☕04☕
El taxi se detuvo lentamente, estacionando en la orilla de la acera de la empresa mas famosa y millonaria. El rubio pagó lo que marcaba el taxímetro y se bajo rápidamente, acomodando un poco su ropa, la cual se había desarreglado por el largo viaje.
Caminó por la impecable acera, viendo como las personas que caminaba por ahí vestían y presumían ropa de cálida y verdaderas joyas, apreciando también con incredulidad como algunas perros vestían suéteres de costura fina y collares con decoraciones brillantes y lujosas...
¿Acaso todas las personas que vivían por aquí vestían de esa manera?
Trató de no pensar demasiado en una respuesta, caminando con duda hacia la entrada de aquel gigante edificio, teniendo una involuntaria mueca de desgano al tener que volver, recordado perfectamente lo humillado que salió la ultima vez.
Pasó rápidamente y de manera muy torpe por la puerta giratoria, ganándose mas de una mirada juzgadora al casi caerse. Carraspeo por lo bajo y sacudió su suéter favorito amarillo, siendo este el que usaba siempre que necesitaba estar de buen humor, presintiendo desde la mañana que lo necesitaría mucho si iba a tratar con alguien como Min Yoongi.
Caminó por las grandes instalaciones, pudiendo sentir como mas de un par de ojos se posaban en el. Lo ignoró completamente y decidió simplemente hablar con la secretaria, viendo y comprobando que se trataba de la misma chica de la ultima vez.
Suspiró pesadamente, acercándose al escritorio y colocando en su rostro una falsa sonrisa.
—Hola, buenos días...—saludó amablemente, notando como la joven ni siquiera se dignaba a levantar su mirada del ordenador en el que escribía—tengo una cita con Min Yoongi.
—Lo siento, pero el señor Min esta en espera de un persona importante y no esta atendiendo a nadie ahora mismo—contestó con voz fría, aun sin levantar su mirada de aquella maldita pantalla, haciendo enojar al menor por la clara falta de respeto...¿acaso toda la gente aquí era así de mala leche? ¿Era acaso algún tipo de requisito para trabajar aquí?—.
—Si, lo sé...—contestó claramente con menos humor, borrando la sonrisa que se había empeñado en colocar falsamente—me esta esperando a mi.
—Si...no lo creo niño, vuelve por donde viniste—dijo con sorna, esta vez levantando la mirada de la pantalla—el señor Min no lo atenderá nunca.
El rubio cerró los ojos por una brevedad de segundo, respirando y exhalando profundamente, comenzando a hartarse de la actitud de la chica...
—Bien, me iré...—dijo dandole la espalda a la joven—es una pena que Min no pueda recibir a la persona que le salvara el trasero de la banca rota—finalizó con sorna, soltando una pequeña risa disimulada al escuchar como el teclado del ordenador dejaba de sonar de golpe—adiós señorita.
—¡Espere!...¿usted es Park Jimin?—preguntó rápidamente, casi cayéndose del lado que estaba sentada—¿enserio?—volvió a interrogar, esta vez viendo al mas bajo de arriba hacia abajo—.
El menor se giró entrecerrando los ojos, limitándose a únicamente a asentir hacia la pregunta.
—Bien...en ese caso, sígame por aquí, el señor Min lo esta esperando hace tiempo...—dijo, recalcando su atraso—.
La mujer de tacones altos y vestido negro camino hasta el ascensor, siendo seguida por el rubio desde atrás. La mas alta presionó el último botón, haciendo mover el ascensor hasta el piso mas alto, la oficina del jefe.
La trayectoria fue larga, silenciosa y incómoda, haciendo pensar al menor si todos las personas que trabajan aquí eran igual de idiotas que el jefe, de pronto no sorprendiéndole que la empresa este a un paso de la quiebra.
—Cruza este pasillo y camina hasta la única puerta doble de madera negra—habló de la nada la mujer, quedándose dentro del ascensor cuando las puertas metálicas se abrieron, haciendo colocar una mueca incómoda al contrario—te darás cuenta solo, en la puerta hay una placa que dice "Jefe" en dorado.
—¿No me acompañara?—preguntó por fin, saliendo del ascensor y viendo como la mas alta no se movía de su lugar y tampoco cambiaba su amargada expresión—.
—Eso ya no es parte de mi trabajo—aclaró, pintando en sus rojos labios una sonrisa llena de maldad pura—suerte.
El ascensor se cerro, dejando solo al rubio, quien gruño completamente cansado, cuestionándose si un suéter era suficiente para mantener su humor...
Se dirigió sin mas hasta la gran puerta, apreciando el cartel en oro, decidiendo que no debía perder mas tiempo si quería que día terminara lo más rápido posible. Entonces toco la puerta tres veces, esperando pacientemente, pudiendo escuchar un vago sonido de alguien hablando del otro lado.
