Día 22

✨ Prompt: Protección/pelea.
✨ Sinapsis: Una vez descubierto su romance con uno de los concubinos imperiales, JongIn fue condenado a pena de muerte por traición. Su compañero y amante no estaba dispuesto a permitirlo.
✨ Extensión: 5403 palabras.

. . .

Él va a morir.

Lo sabe, cada célula de su cuerpo está preparándose para ese momento y, honestamente, no se arrepiente del pecado que ha cometido.

Porque si amar es un pecado, JongIn pecaría las veces que fueran necesarias siempre y cuando se tratara de KyungSoo.

Poner sus ojos sobre la realeza fue el peor error que JongIn pudo haber cometido, ¿pero cómo podría desviar la mirada cuando se trataba de su compañero de vida? ¿Cómo mantenerse a raya y reprimir todos sus sentimientos, al alfa que le exigía acercarse, protegerlo y tomarlo para sí mismo cuando desde el inicio KyungSoo era suyo? JongIn, como un fiel vasallo del Emperador, había hecho muchas cosas que la gente creía imposible, pero incluso el hombre mas duro y fuerte, el guerrero mas caliente y letal es polvo cuando su pareja está ante él.

JongIn se había convertido en menos que polvo, no obstante, sus memorias estaban llenas de la belleza y delicadeza exquisita de su omega. ¿Debería desear algo más que eso? No era necesario anhelar nada más.

JongIn había entrado en las filas del ejército imperial a una edad temprana; fue entrenado por su padre y sus tíos, todos alfas, todos ciervos del Emperador, se había consagrado como un magnífico e imparable general y pronto fue reconocido como la Temible Muralla del Sur, la roca que ningún enemigo podría mover. Fue digno de sus méritos y reconocimientos, mantuvo a salvo a su país, honró a su familia, mantuvo su honor intacto y fue un súbdito diligente para el monarca.

Era todo lo que un alfa deseaba para su propia vida, todo lo que un alfa aspiraba en algún momento. JongIn lo tuvo todo. Sin embargo, ¿qué es la muerte y la guerra, qué es el orgullo y las medallas, para qué sirven los reconocimientos cuando tu belleza, tu pareja, lo único que desea es a ti y nada más?

¿Qué es la adrenalina de la fuerza bruta comparada con las manos suaves de tu omega? ¿El óxido de la sangre en tu nariz contra el dulce y puro melocotón? ¿La dureza y el peso de una espada junto a la piel delicada y gentil del cuerpo de tu ser amado?

JongIn había creído que lo tenía todo antes de KyungSoo, pero cuando lo tuvo entre sus manos, cuando sintió la textura aterciopelada de su mejilla por primera vez, descubrió que todo ese tiempo había estado vacío, que su esfuerzo no había valido la pena en absoluto.

Y tuvo razón.

Poniendo sobre la mesa todos los sacrificios que había hecho en su vida, haber puesto en juego su cuello, haber luchado tanto, ser herido incontables veces en nombre del deber y el patriotismo y servir fielmente a un hombre, solo para ser juzgado con pena de muerte por reclamar lo que por derecho le pertenecía no era algo demasiado justo ni equitativo. JongIn solo fue un peón para la disposición del Emperador, y cuando el peón se movió en una dirección desagradable, este fue rápidamente desechado por su dueño.

Sin importar las medallas, la fama y el reconocimiento de la gente común, yo sigo siendo un sirviente sin derecho a opinar ni a vivir. Soy un hombre encerrado en una jaula llena de leones hambrientos y furiosos que sería despedazado tarde o temprano por ellos.

Sonrió ligeramente ante el pensamiento fugaz y sus ojos se enfocaron en el cielo oscuro manchado de estrellas brillantes que se colaba a través de la mugrienta y pequeñísima ventana elevada de su celda.

Es una noche hermosa. A KyungSoo le gustaría verla.

. . .

Incluso aunque los mismísimos dioses se opusieran, KyungSoo no estaba dispuesto a dejar que nada le ocurriera a JongIn.

