Mal momento, Kuwabara
Se sentía una tonta Keiko en estos momentos.
Si había algo que siempre soño y espero fue que la confesión de Yusuke Urameshi, un chico rebelde que ama la pelea, detective espiritual y ahora un demonio, sea romántica y especial. Algo totalmente normal para una adolescente de 15 años.
Ah, que estupidez.
No sabía si se le podía considerar una confesión como tal, pero no se quejaría. Ni siquiera estaba pensando lo que estaba ocurriendo. Lo que procesaba de información era cómo se besaban con pasión y la forma que la estaba tocando.
En el momento que le apretó el trasero gimió separándose del beso y de manera automática lo abofeteó.
Yusuke se sorprendió, y su rostro quedó de costado procesando que la tonta de Keiko lo abofeteó. Ante esto, lejos de enojarse y reclamarle, se emocionó.
La miró a los ojos y agradeció a todo lo que se supone que existe, tener a esta chica. Tenia el ceño fruncido junto a un puchero, mientras un sonrojo decoraba sus mejillas.
- Eres un pervertido.
- Incluso en momentos como estos me jodes. Me asfixias mujer.
- Uf, lo lamento grandísimo idiota -mientras se molestaban, sus rostros se acercaban. Conectaron sus labios y se besaron con pasión. Tironeo de la chaqueta verde de su "amigo" por el toqueteo en su trasero. Un agradable escalofrío recorrió su columna cuándo ésas fuertes manos se metieron bajo la falda del uniforme y la levantó.
- Yusuke... -suspiró dentró del beso mientras enredaba sus piernas en la cadera del joven para no caerse. En el momento que el detective espiritual la acomodó, casi rueda los ojos hacía arriba al sentir su bulto en esa zona virginal. Escuchó el gruñido de Yusuke y se sintió totalmente deseada.
Los labios de Yusuke bajaron por su mentón donde mordió despacio, para seguir su camino de su cuello hasta el hueco de su hombro. Keiko cerró los ojos encantada e inclinó su cabeza para atrás y así darle más acceso. Con sus manos acarició su nuca y cabello, deleitandose de su suavidad a pesar de llevar gel en un intentó de parecerse un pandillero que patea traseros a quien se cruce por su camino. Bueno, lo era.
La separó de la pared sin dejar se besar su cuello, salió del oscuro pasillo para empezar a buscar la mesa. Frunció el ceño al ver que luego de varios minutos aun no la encontraba. Keiko se empezó a desesperar porqué le estaba incomodando que murmure insultos sobre no encontrar qué y encima le gruñe.
- ¿Se podría saber qué haces? Te recuerdo que sigo aca -miró para abajo encontrándose con los ojos.
- Lo se genia, estoy buscando la mesa.
- Es para la derecha Yusuke.
Rodó los ojos y la besó para que cierre esa maldita boca.
Cuándo al fin lo encontró, tiró los libros que estaban y la acomodó. Si alguien le hubiera dicho de que podía tener a una Keiko excitada sobre la mesa de la biblioteca de la escuela, no estaría mal venir más de seguido.
- Deja de sonreír como un livinidoso -le reclamó tironeando su mejilla.
- ¿Por qué no hacerlo? -le acarició el cuello para luego remarcar con delicadeza sus labios con las puntas de los dedos. Metió su pulgar y la observó con más intensidad.
Totalmente avergonzada chupo su pulgar pasando la lengua, mientras lo miraba a los ojos. Pudo ver algo salvaje dentro de el, como si lo que estaba haciendo hubiera dejado en libertad aquél demonio en busca aceptación. De amor.
Apartando su mano, esta se deslizó hasta su pecho y lo apretó. Chilló y se aguantó las ganas de abofetearlo. Al ver qué Keiko no había hecho ningún movimiento de incomodidad, subió la remera del uniforme azul hasta arriba de sus pecho. Sonrió satisfecho al ver el inició de sus pechos junto a su sostén blanco. Parecía cómo si todo el tiempo el universo le estuviera remarcando lo diferentes que eran.
A éste punto sabía este era el momento decisivo. El dar marcha atrás o seguir.
"Solo un estúpido sin amor dejaría perder ésta oportunidad". -pensó mientras se inclinaba y la besaba para poder relajarla. Al separarse su mano se dirigió a su pecho izquierdo bajando el sostén y su rostro se acerco.- "A poner en marcha lo aprendido en videos pornos y mangas hentai".