De pronto la puerta fue abierta de manera brusca y rápida...
—Por fin Jennie...¿ya llego ese idiota impuntu-...—se calló repentinamente, abriendo los ojos en demasía al cruzar mirada con el menor, quien frunció el ceño en indignación por el evidente insulto hacia el—Jaime...eres tu—murmuró en un hilo de voz, sintiéndose por alguna razón muy apenado al recibir aquella mirada llena de desaprobación del mas bajo—no me refería a ti, yo hablaba del idiota del conserje que aun no ha venido a limpiar mi oficina para tu llegada.
—Si ajá...—contestó desinteresadamente, ciertamente no tenia muchos ánimos de discutir con el pelinegro de mirada gatuna y piel blanca, recordándole a su paciencia las palabras de Sook—y ya le dije por teléfono que mi nombre es Jimin, J-I-M-I-N...—deletreó su nombre con un tono frío—Park, para usted.
El pelinegro miró al suelo por el tono que estaba utilizando el mas bajo, viendo como este estaba vestido nuevamente igual de mal o peor que la primera vez que lo vio, colocando una mueca involuntaria al ver como el suéter amarillo no combinaba para nada con el pantalón verde militar holgado y sus zapatillas rojas...
>>¿Realmente no tiene un espejo en su casa?<< >>¿Debería comprarle uno?<<
Pensó el mayor antes de dejar pasar completamente a la oficina al contrario, carraspeando un poco cuando paso a su lado y pudo haber jurado que sintió un raro pero agradable olor a durazno con algún cítrico en especial que no supo identificar, haciéndolo dudar si alguna vez había olido algo parecido...
—Vayamos al grano señor Min...—lo sacó de sus pensamientos repentinamente—antes de aceptar cualquier cosa me gustaría que charláramos las condiciones de este contrato, supongo que usted tiene las suyas y yo las mías.
—Ah ¿si? ¿De que tipo de condiciones estamos hablando?—interrogó, tirándose con una autentica mirada de arrogancia a su sofá de cuero negro—porque me gustaría primero conocer las tuyas, niño.
—Ok, primera condición, NO me llame niño, ya le dije que mi nombre es Park Jimin y si quiere dirigirse a mi será por mi apellido, siempre manteniendo un trato como los dos profesionales que somos.
—Ok...Park—asintió el pelinegro, pronunciando su apellido en completa burla—.
—Mi siguiente condición es que usted no podrá ordenarme que hacer o cuando hacerlo, porque si, usted será mi jefe, pero no le permitiré que me dé horarios de trabajo, de llegada o de salida. Tal y como usted yo también tengo una vida que atender y que haya aceptado ayudarlo no significa que dejare mis asuntos personales para salvarle de sus problemas como si fuera su mama y usted un pequeño niño indefenso.
—¡Ja! ¿No quieres mejor que te de mi puesto en la presidencia?
—También le pediría encarecidamente el no uso del sarcasmo o la ironía en sus palabras—cortó el intento de burla del mayor—el sarcasmo me parece algo totalmente infantil y innecesario.
—Le quitas lo divertido a la vida...—dijo con gracia, levantándose de su lugar, llenando un vaso con un fino whisky—pero esta bien, continua.
—Lo siguiente es que debe darme el poder total y absoluto de poder manejar la situación a mi manera...no he tenido el tiempo suficiente para analizar la magnitud del problema, pero por lo que pude ver en los diarios y revistas económicas, usted esta siendo demandado por la mayoría de sus artistas por el derecho al contrato, el cual esta estimado en millones de dólares, y eso claramente esta afectando a la economía de su empresa, porque sin artistas no hay canciones y sin canciones no hay dinero para una empresa que se dedica en lleno a eso.
—Todos son unos malditos traicioneros chupa pollas...—escupió Min con odio, tomando el vaso de alcohol de un solo trago—apenas vieron que las cosas se complicaron vieron más fácil inicial una demanda laboral que apoyar la empresa que los ayudó a lanzar sus estupidas canciones.
—¿Se fueron absolutamente todos los artistas?
—Si...—dijo casi en un susurro, suspirando mientras miraba perdido en algún punto del suelo—todos salieron corriendo cuando el mercado estadounidense nos cerro las puertas.
—Min, no es por ser entrometido, por que sinceramente no logra interesarme del todo, pero necesito saber el por qué su empresa cayo en picada en tan solo un mes—dijo, viendo directamente a los ojos del pelinegro, quien frunció sus labios y miro distraídamente a su vaso de whisky vacío—.
—Es una larga historia...—contestó, no queriendo admitir la verdadera razón del por que estaba sumido en aquel problema—.
