51| Planes del diablo.

—Ojalá pudiera decir que me alegro de verte. —espeta Beatriz a su hijo—Necesitamos hablar, por favor lleva a Ashley a su casa y no te demores —dice después de unos minutos incómodos, se da media vuelta y desaparece.

No me sorprende que supiera mi nombre, total, nuestras madres son amigas. Pero si quede confundida con su manera de mirarme. Beatriz Irman es imponente, de eso no hay duda, pero cuando me escaneo y cayó en cuando de quién era yo, su rostro se transformó y el miedo se apoderó de sus facciones.

Volteo para ver a Adrián y darle a entender lo avergonzada que me siento, pero él ya está sujetando mi mano y arrastrándome de vuelta al auto.

La situación es incómoda, muy penosa, sí, pero no tanto para que Adrián tenga las manos apretadas en el volante. No está molesto, ni feliz por ver a su madre, no puedo leerlo.

Cuando llegamos a mi casa, se baja y me abre la puerta para después atrapar mi cuerpo con un abrazo fuerte, cómo si temiera que me esfumará. Su cabeza se esconde en la curva de mi cuello y aspira mi aroma con fuerza.

Algo está mal.

—Sé que no es la mejor primera impresión, pero cuando me conozca seremos grandes amigas —trato de tranquilizarlo al imaginar la causa de su comportamiento.

—No dejaré que nadie te aparte de mí —besa mis labios y me acompaña hasta la puerta de mi casa. Escucho sus pasos alejarse cuando me adentro a mi hogar.

Sus palabras me dejan en shock. Trato de concentrarme en la conversación que hace mi madre cuando me ve, pero estoy tan lejana de todo que simplemente me excuso con mi cansancio físico. Giuliana asiente y me acompaña a mi dormitorio.

Cuando estoy sola, mi mente sigue dándole vueltas a lo mismo. Al tener un ataque de insomnio me pongo a repasar para el examen de mañana y me quedo dormida tres horas después.

—¿Adrián no va a venir? —pregunta mi madre en pleno desayuno.

Le he enviado los buenos días a Adrián, pero no me ha contestado. Hago una mueca. Usualmente siempre llega temprano y toma desayuno con nosotras, una pequeña rutina que hemos adoptado y ahora que no se está cumpliendo, se siente extraño.

—Está ocupado, Beatriz llegó anoche —le informo.

Giuliana jadea y sonríe.

—¿¡Por qué no me lo has dicho antes!? ¿Por qué no me avisó? —inclina su cabeza de lado y piensa en sus respuestas.

—Supongo que ha sido algo de último minuto, cuando la vimos estaba con ropa formal y tenía el aspecto como si estuviera trabajando.

—La llamaré en un rato ¿Adrián ya le contó lo de ustedes? No quiero arruinar la sorpresa —me río con ironía.

—Creeme, ya lo sabe.

Salgo de casa temprano, tengo el fuerte sentimiento de que ha pasado algo con Adrián. Sin embargo no cálculo bien mi tiempo y soy la primera alma estudiante en entrar al edificio.

Estaría terriblemente aterrada si no fuera de día.

Intento llamar a Adrián una vez que llego a mi aula, pero su celular está apagado. Con un suspiro guardo mi móvil y me ubico la última fila.

Saco uno de mis cuadernos y repaso un poco antes de chequear mis redes sociales. El aburrimiento me mata, nadie llega y el silencio está empezando a ponerme paranoica, hasta el canto de las aves se hace más intenso.

Estoy a punto de refrescarme el rostro cuando un fuerte sonido me hace detenerme por completo.

—No es como si no lo hubiera hecho antes. Deja de actuar como un igual, eres el maldito director y él un simple profesor —ruge una voz conocida.

En la puerta del aula se sitúan dos siluetas y el pomo es tomado con fuerza, lo deduzco porque la manilla vibra.

