Día 12

✨ Prompt: supresor.
✨ Sinapsis: Solo KyungSoo dándole clases de sexualidad y protección a su compañero.
✨ Extensión: 2889 palabras.

. . .

Si había algo que le gustaba a KyungSoo de su alfa, aparte de su buena actitud, su belleza y lo bien que le hacía el amor, era la buena disposición que él tenía ante cualquier nueva experiencia.

JongIn había crecido en una familia repleta de alfas, donde los únicos omegas eran sus cuñados y un par de primos lejanos con los que no convivía demasiado, por ello todo era un misterio para él cuando se trataba del mundo omega. Sus padres eran alfas, uno dominante y otro sumiso, así que ninguno podría darle la charla del apareamiento y esas cosas.

Su familia tenía preferencias por los betas debido a que todo era mucho más fácil, no habían celos, no habían instintos fuertes ni demasiados líos con las hormonas. En su familia no habían muchos miembros emparejados con omegas, así que el tema de un compañero de esa naturaleza aún era un poco tabú y extraño.

Ninguno esperó que el pequeño JongIn consiguiera uno y se embarcara en el mundo de los instintos y deseos más bajos de su naturaleza.

Aunque fue un poco extraño al inicio, pronto KyungSoo fue bien recibido y sumado a la familia. Él tenía carácter y a los padres y hermanas de JongIn les gustó esto. Cree que hubiera sido difícil convivir juntos si KyungSoo fuera el omega tradicional silencioso, sin opiniones y apegado a su alfa todo el día. Él no lo era, gracias a los dioses, y pronto se ganó una segunda familia.

Él sabía que mantener una relación con JongIn sería un poco difícil debido a su inexperiencia y falta de conocimientos con respecto a su raza, por esto, ambos prometieron poner de su parte y tratar de aprender uno del otro. Así, pues, JongIn había escuchado y presenciado todo lo que KyungSoo tenía para decirle, hacía preguntas que tal vez serían tontas para cualquiera debido a su obviedad, pero de las que quería una respuesta para ser un mejor compañero para KyungSoo. Él realmente era genial, positivo y siempre estaba dispuesto a escuchar y aprender.

Ya había sido educado e instruido sobre un celo, sus síntomas, cómo atenderlo, cómo cuidarlo y qué hacer cuando este llegaba repentinamente. KyungSoo le había mostrado y explicado sobre las opciones que podía usar en su ciclo, como los bozales, el collar, el bloqueador de aroma y las mordidas.

Ahora era el turno de los supresores.

KyungSoo se dio cuenta esa mañana de que se había terminado su reserva y, temiendo que llegara su celo y él no tuviera algunos a la mano, decidió que iría a la farmacia cuanto antes y llevaría a JongIn con él para una nueva y aventurera clase de educación sexual.

Como era de esperarse, JongIn estuvo de acuerdo de inmediato. Se puso sus tenis, tomó las llaves del departamento y extendió su mano para que KyungSoo la tomara y salieran juntos de su hogar.

—¿Debería abrir las notas en mi teléfono para anotarlo todo, profesor Do?

—Si crees que así lo recordarás, entonces sí.

JongIn sonrió y se inclinó para un beso que KyungSoo no negó.

La farmacia más cercana estaba a unas cuadras del departamento. Era una suerte porque, Dios, siempre era bueno tener una farmacia cerca en casos de emergencia. Dejaron el auto perfectamente aparcado en el estacionamiento del edificio departamental y caminaron la distancia necesaria mientras charlaban con tranquilidad.

Una vez dentro del establecimiento, KyungSoo lo guió de inmediato hacia la sección de Protección y Seguridad Sexual y se detuvo frente al estante repleto de cajas, frascos y cosas extrañas para los ojos atentos y entusiasmados de JongIn (KyungSoo pensó por un momento que podría comprarle una paleta, porque él parecía un niño con esa sonrisa gigante y la mirada curiosa).

KyungSoo se paró delante de su compañero y, contagiado por su entusiasmo, él también sonrió.

—De acuerdo, estamos aquí. Como puedes ver, los supresores se encuentran en esta área en específico de toda farmacia. Hay un pasillo únicamente para encontrar medicamentos de precaución, así que no tendrás que buscarlos en otra parte. En definitiva, es imposible que te pierdas o no los encuentres. 

JongIn asintió con firmeza.

—Vale. En el pasillo de protección, no en otro sitio. Lo tengo.

—Ahora, ¿puedes decirme qué sabes sobre los supresores exactamente?

