Día 1
✨ Prompt: voz.
✨ Sinapsis: Solo JongIn entrando en un supermercado y encontrando una maravillosa sorpresa inesperada.
✨ Extensión: 1560 palabras.
JongIn no esperaba conseguir nada en especial ese día por la tarde.
Había salido temprano de la universidad por la falta del licenciado de la última materia del día y no se sintió con ánimos de seguir a ChanYeol y SeHun para jugar videojuegos en la casa del primero. Su alfa, además, se sintió quisquilloso durante toda la jornada estudiantil y no le apetecía nada más que llegar a casa, recalentar las sobras que esperaban por él en la nevera, beber una cerveza y luego echarse a dormir.
Era un alfa extremadamente perezoso, básico y rutinario, ¿por qué canjear unas cuantas horas más de sueño por hiperactividad, gritos, la peligrosa competitividad de ChanYeol y testosterona excesiva? No, gracias, no era necesario. Al menos no ese día.
Con veinticuatro años de edad y un departamento de soltero solo para él, JongIn pertenecía al club de los alfas-inadaptados-extremadamenteguapos-talentosos-y-sin-compañeros de la facultad de artes, fundado por Park ChanYeol y seguido por Oh SeHun y él mismo como sus malditos fieles idiotas.
A su edad era verdaderamente extraño no estar emparejado, pero JongIn no lo pensaba de esa manera; siendo un alfa de dominancia oculta (por no decir silenciosa, al acecho y sin atreverse a salir) y ágil en el ámbito escolar y su propia carrera (demasiado delicada e inusual para un alfa y mayormente elegida por omegas y betas) era difícil encontrar algún pretendiente que quisiera pasar el resto de su vida a su lado.
Los omegas instintivamente elegían al alfa más fuerte que pudieran encontrar.
Aquellos que exponían sus músculos al mundo, hacían alarde de sus largos colmillos y desprendían poder eran los más cotizados por cualquier beta y omega soltero (si tenían el pelo largo, vestían de motero y tenían una Harley, cariño, ese es el plus que necesitabas para ser popular). Siempre y cuando un alfa tuviera una buena posición económica y contara con la fuerza suficiente como para cuidar a su manada, era el indicado y un buen partido para cualquiera.
JongIn, por su parte, solo gozaba de una buena herencia otorgada por su padre fallecido, un buen rostro y extremidades ágiles. No era demasiado sociable y tampoco era celoso, prepotente ni marcaba su territorio haciendo competencia de meadas con otros alfas. Sabía que resultaba atractivo por su personalidad retraída y sus buenas facciones, pero por esas cosas tan simples no valía la pena el esfuerzo.
No llenaba el estándar ni era el típico chico "gruñidos", "oh, escucha mi voz de alfa, bebé grrr", "¿estás mojada? Te haré venir en tres segundos", "mira todo este jugo saliendo de tu trasero, nene, y es todo mío", de mirada penetrante y carácter de mierda que todos buscaban. Y como sus mejores amigos eran una mierda similar, podían sentirse cómodos yendo en el mismo barco de los solteros guapos pero que nadie deseaba tener.
¿Quién decía que los alfas no tenían sus propios problemas para emparejarse y sufrían a causa de los estereotipos fuertemente marcados en una sociedad por demás tradicionalista y sin ánimos del cambio?
JongIn podría incluir este tema en su tesis sobre la conducta social y las distinciones jerárquicas del mundo.
De igual forma, piensa, no quisiera atar mi cuello a una persona que no es mi destinado. ¿Cómo podría? Sería tan extraño e impersonal.
Pensando que tal vez debería comprar fideos instantáneos para sobrevivir al menos cuatro días, porque no le gustaba la idea de derrochar el dinero pidiendo comida todos los días, se adentró en el supermercado más cercano.
Pronto serían las seis de la tarde, así que podía llegar a tiempo para ver su programa favorito durante la cena, acomodar un poco la cocina (que era un desastre de trastos mañaneros) y darle de comer a Nemo, su pez.
Subió el cierre de su chaqueta y metió sus manos en los bolsillos de la misma.
También podría usar el calor de los fideos para tratar de mejorar ese resfriado que lo había golpeado hace dos días luego de una lucha de agua con sus mejores amigos, así que, definitivamente, compraría algunos junto con un poco de carne.
Totalmente decidido, se encaminó hacia el pasillo conocido y se detuvo ante el estante, frunciendo un poco el ceño mientras tanto. Su alfa se retorció incómodamente en su interior, chillando y rasguñando y JongIn tuvo problemas para determinar qué rayos ocurría con él mientras leía las etiquetas con los precios de los instantáneos.
Había estado mañoso todo el día, caminando de un lado a otro y haciéndole sentirse perdido y sin saber qué hacer. Siempre ha tenido una buena sincronización con el animal, por lo que se sentía aún más extrañado por su dosis de locura inesperada.