—Pues...—comenzó otra vez el menor, acercándose al sofá y sentándose lentamente, sin despegar su vista del contrario—tenemos tiempo de sobra.
El pelinegro miro al rubio, viendo como palmeaba el lugar disponible a un lado suyo, invitándolo a sentarse a su lado...
—Bien...—aceptó, sentándose a un lado suyo—¿recuerdas a la mujer de la entrevista? La pelirroja de cuerpo espectacular...—preguntó, viendo como el menor asentía algo incómodo—pues fue un completo error haberla contratado—admitió con una pequeña sonrisa sin pizca de gracia—caí estúpidamente enredado por su bonito cuerpo y no me daba cuenta cuando ella hacia las cosas mal o las dejaba de lado para atender sus "asuntos" de mujeres—hizo dos comillas con sus largos dedos—cuando me percate que ella era inútil incluso para redactar un documento ya se había ocasionado el mayor problema.
—¿Que clase de problema?—preguntó, esta vez un poco más interesado en el tema—.
—Uno de papeleo...—recordó, haciéndolo apretar los dientes con fuerza—estábamos a unos pocos pasos de firmar un contrato discográfico con una empresa de artistas estadounidenses muy famosa. Solo faltaba mi puta firma para concretar aquel maldito contrato millonario. Pero...
—¿Pero...? ¿Que ocurrió?
—¡La inútil no fue ni siquiera capaz de enviar el maldito documento con mi firma. Y claro, la empresa extranjera comenzó a sospechar de mis movimientos y de la empresa, básicamente cancelaron el trato a último momento!—alzó la voz, esta vez no pudiendo evitar sentir como la cólera volvía a el—ahora ninguna empresa extrajera quiere firmar con Suga records por ese estupido escándalo que creó la prensa.
—Oh, eso explica muchas cosas...—dijo con calma, dando un suspiro, viendo con pena como el mayor tenia una mueca triste—pero bueno, confío en que podremos solucio-...
—¿No me dirás que soy un idiota?—interrumpió las palabras del rubio—¿no me dirás que fui un idiota por haberme dejado engañar y hundir por algo tan superficial como un cuerpo bonito? ¿No me dirás algo como "te lo mereces" por haberla preferido a ella y no a ti?
De pronto un silencio inundó la gran y lujosa oficina, siendo las calmadas respiraciones de ambos lo único que se podía escuchar, cada uno pensando en cosas completamente distintas, compartiendo una mirada llena de complicados sentimientos...
—Yo no soy ese tipo de persona, Min...—dijo en murmuro, el cual el mayor pudo escuchar perfectamente por la cercanía que sus cuerpos inconscientemente crearon—al final del día uno siempre termina a aprendiendo de sus errores...¿no lo crees?
—Si...tienes razón—murmuro de igual manera, aceptando su error y apreciando la suavidad de la voz del rubio, la cual por alguna razón le hizo sentir que todo estaría bien—.
Ambos se percataron de la cercanía que se había creado entre ambos, siendo el rubio el primero en alejarse, obligándose mediante un carraspeo a dejar de pensar que los ojos del mayor eran extrañamente atrayentes y misteriosos, tal y como los de un gato astuto. Yoongi se levantó del asiento y carraspeo de igual manera, dejando el vaso vacío en su escritorio, dándose la vuelta para ver nuevamente al mas bajo de frente.
—Pues ahora que sabes las razones del problema y pusiste tus condiciones, lo mejor seria que conozcas la empresa que vas a salvar...—dijo con calma, dirigiéndose a la puerta—yo no tengo ninguna condición, pero no planeo tampoco dejarte todo el trabajo de mi empresa...¿te parece si te doy un pequeño tour por Suga records?
—Me encantaría...—respondió y aceptó con verdadera felicidad, pensando que no porque no este del todo seguro y cómodo en trabajar en esa empresa a un lado de alguien como Min Yoongi no estaría feliz o fascinado con el hecho de pertenecer al personal de su empresa discográfica favorita—.
—Bien, prepárate, porque estas a punto de ver magia...—avisó en una pequeña broma, soltando por primera vez una sincera sonrisa, una en donde dio a mostrar sus rosadas encías y sus pequeños dientes blanquecinos, algo que no paso desapercibido para el menor, quien sonrió sin darse cuenta—.
Ambos abandonaron la oficina en silencio, ambos metidos completamente en su propio mundo, poco sospechando el pensamiento del contrario, siendo únicamente conscientes qué tal vez, solo tal vez no sea tan malo trabajar uno a lado del otro...
Espero que le haya gustado 💋
Cuídense y recuerden que las quiero mucho🥺💛
MoonMacchiato ☕❤
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