57| Razón del odio.
No puedo mantener el equilibrio. Dereck va demasiado rápido. Mis brazos se niegan a deslizarse por su pectoral y mi cuerpo se estremece cada vez que pasamos cerca de un carro, creo poder sentir que los rozo. En cualquier momento mi agarre se deslizará y caeré.
—¡Despacio! —grito por encima del viento. No llevamos casco, huimos tan rápido del instituto que no nos dio tiempo— ¡Dereck!
Mi último llamado parece hacerlo reaccionar porque baja la velocidad considerablemente. Aun así sus hombros están tensos y dudo mucho que sea por el frío.
—Ariel nos está esperando —dice.
Asiento, tal vez le informó de todo cuando estábamos corriendo en los pasadizos y él tenía su celular entre las manos.
—No es necesario, puedo quedarme en mi casa.
—No.
—Quiero estar sola —suelto un suspiro— y no debemos estar juntos ¿No lo recuerdas? Lo que pasó no cambia nuestra situación.
—Situación —suelta una risa sarcástica.
—Hablo en serio, Dereck.
Fue un error, no debí informarle a Dereck sobre mi conversación con Luke, pero si se enteraba no solo iba a estar encima de mí sino que también perdería su amistad por siempre. Dios, si hace unos meses me hubieran dicho que estaría mortificada por perder a Dereck, me hubiera reído en su cara.
A pesar de todo, sé que hice lo mejor, elegí el mal menor. Si Dereck no hubiera estado, Adrián hubiera visto como Luke me retenía a la fuerza y definitivamente no se hubiera aguantado como Dereck lo hizo. Adrián no tiene trabas, tiene un pase libre para matar a Luke sin piedad y sin duda alguna lo hubiera utilizado para liberarme de sus garras.
Apoyo mi frente en su espalda. Cierro los ojos y respiro profundamente.
Luke no quería lastimarme, lo sé, estaba tratando de tranquilizarme porque esa horrible sensación es la misma que siento al momento de tener una crisis. Puede que ya haya pasado meses sin una recaída, pero ese sentimiento jamás lo olvidaré.
No conozco la casa de Ariel, pero cuando la velocidad de la moto baja y veo a un tipo con el cabello rojo, parado en el umbral de una puerta, con los brazos cruzados, sé que hemos llegado. Él se acerca apenas nos ve, la preocupación tiñe sus facciones. Dereck estaciona y me bajo con una velocidad que no creía que poseía.
—¿Qué hizo? —pregunta el pelirrojo.
—Intento matarnos, —rujo— habla con tu amiguito, dale un tranquilizante o que sé yo —acomodo mi ropa y camino hasta el interior de la casa.
No es mi casa, Ariel no me ha dado permiso, cualquiera podría estar adentro y mirarme como una amenaza, pero tengo tanta adrenalina en mí que no mido las consecuencias de mis actos.
Cálido.
Hogareño.
Mis ojos inspeccionan la tranquilidad de la casa, cada detalle baja cada una de mis revoluciones. Esto es un hogar, solo una mirada, una paso adentro del sitio fue suficiente para sentirlo. Tal vez es por mi pasado, añorar tanto por tanto tiempo te hace sensible a ese anhelo.
Escucho un sonido proveniente de un lugar más apartado, así que con la curiosidad carcomiendo mis células, camino hasta entrar a una cocina desordenada. Lo que más llama mi atención es la cantidad de harina que hay en el suelo y por supuesto, la persona causante de todo.
Hago una mueca al ver a Naybet.
—¿No deberías estar en el instituto? —me apoyo en una pared mientras espero una respuesta.
—Al igual que tú —se encoge de hombros.
Está de espaldas, no sé voltea para verme. No hay ninguna señal que indique sorpresa, ella sabía que iba a llegar.
—No te ves enferma ¿Qué hacés aquí? —ella deja de amasar una capa de harina y me mira con incredulidad.
—Te recuerdo que esta es mi casa y tú una invitada no deseada así que cuida el tono con el que me hablas —dice señalándome con su uña postiza.
