Día 14

✨ Prompt: Bozal.
✨ Sinapis: JongIn pasa por un momento de descontrol debido a su trabajo. KyungSoo tiene que calmarlo.
✨ Extensión: 4016 palabras.

. . .

La madre de KyungSoo nunca se había sentido satisfecha con la elección que había hecho sobre quién sería su compañero de vida.

Ella tenía la clásica ilusión de que eligiera al bueno y exitoso Park MinSu, reconocido empresario con una línea hotelera exitosa, o a Jang ShiMin, director de un hospital famoso, o tal vez a Raúl Fleury, el chef consagrado extranjero que tenía unos diez restaurantes a su nombre por todo el mundo. No a Kim JongIn, el tatuador por el día y luchador callejero durante la noche.

Era un contraste impresionante, lo admitía, y quizás su madre era demasiado tradicional para enfrentar los numerosos tatuajes de JongIn, sus nudillos magullados y la expresión de mierda que siempre tenía en su cara.

Para su madre, él se había emparejado con un bandolero y había echado toda su vida por la borda. Para KyungSoo, JongIn era el amor de su vida, lo único que necesitaba y quería para ser feliz.

Esperaba que ella consiguiera ver lo que él veía en su alfa algún día, pero mientras eso ocurría, él debía mantenerse firme en su decisión y apoyar a JongIn en todo lo que podía. Demostrarle lo mucho que lo amaba y que, a pesar de todo, él siempre sería su primera opción. 

Hoy era uno de esos días donde tenía que extender todo su apoyo hacia su compañero, mostrarse positivo y orgulloso en todo momento. JongIn tendría una pelea esa noche y su contrincante era especialmente fuerte y famosillo en aquel mundo no tan legal.

KyungSoo se vistió a juego con el alfa, con cuero y negro. Su cabello sobre su frente lo hacía ver joven y vulnerable, pero el aroma fuerte y poderoso de su hombre sobre él y el repertorio de trucos que JongIn le había enseñado hacía que cualquiera se lo pensara dos veces antes de fastidiarlo.

Detuvieron el auto en el almacén donde se llevaría a cabo la pelea clandestina y JongIn se giró para verlo a los ojos. KyungSoo le sonrió y él le devolvió la sonrisa antes de inclinarse y besarlo largamente en la boca. KyungSoo tomó su labio inferior entre sus dientes y lo mordió juguetonamente, haciéndolo reír contra sus labios.

—¿Estás bien? ¿Cómo se encuentra tu alfa? —le preguntó cuando se separaron y JongIn le besó la frente antes de responder—.

—Estamos bien; él está excitado, ya sabes, la adrenalina le encanta.

—Es un idiota cavernícola.

—Sin embargo, así lo quieres.

—Hmm, lo amo.

JongIn le sonrió una vez más y KyungSoo no pudo evitar cortar la distancia nuevamente y besarlo con suavidad. Sintió la mano del alto en su nuca, acariciándole el pelo mientras su lengua seducía sus labios y lo dejaba jadeando en su lugar. Se alejaron con un suave y corto beso en la comisura de la boca y KyungSoo cerró los ojos, tomando su aroma en su nariz y permaneciendo por un momento más en su querido y agradable lugar seguro.

—Debes cuidarte, ¿me entiendes? Ir con cuidado.

—Lo haré, no te preocupes —aseguró con seriedad, ni una gota de dudas en su voz—. 

—Te amo.

JongIn rozó sus labios con los de KyungSoo brevemente.

—Y yo a ti.

Se separaron con reticencia, pero sabiendo que no podían retrasarse más a juzgar por los gritos de los fanáticos y espectadores. Aseguraron el coche y se dirigieron al cuadrilátero con las manos unidas con firmeza.

Ellos atrajeron algunas miradas cuando entraron. Era algo inevitable, JongIn tenía un aura pesada, masculina y ruda y KyungSoo era especialmente bonito tras su expresión altiva. Hubo algunos silbidos y exclamaciones de aquellos que los habían reconocido de peleas pasadas y cuando KyungSoo estuvo a salvo en la parte delantera de la multitud, con su carga pesando en su hombro, JongIn le dio una última sonrisa antes de entregarle la chaqueta y afirmar las cintas en sus nudillos.