Había vivido toda su vida bajo los pies de alguien más, siguiendo los deseos y las órdenes de su familia y, posteriormente, del Emperador. ¿Cuándo había expresado el insano y sucio deseo de ser parte del grupo de desafortunados concubinos imperiales con la finalidad de hacer surgir a su familia y darle una buena posición social? KyungSoo nunca había querido algo así para su futuro, y había maldecido a su naturaleza omega por muchos años debido a esto.

Su padre decidió la edad en la que debería casarse, su madre decidió que debía ser el salvador de los Do luego de que estos fallaran en el matrimonio arreglado de su hermano mayor omega, que huyó con su pareja destinada antes de ser entregado a su futuro marido, el Emperador decidió que debía ser suyo y de nadie más por el resto de su vida. ¿Qué había decidido KyungSoo?

La respuesta era deprimente.

Un omega no podía decidir sobre sí mismo, un omega jamás tendría valor ante nadie. Belleza y procreación, estaban destinados al deleite de alguien más y nada más que eso.

Por otro lado, ¿un omega noble? Estos no sabían vivir, no sabían nada más que agachar la cabeza ante el alfa mas importante de la nación y orar para no dar un paso en falso que los pusiera en una situación complicada con la Emperatriz o algún otro concubino.

Ganarse enemigos era fácil y tratar de sobrevivir en ese mundo de hipocresía y peligro latente era tan complicado como pasar a través del hueco de una aguja.

KyungSoo había sido un muerto en vida, un lamentable y hermoso cascarón vacío sin ningún propósito más que complacer a un hombre que no amaba y le hacía sentir sucio e impuro y guardar silencio; bajar la mirada, ser sumiso. KyungSoo había sido gris y triste hasta que conoció a JongIn.

Y es por eso, porque a su lado había aprendido a vivir después de veinte años, porque con él se sentía seguro, valioso y porque estando junto al alfa había aprendido a hablar, a mirar a los ojos y hablar sobre sus deseos, que no podía permitir que se lo arrebataran como todo lo que una vez había sido anhelado por él. KyungSoo nunca se lo permitiría.

Había sido encerrado en sus habitaciones una vez el juicio de JongIn fue expuesto públicamente, probablemente había un par de guardias esperando en el pasillo, asegurándose de que no se mueva del lugar o haga algo que pusiera en vergüenza al Emperador, pero había pasado mucho tiempo desde la última vez que le importó algo relacionado al monarca y se mantuvo encerrado el tiempo suficiente como para descubrir que, detrás de la biblioteca, había un pasillo secreto que utilizaba para ver a JongIn a escondidas.

KyungSoo definitivamente estaba haciendo uso de esa información.

En la noche, cuando todo estaba en silencio y la luna se apreciaba en todo lo alto, KyungSoo se deshizo de sus extravagantes y nobles túnicas y se vistió con un par de pantalones cómodos sobre la capa interna de la ropa. Sujetó los nudos de su camisa con rapidez y se calzó con un par de botas, entonces miró hacia la cama y tomó una profunda inhalación, acercándose al futón y retirando una de las esquinas.

Bajo él se dejó ver un piso amaderado aparentemente liso y perfecto, no obstante, KyungSoo se hincó y retiró dos tablillas ocultas para extraer del interior un arco y algunas flechas. Se colgó el carcaj y el arco en el hombro y tomó el par de dagas que le había obsequiado JongIn para su protección, guardándolas estratégicamente en sus botas; lo colocó todo en su sitio una vez estuvo listo y se acercó a la biblioteca.

Sabía que tenía que ser cuidadoso, pues si había mucho ruido alertaría a los guardias del exterior, así que se movió con cuidado y retiró la biblioteca lo más silenciosamente que pudo. Sudando profundamente mientras terminaba de mover la biblioteca, KyungSoo esperó por un momento en caso de que los guardias se hubieran dado cuenta de sus planes.

No había ningún sonido desde afuera, y no sabía si sentir calma o nerviosismo por ello.

Finalmente, luego de algunos tensos minutos, decidió que no podía seguir postergando las cosas, así que con un golpe de determinación, se introdujo en el pequeñísimo espacio que lo llevaría a través de un túnel hacia el exterior del Palacio y se puso en marcha.

El pasadizo era oscuro y de paso turbulento, así que KyungSoo solo podía guiarse de su olfato y la fuerza de la costumbre para poder pasarlo.