—Cuidado con tus palabras muchacho insolente, recuerda con quién estás hablando —dice otra voz igual de furiosa.

—Ahora solo veo una sombra. —hay un silencio antes de que hable— Por cierto ¿Me recuerdas cuando es el próximo partido?

—¿Me estás amenazando? —casi puedo escuchar como intentar no reírse.

Estoy casi segura de quienes son los protagonistas de la conversación, pero solo confirmo mis sospechas cuando Luke entra por la puerta y veo el cuerpo de Boris yéndose en dirección contraria.

Al principio Luke no me ve, pero cuando alza su cabeza y revolotea sus mechones dorados, sus ojos azules impactan con los míos después de días ignorando su mirada.

No siento nada.

Pienso recoger mis cosas y huir, pero descarto mi idea. Yo no debería alejarse lo más posible del otro, yo no soy la que mintió e hirió por años.

Deshago el contacto.

Sus pasos tardan un poco en volver a ponerse en marcha. Cuando lo oigo más cerca y visualizo las suelas de sus zapatos, me tenso. No quiero tener contacto con él. A pesar de que todo indique que insistirá en hablar, oigo la silla de mi costado moverse y su cuerpo caer en él. Puede que no estemos en la misma mesa, pero sigue siendo mi costado, de alguna forma la cercanía se siente incorrecta, no deseada.

¿Es en serio?

—No sé que estés tramando, pero anda haciéndote la idea de que jamás volveré a tu lado —digo firme y clara, con la mirada en mi celular.

—Soy consiente de ello, gracias —no es burla, su seriedad me escarapela la piel.

Los minutos pasan y la tensión entre nosotros van en aumento. Algunos estudiantes llegan y cuando creo que todo volverá a la normalidad, Adrián entra por la puerta y mira a la persona que tengo cerca, su rostro carece de felicidad.

Avanza hasta mí en zancadas.

Su cuerpo se pone al medio de ambos y con un movimiento de cabeza me indica que pase a la silla vacía de alado. Lo hago y Adrián ocupa mi antiguo lugar.

—No te quiero cerca de él —no es una petición, es una orden— ¿Por qué te mantuviste aquí? Hay sitios vacíos.

El hecho de que supiera que yo jamás me sentaría tan cerca de Luke por propia voluntad, me tranquiliza un poco.

—No me provoca nada su presencia, él puede estar sentado en tu lugar y me daría igual. —expreso— No le voy a demostrar debilidad.

Su expresión se suaviza y acaricia mi cabello.

—Debilidad no, asco sí. —frunzo mi ceño— Créeme, que te hayas quedado aquí es una victoria para él, no para ti. Hay que cambiar eso.

Estoy a punto de objetar ante sus claras intenciones, pero Adrián ya tiene capturando mis labios.

Me atrae, me saca de mi asiento y me coloca entre sus piernas, agradezco que no sea de forma ahorcada porque no podría con la mirada de mis compañeros. 

Con su lengua recorre mi cavidad bucal y una de sus manos descansa en mi muslo, siento su impulso de ir más arriba y acariciar mi humedad. Me dejó llevar por su adicción, me envuelve con facilidad. Lo toco en distintas partes y después de unos segundos que parecieron minutos, nos separamos con el pecho agitado.

—Me encanta tu posesividad.

—Es lo que provocas, cada maldito segundo del día quiero reclamar tu cuerpo y marcarte para que todo el mundo sepa que tienes dueño. No sé que me has hecho, pero jamás quiero dejarlo de sentir.

Vuelvo a tocar sus labios, pero esta vez de manera lenta y demostrando el amor que tenemos.

Cuando vuelvo a mi asiento, con un poco de resistencia de Adrián, le pregunto:

—¿Qué pasó ayer? Después de que me dejaras en casa. Intenté comunicarme contigo, pero me mandaba a la casilla de voz.

Por un segundo creo creer ver dolor en sus facciones.