—¿Nervioso?

KyungSoo negó suavemente, colgando su chaqueta en el hombro desocupado mientras lo miraba preparándose.

—No. Sé que te irá bien. Mi compañero es muy fuerte.

—Te agradezco la confianza.

KyungSoo rió por encima del ruido ensordecedor y la mirada de JongIn estuvo cargada de satisfacción y orgullo por hacer algo tan simple como arrancarle una risa. 

—¿Cómo no podría sentirla? Eres mi compañero.

El alfa se limitó a encogerse de hombros. Cuando estuvo listo, se miraron por algunos segundos y él se inclinó para robarle un beso frente a todos. KyungSoo sabía que era un movimiento de aviso que mantendría a cualquier idiota lejos y que mostraría su poderío sobre su cuerpo, así que él lo dejó, tan simple como eso, aceptó la lengua de su compañero en su boca y gimió cuando JongIn tiró de su labio inferior con sus dientes.

Al finalizar, JongIn le dio una de sus sonrisas ladeadas totalmente calientes y prohibidas al público y le lamió el cuello rápidamente.

—Vuelvo pronto, nene.

Absorto por los encantos de su pareja, KyungSoo asintió y recibió una sonora nalgada antes de que el alto se alejara de él y se adentrara en el ring.

Se suponía que las peleas callejeras estaban prohibidas, pero algunas organizaciones adineradas que disfrutaban de un buen espectáculo lleno de adrenalina y feromonas pagaban una buena cantidad de dinero para patrocinar todo aquello y mantener a la policía lejos de ahí. Eran ellos los encargados de mover gente importante para apostar sobre los jugadores y proporcionar dinero para mantener el ring en buenas condiciones, pagarle a un árbitro y mantener los expedientes de los combatientes libres de cualquier cargo de ser atrapados.

Eran beneficios que cualquiera con la afinidad para las luchas y el deseo de buen dinero rápido tomaría con los ojos cerrados, y JongIn lo había hecho hace diez años, cuando tenía quince, había sido echado de casa y tenía cuentas que pagar y comida que comprar para sobrevivir.

Ahora la realidad era otra. Tenía un trabajo que le dejaba un buen ingreso semanal y una posición económica aceptable, sin embargo, JongIn luchaba por el impulso de la costumbre y KyungSoo no había querido intervenir con sus gustos y decisiones como JongIn no lo había hecho cuando comenzó a practicar taekwondo hace no más de dos semanas. Era cuestión de respeto y saber hasta dónde podían tensar la cuerda del otro.

El contrincante de JongIn subió al ring cuando hubo acabado su hilo de pensamientos y él se obligó a poner toda su atención en ambos alfas.

JongIn era más delgado, nota de inmediato. El otro alfa era musculoso, cuadrado y tenía una expresión firme y violenta en su rostro. Había una gran horda de fanáticos aclamando su nombre y él parecía hinchado de orgullo por ello. Probablemente tendría un puño fuerte, decide al ver sus nudillos gigantes sobresaliendo de sus hoscas manos con cicatrices, pero JongIn era ágil, rápido y certero. Podrían estar a la par fácilmente.

—¡Todos! ¡¿Están listos para el espectáculo?! —exclamó el MC y el público estalló en júbilo— ¡Perfecto, porque nuestros participantes de esta noche ya han llegado! ¡De este lado tenemos a Kai, de setenta y cinco kilos, ciento ochenta y cuatro centímetros y con un excelente repertorio de victorias desde sus inicios en el mundo de las luchas! ¡Y, por otra parte, está Thunder, de noventa y siete kilos, ciento setenta y nueve centímetros y un historial limpio y generoso que recordar!

La multitud excitada ovacionó a ambos luchadores y KyungSoo soltó un grito entusiasmado con el puño en el aire, contagiado por los buenos ánimos de la noche. En el podio, alejados de la muchedumbre y con ojos atentos, se encontraban los hombres adinerados que estarían pendientes de todo y llenarían los bolsillos de JongIn cuando ganara la pelea. Porque él iba a ganar.

—¡Ahora que los hemos presentado, ¿recuerdan las reglas del juego?!