KyungSoo oró para que su pareja se encontrara a salvo y que algún dios lo apoyara y amparara en medio de aquel movimiento impulsivo.

JongIn no podía morir. No por su culpa.

El exterior lo recibió con un viento helado y numerosas antorchas encendidas. Guardias alfas y betas se movilizaban en los alrededores para mantener la seguridad del Palacio. KyungSoo esperó, oculto entre altos arbustos y se concentró para eliminar cualquier vestigio de su aroma. Mientras pudiera ser localizado más tarde, KyungSoo podría mantenerse vivo.

Lentamente, agudizando todos sus sentidos, caminó con sigilo, esquivando ramas sueltas que advirtieran de su presencia. Normalmente esta zona del Palacio no solía ser vigilada, pero debido a la conmoción que trajo la noticia de pena de muerte de un querido general, la vigilancia había aumentado y todos se hallaban en alerta máxima.

Los vellos de KyungSoo se pusieron en punta y su piel se estremeció cuando un vigilante caminó justo frente a él, a solo una mano de distancia para ser descubierto. Se quedó muy quieto y aguantó la respiración.

A esa distancia, escuchar algo tan mínimo como alguien respirando era sumamente fácil, si se trataba de un hombre altamente entrenado, entonces las probabilidades aumentaban a su favor. Estas eran cosas que JongIn le había enseñado y que él había luchado por memorizar a la perfección.

Intensos minutos después, cuando el alfa se alejó completamente, KyungSoo volvió a moverse con el corazón agitado en su pecho y los pulmones ardiendo ante la repentina entrada de aire apresurada. Aprovechó la apertura que le había dado el cambio de posición en los vigilantes y se echó a correr lo más rápido que sus piernas le permitían.

Justo antes de que un nuevo grupo de guardias relevara a los vigilantes anteriores, KyungSoo se había perdido en la profundidad del bosque que bordeaba el Palacio del Emperador.

Si KyungSoo estaba en lo cierto, JongIn debería encontrarse en las mazmorras alojadas en el Palacio Fragante, un anexo del Palacio principal, donde habitaba el Emperador. Originalmente, los calabozos se hallaban en el mismo lugar donde permanecía el monarca, esto con la finalidad de protegerlos profundamente e impedir el escape de algún prisionero, sin embargo, a la Emperatriz le disgustó, alegando que no quería vivir en el mismo lugar que un criminal.

De este modo, y complaciendo los caprichos de su esposa, el Emperador ordenó trasladar las celdas al segundo Palacio y delegar a un grupo considerable de oficiales para monitorearlo. Así pues, KyungSoo había salido de un infierno para entrar en otro.

La velocidad de su carrera fue disminuyendo a medida que se acercaba al Palacio Fragante; finalmente, a una distancia prudente, se detuvo por completo y esperó nuevamente, oculto tras un árbol para observar la manera de trabajar de los oficiales.

Diez de ellos se habían alojado en la parte frontal del Palacio, arriba, en el segundo piso, protegiendo el balcón y teniendo un mejor alcance de visión, había doce hombres más. Recorriendo los alrededores, KyungSoo pudo contar siete alfas. Veintinueve hombres en el exterior y eso lo dejaba a ciegas de la protección del interior, que debía ser aún mas rigurosa.

KyungSoo maldijo mentalmente y trató de pensar en un plan para poder desplazarse hacia el edificio.

Repentinamente, una mano se apretó contra su boca y su corazón dio un rápido salto antes de correr a toda marcha. Había un cuerpo caliente y grande a su espalda y KyungSoo se sintió verdaderamente asustado al no haber notado que había alguien detrás de él.

Si saco la daga y lo hiero, la sangre alertará a los guardias y seré atrapado.

KyungSoo se sintió entre la espada y la pared y, en su interior, el omega se sacudió con temor ante un futuro incierto y un intento en vano para recuperar a su alfa. Sin embargo, un suave susurro en su oído cambió totalmente su perspectiva.

-Cálmate, cuñado, estamos contigo.

¿Cuñado? ¿Acaso era...?

