotros, hermosa. No temas, que yo estaré contigo.
No hay tormentas ni lluvia. Ni siquiera una pequeña llovizna. No. Solo existe y hay espacio para un sol cándido que se alegra de verme de nuevo. «Hola», le transmito con una sonrisa y un agitar de manos. Él me contesta brillando aún más de lo que ya lo hace. Mi corazón se alegra con su respuesta.
Abro los ojos muy despacio por el cansancio que me ataca debido a los trajines que he estado experimentado estos últimos días, y pienso en todo lo que ha pasado.
Comida aquí, y comida por allá también. Todo es comida. En la familia de Gabriel, una celebración significa una visita a casa. Estoy súper llena por todo lo que comí ayer y parte de hoy también.
Todas las personas que son importantes para Gabriel y para mí desbordan de alegría desde que supieron que estamos juntos, ahora sí como se debe. Y, a pesar de que me encuentro en una burbuja de felicidad, mis hermanas y mejores amigas no están en su mejor momento con sus chicos. Antes me decían que lo importante era yo, y que no querían que me preocupara teniendo una situación mental precaria como esa vez; pero ahora supongo que ya ni quieren hablar del tema, ya sea por rabia, dolor, o desinterés. Me decido por las dos primeras como los factores determinantes.
Volví al trabajo, pero Briana y yo continuamos con la meta de abrir nuestro propio centro veterinario, y por el momento estamos trabajando en ello; casi que ni dormimos. Briana sigue en lo suyo, aunque un poco cabizbaja. Me entristece verla de esa manera, así que intentaré en cualquier momento sacar a flote su tema de preocupación.
La abuela, como siempre, activa y divertida. Hemos estado hablando por teléfono más de lo habitual y sé que eso le alegra el alma. Quiero que venga a visitarnos pronto.
Gabriel continúa pintando, y el aura que le rodea no puede ser más precioso. En unos días van a exponer uno de sus cuadros y, a pesar de notarlo nervioso, también está emocionado. Verlo jugar y conversar con Max cuando termina de pintar es una imagen increíble.
Mel comenzará su segundo año universitario en unos días. Ya se le puede notar una madurez que antes no existía. ¡Bravo por mi pequeña!
Vuelvo a cerrar los ojos, sonrío y doy gracias por todo lo que he vivido; lo bueno, lo malo, y lo doloroso, porque sin ello no sabría lo que sería, y me gusta lo que soy ahora.
Cualquier momento puede ser una despedida, así que la pregunta es ¿qué hacer cuando te enamoras: aceptarlo y atravesar momentos difíciles pero junto a la persona que amas, o huir y vivir una vida aparentemente pacífica, sin problemas o corazones rotos?
Yo sé la respuesta. ¿Y tú?
Fin.
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