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Eran las 6:00 am y el tenue viento de la época de otoño era bastante frío, trayendo consigo fuertes ventiscas que si no tenias cuidado eran capaces de despeinarte y dejarte como un cepillo desgastado...
Las calles de Seúl eran inundadas de gente, todas por adultos mayores que comenzaban con el horario laboral, algunos entrando a negocios de ropas o de comida y otros entrando a los grandes edificios como oficinistas comunes.
El joven rubio y de grandes lentes bajó del arrebatado trasporte publico, luchando un poco por salir sin rasguño alguno, recibiendo algunos empujones y golpes de parte de las personas que de igual manera buscaban pasar por tanta multitud de gente.
El pequeño suspiró cansado, recordando que no había podido conseguir descansar adecuadamente la noche anterior por lo mismos nervios que cosquilleaban en su estomago, provocándole un maldito insomnio que no se le quito por mas vasos de leche tibia que había tomado. Se acomodó su ropa rápidamente, la cual consistía en un suéter de cuello de tortuga de color caramelo y pantalones de color crema, "combinándolo" con unos zapatos desgastados de color blanco.
Caminó con determinación, viendo mientras caminaba por la avenida su currículum, en el cual estaba plasmado con orgullo todos sus logros en el campo estudiantil y profesional.
Tragó pesadamente con los nervios a flor de piel, sintiendo terror de que lo rechazaran como en todos lo trabajos que anteriormente solicitó postular, todos usado la misma gastada excusa de "nosotros te llamamos" para luego nunca mas llamarlo.
El sabia perfectamente que nadie lo tomaba en cuenta por su apariencia nada estética y elegante.
Pero...¿acaso era su ropa la que iba a trabajar?
El no tenia la culpa y tampoco se sentía mal cuando los idiotas encargados de elegir a los candidatos seleccionados para el puesto no lo elegían a el, a pesar de tener la mayor preparación y el mejor currículum.
En todas las empresas que el había intentado quedar eran ocupadas por gente de etiqueta, de buena apariencia y elegancia distinguida, algo muy diferente a lo que el era.
En los últimos meses ha estado trabajando en una panadería con un amable y cariñosa abuelita, la cual le ofrecía ganar el mínimo por repartir y amasar la mezcla de los diferentes tipos de panes. El joven lo agradecía enormemente, ya que con aquel sueldo le alcanzaba para pagar su comida del día a día.
Pero las cosas se estaba complicando y sus ahorros no le alcanzarían para toda la vida, especialmente cuando debía de pagar la renta mensual del modesto y pequeño departamento en donde vivía.
Por eso se levantó con entusiasmo y determinación al ver en la plantilla del diario que se buscaban asistentes personales en una de las compañías mas grandes y famosas de toda corea, siendo esta una de las discográficas del momento.
Jimin amaba la música que ahí se creaba, admiraba enormemente a todos los ídols que debutaron o que estaban por debutar, teniendo estos una singular diferencia al resto de cantantes y raperos de otras empresas de música.
Una sonrisa se formó en sus labios inconscientemente al recordar su canción favorita, aquella que amaba con el corazón por la profundidad de su letra y lo bien hecha que estaba la pista que sonaba detrás, dandole un balance Justo de nostálgica, tristeza, soledad y un extraño sentimiento a libertad y amor...
"So far away" definitivamente era su canción favorita en el mundo, amando con profundidad al solido y insondable rap que poseía la canción, aun hasta la fecha desconociendo al susodicho rapero de voz profunda y letras tan dolorosas.
Paró sus pensamiento al igual que sus pasos, viendo como delante de sus ojos se levantaba un gran edificio, diseñado completamente de hierro y cristal, el cual se reflejaba en el azul cielo, dandole una apariencia única y distinguida.
Volvió a sonreír, esta vez entusiasmado, viendo como en lo mas alto se posaba el distinguido cartel de "Suga récords", la mejor y mas grande empresa.
Caminó esta vez de manera torpe hacia la entrada, viendo como dentro de esta todo parecía interminable de lo grande que era, teniendo un suelo de mármol negro pulido y pintura bordo vino con decoraciones en dorado y negro en todas las paredes, dando un elegancia única al establecimiento, siendo también decorado con cuadros gigantes que contenían discos de oro, los cuales estaban todos firmados por famosos cantantes extranjeros que firmaron con la discográfica, lanzando canciones que fueron un rotundo éxito, poniendo a Suga récord en los primeros puestos de todas las revistas económicas.
En el centro del gran establecimiento había un extenso escritorio de madera blanca pulida, el cual estaba pulcramente ordenado y limpio. Detrás de este había una joven que el rubio no calculaba mas de 25 años, de cabello negro, rizado y voluminoso, cara bonita, nariz de botón, ojos afilados y maquillaje perfecto.
