Día 4
✨ Prompt: Cuello.
✨ Sinapsis: JongIn volvió a casa luego de un día agitado en la oficina. Su esposo lo recibió con un regalo generoso.
✨ Extensión: 1673 palabras.
. . .
JongIn sabía que estaría en problemas cuando, al llegar a casa y dirigirse a la cocina luego de una larga y agotadora jornada laboral, encontró a su pareja usando una camiseta que exponía su cuello pálido, suave y delicado.
Él se detuvo un momento, inhaló profundamente una bocanada del aroma de su omega, y se enfocó nuevamente en el dulce trozo de carne y piel que parecía tentarlo, llamándolo en silencio mientras trataba de ordenar sus pensamientos.
Y es que no era común ser recibido de esta manera. KyungSoo no solía dejar al descubierto su cuello, no era lo usual en él. Normalmente utilizaba enormes sudaderas o dejaba su largo cabello suelto para cubrir aquella parte hermosa y dulce de su cuerpo porque él lo conocía muy bien, porque él sabía lo mucho que le afectaba y calentaba y siempre trataba de evitar las escenas subidas de tono cuando no estaba interesado en ello.
JongIn no esperaba esta bienvenida peculiar, pero sería un idiota si no aprovechara el momento y tomaba un poco de aquella imagen para guardarla en su memoria.
Cruzando los brazos delante de su pecho, se apoyó en el marco de entrada a la cocina y observó, observó y observó. KyungSoo era consciente de su presencia; para un alfa como JongIn pasar desapercibido era completamente imposible, sin embargo, el omega no mostró ningún rastro de sorpresa o dejó sus quehaceres de lado.
No obstante, hubo un ligero movimiento que dejó a su alfa atento, completamente enganchado a su pareja y sus movimientos premeditados.
KyungSoo ladeó la cabeza y algunos mechones de su cabello recogido se salieron de su agarre, cayendo suavemente y acariciando con sutileza la piel delicada.
JongIn suspiró y su alfa dio un tirón, instándolo a acercarse, a hundir su nariz directamente sobre la glándula olfativa de su hombre y lamer toda la curvatura elegante con parsimonia, saboreando su sabor en la lengua, deleitándose con los rastros de la agitación del día de su pareja.
Fue necesario apretar la mandíbula para reprimir un gruñido lleno de placer. El tirón en sus pantalones, por otro lado, fue inevitable e irreprimible.
—¿Mi alfa aún no se atreve a acercarse y saludarme luego de un largo día sin verme? —murmuró el pequeño, su voz sedosa seduciendo su oído mientras los lunares pequeños y numerosos lo llamaban, le invitaban a ser observados de cerca, a ser besados con entrega y devoción—.
Él estaba de buen humor, y eso alegraba profundamente el propio humor de JongIn.
El alfa deshizo su posición vigilante y lentamente se encaminó hacia el mas bajo; su intensa mirada oscura permaneció en la figura de espaldas, recorriendo su cabello suave y lacio, su cuello aromático y elegante, sus hombros y cintura estrecha, las nalgas redondas y carnosas y los muslos desnudos, cubiertos precariamente con la amplia camiseta que le pertenecía. Era toda una combinación destinada a enloquecerlo, era una bienvenida al deseo.
Sus brazos lo rodearon por completo y su gran cuerpo se amoldó prontamente a las curvas generosas y la estatura dulce de su compañero. Los músculos estrecharon la cintura y las manos se mantuvieron sobre su abdomen poco tonificado. KyungSoo giró el rostro y lo miró a los ojos; en ellos, un mar de oscuridad singular llenaba las irises cafés, los sentimientos correspondidos nadando sin ninguna sutileza en su mirada, exponiendo toda su intención y su permiso para él.
—He llegado a casa, cielo. Te extrañé.
Una sonrisa se formó en los labios carnosos y acorazonados de su esposo y el aliento de JongIn le fue robado. Su alfa gruñó en su interior, exigiéndole algún movimiento que lo satisficiera, y él solo pudo quedarse ahí, mirando a la hermosa criatura que resguardaba entre sus brazos.
—También lo he hecho, y por ello he decidido verme lindo para ti. ¿Te gusta?
Él realmente no había hecho ni el más mínimo esfuerzo para arreglarse. Su cabello era un lío de mechones dispersos, el flequillo estaba desordenado sobre su frente; había un par de ganchillos brillando en su cabeza y la camiseta que estaba usando era de la época universitaria de JongIn, sin embargo, él no necesitaba hacer nada más para complacerlo. JongIn, siendo un buen marido enamorado y un alfa especialmente simple, lo encontraba perfecto en medio de la sencillez y eso era un verdadero punto a favor para KyungSoo y su pereza a la hora de acomodar su aspecto.
JongIn inclinó el rostro y permitió que su mejilla acariciara la de su esposo, una gentil caricia íntima que le arrancó una suave risa y un ronroneo sutil al mayor.
—Me gustas —admitió sin siquiera dudarlo. Besó su mejilla suave y luego deslizó sus labios por su mandíbula, bajando directamente a su centro de atracción y atención personal—. Me encantas. Te adoro.
Besando cada uno de los lunares que encontraba a su paso, JongIn finalmente se asentó sobre la glándula olfativa del omega e inhaló una bocanada profunda de su aroma fresco. KyungSoo colocó sus manos sobre los dorsos de JongIn e inclinó la cabeza, haciéndole espacio en su lugar favorito.