Realmente me da igual si está molesta y estoy siendo una maleducada. Para empezar no quiero estar, no quiero estar cerca de ningún ser humano para ser específico.
A pesar de todo, deseo disculparme.
Miro al techo.
Todo estaba bien, todo estaba perfecto y de repente todo se vino para abajo.
Mis ojos pican así que parpadeo varias veces antes de salir de la cocina y entrar a una sala rodeada de marcos de fotos.
Ariel y Naybet son amados, lo sé, Miles de sus fotos yacen en una mesita. Pero en la repisa de la chimenea hay algo que me hace estrujar el corazón. Son diez cuadros, cinco para cada uno y están repartidos para que se vea el crecimiento de cada Torres. Están desde bebés hasta su edad actual, completamente adorable.
Completamente familiar, llenos de amor.
—Fue una idea de mi madre —dice Ariel apareciendo a mi lado.
—Este lugar parece una galería de arte sobre ustedes, se nota el amor, tuviste una infancia hermosa —sonrío a medias.
—Lo sé —no hay arrogancia, solo una respuesta sincera.
—¿Calmaste a Dereck?
—Me amenazó con matarme si no cuidaba bien de ti. —se ríe— Le importas mucho, Wood.
—No lo dudo —mentira— ¿Te contó lo que pasó?
—Cada detalle. Aunque prefiero que me lo expliques mejor. —acaricia el borde de un marco y después me mira— Se ha ido con Tyren a organizar una pelea de último momento. —me tenso— Tranquila, solo necesita desfogar y prometió no pasar la línea a cambio de mis buenos servicios contigo.
—¿Cómo sabes qué lo cumplirá? Vas a hacer bueno conmigo con el trato vigente o no.
—Sí, pero cuando prometo algo lo cumplo, él lo sabe perfectamente. Además tengo espías que me informaran si se excede. —logra calmar mi preocupación. Se sienta en un sofá marrón— Ahora ¿Quieres hablar o prefieres descansar? Dereck dice que te veías a punto de desmayarte en el salón.
Miro a otro lado incapaz de relucir mi incomodidad. Siento un alivio, Dereck creía que era un simple desmayo, no descubrió la verdad, en ese instante estaba entrando en un pozo negro que no extraño para nada. Sin embargo, no se lo expongo a Ariel.
—Me vendría bien dormir, —elijo. Ariel se levanta— puedo quedarme en el sofá —añado.
—Nada de eso, dormirás en la cama de Naybet. —hago una mueca— Puedes sentirte segura, no encontrarás un altar de Luke ahí adentro, lo deshice hace tres meses.
Suelto una carcajada, una real. El dato no me sorprende, lo sospechaba, pero tener la confirmación es más chistoso de lo que llegue a pensar.
—¿Ella está bien con eso? Que su enemiga duerma en su cama —aclaro al ver su frente fruncirse.
Ariel niega tomándome del hombro y conduciéndonos a la cocina. Entramos justo cuando Naybet se encuentra metiendo su preparación al horno.
—Hey, enferma, Wood descansará un rato en tu cama ¿Está bien? —le dice su hermano.
Ella se voltea al momento de cerrar el horno y por su mirada creo que sacará de su casa a patadas, pero me sorprende al escuchar su respuesta:
—Claro, pero no llenes mi almohada de baba —dice.
—No babeo.
—Claro, eso es solo para Adrián.
Ante su mención, siento una leve acidez en mi estómago junto con el revoloteo de mi corazón incapaz de no sentirse afectado.
Ariel me saca de escena antes de responder o dejarme llevar por mis sentimientos. Vamos por las escaleras y al doblar a la izquierda sé perfectamente donde duerme la menor de los Torres.
Desde la puerta con algunos brillos impregnados en forma de "N" puedo percibir el toque de Naybet. Todo grita ella, es su esencia. Su interior tiene posters de modelos famosos, las paredes pintadas de rosado bajo, un tocador blanco con focos de más, un sin fin de maquillaje ordenado y su closet con la puerta abierta me da la visión de su excesiva ropa llamativa.
