Capítulo tres

Una sonrisa tonta se le podía apreciar a lo lejos, sin embargo Camus no prestaba atención a los comentarios de sus compañeras de clase con respecto al padre de Milo.

Dégel y Defteros firmaron la boleta de calificaciones de su hijo y pasaron a retirarse no sin antes darle un gran abrazo después de ver qué el desempeño de su retoño, ante esto Dégel le mencionó que en la noche irían al restaurante de la ciudad para poder festejar su desempeño escolar.

Mientras el maestro Shion atendía algunos padres de familia respecto con las calificaciones de otros estudiantes, Camus se levantó de su silla y salió del salón para ver qué había pasado con Milo, miró la hora en su celular y se asomo por los pasillos para poder ver qué había pasado con su mejor amigo.

- Oye Camus - Kanon se acercó a lado suyo - ¿Sabes en dónde se fue a meter Milo?

- Corriendo de su padre antes de que lo mate - Contestó Camus recargándose en la barda del pasillo.

- El señor Antares es la sensación y tema de plática con las chicas - Contestó Kanon cambiando de tema - No hablan de otra cosa más que de su padre.

- Más bien de tu suegro - Se burló Camus - Además, no me niegues que no te gustó mirar la versión de tu novio pero con varios años más encima.

- Ja, debo admitir que es lindo, aunque al parecer estaba interesado en alguien más.

- Hay demasiadas chicas en el salón, es evidente que no pasara desapercibido entre ellas - Contestó intentando no pensar en el padre de Milo, aunque se sentía en la gloria por haber sido el privilegiado de estar entre esos fuertes brazos.

- Pero si fue evidente que se perdió ante ti Camus, cuando se te cayeron los papeles y el padre de Milo te ayudó a levantarlos poco le faltó a Defteros para quitarte de encima al señor Antares, te comía con la mirada. Cuando Milo y tú se salieron ya no sé si estaba observando a su hijo o a ti.

Ante esto Camus se quedó sorprendido, rápidamente movió su cabeza en desaprobación e intentó cambiarle el tema al gemelo menor - No me di cuenta de ello, lo siento - Alzó los hombros - Aunque no me vas a negar que te diste un tremendo manjar por mirar lo que será la versión de Milo pero cuando tenga la edad de su padre.

- ¿Que yo qué? - Interrumpió el menor de los Antares regresando al salón de clases.

Camus se llevó su dedo a sus labios mientras miraba desde la cabeza hasta los pies a su mejor amigo, al menos revisaba que estuviera sin ningún golpe por qué de lo contrario su padre si lo hubiera matado en ese momento.

Kanon se acercó a su pareja, lo tomó de su rostro para verificar que no llevara algún golpe después del tremendo regaño que quizá Kardia le dió.

- Dime que no te pego - Preguntó el gemelo menor con curiosidad.

- Que va - Susurró con desgano, se recargó en la pared mientras lentamente bajaba hasta quedar en el suelo sentado abrazado a sus piernas - Dijo que sin falta mañana nos arreglamos por qué llevaba prisa a su trabajo.

- ¿Entonces?

- Debo presentar los extras de las materias que debo, no tengo opción - Milo se levantó del suelo y entró al salón de clases para retomar las clases faltantes.





En el transcurso de la mañana, las clases siguieron tomando su curso de manera normal, Milo le pidió de favor al joven pelirrojo que le prestará parte de sus apuntes para poder ponerse al corriente con sus estudios y pasar esos exámenes que Antares debía aprobar.

- Sin falta te los llevo en la tarde - Le contestó Camus al mirarlo salir del salón en compañía de su pareja.

Simplemente negó con la cabeza mientras se reía de Milo, con esas acciones de su amigo mucho menos aprobaría si solo se la pasaba en otras actividades que distraigan sus estudios.
Kanon no era mala persona, de hecho luchaba a diario con tal de hacer que Milo entrara en las clases y se presentara a diario, sin embargo bastaba unas cuantas palabras que Antares le dijera a su pareja para que se terminarán perdiendo entre las bodegas de educación física.

Camus regreso a su casa, cómo era de esperarse Dégel tenía lista la comida, mientras que su padre Defteros seguía en el trabajo.
El moreno esperaba salir temprano de su trabajo para poder llevar a su hijo a cenar tal y como se lo había prometido por sus buenas notas en la escuela, para él todo el esfuerzo valía la pena por ver a su pequeño retoño dando  lo mejor de si mismo en la escuela.

Al terminar sus alimentos, el joven de cabellos escarlata tomó su mochila para llevar los apuntes a su amigo Milo y salió de su casa prometiendo llegar a tiempo para la cena.

La distancia no era demasiado lejos, caminando demoraba entre media hora a cuarenta minutos.
Cuando llegó a la casa de los Antares era demasiado común que aquella amable dama de cabellos verdes abriera la puerta, sin embargo la incógnita que existía en ese momento es saber quién lo recibiría, si de ante mano sabía que no contaban con personal de limpieza en su hogar.

Nervioso tocó el timbre de la puerta, pasó sus manos sobre la camisa blanca que llevaba puesta en esos momentos y peinó un poco su cabello con ayuda de sus dedos.

La puerta lentamente se fue abriendo, lo primero que miró fue esa alborotada cabellera, claro que imaginó que se trataba de Milo, lo cual le fue demasiado fácil tomar la palabra.

- Por un momento creí que no estabas en casa Milo y...

Grave error.
Jamás se imaginó que el destino nuevamente le colocara al padre de Milo en su camino, ahí estaba frente a él con un sonrisa de psicópata mirando cada detalle de esa inesperada visita.

- Creo que estoy de suerte - Respondió Kardia cruzando los brazos y se recargó en el marco de la puerta - ¿A que debo la visita de un bello ángel escarlata a mi casa?

Camus inmediatamente se llevó sus manos a su boca, el padre de Milo estaba en su casa, en ese momento quería salir corriendo pero también aquella última pregunta que le formuló claramente le dió a entender que estaba coqueteando con él.

Paso saliva por su garganta e intentó aclarar un poco su voz, se retiró la mochila de los hombros y la colocó en el suelo para poder sacar los apuntes que le prestaría a Milo para sus exámenes.

- Solo vine a entregarle esto a su hijo.

- ¿Sabes? No me gusta dejar a las visitas en la entrada, será mejor que pases - El mayor de los Antares extendió su mano para invitarlo a pasar.

Petición que hizo sentir nervioso a Camus ¿Él adentro con el padre de Milo?
Ni siquiera sabía cómo se llamaba, sin embargo Kardia lo tomó de las manos y se acercó lo suficiente a su rostro para poder hablarle al oído.

- No me presenté debidamente... Mi nombre es Kardia para servirte.

Está presentación tuvo un ligero momento donde ambos conectaron miradas, al sentir el tibio aliento del padre de Milo cerca de su piel hizo que ligeramente su piel se estremeciera.

- C... Camus.

Respondió al escuchar de nuevo esa voz tan grave y sobre todo demandante.

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