- ¡¿Qué?! ¡Yusu...! ¡Ah! -se asustó ante el movimiento del joven, pensaba que se iba a tomar su tiempo viendo y de seguro comentar algo, para así justificar la abofeteada que le daria. Pero todo pensamiento razonable murió cuando Yusuke comenzo a besar su pecho. Apreto y su lengua recorrió su pezon. Se arqueó acercándose más a él y sus manos acaricieron su cabello en una señal de seguir.
Yusuke sonrió orgulloso de su trabajo, nada mejor que complacer a la inteligente de la escuela hecho por un pandillero con poco intelecto y con una corta lista de virtudes.
Pero ante todo, complacer a la mujer que ama.
La suavidad de sus pechos, la blanquedad y el sabor superaba sus fantasías sexuales. Sabía mejor de lo que esperaba. Era como un bebé siendo amamantado, pero estaba seguro que en realidad se veía como un animal salvaje en busca de leche luego de un largo período sin consumirlo.
Quería probar todo de Keiko, quería tenerla bajo su merced, totalmente sumisa y dominante a la vez. Quería que le insultara y le pegará mientras la hacía suya, tironear de su pelo corto hacia atrás mientras ella llorara de placer. Qué abra las piernas y suplique qué entre, que muerda su hombro hasta sangrar por la intensidad de la penetración.
- ¡Ah! Mmm -Keiko ya estaba fuera de su pensamiento lógico. El que Yusuke este besando, apretando y chupando sus pechos era mucho para ella. Sintió sus colmillos y cuando la mordió gimió de dolor y placer. No podía creer que permitiera esto. Se suponía que esto se hacía después de la boda y...
Salió de su zona de placer cuando Yusuke dejó de hacer su trabajo en el área de sus senos. Se dignó de abrir sus ojos y verlo. Vio qué habia una especie de marca en sus mejillas, como aquella vez que salió de la cueva. Sus manos se dirigieron hacia esas marcas y las deliñio.
Cerró los ojos aceptando sus caricias y bajando completamente la guardia. Keiko era la única que podía sacarlo de sus cabales, de hacerlo sentir amado, de mostrar su lado dulce y más humano. No sabía del porqué, pero sentía qué su lado demoníaco estaba en conflicto sobre ella. En comerla o amarla.
Y lo asustó.
A medida que las cosas pasaron la línea y terminaron acá, ese pensamiento lo agarró. No era normal saborearla y pensar en domarla. En hacerla sufrir y qué suplique que se detenga, pero no lo haga.
Se aterró.
Pero...
El qué le sonría y acaricié con total confianza y amor, le hizo entender que Keiko miraba a Yusuke. Ante cualquier circunstancia lo encontraba y estiraba su mano para que lo agarre.
Estaba aceptando su lado demoníaco.
Aceptaba lo que era Yusuke Urameshi.
Keiko era su vida.
Y se lo demostraría como solo sabe el hacer.
- Esperó que no te afecte el que rompamos la mesa y ensuciemos tu preciada biblioteca.
(...)
Cuando finalmente llego, tiro en el tacho la envoltura de su reciente chocolate.
Posó su mano en el picaporte y abrió la puerta. Al cerrarla detras de el, pareciera que no hubiera nadie.
- ¿Keiko? -preguntó mientras daba unos pasos en busca de ella.
Paro en seco su caminar al escuchar una voz femenina... ¿Gimiendo?
Frunció el ceño en confusión y se preocupó. ¿Y si Keiko se habia lastimado? ¡¿Si se estaba escapando de algo?! Yusuke lo mataría.
Con total precaución caminó guiándose por los raros sonidos. Al estar cerca escucho unos raros ruidos juntos a unos gemidos... Y...
Al pasar el último estante, se encontró con unas de las escenas más horribles y vergonzosas que vio quedando totalmente rojo.
Keiko estaba acostada sobre la mesa agarrando el cabello de Yusuke, quién estaba entre sus piernas dandole sexo oral.
Si Kurama se hubiera encontrado con esta peculiar escena, no hubiera hecho ningun ruido y se iría de ahí sin molestar a nadie. Seguramente haria como si nunca hubiera visto eso o se lo comentaría a Yusuke para que sea más cuidadoso en los espacios públicos.
