Especial| Pasado


Ya ha pasado un año desde él se fue sin dejar rastro. No lo supero. No estoy bien, pero me esfuerzo por estarlo por mamá quien se refugia en su cuarto y llora desconsoladamente todas las noches sin falta. Si ella se pierde ¿Quién me sostendrá cuándo caiga? Ninguna de las dos estamos bien, lo necesitamos, lo extrañamos con todas nuestras fuerzas. La policía no logra encontrar pistas de su paradero, en todos estos meses no hay nada y a veces me planteo la idea de que está muerto, su cuerpo enterrado en alguna parte o debajo del agua. ¿Dónde estás, Jeremy? Te extraño ¿Me odias? Es comprensible, debí reaccionar. Me gusta pensar que está a gusto en algún recóndito lugar del planeta, que superó el tormento, pero como dije, es solo una imaginación, él jamás me hubiera abandonado, no a mí.

Muchas preguntas me atormentan, el dolor me persigue a casa parte que voy. Aún con el pasar de los días no se va aunque confieso que ya no lloro todos los días y como mejor. A pesar de todo, mis demonios siguen ahí desestabilizando mi tranquilidad, si es que alguna vez la tuve. Solo Dios sabe cuántas noches le recé para que me dé una respuesta, una señal. 

Las citas con la psicóloga ayudaron al comienzo, pero ahora no soy capaz de abrirme completamente y esto frena mi avance. Llevamos estancadas cuatro largos meses, estoy perdiendo la fe en ella. Me siento mejor cuando no lo hablo porque ignorarlo es imposible.

La casa aún guarda su aroma, su esencia y algunas veces alucino que lo veo corriendo entre los pasillos. De vez en cuando agarraba una de sus camisetas y me las ponía para dormir, en un intento que soñar con él, sin embargo hasta el día de hoy no lo logro, no importa que haga. Tengo terror de olvidar su voz, su rostro, su piel, de él. Con mi madre es más intenso, cree que habla con Jeremy. Y por esta y muchas más razones nos mudamos, si seguíamos un mes más en ese lugar nos volveríamos dementes.

Es horrible no saber nada de la persona que amas, con la que tienes una conexión especial, ni en mis más turbios pensamos me imaginé experimentar algo así, es siempre inhumano.

—¿Estás lista?

—Sí. —susurro, sintiendo una irritación crecer en mi pecho.

Solo respira.

Desde el terrible episodio que nuestra familia paso, me aleje de todos como si fuera una persona enferma. Mis amigas intentaron acercarse, sacarme de la depresión que me encontraba, pero las aleje siendo egoísta, las trate de la peor forma positiva. Fue el peor año de mi vida. Intenté cambiarme de colegio, convencer a mi madre de alguna forma, pero me obligó a terminar el año en el mismo centro donde no soportaba a nadie, odiaba a todos sin razón aparente.

Por eso hoy, después de un año encerrada en mi habitación, empiezo de cero.

Es el primer día en un nuevo instituto, ya lo conocía de antes. Cuando iba a la primaria pasaba varias veces por su sede. No conozco a nadie de ahí, pero si reconozco algunos estudiantes por habladurías de mis antiguas amistades.

—Adiós —me voy rápido sin ninguna muestra de afecto.

Es lo mejor, otro segundo más y lo más probable es que explote y terminemos en gritos. Nuestra relación se ha desgastado bastante, no parecemos madre e hija, somos dos extrañas viviendo en la misma casa. Supongo que después de todo no puedo perdonarla por su falta de juicio, es que si tan solo hubiera actuado, sin tan solo... Las cosas serían distintas, Jeremy no se hubiera hecho polvo. Mi madre sabe mi postura y de igual forma me aseguro de recordárselo cada vez que pierdo los papeles, algo que sucede a menudo.

Al llegar nadie me reconoce, pasan de mi existencia como yo la de ellos. Me agrada la sensación de ser invisible, nadie nota mi sufrimiento. Con el pasar de las clases veo a los grupos de amistad y sociales. La mayoría ya se conocen y los nuevos como yo son fáciles de identificar. En el pasado fui buena estudiante, me ubicaba entre las mejores notas, estudiaba y me interesaba por todo. Ahora no le encuentro sentido a nada, todo me da igual.

Mi vida ha cambiado tanto, ya ni siquiera recuerdo quien era, no sé quién soy. Es como si estuviera perdida en un limbo de negatividad esperando algo que me salve.