KyungSoo giró la cabeza y el rostro del compañero de su hermano mayor lo recibió con inusual tranquilidad dada las circunstancias. Su cuerpo se relajó inevitablemente y asintió con suavidad para hacerle saber que se encontraba en calma y no los pondría en un aprieto.

Así pues, la mano fue retirada y KyungSoo se volvió lentamente hacia el hombre, consiguiendo una grata sorpresa al ver la gran cantidad de hombres y mujeres que lo acompañaban.

-¿Esto...?

-La mayoría vino para ayudar a escapar al general; en mi caso, me encuentro aquí porque tu hermano me ha pedido cuidarte y devolverte a él sano y salvo.

Su pecho se apretó ante la mención de su hermano fugitivo y el omega se sintió tranquilo y reconfortado de inmediato. Miró a su cuñado, que mantenía una expresión tranquila y confiada en su guapo rostro, y sonrió suavemente.

-BaekHyun realmente volvió por mí, ¿no es cierto?

El alfa, ChanYeol, asintió.

-Él dijo que lo haría, así que ahora cumpliremos su promesa y te pondremos a ti y al general Kim lejos del alcance del Emperador. Ahora, ¿quieres escuchar nuestro plan? Creo que tu arco y flechas nos servirán de mucha ayuda.

.

KyungSoo exhaló largamente con los ojos cerrados. Se encontraba en la cima de un árbol, flanqueado por guerreros experimentados que habían servido en el ejército de JongIn y que ahora trabajarían en equipo para salvarle la vida.

ChanYeol y un gran grupo de alfas vestidos de negro para poder camuflarse en el bosque, se encontraban en el suelo, espadas en mano y aguardando por ellos. KyungSoo miró a su derecha y se encontró con una mujer hermosa y musculosa que lo miraba de vuelta. Ella asintió y KyungSoo supo que era tiempo de comenzar.

Con la adrenalina circulando por todo su cuerpo, tomó una flecha y la colocó en el arco tenso. El resto de arqueros lo imitó y aguardaron un par de segundos.

Entonces las flechas fueron liberadas.

El silbido cortó el silencio de la noche y el filo de las puntas traspasaron pechos, cabezas y corazones en cuestión de segundos. Los gritos no tardaron en llegar, avisando a los guardias del ataque mientras volvían a cargar los arcos y disparaban sus flechas.

Las cosas se encontraban a su favor. ChanYeol había reunido a un pequeño ejército y se habían ocultado muy bien, aprovechando el denso follaje del bosque y la caída de la noche para deslizarse entre las ramas cargadas de hojas. Los arqueros fueron un punto difícil de hallar mientras que los espadachines se movían para tomar terreno antes de que mas guardias aparecieran para enfrentarlos.

KyungSoo y el resto de hombres y mujeres en los árboles sirvieron de ayuda para eliminar puntos difíciles y evitar la llamada de auxilio hacia el Palacio Principal. De igual forma, la rapidez debía ser el foco más importante en todo el movimiento o estarían perdidos.

Cuando las flechas se agotaron, pero el camino hubo quedado mayormente limpio, KyungSoo bajó del árbol con agilidad y se echó a correr hacia el campo de batalla. Había un mar de sangre en el suelo, cuerpos sin vida dispersos por todas partes y jadeos y gritos de guerra por doquier. Tomó una espada de un guardia caído y él mismo se enzarzó en un enfrentamiento letal con un alfa que había aparecido repentinamente ante él.

-Sabía que se trataba de ti, ramero traidor.

KyungSoo sonrió, esquivando el filo de la espada se su oponente antes de chocar su arma contra la suya.

-No es un traidor aquel que se entrega a su verdadero compañero. ¿Cuándo afirmé ser del Emperador y juré mi lealtad a él?

Las espadas chirriaron al impactar una contra otra y el sonido fue terrible para su oído finamente desarrollado. Para un guerrero, este sonido era algo a lo que ya se había acostumbrado, era parte de su vida y podía recibirlo con bastante tranquilidad a una distancia corta, sin embargo, KyungSoo había vivido bajo el silencio y el sigilo durante toda su vida. Fue algo abrumador y verdaderamente horrible.

