Día 3

✨ Prompt: Instinto.
✨ Sinapsis: Los instintos de JongIn se apoderan de él en un momento poco favorable. Él tiene que hacer todo lo posible para mantenerlos a raya.
✨ Extensión: 1820 palabras.

. . .

KyungSoo está usando esos pantalones cortos. Si deslizas tus manos bajo el dobladillo que se asoma, podrás sentir la suave piel de su muslo grueso.

JongIn carraspeó de inmediato y desvió la mirada de su pobre, ocupado y listo compañero.

Pronto serían los exámenes de fin de año de la universidad y KyungSoo, su preciado conejito, estaba hundido en libros, la laptop y en tres tazas gigantes de café. Él estaba desaliñado, su cabello se encontraba desordenado y apuntando en todas las direcciones posibles, estaba descalzo, tenía ojeras y para cualquiera que no fuera JongIn, parecería un verdadero vagabundo que tenía años sin bañarse o hacer algo por sí mismo.

No obstante, ahí estaba él, con sus instintos a flor de piel, comiéndoselo con la mirada mientras KyungSoo escribía, leía, bebía café y volvía a escribir.

JongIn no tenía idea de cómo podía resultarle tan caliente y cautivador incluso en medio de su desastre.

Probablemente era debido a su expresión concentrada, cómo sus cejas se fruncían apretadamente y sus labios de alzaban en un ligero puchero, tal vez era la forma en la que sujetaba el lápiz, tan elegante y fluido mientras escribía; quizás se trataba de las gafas que lo hacían ver aún más listo y le daban una imagen de belleza fría y distante, justo del tipo que le gusta a JongIn. O, razonablemente, se deba a la camisa amplia que le pertenece y está cargada con su olor, rodeándolo, impregnándolo y diciéndole al mundo que son compañeros y que KyungSoo es tan suyo como JongIn es de él.

Contra todo pronóstico, el vencedor resulta ser el pantalón corto, porque las piernas de KyungSoo son lindas, hay poco vello en ellas y están expuestas solo para él y, joder, JongIn tiene algo con sus piernas.

Si las aprietas, podrás sentir su textura en tu mano. A KyungSoo le gusta que lo pellizques y muerdas ligeramente, él se ablandará y relajará después de eso.

JongIn gruñe un poco por lo bajo y KyungSoo alza la mirada y se fija en él con curiosidad, ajeno a su tormento interno y al ligero olor a excitación que lo envuelve.

—¿Estás bien? ¿Qué ocurre?

Él sonríe como toda respuesta y niega suavemente. La aparente tranquilidad en su rostro parece calmar a su atento omega, y con eso, JongIn puede tratar de tranquilizarse un poco a sí mismo. Porque KyungSoo era bueno, dulce y JongIn no tenía derecho a fantasear con él cuando el pobre chico estaba tan metido en su mierda, ignorante de su calentura del demonio y su instinto retorcido y podrido.

KyungSoo era un ángel que se merecía el cielo. JongIn ya tenía el pase asegurado al infierno.

—No ocurre nada, bebé. ¿Quieres que consiga algo de comer para ti? —dice en cambio y no menciona para nada su problema de necesidades íntimas—.

¿Como tú, por ejemplo? Si te come estarías tan agradecido y él se sentiría tan satisfecho y saciado. Ya sabes cómo le gusta cuando lo tomas del cabello y lo hundes un poco más. Que lo mires a los ojos mientras te lame y sus mejillas se ahuecan. Podrías hacerlo, deslizarías las manos en su cabello desordenado y aplicarías cierta fuerza, entonces él te miraría y...

JongIn ignoró olímpicamente lo que podría venir después del "y" y se puso de pie cuando KyungSoo asintió y le sonrió con agradecimiento.

—¿Podrías, por favor? Siento que nunca acabaré esto y realmente tengo hambre.

—De acuerdo, solo espera un poco, tendré algo listo rápidamente y te lo traeré cuanto antes.

KyungSoo tarareó una respuesta y JongIn se puso en pie, se acercó al más pequeño y se inclinó para darle un beso en los labios.

Abre su boca con tu lengua. Explora, saboréalo. Se estremecerá cuando le muerdas los labios, aprieta suavemente y luego succiona.

JongIn lo besa castamente, apenas un roce entre sus bocas, y se aleja para dirigirse a la cocina. Una vez ahí abre el grifo y se echa una gran cantidad de agua fría en la cara y el cuello mientras suplica a todos los dioses alfas que dejen de joderlo con su mierda en ese momento.

Él podría quererlo. Es un conejo, su apetito sexual es igual de alto que el tuyo.

JongIn maldice y busca entre los gabinetes la bolsa de pan para sándwiches. Sabía que en la nevera quedaba un poco de pollo desmenuzado que KyungSoo había preparado ayer, así que lo sacó y calentó un poco en el microondas. Una vez listo, con cuatro panes tostados y su relleno caliente y delicioso aromatizando todo el lugar y camuflando muy bien su propia peste a suciedad y pase VIP a la quinta paila del infierno por lujurioso, JongIn los arma y coloca en un plato. Busca la jarra de jugo de naranja y llena un vaso con él.

Luego, cuando está a punto de tomar la única cosa comestible que puede preparar sin hacer tanto desastre y ofrecérsela a su compañero, este aparece de la nada a su lado y JongIn tiene que ahogar una maldición porque ahora su camisa ha caído sobre sus hombros, sus clavículas se notan debido a lo gigantesca que esta resultaba ser en su omega y su marca de apareamiento se expone, orgullosa, en su cuello.