En el descanso veo como los grupitos ríen y son felices. Mi sangre hierve ¿Cómo pueden ser felices? ¿Cómo pueden estar cómo si nada pasará? ¿No ven qué Jeremy no está? ¿Ya no les importa? ¿Lo conocieron alguna vez? No lo soporto, no está bien, todos deberían sentir la misma agonía que yo aunque sinceramente no es cierto, ojalá que nunca sufran por la desaparición de un ser querido, no sé lo deseo ni a mi peor enemigo.

—¡Vengan chicas! ¡Ya dieron fecha para la convocatoria! —escucho y de inmediato varias chicas gritan y se empujan entre sí. En el proceso me llevan con ellas. No pongo resistencia, pero si me quejo abiertamente. Las adolescentes están tan emocionadas que ni escuchan. Mi cara se estampa contra un papel.

—¡Hey, estás tapando! —no es grosera, pero no pasó su impaciencia.

Me alejo relevando la causa de todo el alboroto. Releo el papel decorado con los colores característicos del instituto. Tal vez leí mal. No, mi vista está perfecta. Están buscando reclutar a chicas para el equipo de voleibol para el torneo a mediados del año.

Mi pecho se comprime.

Se instala un nudo en mi garganta.

Me olvidó de cómo respirar.

Miles de lágrimas se acumulan en mis ojos.

Es como un sueño, una señal. Y lo único que puedo pensar es en él y sus miles de palabras, su voz hace eco en mi cabeza.

"¿Quieres jugar con nosotros?"

"Eres buena jugando, te envidio"

"En las vacaciones vas a los talleres conmigo si o sí. Tengo que pulir este diamante"

"Pago por verte brillar. Ni siquiera estás consiente del talento que posees"

"Eres extraordinaria. Olvídate de estudiar una carrera, tú vas a entrar a los juegos panamericanos y le darás el oro a este país"

Jeremy es lo que siempre quiso para mí. Vuelvo a respirar con normalidad. Debo postular. Voy a postular por él, por tener una parte suya viva en mi interior, para nunca olvidarme de su recuerdo, para aliviar el dolor. No importa dónde estés, escucharás mi nombre siendo voceado con fervor y volverás a mí. Siempre me lo dijo, yo nací para esto, yo soy su diamante. Practicaré, retomaré mis clases, lo prometo Jeremy, por ti, para que cuando vuelvas estés orgulloso y jamás quieras irte otra vez.

Salgo del grupo de mujeres y me voy directo a la salida sin importar las clases que tengo pendiente. Necesito hablar con mi madre para que me pague el entrenador que tenía Jeremy, es el mejor de la ciudad y yo tengo que tenerlo para pulirme. Solo por él. Por ti Jeremy. No importa cuántas veces me caiga o me golpee el cuerpo, seré la mejor jugadora de voleibol que jamás haya existido.

Estoy agitada, mi pobre corazón ya había olvidado lo que es sentir emoción, de sentir un poco de esperanza.

No soy consiente de que he estado corriendo hasta que me detengo afuera del centro y me recuesto en una de las paredes exteriores. Mi corazón va tan rápido que tengo miedo que se detenga por un paro o algo parecido. Elevo mis manos a mi pecho y agachó la cabeza buscando estabilidad. Cuando mis latidos se gradúan vuelvo a mirar al frente con toda la intención de seguir mi camino, pero alguien me impide el paso. Está parado mirándome con detenimiento, con tal profundidad que me corta la respiración. No sé por qué, pero tiemblo. Su atractivo es evidente, es como los modelos que aparecen en revistas con la única diferencia que no usa ropa llamativa. Es cautivante, su cabellera rubia llama la atención, pero sin duda alguna sus ojos me atrapan apenas los miro. No puedo dejar de observar, me atrae como un imán. Siento mucha intriga ¿Quién es? El desconocido menea su cabeza a un lado y avanza unos pasos hasta posarse a pocos centímetros de mí. Es una distancia que roza lo íntimo.

—¿Estás bien? —sus ojos azulados me quedan admirando más de lo prudente, pero ninguna incomodidad me aborda. Es extraño la manera en que me cautiva —¿Cómo te llamas?

—Ashley.

—Un gusto —su mano se extiende. La acepto, su piel me hace cosquillas—Ahora respóndeme ¿Estás bien, Ashley?

—S-Si —suelto su mano con rapidez ¿Qué fue eso?

Su mirada cambia, no soy capaz de descifrar que es lo que quiere transmitir. Sin embargo me siento tranquila. Nos quedamos viendo el uno al otro. Siento cosas raras y por un segundo, solo por un segundo me olvidó de todo y mi mundo se pinta de azul.

—¿Necesitas qué te llevé algún lado? —niego— Bueno, nos vemos luego, Ashley.

—Espera ¿Cuál es tu nombre?

—Luke.

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