Afortunadamente, su fuerza de voluntad y determinación eran lo suficientemente fuertes como para permitirle seguir luchando. JongIn lo había entrenado durante meses enteros, necesitando asegurarse de que él podría sobrevivir en momentos de tensión cuando no pudiera estar a su lado y ayudarlo, así que había sabido aprovechar todos los dotes propios de su naturaleza.

Comúnmente, desde los inicios de su especie, el alfa era el encargado de proteger a su familia al verse provisto con mucha más fuerza, mientras tanto, el omega tenía a su favor la agilidad para escapar con los cachorros y mantenerse a salvo. Sabiendo esto, JongIn le ayudó a descubrir sus virtudes y se enfocó en ellas para poder ser un guerrero digno de cualquier batalla.

Él no lo decepcionó.

El filo de la espada se llenó de sangre al cortar ágilmente el pecho del alfa, su cuerpo se movió en sincronía con sus sentidos agudos y detuvo un ataque sorpresivo por la espalda al patear al beta acechante. KyungSoo gruñó y sujetó el arma con fuerza antes de dejarla caer en el corazón del hombre.

Así, junto a tantos otros guerreros, se abrió paso al interior del Palacio y buscó encarecidamente a su pareja.

El palacio olía a alfa, a sudor y a enojo. El metal chocando, los jadeos y los gruñidos invadieron sus oídos y sus brazos ardientes se movieron implacablemente para esquivar, bloquear y asesinar. Era agotador y la imagen que quedaba detrás de su cuerpo no era más que horrible, no obstante, ¿cómo podría rendirse? En este punto resistir y avanzar era lo primordial.

Con el ceño fruncido, retrajo la espada de un cadáver y dio un paso al frente, sin embargo, un dolor abrasador y punzante sacudió su cuerpo por completo, ahogándolo y estremeciendo cada fibra de su ser. KyungSoo se detuvo y gritó su sufrimiento.

Una espada se había clavado en su hombro, atravesando el músculo y arrebatándole el aliento.

Los ojos de KyungSoo se llenaron de lágrimas ante el dolor y su rostro giró para ver la sonrisa sangrienta de un beta. Él tomó con más fuerza la empuñadura y hundió la espada aun más en su brazo.

-¡Aaaaaaaah! -gritó con los ojos húmedos apretados-.

-¡Mierda! ¡Hijo de puta, déjalo en paz! -escuchó la voz agitada de ChanYeol antes de una salpicadura estrellándose en el suelo-.

El rostro de su cuñado apareció no mucho después y él aprovechó que estaban siendo cubiertos por el resto para arrancar la espada de su brazo y apretar fuertemente la herida con un trozo de tela anudado en el hombro.

KyungSoo tenía la visión nublada ante el dolor y se mantuvo con los dientes apretados en todo el proceso. ChanYeol lo ayudó a levantarse y lo miró con preocupación.

-Te llevaré afuera. Ahí podrás descansar.

-No... No, JongIn...

-Lo traeré, no te preocupes. Será difícil para ti luchar con el brazo así, no estás acostumbrado a esto y solo podrías empeorar. Quédate atrás esta vez, lo hiciste bien.

Sin poder deshacerse de las lágrimas saliendo de sus ojos ni rebatir las palabras del alfa, fue sacado del Palacio por su cuñado y dejado bajo la vigilancia de un par de arqueras que se habían quedado atrás para vigilar el lugar. ChanYeol lo dejó sobre la hierba y le sonrió suavemente.

-No te preocupes, terminaremos pronto. Chicas, cuiden de él.

Las mujeres alfas asintieron a su orden y ChanYeol volvió corriendo hacia el Palacio, sosteniendo su sable con fuerza mientras KyungSoo trataba de hacerle frente al dolor que se presentaba luego de la desaparición de la adrenalina.

-El joven amo lo ha hecho de forma espectacular. El general estaría orgulloso -dijo una de las arqueras para tratar de distraer su mente y KyungSoo cubrió su rostro con el antebrazo bueno-.

No fue capaz de contestar.

. . .

JongIn supo que algo no estaba bien cuando el olor a muerte llenó su nariz y su alfa salió de su escondite para agitarse en su interior, gruñendo mientras el humano entraba en alerta máxima.