Se acercó lentamente, apretando entre sus temblorosas manos el sobre marrón con su curriculum adentro, se relamió los labios y tragó pesadamente cuando la joven mujer clavo su mirada en el.
-Bienvenido a Suga récord-contestó monótonamente, recorriendo al menor con la mirada de arriba hasta abajo-lo siento, pero aquí no se hacen donaciones...
-¿Que?-preguntó algo aturdido, carraspeando a los pocos segundos-no, yo vengo por el puesto de Asistente personal.
-Oh...-formo una perfecta "o" en sus rojizos labios, poniendo una expresión arrepentida más falsa que el hecho de que George Washington fue el primer presidente de los Estados Unidos-perdón, me confundí un poco...¿trajo su currículum?
-Si, aquí esta...-dijo un poco menos simpático y entusiasta, sabiendo perfectamente que aquel "error" había sido cometido a propósito-.
-Bien, Joven...-leyó con una falsa sonrisa la primera hoja del currículum-Park. Suba por ese ascensor hasta el piso 30, esa es la sala de espera que separa el pasillo de la oficina del jefe.
El menor asintió, tratando de memorizar el piso, se despidió y dio gracias con una única venia, la cual hizo sin muchas ganas.
Se dirigió a paso nuevamente determinado, diciéndole a si mismo que nadie lo denigraría o lo haría menos por una simple y estupida apariencia, mucho menos cedería a los ridiculos juegos, el era mucho mejor que eso...
Y lo demostraría.
El joven rubio acomodó su cabello nuevamente, aunque ciertamente lo único que lograba era despeinarlo cada vez mas. Acomodó sus lentes negros y su holgada ropa, saliendo a paso apresurado del ascensor, con una gran sonrisa de oreja a oreja.
Sonrisa la cual se desvaneció apenas puso el primer pie en el pasillo...
El lugar de espera estaba completamente lleno de mujeres, todas teniendo en común su vestimenta sensual y elegante, algunas mostrando mas y otras menos, todas poseedoras de cabellos largos y sedosos, de todos los colores imaginable, desde negro azabache hasta un rubio luminoso, casi todas pintadas de una manera única, sexy y sutil.
Además notó con incomodidad como era el único maldito hombre en aquella sala de espera...
Se sentó en uno de los cuantos sofás individuales, viendo como algunas hablaban con las demás o otras simplemente estaban alejadas, retocándose el maquillaje.
>>¿Enserio todo ellas eran aspirantes a asistente personal?<<
Pensó con un poco de intranquilidad, tal vez sintiéndose un poco inseguro con su ropa y su genero...
Y así, en absoluto silencio se decidió a esperar, notando como los minutos pasaban rápido y las jóvenes chicas eran llamadas de dos por una lista, la cual estaba por hora de llegada.
La mayoría salían llorando o con una mueca triste o muy molesta, maldiciendo en lo bajo antes de salir de las instalaciones.
>>¿Tan malo era el jefe?<<
Se preguntó internamente, viendo como las ultimas dos chicas que estaban dentro de la oficina salían llorando, haciendo resonar sus elegantes tacones de aguja y sus chillonas voces, protestando y maldiciendo en llanto.
Volvió a tragar con fuerza, esta vez dirigiendo su vista la chica que estaba a unos metros de el, sentada y cruzadas de piernas, vistiendo un ajustado vestido rojo vino, el cual combinaba a la perfección con su tinte naranja rojizo y su perfecto maquillaje. Su cuerpo era de esos que te hacen sentir incluso inseguro a ti mismo, de piernas largas, pechos grandes pero sin exagerar y cintura estrecha.
El joven suspiró en grande, hundiéndose más en el sofá, un poco más desanimado consigo mismo...
¿Cuanta era la probabilidad de que lo eligieran a el? ¿Todos sus estudios y títulos ayudaban en algo?
>>Se supone que si...<< Se contestó a si mismo para darse la fuerza que comenzaba a perder.
De pronto la puerta fue abierta, saliendo de ella una chica vestida con camisa blanca y falda recta negra, siendo esta el claro uniforme de la empresa. Caminó unos pasos hacia afuera y cruzó mirada con el rubio y la pelirroja de cuerpo perfecto.
-¿Kim YoungMi y Park Jimin?-preguntó con voz recta y formal, viendo como los dos jóvenes asentían ante su nombre-pasen por favor, el jefe Min los espera dentro para la entrevista.