—Nada de lo que debas preocuparte. —su mano se enrosca con la mía— Después del instituto quiere hablar contigo, no tienes qué, no conoces a mí...

—Está bien —lo corto— ¿Entonces almorzamos en tu casa? —asiente con un poco suspicacia— Genial, le avisaré a mi madre, está ansiosa por tener una conversación con su amiga.

—No. —dice tajante— Beatriz quiere conversar contigo en privado.

—¿Tengo que preocuparme? —soy franca, si voy directo a la boca del lobo me gustaría saberlo.

Adrián suelta una carcajada.

—Tú no —me da un fuerte apretón.

Con eso me relajo. El examen pasa rápido y por primera vez termino antes que Adrián, durante el descanso para el segundo examen del día me burlo de él por eso. Mi ego sube por las nubes cuando me da la razón, pensar que soy tan inteligente como él ayuda en la prueba siguiente. Vuelvo a ser la primera.

Una vez que estamos libres, Adrián se va con Hugo, su entrenador, que lo llamó a último minuto para una charla de urgencia. Mientras que yo aprovecho en enviar un mensaje al chat de mis amigas para encontrarnos en las gradas, las que permanecen en el instituto acuden a mi llamado.

Cuando me encuentro con las chicas, Gabriela se pone a mí al frente y pone entre mis manos un envase de yogur. Mis ojos brillan con placer cuando lo veo, está delicia no puede ser tan perfecta.

—Mañana quiero mi pedazo de torta de tres leches —dice, pero se escuchó más como un orden.

—No puedo creerlo. Siempre me dices que te tengo que pedir está cosa con anticipación porque tu tío las tiene que mandar del extranjero ¡Eres una mentirosa! —la acuso sintiéndome herida ¿Cómo me pudo privar de esta delicia?

—Puede que tenga un paquete en mi casa —es lo que dice antes de retroceder y esconderse atrás de Cristina.

—Cobarde —susurro.

Karla empieza hablar de una cita que tuvo con Ignacio y después pasamos a mejorar el ánimo de Mery. Hoy día le contará a sus padres sobre su orientación sexual, es una decisión que alargado por años y por fin, con Cristina a su lado, se atreve a dar el siguiente paso.

Le hemos recordado que estamos disponibles para ella, a cualquier hora, no importa, seremos su escudo de ser necesario. Por otro lado, he coordinado con Cristina y María que Mery puede quedarse en la casa de María si las cosas salen mal y decide tomarse un respiro, no escaparse ni nada, en todo momento sus padres sabrán en dónde se encuentra. Por supuesto, esto no lo sabe Mery, es solo un plan B, uno que ninguna quiere ejecutar.

—Por cierto ¿Ya le diste la cálida bienvenida a mi tía? —Cristina se toma un momento para que la conversación se concentre en mí.

—¿Ah? —dice Tamara claramente confundida.

—La madre de Adrián llegó ayer por la noche y nos encontró en una posición comprometedora —revelo sin ánimos de darle vueltas al asunto— ¿Qué tan malo es?

—Ay, Ashley —dice Mery con voz de perrito triste.

—Gracias, con eso me confirmas que estoy jodida. —paso mis manos por mi cara— Lo peor es que Beatriz me ha invitado almorzar y Adrián ha dejado en claro que voy a tener una conversación sería con su madre.

—¿Tienes más de esa torta riquísima? Tal vez pueda endulzar las palabras de tu suegra. —empujo a Gabriela— Lo digo en serio, amiga.

—Podría funcionar —admite Karla— ¿Qué tan comprometedora fue la posición?

Muerdo mis labios y miro al cielo.

—Ok, tengo suficiente con eso. Estás frita, Ashley —gimo por la negativa de Gabriela.

—Mi relación con Ceci no fue tan buena al principio, hubo mucha frialdad, pero con el tiempo nos volvimos muy cercanas. —cuenta Mery— No te desanimes por esta conversación, tienes tiempo, Adrián no parece querer dejarte ir y tú tampoco a él.