Esta vez, JongIn se tomó un poco más de tiempo antes de responder. Él frunció un poco el ceño y cuando habló, lo hizo con cierta inseguridad, pero deseando que fuera la respuesta correcta.

—¿Son como... Anticonceptivos?

KyungSoo negó con una sonrisa y los hombros de JongIn se hundieron mientras hacía una mueca.

—Nop, los anticonceptivos son completamente diferentes, pero no te preocupes, la mayoría de los alfas también los confunden —esto pareció hacerlo sentir un poco mejor, sin embargo, la mueca en sus labios no se fue durante un buen tiempo—. Los supresores son los encargados de inhibir el celo por un tiempo, ellos ayudarán a controlar un ciclo o, cuando el omega es demasiado joven y no puede mantener sus instintos bajo control en una sala llena, pospondrán el celo hasta el próximo mes.

—¿Eso no es peligroso? Posponer un celo, quiero decir.

KyungSoo asintió.

—Lo es si lo haces muy seguido. No puedes eliminar tu celo o no dejar que este llegue, estarás luchando contra tu naturaleza y eso tendrá consecuencias inevitablemente; por eso solo puede hacerse uso de esta opción en momentos importantes o extremadamente necesarios y con la dosis adecuada.

KyungSoo tomó dos cajitas de pastillas y un frasco, se acercó a JongIn y los expuso para él.

—Como puedes ver, hay diferentes tipos y presentaciones. Están estos que son píldoras y estos otros que son parecidos a los jarabes. Su intensidad y efecto también varía dependiendo del omega. Cuando el omega es joven y no puede controlarse, suele tomar dosis más fuerte mientras su cuerpo se acostumbra y consiga un control total de este, así pues, mientras se hace mayor, la dosis va disminuyendo hasta que finalmente deja de tomarse cuando el celo deja de llegar debido a la vejez.

JongIn estaba haciendo notas mentales en un inicio, pero a mitad de su conversación, él de verdad sacó su teléfono y se fue directamente a las notas para copiar lo que había dicho y no perderse de nada.

KyungSoo sonrió afectuosamente, permitiéndole escribir lo que había dicho hasta ahora, y pensó que de verdad iba a comprarle una paleta por ser un buen chico.

—De acuerdo, lo tengo. Supongo que tiene efectos secundarios.

—Como todo medicamento. Estos pueden variar, pueden presentarse dolores de cabeza, dolores musculares, pesadez, sueño y agotamiento. En los casos más extremos, vómitos durante un par de días.

—¿Tú sufres alguno de ellos? —preguntó con inquietud, con sus pequeños ojos brillando con preocupación repentina y, joder, su corazón dio un salto muy fuerte en su pecho. KyungSoo se puso de puntillas y le besó la mejilla—.

—No, no sufro de ellos. Soy fuerte.

—Hmm, lo eres.

Esta vez se besaron en los labios, un contacto corto y dulce que colgó una sonrisa en ambos y trajo un poco de tranquilidad. KyungSoo volvió a colocar los supresores en el estante y JongIn se acercó para ver todo más de cerca. El alfa tomó un spray un poco alejado de las cajas y se lo mostró a KyungSoo.

—¿Y esto para qué sirve?

KyungSoo le echó un vistazo y respondió con calma.

—Eso es un inhibidor. Ayuda a camuflar el olor del omega durante el celo por algunos minutos. Los más fuertes actuarán por horas enteras.

—Como una loción. ¿También necesitas estos?

—No, aún tengo un par en casa que me regaló mi madre.

—De acuerdo —JongIn colocó el inhibidor en su lugar y anotó qué era y para qué servía en su teléfono—.

Mientras él tecleaba con rapidez, KyungSoo comenzó a buscar los supresores que necesitaría para sí mismo. Los encontró en la parte superior del estante y, lamentablemente, él no alcanzaba hasta allí.

Tironeó de la camisa de JongIn y él se giró de inmediato para verlo.

—¿Qué ocurre?

—¿Puedes pasarme ese frasco de píldoras naranjas de allá, por favor?

—¿Estos?

—Sí, justo esos.

JongIn los tomó fácilmente, exponiendo así su genial y útil altura, y le pasó lo que había pedido. KyungSoo sonrió al tenerlo en sus manos y dejó que JongIn lo mirara con atención.

—De acuerdo, este es el supresor que yo utilizo. Tiene la dosis que puedo ingerir sin correr riesgos, me lo ha recetado el doctor desde mi primer chequeo y las píldoras tienen una carita feliz. Tienes que verlos bien porque su presentación se parece al de la competencia y con ese me va un poco mal; los probé una vez por error y estuve vomitando durante una semana entera.