Claro, eso teniendo en cuenta mis gustos. Naybet es hermosa, una perra obsesiva, pero hermosa al final del día.
En su cama hay una almohada blanca y tres cojines de brillitos junto con una manta del mismo color de sus paredes.
Al encontrar la mirada de Ariel, ni siquiera me esfuerzo en ocultar mi desagrado.
—Detesto el rosa.
—Que pena —su sonrisa burlesca delata sus palabras.
—¿Por qué no puedo quedarme en tu habitación? —pregunto tratando de buscar una salida del cuarto de Barbie psicópata.
—Dereck me mataría, Adrián se le sumaría y Luke finalmente jugaría con mis restos. Gracias, pero no gracias, te quedarás en la habitación de mi hermana.
—Gracioso.
—Hablo en serio, Ashley.
Utilizó mi nombre, no me apellido y sus gestos están estáticos. Esta vez no está jugando, Ariel realmente teme la reacción de ellos. Ruedo los ojos. Ariel me da un empujón suave al colchón y se aleja con dirección a la puerta.
—Gracias —susurro.
—Descansa. Cuando despiertes las galletas de Naybet estarán listas, pero como buen servidor que soy me aseguraré de que no contengan veneno —guiñá su ojo y sale por la puerta.
No puedo evitar sonreír. Ariel tiene ese algo que siempre mejora tu ánimo.
Vuelvo mi vista al rosado de la manta y sacudo la cabeza con negación. Lo doblo y lo pongo sobre los pies mientras me acuesto y cierro mis ojos.
Caer en los brazos de Morfeo jamás fue tan sencillo, mi mente necesita descanso para afrontar todo lo que se viene.
Despierto con un exquisito olor en el ambiente, no tardo en descubrir el origen. Galletas y por el jadeo que suelto sé que deben estar deliciosas.
Un ligero babeo se forma en mi boca.
Estiro mis músculos y sonrío. Definitivamente necesitaba esto, me siento igual que un oso despertando después de su invernadero. Dormir siempre me ha ayudado con todo, al menos en el presente porque en el pasado solo conseguía tener pesadillas y despertar con una sofocación fuerte. Hoy por hoy, solo requiero un momento de desconexión para volver con fuerzas.
Recargar y seguir adelante, así funciona la vida.
Abro los ojos y me encuentro el mismo panorama. Por un segundo me arrepiento por el disparo del color rosa que recibo, pero el olor exquisito de chocolate remueve el pensamiento y me levanto para salir de la habitación.
Escucho susurros antes de llegar a la sala, creo que son los padres de los jóvenes Torres, pero al entrar y plantar mi sonrisa más agradable sé que no es así. Seguimos siendo nosotros tres.
—Solo media hora —declara Ariel.
—¿En serio? Siento haber dormido toda una noche —estiro mi cuello a un lado y hago una mueca al escuchar el sonido de mis huesos.
—¿Manchaste mi almohada? —Naybet achina sus ojos— Te haré pagar la lavandería si es así.
—Tus almohadas están en perfectas condiciones.
—Y con bueno olor espero —dejo pasar su comentario y me acerco a la mesa.
Varias galletas yacen en un plato blanco. Tengo que admitirlo, se ven deliciosas. Ariel agarra uno y se lo lleva a su boca comiéndose la mitad, en su mano veo como chorrea chocolate derretido. Mi boca se hace agua y antes de que Naybet me prohíba comer, agarro una galleta y le doy un mordisco.
—¡Oye, tienes que esperar unos minutos para saber si hay veneno! —exclama Ariel, pero solo me concentro en devorar el exquisito postre.
Ariel bufa y se termina su galleta cuando yo voy en la segunda.
Cuando mi mano se estira para agarrar otra, Naybet me golpea con su palma y por reacción retrocedo.
—¿Cómo están? —ella tira del plato para sí misma y nos ve— ¿Aceptable?
—Son las mejores galletas que he comido en mi vida. —confieso— No sabía que tenías talento en la cocina.