La respuesta del público fue inmediata: no golpes bajos, no clavar colmillos, no a los roces y toques en el cuello y, por encima de todas las cosas, no matar. Una vez refrescada la memoria de los combatientes sobre lo que no debía hacerse durante el enfrentamiento, el MC se retiró con complacencia y permitió que el árbitro tomara su lugar.

Les dijo un par de cosas a ambos alfas y luego de algunos asentimientos, la pelea dio inicio.

Como era de esperarse, motivado por su ego y arrogancia, Thunder se arrojó hacia JongIn e hizo el primer movimiento, que murió cuando su compañero esquivó con rapidez y contraatacó con una patada.

KyungSoo no se preocupó demasiado por este encuentro. Había visto luchar a JongIn lo suficiente como para saber que él podría ganarle, sin embargo, JongIn disfrutaba haciendo estrategias. Hoy había muchos peces gordos en el ring y JongIn quería ganar un buen dinero; al encontrarse normalmente en el anonimato, con peleas esporádicas y largos periodos de tiempo entre ellas, JongIn había disfrutado tener un bajo perfil, no obstante, su oponente era todo lo contrario; él era reconocido, tenía muchos seguidores y seguramente los patrocinadores tenían la confianza de que él ganaría.

Apostarían por Thunder, el macho con aparente fuerza inquebrantable, y JongIn aseguraría esto moviéndose un poco más lento y ganándose algunos golpes totalmente planeados. Entonces, cuando el dinero estuviera asegurado en sus bolsillos, él acabaría con la pelea limpiamente y se irían a casa con una nueva victoria, la cartera gorda y un tiempo de descanso aceptable antes de tener que ir a otro combate.

Como lo había esperado, JongIn perdió la primera ronda. La confianza de Thunder aumentó junto con su arrogancia y subestimación hacia su compañero y la gente hizo sus apuestas.

KyungSoo miró a su pareja y este le sonrió ligeramente, haciéndole saber que todo estaba bien. Sus hombros se hundieron un poco y su omega se retorció ante la visión de su alfa con la cara magullada, la nariz sangrando y la mejilla notablemente hinchada. Él se recuperaría rápido gracias a su naturaleza, pero eso no hacía que le doliera menos ni que dejara de preocuparse.

Del bolso en su hombro extrajo una botella de agua y un pañuelo, y cuando el árbitro les permitió irse a sus esquinas, KyungSoo se acercó y le pasó la botella a JongIn mientras él le limpiaba el rostro cuidadosa y cariñosamente.

—¿Todo bien? ¿Cómo lo llevas hasta ahora? —le preguntó el alto y KyungSoo sonrió suavemente, sin dejar de limpiarlo—.

—Debería ser yo quien pregunte eso, pero para complacerte te diré que estoy tranquilo por el momento.

—Eso me basta. No te preocupes demasiado, es un combate fácil. Terminaré todo en esta ronda y luego nos iremos a casa y haremos el amor en la sala de estar.

KyungSoo rió, pero no negó su deseo de tener sexo. Ciertamente, cuando no le preocupaban sus heridas, le ponía caliente ver a JongIn sudado y haciendo uso de sus puños, músculos y agilidad admirable. La mierda de los instintos y la naturaleza los golpea sin importar la época o que tan avanzada sea una civilización. Que JongIn tenga un olor delicioso y un apetito sexual activo -y que supiera exactamente cómo debía tomarlo para hacerlo enloquecer-, solo lo profundizaba todo.

—Mañana nos visitará mi hermano, no podré correrme ahí.

—Entonces será mejor que despliegues tus mejores habilidades, amor.

KyungSoo rápidamente se entusiasmó con la promesa de una cogida fenomenal y JongIn le sonrió y se inclinó para un beso cuando fue llamado a reunirse en el centro del cuadrilátero una vez más.

La pelea dio inicio y con ella, JongIn desplegó su actuación por un tiempo más, solo lo suficiente para mantener el orgullo y ego de Thunder alto. Siendo derribado, el alfa más bajo se regodeó de sí mismo y alzó los brazos para ser alabado, incluso tuvo la suficiente confianza como para acercarse a KyungSoo, dándole la espalda a JongIn (¿qué tan idiota puede ser un luchador como para ignorar a tu contrincante?) y hablándole con un tono nada más que sucio y sugerente mientras KyungSoo le fruncía el ceño con disgusto.

