26

Jimin había sentido todos estos días como un eterno infierno, se pasó todos los días en pena mirando la ventana esperando que le trajeran de vuelta a su hija, pero nunca pasaba, por lo que los días se volvían condenadamente largos y solitarios, era más miserable por cada segundo que pasaba. Se deprimió en cuestión de pocos días, pero no lloraba, no quería hacerlo, retuvo sus lágrimas para mantenerse con fuerza, si se derrumbaba; lo haría como un glaciar perdiéndose en las olas del intenso mar que querían envolverlo entre ellas.

Suspiro mientras ataba una chalina a su cuello, el día estaba nublado y con pronósticos de lluvia, pero vería a su hija y aquello era lo que hacía su día soleado y lleno de flores. Pero quién diría que la ilusión de convertir el día gris en uno luminoso se esfumaba con el sonido de una simple campana. Jimin fue a ver quién tocaba su timbre, al estar frente a esa persona su estómago se revolvió y tuvo ganas de vomitar.

La razón de toda su infelicidad se presentaba frente a sus ojos, el hermano que se suponía debía ser su mejor amigo y su compañero para toda la vida fue aquel que más daño le había hecho, causó un inmenso dolor en su corazón y desolación en su alma. Sus padres le habían dicho que Minho sería su compañero mientras ellos no estaban, pero su hermano sólo había sabido hacer llorar a su hermano menor, robándole la vida y robándole el aliento. Su sangre le rompió el corazón antes que cualquiera.

“ ¿Qué quieres?” Dijo a la defensiva, su hermano nunca era portador de buenas noticias o de buenos augurios.

“ ¿Qué no puedo visitar a mi hermanito?” Sonrió acomodando el bolso que tenía. La sonrisa cínica en su rostro causaba repulsión en Jimin.
Tenía ganas de llorar de tan solo verlo.

“ ¿Qué quieres?” Volvió a repetir la pregunta.

“Quiero visitarte.” Y con una movida se inmiscuyo en su hogar, de la misma forma que había hecho en su vida.

Jimin solo suspiro y cerró la puerta, siguiendo a Minho hasta que se detuvo en el pasillo.

“Que linda es tu casa, muy acogedora.” Dijo observando cada lugar.

“Por favor, vete que tengo que salir.”

“ ¿A dónde? ¿Con Yunjin?” Pregunto. “Ah, sí recordé que irías a verla. Jungkook me platico que hoy era el día que te tocaba verla. Él es tan generoso, te dejará verla cuando quieras, eso me dijo.”

Su estómago se revolvía ante la mención de Jungkook, su nombre se sentía asqueroso al salir de los labios de su hermano, pues, su hermano le había quitado al amor de su vida y toda la ilusión que había cosechado alrededor de él.

“ ¿Por qué sería generoso? Si esta en mi derecho verla.”

“En realidad, no tanto. Mi esposo tiene la custodia completa así que está en su decisión cuando ves o no ves a su hija, digo que es generoso porque a pesar de haberle hecho pasar un infierno burocrático el te dejara ver a Yunjin.” Sonrió encogiéndose de hombros, feliz de envenenar a Jimin.
Un poco más.

“ ¿Puedes irte? Tengo que salir.”

“Tranquilo, no te apures, ahora Yunjin está almorzando con su papa y se tardaran un poco.” Dijo, paseándose por la sala de Jimin, mirando cada rincón. “ ¿Sabes? Es muy lindo como Jungkook la trata, es su vida entera, ayer le compró una casa de muñecas y toda la tarde jugó con ella, le compró un montón de cosas que tal vez nunca tuvo.” Cada palabra estaba hecha para herir a Jimin, lo estaba logrando de la mejor forma. Minho se sentó en uno de los sillones mientras tomaba un cojín y lo apretaba para ver que tan suave era. “Jungkook es un buen padre, siempre pensé que sería uno magnífico.”

“Pues debió de ser maravilloso con el hijo que tienen.” Soltó con rabia.

“ ¿Uh? No tenemos ni un hijo, lo perdí al tercer mes, Jungkook estaba devastado por aquello, pero ahora vive una fantasía al tener a su hija.” Sonrió. “Después de todo, la criaremos con mucho amor.”