—No lo tiene, pero cuando se trata de Luke siempre todo sale bien. —Ariel se encoge de hombros y se sienta en una silla. Me coloco a su lado— ¿Nos dejarás unas antes de irte? —mira a su hermana.
Naybet bufa cogiendo una galleta y partiéndola a la mitad.
—Tomen, no obtendrán más así que asegúrese de saborear —pone los pedazos en la mesa, nos lanza una mirada asesina y luego se va con su plato de galletas.
Ariel coge el pedazo y de un bocado se deshace entre sus dientes.
—¿No vas a comer? —señala mi pedazo.
—No.
Mi buen humor ha desaparecido desde que Luke ha sido mencionado. Odio tanto mi reacción, quiero que me dé igual, pero el hecho reciente me impide actuar con naturalidad.
Rabia, mucha rabia.
Ariel me da una palmada en la mano en agradecimiento, después se come mi pedazo. Me quedo viendo cómo esa delicia se va a su estómago y no al mío. Para colmo, como si no fuera más humillante, mis tripas hacen un sonido que alerta a la sirenita.
—¿Has desayunado?
—Sí ¿Te puedo hacer una pregunta?
—Ya lo estás haciendo, —deja entrever— pero te has ganado otro cupo —chupa sus dedos con restos de chocolate. Sé que no intenta provocarme, pero mi cuerpo no lo recibe de igual forma y tengo ganas de ir a quitarle los restos yo misma, no de la manera más educada posible.
Maldita Naybet y sus mágicas manos para las galletas.
—¿Por qué permites que Naybet esté cerca de Luke? —digo.
Ariel frunce su ceño, toma una posición adecuada y me mira con intensidad.
—Naybet podrá ser una zorra insoportable, pero me importa, es mi hermana —ante su dureza sé que ha malinterpretado mis palabras.
—Lo sé, lo noto, pero también soy consiente de lo peligroso que es Luke. Debes tener una razón, un motivo, un vídeo, lo que sea para mantener al ras a Brown.
—No tengo nada —responde inmediato.
—¿En serio?
—Sí.
—Luke podría utilizar a Naybet para hacerte daño —mi garganta quema. Ella no podrá ser santa de mi devoción, pero no le deseo ser víctima de Luke, en especial cuando sé lo encaprichada que está con él.
—Luke solo tiene ojos para ti y sí, podría utilizar a Naybet para dañarme, pero mi hermana no es tonta, ni siquiera todo el amor que le profesa podrá cegarla.
—¿Ella sabe?
Eso explicaría su comportamiento, dejarme dormir en su cuarto, en su intimidad, no es algo que pase a menudo, ni mucho menos con tu archienemiga. Tal vez en su corazón relleno de Luke, encontró un pedazo libre para llenarlo con compasión.
—Lo suficiente para reconocer sus trucos, pero no lo requerido para sacarlo de su corazón. —suelta un gemido de frustración— Naybet realmente quiere enamorarlo, convertirse en ti, pero se niega aceptar que jamás sucederá. Si hubiera un indicio de que mi hermana corriera peligro, te aseguro que soy el primero en internarla en un convento al otro lado del mundo o picar a Dereck para que lo mate, realmente las dos opciones son tentadoras.
Muevo mi cabeza en negación.
—No juegues con eso.
—Vale, nos quedamos con la primera opción.
Levanto mi cabeza al reloj de pared y me doy cuenta de que para este momento estaría terminando mi primera clase.
Escuchamos el ruido de una puerta siendo azotada.
—Ya se fue —informa Ariel.
—¿Por qué le lleva galletas a Luke?
—Por qué no. —responde sin ganas— Hace unos días escuchó una conversación dónde él quería comer unas galletas y claro, mi hermanita está ahí para consentirlo. Se suponía que debía levantarse temprano, pero cuando me enteré lo que iba a hacer, atrase su despertador y ni eso logro detenerla —señala la salida.