Al tener este último dato, JongIn no tardó en tomar el frasco una vez más y tomar una foto. De esta manera sabría exactamente cuál era y no tendría errores en una futura y posible compra de emergencia.

Entonces, cuando iba a preguntarle algo al respecto, una chica omega se acercó a ellos con una pequeña sonrisa avergonzada y ambos la miraron inmediatamente y con curiosidad. Ella estaba emparejada, había un mordisco gigante a un costado de su cuello y no hacía nada por cubrirlo, orgullosa de su marca; también tenía su celular en la mano, que mostró tímidamente.

—¿Disculpen? Lamento si los interrumpo y causo molestias, pero me preguntaba si podría tomarles una foto. Es para mostrársela a mi alfa; él siempre dice que es una tontería y que le avergüenza venir a acompañarme a comprar supresores, toallas y anticonceptivos y, bueno, tú eres un alfa y no pareces nada incómodo...

Ambos cruzaron una mirada. Luego de un momento, asintieron al mismo tiempo y KyungSoo le sonrió a la chica.

—Claro, no hay problema. JongIn, muestra tus notas para que salga en la foto, tal vez así su compañero se anime a venir luego de ver a un alfa tan diligente.

—¿Estás usando nuestro sentido competitivo y orgullo a tu favor? —preguntó con diversión, pero de igual forma mostró su celular a la cámara y la niña sonrió ampliamente y se alejó un poco para poder tener una buena toma de ambos—.

—Por supuesto que sí.

KyungSoo enganchó su brazo alrededor de la cintura del menor y JongIn le rodeó los hombros, ambos sonrieron a la cámara y esta les avisó que estaba listo cuando sonó un 'clic'.

La omega hizo una reverencia y guardó rápidamente su teléfono, no sin cierta satisfacción y felicidad.

—Se los agradezco mucho. Tengan un buen día y buena suerte en tu búsqueda.

—Igual, ¡espero que eso haya ayudado!

—Disculpen, ¿yo también puedo tomarles una foto?

. . .

KyungSoo no pensó que un grupo de omegas se acercaría con la misma pregunta y los tuvieran de modelos por minutos enteros. JongIn parecía igualmente impresionado, y cuando ellos se fueron y quedaron solos nuevamente, su alfa se abrazó a él y hundió su nariz en su cuello para tener un poco de su aroma y dejar atrás el estrés que la situación le había provocado.

KyungSoo no puede imaginarse lo mal que lo deben pasar los artistas con sus fanáticos locos y la prensa siguiéndolos a todas partes.

Le dio algunas palmaditas en la espalda a su pareja y besó numerosas veces su coronilla, deleitándose con el rico y fuerte olor de su pelo y sintiéndose reconfortado con su calor corporal.

—Oye, grandote, ¿estás bien?

—Sí, solo estoy algo aturdido. Déjame aquí un momento más.

—Vale.

Así que KyungSoo lo dejó recostarse casi por completo sobre él y se dedicó a acariciarle la espalda y el cabello, a besar su frente y sien y dejar que su aroma saliera de forma constante y lenta para que fuera absorbido por JongIn de una forma agradable y tranquilizadora.

Unos minutos más tarde, y sintiendo su cuerpo menos tenso que en el inicio, JongIn se incorporó y le dio un beso en la esquina de los labios. Sonrió un poco y KyungSoo le rascó la barbilla cariñosamente.

—¿Mejor?

—Sí, mejor.

—¿Sorprendido por todo esto?

JongIn asintió sin dudarlo.

—Es increíble que tantos alfas se nieguen a acompañar a sus compañeros en algo tan importante como esto. ¿Normalmente son así? ¿Cómo puede avergonzarles e incomodarles algo que debería ser natural?

KyungSoo se encogió de hombros y miró de nuevo los estantes, como si allí estuvieran todas las respuestas a sus preguntas.

—¿Honestamente? No tengo idea. No les avergüenza restregarse contra su omega en público ni gruñir a diestra y siniestra o escupir comentarios asquerosos a los demás, pero sí venir a una farmacia y comprar supresores, anticonceptivos, toallas y tampones. Son realmente extraños.

—Lo son, no puedo entender.

KyungSoo rió, porque JongIn hablaba de los alfas como si él no fuera uno de ellos. KyungSoo le tiró la mejilla con suavidad y le dio un beso cariñoso en el pecho.

—Es porque tú creciste en una familia bastante genial y con mente más abierta que las familias comunes. Y gracias a Dios que es así, porque de ser igual que todos aquellos patanes te habría golpeado.