La rabia de Jimin se acumuló, imaginar a su hija siendo criada por aquella víbora que había intentado ahorcarle le provocaba un enojo enorme. Yunjin era su hija, él había estado con ella desde el primer momento de su vida y le había enseñado todo lo que sabe, que alguien más quisiera reemplazar su lugar le provocaba un vacío en el pecho.

Pero antes de decir algo, Minho se le adelantó.

“Que linda es tu casa ¿Alguien te ayudó a pagarla? ¿o te la regalaron?”

“Nadie me regaló nada, todo lo que tengo es fruto de mi esfuerzo.”

“Mhm, no lo creo. Mira yo no te juzgaré porque salir con un hombre tan rico como Eunwoo debería traerte algún beneficio, ¿no? Eunwoo te la compro ¿verdad?”

“No puedes venir a MI casa a insinuarme esas cosas, Minho.”

“Pero solo soy curioso.” Fingió estar ofendido, tocándose el pecho y negando con la cabeza. ”Ya te dije, no te juzgaré. Porque esta linda casita debió de salir cara y el sueldo que debes recibir como oficinista ¿auditor? No debe alcanzar para pagarla, que lindo Eunwoo, colocándole una casa a su amante y a su hija.”

“Suficiente, no te permitiré que hables mierda en mi casa.” Fue hacia él e hizo que se levantara del sillón de un jalón.

Jimin prácticamente arrastraba a Minho por el pasillo para que salga de su hogar, usó toda su fuerza y más para echarlo fuera de su casa, arrojando su bolso a la calle y cerrándole la puerta en la cara. Pero el daño estaba hecho, Minho logró meterse a la cabeza de Jimin y le amargó un poco más el corazón.
No podía creer como Jungkook le había cambiado por esa víbora.

Soltó un suspiro y mordió su labio hasta hacerlo sangrar mientras miraba por el rabillo que Minho se había ido. Cuando lo hizo, pegó su espalda a la puerta y contó hasta diez, quería llorar cual niño pequeño, se sentía tan solo que ni sus propios brazos alrededor de él le podría dar calor.

Cuando dejó de contar tomó sus cosas y salió para verse con su hija, antes de cerrar su puerta su celular sonó, era Eunwoo, pero no le contesto, tenía cosas más importantes ahora.

Su hija.

;;

Esperaba en una banqueta con la bolsa de dulces que había comprado, se estaban tardando-como había dicho Minho-, esperó unos diez minutos más y por fin pudo ver la silueta de su hija viniendo hacia él. Y la imagen solamente sacudió su corazón tanto que le hizo una rajadura, Jungkook venía tomando de la mano a Yunjin mientras los dos hablaban, se veían tan a gusto con el otro que le dio pena.

La escena no duró tanto, en cuanto Yunjin lo vio se soltó de Jungkook y corrió a sus brazos, Jimin con una sonrisa se arrodillo en el piso y la abrazo, sosteniéndola fuertemente en sus brazos, solo eran ellos dos y Jungkook.

Fue otra escena que era digna de rajaduras en corazones, el corazón de Jungkook se rompió al ver a su hija abrazando a su padre; el amor de su vida.

“Hola.” Saludo en cuanto estuvo cerca de ellos.

“Hola.” Respondió Jimin mientras levantaba a Yunjin en sus brazos. “Puedes irte, te diré cuando Yunjin vuelva contigo.”

“Esta bien, pero… ¿No quisieran que los llevará? Supongo que la llevaras a tu casa, entonces…”

“No.” Dijo a secas. “Iremos por nuestra cuenta.”

“Esta bien.” Contuvo su supero. “Bien, nos vemos en la noche Yunjinie.” Dijo cerca de la niña, cerca de Jimin; de aquella forma sintió el aroma de Jimin, tan cerca y tan lejos de él.

“Chau, Kookie.” Respondió Yunjin entre risas, el apodo doliendo en sus padres.

“Adiós, Jimin.” Dijo Jungkook.

Pero Jimin solo asintió y le dio la espalda, llevando a su hija consigo sin decirle adiós. El corazón de Jungkook dolió, pero fue apaciguado por la mano que su hija ondeaba en su dirección y con aquella melosidad en su corazón, también les dio la espalda.

Se daban la espalda mientras Yunjin observaba la de Jungkook, algo que había pasado durante todos estos años, Jimin y Jungkook caminaban en direcciones opuestas mientras Yunjin tenia los ojos puestos en la espalda de Jungkook. Separando sus caminos mientras aún tenían un poco de dulce que los unía.

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