Asiento y esquivo su mirada. Luke no alababa a cualquier galleta, él estaba hablando las de mi madre. Fue hace tiempo cuando se volvió adicto, mi madre había dejado galletas preparadas y cuando más probó más quedó maravillado. Desde ahí, siempre me pedía esas delicias, claro, tenía que decirle a mi madre por mi nombre, ya que Luke nunca fue de su agrado. Sin embargo, por la poca disponibilidad de Giuliana, Luke comía una vez al mes las galletas y cada bocado realmente lo atesoraba.
Las de Naybet son mejores, tiene esa chispa que solo un amante puede ofrecer a su amando. Aunque el término "muso" va mejor con la situación.
—¿Dereck te saco de la universidad para que puedas cuidarme?
—Nah, hoy tengo libre.
—Pero debes tener trabajos que avanzar —presiono.
—Di lo que quieras, no me voy a alejar de ti, Wood. Tres hombres son mis verdugos si te pasa algo ¿Recuerdas?
—Dos ya que uno me lastimara —aclaro.
Ariel se mofa, pero puedo ver cierta preocupación rondando sus iris.
—Con mi vida no se juega. —me señala— Ahora sí, cuéntame a mayor detalle sobre tu reunión con Luke, Dereck estaba tan alterado cuando me lo dijo que apenas mi cerebro logro conectar dos palabras —separa sus piernas y se inclina a mí.
Elevo mis cejas, paso mis manos por mis muslos y entonces empiezo a contarle todo. Desde mi encuentro con Price hasta el momento que me vio llegar en la motocicleta de Dereck.
Ariel se mantiene atento, todo rastro de gracia se disipa apenas abro mis labios. He llegado a conocerlo, es extremadamente simpático en su vida cotidiana, pero cuando se tocan temas serios como estos, pone su máxima atención y analiza.
—Vaya mierda —dice cuando finalizo.
—Vaya mierda. —imito. Recuesto mi espalda en la silla y miro al techo— Tengo miedo, —cierro mis ojos y niego con la cabeza— estoy aterrada, Ariel.
—Wood...
—No, no lo entiendes, no viste su maldita seguridad. Mierda. —froto mi rostro— Ni siquiera ya me importa mucho el vídeo, creo poder solucionarlo, pero lo que sea que tenga Luke guardado para mí... No creo poder soportarlo ¡Se ha metido en mi cabeza! No puedo dejar de pensar en ello y estoy segura de que ahora se está revolcando en un lodo de felicidad por eso. Prometí que no iba a dejar manipularme y mírame, a punto de caer en su trampa de nuevo.
—No lo harás, nos tienes a tu lado y creeme que no lo vamos a permitir. Primero muerto antes de verlo triunfar.
—No vi venir de lo Price ¿Qué más estoy dejando pasar?
Ariel cubre mis manos con las suyas y luego sopla el agarre.
—Dilo, di lo que creés.
Mis labios tiemblan y me tenso.
—No está bien, pero Luke no es un mentiroso, dime ingenua lo que quieras, pero sé que no miente cuando dice que me hará volver a su lado. —tomo una respiración profunda— Tatiana dijo que la información me iba a destruir y creo que eso es lo que lo detiene en cierto modo ¿No? Ha tenido todas estas semanas para decírmelo, tomarme a la fuerza y obligarme a escucharlo, pero en cambio Luke ha decidido que vaya con él por voluntad propia. En su mente retorcida cree que eso aliviará el choque de sus palabras.
Todo lo tiene planeado, está esperando que caiga para poder tomarme como trofeo. Luke no me ama, es un hecho, pero una obsesión puede ser factible, sin embargo un obsesivo jamás dejaría que otro juegue con lo que cree suyo. Luke no hubiera permitido que Adrián me tocará, sin importar su urgencia por tener a Beatriz o lo que fuera, si realmente estuviera obsesionado conmigo, las cosas hubieran sido más turbias. La opción que creo es un egoísmo grande, unas terribles ganas de aferrarse a mí, a lo que éramos, a lo que sentimos, a nuestro pasado.