Sus ojos resplandecieron con el color dorado del animal y su mirada cayó sobre los barrotes de su celda. Sus oídos agudizados se mantuvieron atentos y luego de algunos minutos, fue capaz de escucharlo: los golpes de las espadas, los gritos y las maldiciones.


Atraído por el fuerte sentimiento de sobrevivir ahora que la calma se había roto, que su instinto y naturaleza salvaje estaba a flor de piel, JongIn se acercó a las rejas y tomó los barrotes en sus manos, sus colmillos largos y filosos fueron expuestos cuando un gruñido bajo y profundo retumbó en su garganta y sus bíceps se apretaron y crecieron cuando apretó el agarre sobre el hierro frío.

-¡¿Qué demonios está pasando?! ¡Malditos idiotas, sáquenme de aquí!

JongIn sabía que nadie acudiría a él, no obstante, el alfa no conocía el raciocinio cuando estaba domando al humano.

Golpeó con fuerza el barrote mas cercano y comenzó a removerse con inquietud en el pequeño espacio de su celda. Se sentía enojado y contagiado por el aura de la lucha, sus instintos como un joven guerrero estaban activados en su máxima capacidad, así que privarse de responder como normalmente lo haría le provocaba enojo a su alfa.

Las cosas empeoraron cuando escuchó el grito de una voz que JongIn jamás podría confundir.

Su cuerpo se detuvo y una sensación helada y aterradora escaló por todo su ser, invadiendo cada célula que lo componía hasta llegar directamente a su corazón agitado. JongIn miró hacia la puerta cerrada, donde debería haber un par de guardias, y él corrió de nuevo hacia los barrotes, tomándolos entre sus manos mientras gritaba con desesperación.

-¡KyungSoo! ¡KyungSoo, qué demonios! ¡Ábranme ahora mismo, maldita sea! Mierda, mierda, mierda. Joder, tengo que salir de aquí.

JongIn buscó con la mirada alguna manera de escapar, pero era imposible, no había nada a su alcance, no había un agujero aceptable, no había absolutamente nada que pudiera hacer para salir de ahí y la desesperación y el miedo comenzaban a llenar su mente y arrancarle el corazón.

¿Por qué ese pequeño tonto había tenido que ir allí? ¿Por qué se atrevió a algo así por sí mismo? ¿Acaso no era consciente de que si algo le ocurría, JongIn jamás podría morir en paz?

Sintió los ojos cálidos ante la fortaleza de su temor por la inseguridad de su omega y hundió el rostro en sus manos.

Él los mataría, realmente lo haría con sus propias manos y sin ningún tipo de piedad.

De forma sorprendente, la puerta que ocultaba su celda fue derribada y un grupo de hombres y mujeres armados, apestando a sangre y con algunas heridas sobre ellos llenaron el lugar. JongIn frunció el ceño, sintiendo como los músculos de su cuerpo se agrandaban ante la imagen amenazante y sus ojos se enfocaron rápidamente en quien parecía ser la cabecilla de todos ellos, un alfa alto y musculoso que JongIn nunca había visto en su vida.

-¿Kim JongIn?

-¿Quién mierda eres? -gruñó violentamente y el contrario cruzó una mirada con una mujer que se encontraba a su lado, ella asintió luego de un momento y el alfa volvió a mirarlo-.

-Soy Park ChanYeol, el cuñado de KyungSoo, y ellos son parte del pequeño ejército que se ha reunido para salvarte. Hay gente común que te apoyaba y no estaba de acuerdo con el Emperador, así que todos nos hemos reunido y vinimos por ti.

ChanYeol alzó su espada y con un solo movimiento, el candado gigante que lo mantenía preso se rompió en dos. JongIn empujó la puerta de inmediato y se enfrentó a todos ellos con el ceño fruncido.

-¿Dónde está KyungSoo? ¿Qué le ha pasado?

-Creí que lo escucharías. Él está fuera, siendo cuidado por gente de confianza. Ha sido herido en el brazo, pero podrá recuperarse luego de cuidados y rehabilitación. Fue el primero en venir a salvarte cargado con un arco y numerosas flechas y no temió en enfrentarse cara a cara con alfas experimentados... Él actuó con valentía, así que siéntete orgulloso de tu hombre.