Se levantó rápidamente del sofá, casi tropezando con sus propios pies al querer avanzar. Se hizo a un lado y dejo pasar primero a la oficina a la chica, por simple acto de caballerosidad.
Al entrar se quedó completamente pasmado, presenciando que aquella oficina era el triple de grande que el piso de su departamento, todo perfectamente ordenado y decorado, colgando del techo un candelabro de cristal...
¿Esto era una casa o una oficina? Porque comenzaba a dudar de la segunda opción.
-Por favor siéntense y háblenme de lo que saben hacer...-resonó una profunda y gruesa voz, erizando inconscientemente cada fibra del cuerpo del menor, haciéndolo tensar automáticamente, yéndose a la mierda toda la seguridad que tenia apenas en la mañana-primero tu, bonita-señaló con una sonrisa coqueta, viendo de pies a cabeza a la pelirroja, un poco mas y devorándosela con la mirada-.
-Pues mi nombre es Kim YoungMi, soy hija del CEO de la marca de autos SsangYong y fui secretaria por cinco meses con mi padre.-dijo con un tono lento y claramente sensual, siendo su voz menos chillona de lo que creyó el rubio-.
-Oh con que tu padre es el famoso CEO de SsangYong...-dijo el mayor de cabello color caoba, sonriendo de lado y relamiéndose los labios-¿tienes experiencia como asistente? ¿Manejas bien el ingles?
-No...-contestó con un puchero que al rubio le pareció ridículo y infantil-pero siempre puedo aprender de usted, Oppa.
-Muy bien YoungMi, me gusta tu predisposición a aprender nuevas cosas-felicitó sonriendo, haciendo sonrojar a la mas joven-¿y usted?-preguntó de la nada y de manera tosca, cambiando radicalmente su tono de voz a uno mas fuerte, clavando su ahora fría mirada en el menor, quien por unos segundos boqueo como pez fuera del agua-.
-Yo estudie administración de empresa con un postgrado en Maestría en Finanzas, un doctorado en análisis estratégico y desarrollo sustentable y me otorgaron un diploma en marketing digital-dijo con seguridad, sintiéndose malditamente orgulloso de todos sus logros-y estudie idioma, especializándome en ingles, francés y un poco de alemán.
Un silencio se creó de la nada, el joven viendo como el mayor de tez clara miraba con el ceño fruncido al suelo y la joven pelirroja miraba para otro lado, claramente sorprendida por todos los títulos que tenia el rubio mal vestido.
De la nada una risa llena de falsedad se escucha con fuerza y en eco en toda la oficina, haciendo el pequeño rubio enfocar su mirada en el mayor de traje millonario, viéndose desde lejos la costosa tela que confeccionaban aquel negro sastre.
-Ay niño...-comenzó a hablar, dirigiéndose a pasos lentos hasta la chica, la cual le dio la mano, levantándose de su asiento con una sonrisa, posicionándose a un lado del hombre-podrás tener todos los estudios que quieras, pero en MI empresa no trabaja nadie que no tenga ni la mínima consideración de mirarse en un espejo antes de salir de su casa, mucho menos un asistente mío.
El menor se quedó completamente sorprendido, no pudiendo creer las palabras que acababa de escuchar...
-La entrevista terminó, Linda, serás mi nueva asistente-finalizó con una sonrisa hacia la pelirroja, quien festejo con un grito agudo, el cual sacó de los pensamientos al menor-suerte para la próxima, Jaime...-dijo con completa burla, tomando la muñeca del mas bajo y jalándola hasta la puerta, empujándolo de manera algo tosca hacia afuera-.
Las cosas pasaron tan rápido que el pequeño rubio no pudo ni siquiera decir una palabra, sintiendo de la nada un asqueroso malestar en su estomago y las lagrimas picar en la comisura de sus ojos...
¿Como alguien que recién conocía podía juzgarlo tanto?
Tragó pesadamente, esta vez no pudiendo evitar soltar una pequeña lagrima de impotencia, sintiéndose por primera vez en su vida realmente humillado...
Usualmente no le importaría y seguiría con su vida...pero esta vez el mayor tocó una fibra sensible de su orgullo y ahora no podía dejar de sentir como sus hirientes y despectivas palabras se repetían una y otra vez en su cabeza...
-Maldito idiota...-masculló con odio y enojo, saliendo de esa estupida empresa, pensando como es que la mejor música salía de una empresa que era manejada por un idiota sin tacto y sin modales-.
Se subió al trasporte publico y deseó llegar rápidamente para poder hundirse en su cama y no salir de ahí hasta mañana, rogando que esta noche el insomnio no lo vuelva atacar...
¿Les gusta? 🥺♥️
¿Quieren que continúe? 🥺♥️
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