Inclínate. Bésale la garganta. Él gemirá y cerrará los ojos; sentirá deleite, se derretirá en tus manos. Mordisquéale el cuello, lame sus clavículas y el esternón. KyungSoo es sensible, él va a disfrutarlo.

—¿Terminaste ya? Estaba pensando que puedo descansar un poco mientras como y proceso la comida. He estado todo el día con la cabeza enterrada en los libros y no he estado tanto tiempo contigo incluso cuando es tu día libre en la oficina. Lo siento mucho, Jong.

JongIn se quedó muy quieto por un momento y llevó la comida a su pecho de forma disimulada. De esta manera él se llenaría con el olor del pollo y el deseo quedaría en un segundo plano. Él siempre deseaba a KyungSoo, así que su podredumbre era normal, pero no quería que su compañero supiera qué tanto lo deseaba en ese momento.

No tenía la intención de fastidiar sus estudios cuando él se estaba esforzando tanto. No podía ser tan maldito.

Sin embargo, para nadie es un secreto que el sexo tiene muchos beneficios. Si le haces el amor, KyungSoo estará verdaderamente relajado y con la mente tranquila para poder continuar con sus estudios.

¡Jodido lobo de mierda!

JongIn, en su forma humana y aunque suene un poco ridículo, le gruñó al animal. Realmente, mostró sus dientes y soltó un gruñido gutural que no intimidó a la bestia, pero que habló de su disconformidad y molestia sobre el asunto.

Y es que entendía que su naturaleza era bastante sexual, que los lobos tendían a pensar en el apareamiento bastante seguido y que la bestia resulta ser normalmente dominante en contraste con su contraparte humana, pero esto era el colmo.

El jodido instinto lobuno de JongIn se comportaba como si justo la noche anterior no hubiera tenido un sexo maravilloso junto a su omega, como si no lo hubiera besado, acariciado, observado en toda su perfección desnuda, como si no se hubiera deleitado con los gemidos del más pequeño y su cuerpo contorsionándose gracias al placer y al deleite y, jodido demonio del infierno, estaba duro.

Gracias, hijo de puta.

—¿Jong? ¿Realmente te encuentras bien?

—Sí... ¡Ah! Sí, sí, estoy bien. KyungSoo, no debes disculparte, realmente, ¿cómo podrías hacerlo cuando estás estudiando por tu futuro? No me importa, solo quiero lo mejor para ti y estoy feliz con solo permanecer a tu lado.

Los ojos de KyungSoo se iluminaron como dos faroles en medio de la oscuridad y los hombros de JongIn se hundieron cuando su sonrisa se unió a ellos; estaba desarmado, postrado a sus pies y a sus encantos, y, honestamente, él no quería hacer nada para solucionar esto.

—JongIn realmente es un buen compañero. Mi lobo se merece todo lo bueno de este mundo —murmuró suave y sinuosamente mientras le quitaba el plato con comida y lo dejaba a un lado. Los vellos de la espalda de JongIn se erizaron y sus orejas casi podrían verse entre su cabello, atentas y alertas ante el cambio en su voz—

Y entonces ¡puf! JongIn pudo ver el destello de una colita esponjosa, blanquecina y coqueta cuando KyungSoo se acercó un poco más. Luego, al alzar la mirada hacia su compañero, halló un par de orejas largas, blancas y peludas colgando desde su cabello enmarañado.

Las manos de JongIn temblaron ligeramente y una inhalación profunda le hizo saber que su compañero se encontraba especialmente animado en ese momento.

KyungSoo rodeó su cuello con ambos brazos y le sonrió suavemente antes de darle un besito en la comisura de los labios.

—¿Puedo atenderte un poco?

Entonces sus instintos lo golpearon y patearon por todas partes y su lobo casi pudo haber enterrado al humano en una montaña de estiércol antes de cubrirlo con tierra como lo hacían los gatos por haber sido maldecido, insultado y minimizado cuando siempre había tenido la razón. JongIn incluso pudo notarlo todo orgulloso de sí mismo mientras él se rompía y se materializaba en la séptima galaxia solo por descubrir que su compañero sí estaba un poco caliente y que él solo había respondido naturalmente para atenderlo. 

JongIn admitió que tal vez había sido un poco idiota, pero al ver los ojos brillantes de KyungSoo, cómo mordía su labio inferior con anhelo u oler su maravillosa fragancia cargada con ansiedad, decidió hacer borrón y cuenta nueva, reconciliarse estúpidamente rápido con sus instintos e inclinarse de inmediato para poder besarlo como había querido, apretarlo como su naturaleza le había aconsejado y devorar su boca hasta que el aliento fue robado de sus pulmones.

La próxima vez, él definitivamente se encargaría de obedecer sin tantas excusas de por medio.

. . .

En su mente, KyungSoo cantó victoria y sonrió malignamente.

Porque él se había puesto la camiseta de JongIn para una clara provocación. Sus pantalones habían sido elegidos únicamente para que su alfa lo mirara, sus gafas le darían una imagen intelectual y su cabello desordenado despertaría la creatividad del lobo.

Porque incluso antes de comenzar a estudiar, sabiendo que su pareja estaría a su lado todo el día, KyungSoo deseó tenerlo entre sus piernas, hundiéndose en él profundamente.

Porque probablemente un lobo era especialmente caliente y mantenía sus deseos sexuales a flor de piel ante la más mínima provocación o incentivo, pero, al fin y al cabo, KyungSoo era un conejo y nunca estaría plenamente saciado de hacer el amor con JongIn.

Y quizás JongIn no lo sabía ahora ni lo sabría nunca, pero entre los dos, no era él quien iría al infierno.

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