—Vamos, cariño, ¿cómo puedes estar con un tipo como este? Es verdaderamente patético. Si vienes conmigo, podrás disfrutar de algo increíble y saber lo que es un verdadero alfa.

KyungSoo bufó sonoramente, se cruzó de brazos y sonrió de medio lado, burlón y orgulloso mientras las personas a su alrededor miraban la escena que se desarrollaba entre ellos, ansiosos por saber la decisión que tomaría el omega.

—¿Quién es el patético? No puedo relacionar la palabra con alguien que no seas tú. Eres realmente lamentable.

Esto no pareció gustarle, porque en seguida su ceño se frunció y sus colmillos relucieron con incitación. KyungSoo creía que tal vez estaba actuando impulsado por la adrenalina de la pelea, el éxtasis por creerse vencedor y sus deseos de vencer a otro macho en todo sentido, incluso quitándole a su chico.

—Lamentable quedará tu precioso culo luego de correrme en él mientras muerdo tu cuello, cari-

Él no pudo terminar de hablar, nunca habría tenido una oportunidad para hacerlo. Porque JongIn se había levantado y gruñido con advertencia, la violencia y hostilidad extendiéndose por todo su cuerpo, y se había arrojado a él con la fuerza de un completo vendaval.

La multitud gritó con entusiasmo, exclamaron su nombre de luchador y el frenesí fue total mientras JongIn se encargaba de golpear y arruinar al otro alfa. KyungSoo, por su parte, se encontraba ansioso y altamente preocupado.

JongIn no dejaba de golpear ni de gruñir, sus gruñidos eran audibles, su rugido mortal, y cuando el tipo hubo conseguido la inconsciencia en medio de una paliza brutal, siendo aclamado como vencedor mientras los ojos de JongIn titilaron de cafés a dorados, supo que tenía que intervenir si no quería arruinarlo.

Él aprovechó que la gente estaba frenética por el giro de los acontecimientos y las apuestas reunidas para colarse en el cuadrilátero, extraer el bozal del interior del bolso en su hombro y colocarlo alrededor de la boca de JongIn, atándolo de forma segura en su nuca mientras se quedaba al alcance de su vista.

KyungSoo realmente odiaba ponerle esa mierda, pero era necesario y lo mejor que podían usar para la seguridad de JongIn y de las demás personas.

Normalmente los alfas suelen emocionarse demasiado cuando luchan y las cosas terminan saliéndose de control, ya sea por una provocación que haya sobrepasado los límites de lo aceptable (como la que había ocurrido hace un momento), como por el enfrentamiento en sí, las feromonas, el deseo de dominar sobre otro macho poderoso y aumentar el ego y el orgullo del alfa; era por esto que las peleas callejeras estaban prohibidas y, a la vez, eran tan atractivas.

El caos, la adrenalina, los instintos a flor de piel, era algo increíble de ver, pero también a lo que se debía ser precavido.

Justo como lo era KyungSoo llevando el bozal de JongIn por si las cosas se le salían de las manos. Normalmente no era necesario porque su compañero tenía un gran control sobre su alfa, pero esta vez KyungSoo había sido implicado y él no dejaría pasar algo así.

KyungSoo tuvo que cobrar el dinero rápidamente por JongIn, firmar los registros y llevárselo de ahí cuanto antes. Su alfa no se calmaría si seguía rodeado de tanta gente y desorden por todas partes, así que tenía que sacarlo para poder arrancarle el bozal lo más pronto posible.

Lo subió al auto y subió las ventanas, de esta manera, su olor quedaría atrapado en el reducido espacio y esto serviría para aplacar lentamente su humor. Eran pequeñas cosas que KyungSoo había aprendido con los años y que, afortunadamente, daban resultado.

El camino fue silencioso y sirvió para que JongIn se tranquilizara. En un semáforo en rojo, KyungSoo se quitó su chaqueta apestosa a él y se la pasó a su compañero, que la dejó contra su pecho y extendió una de sus manos para encerrar la de KyungSoo sobre la palanca de cambios durante el camino restante.