—Gracias —tiro mi labio para abajo y abrazo a la pelirroja con fuerza. Cristina me da una mirada dura cuando la separo de su amada.

Con que la posesividad viene que familia.

—Cualquier cosa estamos para ti. —añade Tamara— No cabe duda, estaré más atenta al celular que en mis notas para el examen de mañana.

Todas soltamos una pequeña risa sincera que poco a poco se va agrandando, pero vuelve a cesar cuando vemos la expresión de Gabriela transformarse.

—No puedo creerlo.

Miro en su dirección y frunzo mi ceño ¿Para qué? ¿Por qué?

El equipo de fútbol a parecido en la chancha con cinco mujeres delante de ellos. Ni siquiera parece que tuvieran ropa, algunas llevan una falda extremadamente corta y algunos shorts superceñidos al cuerpo, pero si en algo coinciden es en el uso de tops pequeños.

Porristas urgidas por follar con los chicos del equipo de fútbol.

Esto no tiene sentido.

Localizo a Adrián entre el grupo de hombres, está al lado de Hugo, conversando y señalando a una de las chicas.

Tomo un respiro pausado, no estoy celosa, pero si incómoda de que se exponga a tanto exhibicionismo. No es como si él estuviera atento a los pedazos de carne andantes, pero aun así.

Una de las chicas mira en nuestra dirección y alza su mano en forma de saludo ¿Ah? La repaso y quedó en shock al darme cuenta de la presencia de Lisandra. Se ha pintado el cabello castaño dejando atrás a su rubio natural hermoso, se ve igual de impresionante, pero el cambio de color fue drástico. Mi confusión está justificada.

—No pensé que Hugo fuera así ¡Su hija está prácticamente en ropa interior! Lo imaginé más controlador y machista —exclamo.

Esto no tiene sentido.

—Bien por ella, —dice Mery— es bueno sentirse libre.

Cristina le da un beso en su mejilla.

—Tienes razón —digo.

Las improvisadas porristas se detienen cerca donde nos encontramos nosotras, los chicos toman posición en las gradas y algunos ríen y se golpean entre ellos. Patético, actúan como unos leones ansiosos por comer. Por el saludo de Lisandra, algunos se han dado cuenta de nuestra presencia, incluido Adrián.

—Bien, empiecen —Hugo les dice a las porristas y entonces el show empieza.

Meneo de cadera, cintura, trasero, senos, saltos, un poco de abertura de piernas y una pirámide al final del acto es lo que ofrece el grupo. Las evalúo cómo si mi opinión fuera determinante para su permanencia.

Esto no tiene sentido.

Lisandra lidera el equipo, ella es la punta y no lo hace nada mal. No son las mejores que he visto, pero cumple con su función y estoy segura de que mejorarán.

Hugo aplaude con el resto de chicos, mis amigas empiezan a hablar entre sí, pero me mantengo distante.

—¿Qué opinan? —dice el entrenador y se escucha un coro de aprobación total— Jaime, estás muy entusiasta, recuerda nuestra charla ¿Y tú Irman, estás de acuerdo?

Sí, Adrián, dinos que opinas.

—Mi novia tiene mejores movimientos —se encoge de hombros.

Algunos compañeros están de acuerdo con él, pero la mayoría empieza a gritar que se queden las porristas. Cuando el nombre de Lisandra es utilizado en la misma oración que la palabra follar, Hugo detiene el coro.

—Suficiente, —ruge— no quiero ninguna falta de respeto a mi hija o a cualquiera de las chicas —esto es ridículo, muy hipócrita. Recuerdo cuando me atrapó a Adrián y a mí saliendo de los vestidores y le dio una charla a Adrián sobre su regla de no mujeres cerca, de la distracción que somos y demás— Recuerden que ella no estarán presentes en los entrenamientos, solo las verán en el juego, si noto un mínimo de distracción a causa de ellas, se acabó. —deja en claro, casi como si leyera mis pensamientos— No seré tolerante.

