En Europa, en el siglo XIX para ser preciso, existía un pueblo donde los crímenes eran casi nulos, pues existía un policía que atrapaba a todos esos criminales con los cuales se encaprichaban. El señor Nicolás II era un tipo muy afable y agraciado por dios, iba a la iglesia a rezar los domingos, y en la semana salía a encerrar a los criminales tras las reja. El padre Juan Alonso era un amigo suyo de toda la vida, un señor de unos 60 años el cual cada mes salían a cenar.

Una tarde el señor Nicolás recibe una mala noticia, su mujer ha fallecido, hecho que cambia algo en él, y tras que su actitud era ruda, su tristeza lo lleva a matar criminales. Él mató criminales hasta que fue descubierto, y asesinado por una banda, tenía una cruz puesta.