Al llegar a su departamento, ya era entrada la madrugada. KyungSoo saludó brevemente al joven guardia del estacionamiento y este le permitió la entrada. Aparcó en su lugar y luego de echarle una mirada a JongIn para comprobar su estado, le dio un apretón en su mano y ambos bajaron del vehículo silenciosamente para dirigirse al ascensor.

Afortunadamente no había nadie a esa hora que hiciera preguntas complicadas sobre por qué JongIn tenía un bozal, así que fue una preocupación menor para el más bajo.

Al llegar a su departamento, las pupilas de JongIn finalmente habían vuelto a su color natural y las oleadas de hostilidad e ira se habían disipado casi por completo. Que haya dejado de gruñir lo hacía todo un poco mejor.

KyungSoo cerró la puerta, y como JongIn no se había movido de su lugar para esperar por él, se acercó a su alfa y retiró lentamente el bozal. Entonces, ni siquiera un segundo después, fue tomado por el trasero, impactado contra el cuerpo del alto y besado tan profundamente que sintió que podría morir en ese momento.

JongIn lo devoró con pasión, con tensión, con posesión; se prendó de sus labios, los mordisqueó y se molió contra su pene sin molestarse en desnudarlos primero. KyungSoo gimió, abrazándose a su cintura mientras era manejado por sus manos, mientras la boca caliente y húmeda de su hombre se deslizaba por su cuello, mordiendo su piel, dejando marcas visibles en la superficie pálida y lamiendo una y otra vez su mordida de emparejamiento.

Él lo necesitaba: reafirmar su poder e importancia sobre KyungSoo. Demostrar que él era su alfa, solo él y nadie más y, demonios, a KyungSoo no podía importarle, no mientras podía disfrutar tanto de ello.

KyungSoo escuchó un gruñido en su oído y, demonios, eso fue lo más caliente que había escuchado hasta ahora. Toda su piel se erizó y su cuerpo se movió por voluntad propia contra el cuerpo de JongIn, sollozando lastimeramente a causa de las implacables y duras sensaciones que sentía por todas partes.

—JongIn... JongIn... Joder, jagi.

—Mi omega —susurró JongIn contra su cuello como una demanda, como una afirmación de los hechos. KyungSoo asintió, sintiendo como el aliento le era arrebatado cuando JongIn metió su mano en los pantalones de KyungSoo y recorrió la línea entre sus nalgas con sus dedos. Él presionó la punta de su índice sobre su entrada y aseguró con firmeza:—. Esto es mío —luego mordió un poco más fuerte su cuello y posteriormente lamió la piel magullada—. Esto también es mío —finalmente lo miró a los ojos y lo besó nuevamente, demandante, fuerte y poderoso. Al alejarse, le lamió la boca y gruñó contra sus labios magullados:—. Eres mío, KyungSoo.

KyungSoo sintió sus mejillas sonrojarse, su cuerpo hirviendo imposiblemente rápido y sus entrañas apretarse. Su mirada vidriosa estaba reflejada en los ojos de JongIn y verse en ellos así, desarmado y enloquecido con tan poco, lo había llevado al límite de la locura.

Él terminó susurrando con voz temblorosa, con el instinto a flor de piel y el aroma de JongIn penetrando su nariz, hundiéndose en su dermis y permaneciendo allí para siempre.

—Sí, soy tuyo, soy todo tuyo, JongIn.

JongIn gruñó su satisfacción y con el hundimiento repentino de dos de sus dedos en su canal lubricado, KyungSoo se corrió en sus pantalones.

. . .

Descansando sobre el sofá, desnudos y con KyungSoo apoyado en el pecho fuerte y lleno de cicatrices de su alfa, ambos se recuperaban de lo que sería uno de los encuentros sexuales más intensos que habían tenido desde que se habían apareado por primera vez.

KyungSoo deslizaba su índice por encima del pectoral del alfa y JongIn le besaba la frente y le acariciaba la espalda y el trasero suavemente. Entonces sus ojos se enfocaron en la sala arruinada y una pequeña sonrisa llenó sus labios hinchados.

—Parece que tendré que decirle a mi hermano que venga a vernos en otro momento. Hemos sido tan desastrosos esta vez.

JongIn se rió ligeramente al escucharlo y hundió su nariz en su cabello húmedo.