Un sentimiento común, pero con la intensidad adecuada puede ser mortal. Las tomografías de Dereck, mi dolor, todo puede probarlo.
—Este es su juego y tienes razón al decir que no hace nada sin predecir los movimientos de sus oponentes. La única forma que salgas victoriosa es descifrar su plan, al conocer los códigos de esa bomba y desactivarla ¿Qué podrá utilizar contra ti?
—El problema es que no quiero saberlo porque pienso y pienso en lo que podrá destruirme y ser tan fuerte para volver con el hombre que me mintió por años, que lo único que se me viene a la mente es algo que no puedo aceptar.
Me niego, me cierro ante la idea. Simplemente imposible.
Ariel frena una lágrima rebelde que se desliza por mi mejilla.
—Piensa en ti, debes protegerte, sé tu prioridad, Ashley.
Mi garganta se cierra y trato de sonreír sin éxito. Ariel tiene razón, pero mi corazón se niega a afrontar la verdad.
No.
No.
Me cubro de capas.
Miro mis manos encarceladas por las suyas y desde tal oscuridad, puedo sentirlas comenzar a temblar. Ariel aprieta su agarre y busca mi mirada con desesperación. Me niego, puedo frenar esto sola. Sin embargo, entro en pánico, cada músculo de mi cuerpo se tensa al volver a sentir la sensación de la mañana.
Un dolor, una piedra, crece en mi cabeza con fuerza. Sucede en un clic, en unos segundos. Mi cuerpo me está dando señales, grita por auxilio, pero solo puedo soltar un par de lágrimas, esperando que así libere tensión. De pronto mi respiración se vuelve irregular y el oxígeno ya no entra en mis pulmones.
—Aire, aire, ai... —repito con miedo.
—Suéltalo, Ashley, debes expulsar eso que te está dañando. Dilo.
"Lo sé, lo sé" repito constantemente con la esperanza de que mi voz se escuche, pero jamás pasa.
Ariel sujeta mi rostro entre sus manos y me hace mirarlo, no sé cómo luzco, pero su destello de impotencia me da una idea.
"Lo siento"
—No caerás en las mentiras de Luke, no lo harás —ejerce más fuerza en su agarre al sentir mi rechazo— ¿Sabes qué hizo Luke para mantener a raya a Dereck? ¿Sabes que atrocidad contiene el vídeo que tiene ese monstruo? ¿Sabes por qué mi mejor amigo se dejó golpear todos estos daños? —su voz se quiebra.
Está desesperado y lo estoy forzando a decir algo que no quiere. Tiene mucho dolor en su interior y está dispuesto a soportarlo para buscarme una distracción, algo para salir del trance.
Esto no está bien.
Veo en sus ojos acumularse varias lágrimas y cuando suelta un grito desgarrador, reacciono. Dejo de temblar, el dolor va disminuyendo a grandes intensidades, pero es demasiado tarde, Ariel abre sus labios y me cuenta todo.
Mi estómago se revuelve.
—Luke no encontró nada para chantajear a Dereck así que construyó uno punto débil. —su tono me desgarra el alma— Se acostó con Dalesa y grabo todo sin su consentimiento. Utilizó a una inocente para su juego, la destruyó hasta convertirla en una persona diferente. Así que no, Ashley, no volverás con esa escoria. Cuando creas ceder piensa en Dalesa, en Dereck, en ti, en todas las personas que daño Luke. No vas a permitir que gane ¿Quedó claro?
Una punzada en el corazón. Más y más mentiras ¿Cuándo acabará? Otra punzada con fuerza.
No paramos de soltar lágrimas. La noticia me toma con tanta sorpresa como con asco ¿Con quién estuve todo este tiempo? Por Dios. Cuando Priscilla me contó sobre Dalesa, imaginé a una persona y cuando la conocí fue como si me hubieran cambiado de relato ¿Por eso actuó como una perra conmigo? ¿Me culpa por su destino y por el tormento de Dereck? Mi pecho se cierra ante la idea. Sin embargo, me quedo en silencio. Prefiero quedarme con estas dudas antes de tocar la fibra de Ariel, sé que se siente algo por Dalesa y que sus ganas de venganza no son solo por el daño que le hizo a su mejor amigo.