Esto no tiene sentido.

Hugo habla aproximadamente dos minutos más, la reunión se acaba de los muchachos esperan a que Hugo este fuera de la vista para acercarse a las chicas o irse a sus casas. Observo a Adrián venir directo a mí, sin embargo mis ojos lo dejan y se van a otra cabellera rubia.

Mis manos se cierran de golpe.

Me paro furiosa y voy directo a él, está de espaldas, caminado como si nada. La sangre me hierve.

—¡Luke! —grito fuerte y claro.

Su espalda se tensa por encima de su camiseta y se gira despacio, cómo si no creyera lo que está oyendo.

Sus ojos azules me chocan y un fuego abrasador los reciben.

—¿Qué crees que estás haciendo? —hablo despacio, separando las palabras con una constante detonación.

Mis manos tocan su pecho y lo empujan para atrás. Él se tambalea, pero no cae al suelo como me gustaría.

Mi mano arde como si supera que ese cuerpo no debe tocarse jamás. Luke me mira incrédulo y endereza su postura para enfrentarse a mí. Ya no hay rastro de debilidad.

No espero que hable, no quiero oírlo, por eso me adelanto y dejo soltar todo mi veneno.

—¿De esto se trataba tu conversación con Boris en la mañana? —vuelvo a empujarlo— ¿Qué diablos intentas? ¿Provocar a Adrián? —suelto una risa hipócrita— No importa lo que hagas, escúchame bien, Luke, —doy un paso adelante y tomo su camiseta entre mis manos, lo tiro hacia mí— jamás volveré a tu lado y debes estar muy mal para creer que Adrián puede cambiarme por esas, soy mucho mejor, valgo más.

Sus ojos sueltan chispas de un fuego azul.

—Una conversación conmigo y no volverás a poner en un pedestal a ese idiota —dice claramente refiriéndose a Adrián.

—¿Así? ¿Qué me dirás? —lo suelto con asco, no se mueve— Su fuera algo determinante para acabar mi amor por Adrián, ya me lo hubieras dicho hace tiempo. Lo que tú buscas es endulzarme, manipularme cómo todos estos años y ahí recién soltar algo inventado de Adrián. —veo la sorpresa en su rostro, sabe que tengo razón— Ya no soy la Ashley tonta de antes, ya abrí los ojos y déjame decirte que por fin te veo como la mierda que eres.

Luke alza su mano para tocarme, no pegarme, pero un tirón me hace retroceder antes de abofetear su mano. Primero muerta antes de sentir su tacto nuevamente.

Mi espalda choca contra el pecho de Adrián y sus manos van instintivamente a mi cintura, aferrándome a él.

—Esa es mi chica. —la voz de Adrián retumba en mi oído, mi cuerpo se eriza con aprobación y exige más cercanía— Intentas volver a tocarla y el próximo en pasar el verano enyesado serás tú.

Sonrío con orgullo.

Estiro mi cuello para verlo y con una de mis manos atraigo la cabeza de Adrián a la mía. Impacto nuestros labios y la posesividad surge en ambos. Sus dedos se entierran en cintura y un jadeo sale de lo más profundo de mi garganta.

Muerdo su labio inferior antes de volverme a Luke. Su expresión me llena de paz.

—Lo amo a él, si no puedes soportarlo desaparece de mi vida. No más juegos sucios, no tienes ni idea lo de cruel que puedo ser, la Ashley que conociste se murió el día que descubrí la verdad.

Pero bueno ¿Actualizaciones seguidas? Estoy segura de que los aliens me han raptado y me han cambiado de chip.

¿Qué les pareció el capítulo? Si este cap tiene muchos comentarios, es muy, pero muy probable que la próxima actualización este a la vuelta de la esquina. Que puedo decir, leel@s me llena el alma y me inspira 🤭.

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