—Era inevitable. Esta vez mi alfa me ha tomado con mucha fuerza.

KyungSoo golpeó suavemente su pecho.

—¿De qué hablas? He sido yo el que ha sido tomado con fuerza por su alfa, así que silencio. Mi pobre culo duele.

—¿Es así? ¿Deberé atenderlo?

KyungSoo subió la mano que comenzaba a escarbar su entrada y la dejó en una zona segura sobre su cintura, incluso al escuchar las risas bajas y graves de JongIn a raíz de su movimiento esquivo.

—Olvídalo, harás que duela más. ¿Cómo te sientes de tus heridas ahora que el calor del momento ha pasado?

JongIn aceptó fácilmente el cambio de tema y decidió que debía abrazarlo y adherirse a él como una lapa lo mejor que podía. KyungSoo simplemente lo dejó porque estaba lo suficientemente cómodo sobre su pecho como para pedirle moverse.

—No duelen mucho. El imbécil solo tenía fuerte su apariencia y su arrogancia, incluso Loey tiene más potencial. Sanará en una hora más. ¿Tú estás bien? Lo que dijo no fue precisamente agradable —murmuró esto con cuidado, casi gruñendo contra su cuello y KyungSoo le besó la garganta para tranquilizarlo—.

—Lo estoy, realmente no me importó. Solo estaba preocupado por ti.

—No debes hacerlo, te dije que estaría bien.

—Podrías haberlo matado —dijo con cautela y JongIn se detuvo, se movió de su lugar cómodo y lo miró a los ojos con seriedad—.

—Aunque me jodiera profundamente y tuviera deseos de arrancarle la yugular por haber dicho eso de ti, no lo habría hecho. No quiero dañar mi vida y arrastrarte conmigo en un problema mayor. Te habría hecho infeliz y es algo que jamás podría perdonarme —JongIn le acarició el óvalo de la cara cuidadosamente y una pequeña sonrisa se formó en sus labios—. Confiaba que me podrías el bozal. Siempre confío en ti, KyungSoo.

KyungSoo también sonrió al escuchar esto y sintió como su corazón se llenaba de cariño, gratitud y felicidad. La confianza siempre sería lo más valioso en una pareja, si no existía, el desastre en la relación era inminente.

Como parte de una raza llena de instintos primitivos, tener esto era complicado, pero al escuchar a JongIn hablando sobre lo mucho que confiaba en él, incluso en sus momentos más críticos, lo había hecho sentir en las nubes. Porque él también dejaría su vida en sus manos y sabría que siempre estaría bien.

KyungSoo se hizo hacia adelante y lo besó. Lejos de los besos anteriores, desesperados y frenéticos, este fue especialmente dulce y tierno, como los primeros, los que se daban con timidez, tanteando el terreno y explorando al contrario.

Sus labios se movieron parsimoniosamente sobre los de JongIn, con cariño, escuchando el susurro de la humedad a causa del movimiento en sus oídos, como la boca de su compañero lo envolvía y hacía sentir querido, profundamente amado. Se alejaron con un chasquido adorable y JongIn se acercó para besar los bordes de su boca, su labio superior, luego el inferior, la punta de su nariz y su mejilla.

—Te amo... Te quiero... Te adoro —murmuró entre besos y KyungSoo sonrió ampliamente—. Eres lo mejor que me ha pasado.

Al escuchar lo último, KyungSoo abrió los ojos y lo miró con radiante felicidad.

—También has sido lo mejor que me ha pasado, JongIn, y te amo con todo mi corazón.

JongIn sonrió también y un ronroneo bajo y grave se escuchó de su garganta mientras la sensación de plenitud corría en su cuerpo y se asentaba permanentemente en él.

KyungSoo volvió a abrazarlo y a acomodarse sobre su pecho tatuado, cerró los ojos y suspiró.

Él podría haber elegido a Park MinSu, Jang ShiMin o a Raúl Fleury, todos hombres honorables, correctos y poderosos, pero Kim JongIn, el chico tatuado, con su mirada de mierda que trabajaba en una tienda de tatuajes por la mañana y durante la noche era un luchador clandestino, era el único hombre que quería con él. Era el único hombre que amaría por toda su vida.

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