—Su dolor no será en vano, si antes tenía dudas ahora te puedo asegurar que no volveré con Luke, podrá destruirme, pero nada será capaz de cambiar todo esto que siento —mi voz es entrecortada mientras me toco el pecho con fuerza.
Ariel me sonríe, pasa su mano por su rostro y suelta un suspiro.
—Y por eso vamos a averiguar lo que tiene contra ti. Debemos tener la ventaja. —se inclina y dice con una voz que eriza mi piel— Lo que me lleva a la siguiente pregunta ¿Cómo podrá tenerte a su lado teniendo tú una pareja? Sabes lo que significa eso ¿Verdad?
Trago saliva, mantengo su mirada y suelto mi mayor temor.
—Que puede ser posible que Luke no sea el único que haya mentido en todo esto, de que haya un segundo rey en el juego.
Cada palabra quema, cada sílaba arde, pero no me callo. Expulsó todo ese fuego y no dejo que me quemé por dentro.
—Deje de perseguir a Adrián después del vídeo de Luke, Dereck también lo dejo en paz así que cualquier cosa que haya hecho después de eso, no tenemos ni idea.
Asiento. Esto está siendo tan doloroso, tachar al hombre que amo como un posible impostor es lo último que me imaginé. Sin embargo, tengo que ser realista. En estos momentos lo único que podrá destruirme es descubrir una información de Adrián y Luke aprovecharía mi vulnerabilidad para manipularme y retenerme a su lado.
Ya consiguió que Beatriz vuelva, ya no necesita a Adrián así que puede desplazarlo cuando desee.
—Sé dónde empezar a buscar —digo levantándome y limpiando mi rostro de restos salados.
—Te acompaño —copia mi acción.
—No, te necesito en otro sitio.
—No puedo dejarte sola.
—Necesito que vigiles a Adrián en el instituto mientras yo voy a su casa para hablar con Beatriz, si ella llega a avisarle a su hijo necesito que estés ahí para retenerlo el mayor tiempo posible. —Ariel niega— Dereck está demasiado descontrolado para manejar la situación, podrá tener buenas notas, pero en comportamiento está fatal, si logra provocar una pelea solo empeorara su caso. Déjalo con Tyren, déjalo desintoxicarse.
Sabe que tengo razón o solo está protegiendo a Dereck, sea cual fuera el caso, Ariel chasquea sus dientes sacando su celular y llamando a un taxi.
—Celular prendido y me enviarás tu ubicación para seguirte el rastro —demanda, negarme no es siquiera una opción.
Lo hago de inmediato, Ariel recibe la notificación y parece más aliviado.
—Ni una palabra de esto a Dereck, lo más probable es que abandone la pelea y se siga. Sabemos que esto molestaría mucho a Tyren.
—Tenlo por seguro. —asiente, me mira unos segundos antes de decirse por hablar— No estás bien, Ashley, si Beatriz te dice algo que te desestabilice... No puedo ni pensarlo, pero promete que enviaras un mensaje, una llamada, una señal e iré corriendo a ti.
Me acerco y lo abrazo, con fuerza y con cariño.
—¿Cómo sabías que iba a tener una crisis?
—Dalesa las tenía constantemente en el pasado y para protegerla tuve que aprender las señales.
Está rota.
Una duda se instala en mi corazón, me presiona tanto que tengo que soltarlo.
—¿Es por eso que estudias medicina? ¿Ella es tu razón? ¿Te especializarás en Psiquiatría? ¿Psicología?
—Se alejó de todos, Dalesa cambio, la chica del que me enamore murió y no quiero que nadie pase por ello. Quiero salvar y no dejar a otra Dalesa desaparecer. —me mira a los ojos y jamás creí ver tanta intensidad en una persona, tanta esperanza— Cuando sea profesional espero que no sea muy tarde para revivirla.
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