El alivio lo llenó al escuchar que KyungSoo se encontraba bien e inevitablemente sus facciones se relajaron. Un suspiro abandonó su boca y él sonrió ligeramente.

-Sí, eso suena como algo que él haría. Gracias por cuidar de él y por venir por mí, todos, muchas gracias. Ahora salgamos de aquí antes de que la situación sea insostenible y nos encontremos en un verdadero aprieto.

ChanYeol asintió y pronto se encontraron corriendo a través de numerosos pasillos llenos de muertos y sangre hasta que consiguieron salir del Palacio.

JongIn ni siquiera tuvo tiempo para distraerse con el sabor de la libertad, él corrió directamente hacia el pequeño cuerpo sentado en el suelo a algunos metros de distancia y, al encontrarse a su alcance, lo empujó contra su pecho lo más suavemente que pudo para no lastimarlo excesivamente.

KyungSoo jadeó al sentir el repentino abrazo de su alfa y cerró los ojos con fuerza mientras se abandonaba a las lágrimas cargadas de alivio por poder tenerlo con él luego de tensas y largas horas de estrés.

-Tú realmente no conoces la razón, KyungSoo. Joder, estás loco, pequeño, ¿cómo pudiste venir aquí?

-¿Eres tú quien no conoce la razón? ¿Cómo podía quedarme tranquilo sabiendo que te asesinarían por mi culpa y descuido?

JongIn se alejó al escucharlo y lo miró directamente a los ojos, hallando un par de grandes pozos llenos de humedad y una intensidad tan amplia que le arrebató el aliento. Tomó su rostro en sus manos y acaricio las mejillas frías con sus pulgares.

-No fue tu culpa, KyungSoo. Habríamos sido descubiertos tarde o temprano, solo era cuestión de tiempo.

KyungSoo abrió la boca, dispuesto a hablar, pero ChanYeol negó y los miró con seriedad a ambos.

-Lamento mucho interrumpir pero aún debemos ponernos en movimiento. Hay una carreta esperando por nosotros para ponerse en marcha, así que hay que llegar a ella antes de que sea interceptada por los guardias imperiales y se decrete la inmovilización del pais. Cuñado, ¿puedes correr?

-No te preocupes por eso, yo lo llevaré -dijo JongIn con completa seguridad y ChanYeol asintió de inmediato-.

-De acuerdo, vayamos entonces. ¡Todos camuflen su olor y vayan a sus caballos! No viajen en grupos y manténganse atentos a cualquier noticia y eventualidad.

Todo el mundo se movió con la orden de ChanYeol; JongIn tomó en brazos a KyungSoo y corrió con el resto, internándose en el bosque para poder pasar desapercibidos y llegar a la capital en las sombras.

KyungSoo lo miró en todo momento, observó su rostro, su expresión seria y concentrada, se fijó en su piel bronceada a causa de la exposición constante de su cuerpo bajo el sol, la pequeña arruga que se formaba entre sus cejas al fruncir el ceño, su calidez y su aroma a cuero y canela. Él lo miró completamente, porque pensar que estuvo a punto de perderlo para siempre había provocado un sentimiento profundo en su interior.

Cerró los ojos y apoyó la cabeza en el duro y caliente pectoral. En ese punto, nada podía doler porque ambos estaban bien, a salvo y, finalmente, alejándose del infierno que los había mantenido cautivos durante tanto tiempo.

. . .

Cuando llegaron a la carreta que los sacaría de la capital, los rayos del sol comenzaban a notarse en el cielo y las alarmas habían sonado en el Palacio Principal. Fue un buen momento para que se dieran cuenta de lo que había pasado, porque en medio del revuelo, ellos pudieron escapar y pasar totalmente desapercibidos entre todo el frenesí que había causado la noticia del escape del general Kim y la desaparición del concubino Do.

Pálido ante el movimiento de la carreta y la falta de atención médica, KyungSoo se apoyó en el hombro de JongIn, ambos disfrazados como un par de campesinos y ensuciados para tratar de pasar inadvertidos.