Pero cómo los encontró Kuwabara...
- ¡¿QUÉ CARAJOS URAMESHI?! ¡¿QUÉ LE ESTÁS HACIENDO?! -lo señalo de manera acusatoria tirandos sus cosas.- ¡ME VOY A TIRAR CLORO EN LOS OJOS! -se cubrió los ojos.
Ante esto, los jóvenes se asustaron y lo miraron en shock.
Al escuchar el gritó Yusuke salió debajo de la pollera de Keiko y lo miró totalmente rojo. Se limpio los labios con su mano de manera rápido mientras sus marcas desaparecían. Keiko de manera rápida se acomodó sus bragas junto a su sosten y se bajo la remera. Cerro sus piernas y se abrazo en el pecho queriendo que la tierra la tragase.
"¡¿Cómo me pude olvidar que venía Kuwabara?! ¡¿Cómo lo miraré a los ojos?!"
- ¡¿QUÉ HACES ACÁ IDIOTA?! -gritó con frustración y gran enojo. Toda su excitación paso a querer golpear hasta el cansancio a su mejor amigo.
- ¡ESO VA PARA VOS! -le respondió. Al ver todo lo que había provocado salió corriendo ya sabiendo lo que se vendría.
- ¡TE VOY A MATAR! -antes de correr hacia el, le dio su chaqueta verde a Keiko. Salió disparado para seguramente darle la paliza de su vida y hacerlo callar.
Keiko solo quería desaparecer.
(...)
Dio una bocada a su cigarrillo y se fijo la hora.
Sonrío al recordar que su hermano menor estaba haciendo lo imposible para estudiar, junto a la ayuda de Keiko. Estaba orgullosa, quería que progrese y pueda ser feliz.
Cuando estaba a punto de sentarse en el sillón para ver la televisión tranquila, el sonido de llaves llamó su atención. Se suponía que no regresaría por unas cuantas horas. Salió del living para caminar por el pasillo.
Abrió los ojos con asombro al ver a su hermano molido a golpes.
Estaba con moretones, un ojo hinchado, labio partido, chinchones en la cabeza y lágrimas colgándole los ojos por el dolor.
- ¡¿Pero que pasó?! -se acercó de forma rápido y lo agarró del brazo para ayudarlo a caminar. Hizo una mueca y se quejo.- ¡¿Keiko esta bien?! -lo llevó está el sillón y al ver que no hablaba le tocó uno de los moretones.
- ¡OYE ESO DUELE! -lloriqueo agarrandose ahí.
- ¡Entonces habla!
- ¡¿No se supone que me tienes que curar?! -Shizuru le golpeó.- ¡Ay, lo siento!
Está rodó los ojos y fue a buscar el botiquín de primeros auxilios. Estaba tranquila de que a Keiko no le haya pasado nada, porqué sabía que su reacción sería diferente. Quería saber como terminó así y porqué no estaba estudiando.
Luego de precionarlo (tanto psicológicamente y físicamente) habló.
- ¡Esta bien! Te lo dire... -levantó una ceja esperando a que siga.- Bueno... Fui para encontrarme con Keiko para estudiar y...
- ¿Y? -no entendía porqué su hermano se ponía de repente rojo.
- U-Urameshi... El...
- ¿El?
- Le estaba... Debajo de su pollera haciendole... Bueno... ¡No lo dire! -se detuvo recordando eso. Quería tirarse cloro en los ojos para apaciguar el dolor visual.
El cigarrillo de Shizuru cayó al suelo procesando la información.
- ¡¿Le estaba dando sexo oral?! ¡¿En plena biblioteca?!
- ¡SI! ¡DEJA DE RECORDARME! -se agarró la cabeza y la sacudió.- ¡Ni te atrevas a decir nada! ¡URAMESHI ME MATARA! -ya con la paliza que le dio y su amenaza de no decir nada era suficiente. Era demaciado joven para morir.
Ya no era necesario la explicación del porque vino en esa condición. Sonrió al ver como avanzó su relación. Pero tenía la sospecha de qué el detective espiritual no habia aclarado de manera sentimental y seguramente la iba a cagar más de lo que su hermano hizo.
Tenía un plan.
- Oye hermanito, ¿Como se llamaba el enano que siempre te quiere descuartizar?
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