—No te culpo, yo también me habría golpeado. Aún recuerdo la vez que te pregunté si no podías aguantar tu celo y dejarlo para después porque estaba ocupado en ese momento para ayudarte... Quiero patear al JongIn del pasado y decirle que no sea un idiota.

KyungSoo rió y lo abrazó con fuerza, teniendo cuidado para no romper el frasco que aún tenía en su mano. JongIn también lo envolvió entre sus brazos y le sonrió dulcemente, como un tonto enamorado y, rayos, tal vez él se veía un poco igual.

—De hecho, eso fue justo lo que hice.

—Hum-jun. Das patadas realmente dolorosas.

—Son los beneficios de practicar artes marciales. ¿Crees que tienes alguna duda más que tenga que resolver?

JongIn lo pensó por un momento antes de sonreír profundamente e inclinarse para tocar sus narices juntas, dulce y cálidamente.

—Síp. ¿Hay algún medicamento para proteger el corazón? Porque realmente está tambaleándose en mi pecho por ti.

KyungSoo lo golpeó en el pecho y sus mejillas enrojecieron de inmediato, pero a pesar de la vergüenza y de las miradas ilusionadas de aquellos que pasaron a su lado, él todavía sonrió y negó, siguiéndole el juego.

—No lo hay para algo así. Pero creo que puedo recetarte algunas muestras de afecto y tu corazón mejorará.

—Lo escribiré en mis notas en caso de que lo olvides —susurró mientras se acercaba a sus labios y KyungSoo amplió un poco más su sonrisa, tomando su aliento mentolado y su olor en su nariz para llenarlo de frescura y de la inigualable sensación de estar en casa, protegido y siempre comprendido—.

—Hazlo.

Y JongIn lo besó. Claro que lo hizo.

. . .

Bonus

—¡KyungSoo! ¡Soo! Ya he vuelto, ¿estás bien, te encuentras bien, pequeño? Joder, estás muy rojo, ¿quieres una limonada? Ah, maldición, hueles tan bien, quiero...

—¡JongIn! ¡Supresor! —exclamó de inmediato, cortando lo que sería un obvio comentario obsceno y JongIn parpadeó, saliendo de su mente espesa por el increíblemente fuerte aroma a excitación y pasándole de inmediato el frasco que le había pedido—.

—Sí, tienes razón, lo siento mucho. Aquí tienes, ¿es el correcto? Por favor, dime que lo hice bien. La cajera me miraba demasiado y no paraba de hacerme preguntas cuando solo quería venir aquí para ayudarte. Noona también estuvo sobre mi cuello todo el tiempo y no dejaba de hablar... ¿No me confundí, verdad? ¿Es ese?

KyungSoo apreciaba su preocupación, pero en ese momento solo quería que hiciera silencio y lo dejara abrir la maldita cosa.

Estaban en una reunión con la familia de JongIn cuando su celo estalló de repente. En una casa llena de alfas, de alfas, joder. KyungSoo tuvo que encerrarse en la antigua habitación de JongIn y fue custodiado de cerca por los padres de su compañero. Él había dejado su supresor en casa porque aún no era tiempo de que su celo llegara, pero entonces JongIn había estado tocándolo debajo de la mesa y la adrenalina y el deseo hicieron que todo estallara repentinamente.

Él no podría salir de casa porque podría correr peligro, así que la responsabilidad de comprar un supresor de emergencia había caído sobre los hombros de su compañero. JongIn tomó esta situación como un reto personal.

Ahora se sentía extremadamente ansioso mientras miraba como KyungSoo sacaba el frasco de la bolsa y lo miraba brevemente, lo abrió y sacó una pastilla. JongIn sintió que el alma le volvía al cuerpo al ver que estas tenían una carita feliz en uno de los extremos.

Eran esas. JongIn había hecho un buen trabajo.

KyungSoo tomó la píldora sin necesidad de un vaso de agua y luego esperó por un par de minutos a que esta hiciera efecto. Cuando se encontró más tranquilo y su rostro volvió a su color natural, miró a su alfa a los ojos y sonrió suavemente.

—Lo hiciste bien. Bien hecho, grandote.

JongIn solo pudo abrazarlo con fuerza y sonreír ampliamente mientras sentía como el orgullo lo recorría entero.

Si podía obtener esas palabras y esa sonrisa de KyungSoo para siempre, entonces él seguiría haciendo uso de sus notas en el celular y asistiendo a sus clases personalizadas de educación sexual.

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