ChanYeol conducía la carrera y los demás se habían dispersado exitosamente, por lo tanto, mantenían un poco de privacidad e intimidad entre ellos.

Una vez se encontraron totalmente tranquilos, JongIn lo tomó cuidadosamente y lo apoyó contra la montaña de heno que había a sus espaldas. KyungSoo gimió suavemente ante el cambio de posición, pero no dijo nada más. El alfa lo miró con preocupación y colocó una mano en su frente, notándola fría bajo su palidez desmesurada.

-KyungSoo, voy a lamer tu herida para que pueda sanar. Si me permites morderte, podrás recuperarte aún más pronto. ¿Me darías tu permiso?

KyungSoo asintió suavemente y JongIn se apresuró a abrir sus túnicas y retirar el trozo de tela empapado que había mantenido cubierta la herida; la piel pálida y delicada de su omega quedó expuesta ante él, su olor mezclado con el óxido de la sangre fue abrumador e inquietante para su alfa; él ni siquiera fue capaz de admirar la belleza de su cuerpo por primera vez, extremadamente preocupado y atento en ayudarlo a sanar.

Cruzaron una breve mirada y luego de un nuevo asentimiento de parte del omega, JongIn se inclinó y lamió dulcemente su herida abierta. KyungSoo jadeó y se estremeció bajo su cuerpo y JongIn lo tomó para evitar que se moviera y terminara lastimándose aún más.

Así, JongIn atendió su brazo, lo lamió concienzudamente y permitió que su saliva actuara como un cicatrizante exclusivo para su pareja destinada. KyungSoo jadeó y gimió por lo bajo cuando JongIn lo tomó dulcemente del cuello y ladeó su rostro con gentileza.

El alfa eliminó el rastro de sangre en sus labios con el paso de su lengua y juntó sus mejillas íntimamente por un momento.

Era la primera vez que mordería a Kyungsoo, esta sería su marca de emparejamiento, así que era algo importante e irreversible.

JongIn hubiera preferido morderlo en mejores circunstancias, no obstante, la situación no podía permitirle esto. Besó su cuello blanco con suavidad y afecto y KyungSoo lo abrazó contra él con su brazo sano.

-Hazlo. Siempre fui tuyo.

JongIn ronroneó, abrió la boca y rompió la tierna carne con sus colmillos.

Afianzó lo que por naturaleza siempre les perteneció a ambos.

. . .

Esa mañana, sucedieron cuatro cosas importante.

La gran capital había amanecido con un golpe de estado interno que eliminó al emperador actual.

El general más importante hasta ahora, la Temible Muralla del Sur, había escapado de su juicio de muerte por alta traición gracias a sus fieles oficiales, huyendo en el acto y desapareciendo por completo.

El concubino Do KyungSoo fue declarado desaparecido al no hallar su cuerpo en medio del desastre en el Palacio Principal.

KyungSoo pudo reunirse finamente con su hermano mayor.

Tres años después, KyungSoo sonrió a su libertad, a su propia vida.

A su lado, su alfa, su esposo y compañero de vida lo abrazó cariñosamente y le besó dulcemente el pelo. Ambos se habían alejado de la capital y los recuerdos dolorosos que habitaban en ella, se desprendieron de su antigua vida de lujo, honor y del amor que solo podrían experimentar a escondidas, mudándose junto a su hermano en el campo, donde no había nada más que amaneceres hermosos y una plenitud absoluta junto al amor de su vida.

KyungSoo recordó la cicatriz que había quedado en su hombro y sonrió por ello. Esa línea pálida y alargada había sido su renacimiento, significó una nueva oportunidad.

JongIn bajó la mirada y sonrió al verlo. Alejado de la presión del Emperador, de las armaduras y la guerra, él parecía más joven, más libre y más feliz. KyungSoo sabía que él mismo brillaba como nunca lo había hecho con todas sus joyas y ropa costosa, y era precisamente por eso que ambos supieron que todo estaba bien.

JongIn acortó la distancia entre ambos y lo besó en los labios suavemente, y mientras KyungSoo sentía como su corazón, su alma y su cuerpo eran arropados con el sentimiento de protección profunda que JongIn irradiaba para él, le devolvió el beso con entrega y adoración.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top