Capítulo catorce

Tanta era su emoción que ni siquiera recordó que toda la noche se la pasó desvelado ante la sorpresa que le esperaba el día de hoy.
Si bien siempre había sido gran amigo de Milo, las veces que podía lo cubría cuando al pequeño Antares se le ocurría salir con su pareja, ahora era el tiempo de cobrarse esos favores.

Este día se propuso no asistir a clases y por primera vez se le ocurrió decir una mentira piadosa a sus padres y esa fue que Milo le había organizado una pequeña fiesta sorpresa en casa de los Antares debido a su cumpleaños número dieciocho.

Aunque en esa pequeña mentira llevaba algo de razón, Camus si se la pasaría toda la tarde en casa de los Antares pero jamás mencionó lo que haría ni mucho menos con quién.

Al bajar de su habitación se encontró con sus padres quienes lo esperaban con los brazos abiertos para darle un gran abrazo a su querido retoño que ahora pasaba a ser un adulto.

- ¿Estás seguro que no quieres fiesta de cumpleaños en la casa? - Pregunto Defteros después de felicitarlo mientras le entregaba un pequeño presente.

- Claro, además me gustaría mejor que este fin de semana pueda por fin presentarles a mi pareja.

Dégel cerró los ojos y se dió la media vuelta para entregarle su presente a su pequeño hijo.
Aunque él ya había notado de quién se trataba aquella persona de la que tanto Camus hablaba, sin embargo no era el momento preciso para hablar con su hijo.

- Gracias - Agradeció el pelirrojo envolviendo en un cálido abrazo a sus padres - Los quiero mucho.

Después de despedirse de ellos, Camus paso a dejar sus regalos sobre el mueble de madera que se encontraba a lado de las escaleras, tomó su mochila se la acomodó en sus hombros y salió corriendo de ese lugar, pero en vez de tomar la dirección a la escuela, se desvío para la casa de Milo.

- Espero que no sea su pretendiente aquel que ví en la escuela - Murmuró molesto Defteros apretando los puños.

- Vamos cariño - Dégel intentaba calmar a su molesto esposo colocando sus manos sobre los hombros del moreno - Si es así solo deseo que lo ame y lo cuide como lo más valioso que tiene en su vida.

- No sé cómo aún te tomas esto a la ligera Dégel - Defteros tomó de la mano a su pareja y se dirigieron juntos a la cocina para poder desayunar.

- La verdad es que aunque Camus no sea nuestro hijo directamente, lo conozco a la perfección... En las noches llama al padre de su amigo entre sueños.

- Hablando de eso - Interrumpió el gemelo menor mientras tomaba asiento en el comedor - ¿Crees pertinente decirle a Camus la verdad?

El hombre de cabellos verdes dejo escapar un suspiro y se colocó a lado de su esposo mirándolo a los ojos - La verdad prefiero que no se entere de eso. No quiero que se lleve una decepción al darse cuenta que hace dieciocho años alguien vino a dejarlo a la puerta de nuestra casa. Lo hemos cobijado con amor a pesar de los reclamos e insultos de la gente ¿Recuerdas?

- Claro, como olvidar que a cada rato nos recriminaban el hecho de que una pareja homosexual tuviera la oportunidad de criar un hijo.... Aunque Camus tiene la idea que eres un doncel Dégel - Respondió Defteros tomando la mano de su pareja con ternura.

Dégel dejó escapar una pequeña risa - Yo no, pero él si lo es.











Con pasos apresurados llegó hasta la casa del señor Antares, aún era temprano, el reloj marcaba las siete de la mañana.
Al quedar frente a la puerta estaba listo para tocar el timbre pero inesperadamente abrieron la puerta ante él.

- Camus - Lo saludo Milo envolviendo en un abrazo a su amigo - Me imaginé que llegarías pero no tan temprano. ¿Te caiste de la cama?

- Claro que no... Además tú padre me pidió que estuviera aquí temprano.

Milo se llevó una mano a su mentón - Es cierto, aunque por el momento sigue durmiendo. Ven.

El menor de los Antares tomó de la mano al pelirrojo y invitó a pasar mientras cerraba la puerta de su casa.
En todo el trayecto Milo no le mencionó nada a su amigo, simplemente lo llevo hasta su habitación para hacerle entrega de su regalo.

- Lo que te tengo preparado es especial, he notado como a mi padre y a ti les comen las ansias por este momento y lo sé... En mi familia si algo tenemos es que somos muy insaciables.

- A qué te refieres...

En ese momento Milo le entregó lo que parecía ser una tela perfectamente doblada, era de color blanco traslúcido con toques de diamantina sobre la misma tela.
A su alrededor tenía confeccionado listón de color blanco con rojizo y venía como detalle una liga de color rojo de esas que van en una de las piernas.

Rápidamente se ruborizó al instante, era evidente que estás prendas las usaría para estar con el señor Antares, pero le daba un poco de vergüenza usar ese tipo de ropas por primera vez.

- También ten esto - Milo le entregó una caja con pastillas. Camus las tomó entre sus manos y se dió cuenta que se trataba de pastillas anticonceptivas.

- Milo ¿Esto también?

- No quiero hermanitos por el momento Camus, creo que conmigo es más que suficiente por el momento. Además si llegas con una sorpresa a casa tus padres te regañan - Se burló Milo - Quizá más adelante, esa será decisión de ustedes pero por lo mientras mejor úsalos, aún nos falta muchas cosas por vivir.

- En ese sentido te doy la razón Milo.

Antes de salir rumbo a la escuela, Milo le dió un emotivo abrazo a su amigo deseándole un feliz cumpleaños y también suerte por aquella relación que vivía con Kardia.
Algo que para muchos resultaría incorrecto pero para ellos dos significaba mucho, los dos se amaban con infinita locura y es algo que nadie podrá impedir jamás.

Al terminar, Milo salió de su casa dejando a Camus solo en la habitación con aquel regalo que le dejó.
Al principio observaba las prendas con curiosidad, pero después se fue animando a retirarse las suyas para poder colocarse esa bata junto con la liga, únicamente vistiendo eso puesto.

Se dió un último vistazo en el espejo del tocador de Milo, de acomodó sus cabellos rojizos esperando lucir espectacular ante ese momento y con pasos apresurados se fue hasta la habitación de Kardia esperando que estuviera despierto para no verse en la necesidad de despertarlo.

Tomó la perilla de la puerta y la deslizó poco a poco tratando de no hacer ruido, en esa cama descansaba el señor Kardia y a su lado ya se había preparado por qué sobre el mueble de noche ya tenía algunos objetos que hicieron estremecer a Camus.
Entre ellos una joya anal que tenía incrustaciones de pedrería fina.

Con pasos lentos se fue acercando, tomó en la orilla de la cama, sin embargo Kardia se le adelantó.

- Si tú me provocas... Yo te respondo.

💖❄️💖❄️💖❄️💖❄️💖❄️💖❄️💖❄️💖❄️💖❄️



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top