¿Quería correr, acaso? ¿Quería liberarse?
JongIn llevó su mano al centro de su pecho y presionó el lugar con un poco de fuerza, tratando de comunicarse con sus instintos y deseos más ocultos.
Lo único que obtuvo fue un bufido y un zarpazo desagradable en respuesta.
Maldito loco; aunque me preocupo por ti, te comportas de esta manera. Desagradecido de mierda.
JongIn lo maldijo y discutió con él mentalmente un poco más, con el ceño aún más fruncido que antes; mientras todo eso ocurría y estaba a punto de echar un gruñido de advertencia para el animal, un pequeño toque en su hombro seguido de una deliciosa voz grave y baja llegó a sus oídos de forma suave, melódica y cálida, deteniendo de inmediato la hostilidad que lo había llenado en ese instante como si se tratara de abundante agua apagando el fuego salvaje.
JongIn detuvo sus maldiciones y groserías de inmediato y su lobo aulló, finalmente aliviado mientras movía la cola de un lado a otro como un perro sabueso y no como el lobo maduro y adulto que era en realidad.
—Disculpa, ¿podrías ayudarme tomando aquel fideo instantáneo con carne de allá, por favor? No puedo alcanzarlo.
JongIn sintió como su piel se erizaba y los vellos de su nuca se ponían en punta. Su corazón dio un vuelco mientras el rico sonido se desarrollaba y desenvolvía en su oído, maravillándolo y cautivándolo de forma inmediata; lentamente giró el cuello y sus ojos se encontraron rápidamente con el dueño de la gentil voz.
Era un joven de baja estatura y cuerpo curvilíneo, ojos grandes, oscuros y brillantes, labios gruesos y una lluvia de lunares sobre su piel lechosa de aspecto suave. Las mejillas redondas estaban sonrojadas, una sonrisa en forma de corazón llenaba su boca y su corto cabello oscuro era adorable. Todo en él era extremadamente lindo, extremadamente dulce y extremadamente cautivador.
Su aliento abandonó sus pulmones y, en su interior, el alfa rugió de inmediato.
Mío.
Ah. Entonces se trató de esto todo ese tiempo. JongIn podía entender ahora su desesperación e inquietud.
Sin dejar de mirar al pequeño omega que aguardaba pacientemente, JongIn tomó el recipiente del fideo instantáneo que le había pedido y lo extendió para él silenciosamente. El niño lo tomó y abrazó de inmediato contra su pecho, luego sonrió un poco más grande y, oh, la manera en la que sus ojos se encogían era tan dulce. JongIn lamentó profundamente tener la nariz obstruida y no poder sentir su olor en ese momento.
—Muchas gracias.
JongIn suspiró, reprimiendo el deseo de cerrar los ojos para guardar y reproducir aquel tono satinado y delicado en su mente. Tragó saliva y sus labios se curvaron ligeramente, asintiendo con suavidad.
—No es nada. ¿Solo eso necesitas?
Su alfa gruñó con orgullo cuando las mejillas del más bajito se sonrojaron aún más y sus labios pomposos se apretaban suavemente. Él bajó un poco la mirada y rió por lo bajo.
JongIn creyó que podía morir en ese instante, una muerte dulce y agradable que agradecería en todas sus reencarnaciones.
—Sí, solo esto.
—De acuerdo.
Como un acuerdo mutuo, ambos guardaron silencio y se miraron el uno al otro. JongIn estudió detenidamente sus facciones y se sintió maravillado por todo lo que vio: sus pecas, la forma de su boca y el tentador lunar en el labio superior, la longitud de su nariz, e incluso el corte de pelo que podría haber sido ridículo en otra persona, pero no en él porque él era lindo y perfecto.
Ah. Entonces era así como funcionaban estas cosas.
Incluso con el sentido del olfato fuera de juego, JongIn se sentía completamente abrumado por la lluvia de sensaciones y deseos que lo llenaron en ese instante. Por el simple hecho de dar con su pareja destinada.
Emocionado por el pensamiento, el alfa susurró:
—Mi nombre es Kim JongIn, por cierto.
El chico lindo rió un poco y asintió suavemente.
—Soy Do KyungSoo; es un placer conocerte, JongIn.
Contagiado por su sonrisa y por la bruma de sentimientos desarrollándose en su corazón, JongIn también sonrió.
—¿Te gustaría ir a tomar un café, KyungSoo?
—Mmmh. Un café suena bien... ¿Más adelante te gustaría tener una cena de fideos instantáneos?
JongIn rió y el sonido provocó un hermoso resplandor en las irises cafés de KyungSoo. Sintiéndose de buen humor y repentinamente activo y entusiasmado, el más alto asintió.
—Eso sería perfecto.
JongIn tendría que pedirle disculpas a ChanYeol y SeHun porque, en ese momento, él había salido de la sección de alfas solteros en su grupo de inadaptados.
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