—Tan perfecto —susurró sobre su piel, bajo y ronco antes de abrir sus labios y permitir que su lengua se deslizara lentamente sobre la superficie cálida—. Eres lo más hermoso que he visto en mi vida.
KyungSoo apretó su agarre y exhaló largamente, cerrando los ojos y permitiéndose sentir como el músculo húmedo desencadenaba sensaciones placenteras en su cuerpo.
Los músculos de JongIn se hincharon ante la aprobación de su pareja y un calor conocido nació en su bajo vientre. KyungSoo apoyó su cabeza en su hombro y la manzana de Adán fue mostrada en todo su esplendor.
El alfa cerró su boca alrededor de la protuberancia en la garganta y succionó un trozo de piel, succionó perezosamente la zona y luego deslizó la punta de su lengua hacia la parte trasera de la oreja del mayor. Ahí se concentraba una buena cantidad de su aroma; era una mezcla entre la frescura del limón y la dulzura de su shampoo favorito; un deje suave de sudor mezclaba perfectamente aquella esencia a hogar y confort que siempre parecía despertar sus más profundas y primitivas pasiones.
Sus dientes apretaron la piel sensible y la lengua menguó el posible dolor que pudo haber causado, suplantándolo con placer y deseo.
—JongIn —suspiró su nombre mientras el alfa se apretaba contra su cuerpo y hundía la boca en su cuello con más fuerza—.
La esencia natural de KyungSoo se combinó perfectamente bien con la propia de JongIn, juntándose y uniéndose de tal forma que el alto no pudo evitar gruñir sobre la zona cercana a su hombro y hundir sus dientes allí, apretando con firmeza y estabilizándolo cuando las rodillas de KyungSoo temblaron y amenazaron con derrumbarse.
—¡JongIn! No tan fuerte... No aprietes tan fuerte...
La lengua de JongIn se aplanó completamente sobre la herida y se deslizó lentamente hacia arriba por segunda vez. KyungSoo se estremeció contra su pecho y jadeó su deleite. La boca de JongIn se cerró alrededor del lóbulo de su oreja y tiró gentilmente de él, arrancándole finalmente un gemido.
—Mi esposo debería esperarme de esta manera más seguido —murmuró contra su oído y KyungSoo sonrió en medio de la bruma de deseo palpable—.
—Tu esposo no desea cachorros aún.
—Podemos cuidarnos —besó el cartílago erógeno y KyungSoo murmuró una maldición—.
—T-te descontrolas.
—Hay un collar a tu disposición —besó la pequeña marca café más cercana—.
—Lo has mordido y arruinado completamente.
—Mañana traeré uno nuevo para ti —separó un poco su cuerpo y aprovechó el espacio disponible para lamer y besar la marca de emparejamiento en su nuca—.
KyungSoo gimió agudo y dulce y su espalda se arqueó preciosamente mientras JongIn lo atendía con diligencia, adorando la sensibilidad sobre la piel cicatrizada y el deleite de su compañero revoloteando sobre su nariz aguda.
—Solo cuatro veces por semana —negoció sobre la piel sonrojada y humedecida y KyungSoo negó, haciendo uso de la lucidez que le quedaba—.
—Demasiado. Me embarazaré.
—Tres entonces.
—JongIn —ronroneó cuando la mano gigante del alfa se paseó tranquilamente por su trasero vestido torpemente, la boca aún prendada en la marca de unión—.
—Tres veces por semana, un nuevo collar, posibilidad de usar bozal y un anticonceptivo más fuerte recetado por tu médico. No puedo ofrecerte nada mejor; ¿me dejarás adorar tu cuello bajo esas condiciones?
KyungSoo giró rápidamente entre sus brazos y echó sus extremidades hacia su alfa. JongIn lo tomó de inmediato y lo apoyó sobre la pared más cercana mientras sus labios se enganchaban en un beso voraz, lujurioso y apasionado.
Las lenguas se juntaron de inmediato, los chasquidos resonaron en sus oídos y la calidez y suavidad de sus labios permanecieron perfectamente grabados en su mente, en su piel. Su pene dio una sacudida ante el estímulo y el nudo se hinchó ligeramente, deseoso de poseer el canal mojado de su compañero.
Se alejaron con un sonido poco decoroso, la respiración agitada y los ojos resplandeciendo y KyungSoo acercó su boca hinchada a su cuello para dejar una lamida larga y extendida en la piel a su alcance.
—Lo pensaré; sin embargo, hoy tómame justo como me gusta. Te necesito, mi omega te quiere ahora mismo.
JongIn gruñó, pero sus labios se rizaron en las esquinas al finalizar el sonido gutural. Él buscó la boca de su omega y mordió la esquina de su labio inferior, tiró del suave trozo de carne y luego lo humedeció con su saliva.
—Es suficiente para mí.
No les dio tiempo de llegar a la habitación, sin embargo, estaba bien, no era la primera vez que ocurría.
Al día siguiente, acompañando puntos cafés y palidez profunda en el cuello de su esposo se encontraban numerosos chupetones y mordiscos que él mismo se encargó de crear.
Y aunque KyungSoo solo accedió a dos días de exposición a la semana con todas las opciones que JongIn había ofrecido a cambio, él se sintió victorioso. Siempre y cuando lo tuviera para sí mismo, JongIn sería feliz.
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