50| Siempre espera lo inesperado.

Los exámenes me están consumiendo, mi mente ya no puede retener otra fórmula, biografía, concepto, deducciones o incluso simplemente pensar. Tan solo han pasado dos días de tensión, restan tres y no sé si sea capaz de lograrlo.

Entre la carga de aprobar los exámenes y ganar el partido, estoy exhausta. Cuando ya decido tener suficiente de las materias, me toca practicar, alimentarme correctamente y descansar lo debido. Ni siquiera sé cómo lo estoy logrando, debo tener un superpoder para no descuidar ninguno de mis deberes. Bueno, no es superpoder, pero tener a Adrián a mi lado fácilmente podría serlo.

Mi novio ha sido un gran apoyo, y no me refiero a que me pase las respuestas a escondidas, por más que se lo pedí con los ojos, Adrián me ignoraba en clase y seguía resolviendo su examen. En fin, no hablo de eso, sino de lo pendiente que está en que coma algo, que no me desgaste físicamente en los entrenamientos ni mentalmente cuando estudiamos.

Toda esta semana está siendo demasiado.

Mi madre lo ha notado, estoy segura, por eso siempre me espera en casa con una tarta de tres leches, preparado por ella misma, bajo en azúcares, pero tan delicioso para querer otro pedazo más. Lástima que solo prepara una porción exacta. Excederme con el dulce en estas épocas es lo peor que me podría pasar.

—Por favor, solo la número tres
—ruedo los ojos. Ya perdí la cuenta de cuántas veces ha insistido— Te juro que he estudiado, te puedo mostrar mis apuntes, incluso Ashley me hizo videollamada en la noche para confirmarlo —levanto mi vista por encima de mi lápiz y lo miro.

—A mí no me metas. —susurro lo más bajo posible. Antes de volver a mi concentración, suspiro y trato de ayudarlo— Ah, Dereck, no creo que diciéndole a mi novio que te llamé ayer por la noche sea la mejor forma de convencerlo.

Adrián ha estado relajado estos días con respecto a Dereck. He hablado con él, cómo se lo prometí a mi pareja, y para mi sorpresa Dereck no puso resistencia. De hecho lo ha tratado como si nada hubiera pasado. Además sus heridas han bajado considerablemente, no sé si las cremas que utiliza con milagrosas o tiene un envidiable sistema inmunológico.

Puede que la mención de la videollamada sea un intento de fastidiar a Adrián por no ayudarlo con el examen, pero en el momento que llame a Dereck estaba con Adrián, tuve que sobornarlo con unos besos para que no se metiera en la conversación.

Claramente este dato no lo sabe Dereck.

—Vamos amigo —Dereck resopla.

—Callate maldita sea, vas a desconcentrar a Ashley —ruge Adrián.

—Eso no es cierto ¿Verdad? —por mi rabillo del ojo miro como se inclina y trata de encontrarme con la mirada.

Lo ignoro tratando de llegar a la conclusión de la pregunta nueve.

Si la pregunta tres no estuviera tan fácil, se lo diría a Dereck y acabaría con este circo. Pero que no sepa la respuesta solo me demuestra que no ha tocado ningún libro de la materia.

Después de unos minutos Dereck se calla y se refugia en su examen. La pregunta aún no puedo resolverla y, sino fuera por mí, Adrián ya se hubiera parado para entregar su examen e irse a casa.

Estos días son así, solo venimos al instituto para rendir las pruebas e irnos a casa para repasar el examen del día siguiente. No hay clases.

Adrián no me mira, no me habla y prácticamente no existo durante las dos horas que dura la prueba. Es algo que me dijo que pasaría y que acepte. Sentarme con él es difícil, es una prueba para mí. En estos momentos podría mirar sus respuestas si así lo quisiera, pero soy más que eso, yo puedo con esto.

—Termine. —le aviso por más que sé que no obtendré una respuesta— ¿Podrías decirle la respuesta a Dereck mientras entrego mi examen? Míralo, está sufriendo, hay que ser buenos amigos.

—No soy su amigo —responde cuando me levanto de la silla.

Cuando vuelvo, Dereck está con la expresión más relajada. Adrián se levanta para copiar mi acción.

—¿Te ayudó? —le susurro al pelinegro.

—Me salvo de repetir la materia —en su voz se refleja su alivio.

Sonreímos.

Recojo mis cosas y salgo del aula, a los pocos segundos, Adrián aparece.

—¿Le diste las respuestas correctas? —encaro.

—Puede que sí, puede que no —alza una ceja con diversión.

—Dereck te matará —tomo su mano y caminamos con dirección a la cancha de fútbol.

—Quiero verlo intentarlo.

Paso su mano por mi mejilla y acerca sus labios para terminar en un cálido beso.

Mi corazón se acelera, mis manos quieren explorar su cuerpo y la idea de entrar a uno de las aulas vacías se me cruza por mente.

Tengo que controlarme.

Apenas llegamos a su entrenamiento, Hugo le da una mirada gélida y lo manda a cambiarse. Se despide de mí con un dominante beso al frente de todos sus compañeros, lo cierto es que las miradas de curiosidad o deseo que me dan no son del todo disimuladas.

El único que es ajeno a nosotros es Luke, quien se mantiene a una distancia razonable desde que nos ve llegar.

Cuando me acerco a la tribuna para sentarme a admirar a mi novio, me doy cuenta de que Gabriela está sentada, mirándome fijamente todo mi recorrido.

—¿Qué ha pasado? —me dejo caer sobre el frío metal.

Mi amiga me mira y suelta un suspiro.

Frunzo mi frente.

—Mery.

Me enderezo y una corriente me atraviesa el cuerpo.

—Sé más específica —el hecho de que Gabriela no me haya dicho las cosas como son, sin anestesia, me preocupa.

—Viniendo me encontré con Killa discutiendo con Mery. Estaban a punto de agarrarse de los cabellos, jamás la había visto así, fue como ver a otra persona. —de pronto me fijo en su aspecto. Tiene el cabello desordenado, su expresión caída y la respiración acelerada— No lo pensé mucho, empuje a Killa y un chico salió de no sé dónde a defenderla; creo que es su novio. Afortunadamente Cristina vino y puso en orden todo. Ella ahora está con Mery, no pude quedarme, Mery trataba de defender a Killa diciendo que ella empezó a buscarla, solo me fui.

Tomo una respiración profunda, analizando todo.

—Creo que lo necesitaba, enfrentarse a ella para pasar la página —tuerzo mis labios.

—Me molesta que la defienda.

—No es eso, Mery no quiere que salgamos heridas por su culpa, me lo dejo en claro cuando ataque a Killa en el estacionamiento.

Comprendo a Mery, pero también a Gabriela, específicamente porque yo también reaccione igual.

—Supongo —es lo único que dice.

—¿Sabes dónde están?

—Supongo que en los cambiadores, Cristina quería practicar unos mates antes de irnos a la cafetería.

Hoy es el día del partido, por eso quedamos en reunirnos después de los exámenes he ir a una cafetería, después a la casa de Tamara para cambiarnos y salir juntas al lugar donde íbamos a ganar, de eso no hay duda.

Esa era nuestra rutina, siempre juntas antes de cada momento, concentrando, afianzando nuestro vínculo, de alguna forma sentimos que es nuestra cábala. Raramente no sé cumplía, pero en esta oportunidad la única faltante va a ser Tatiana, nadie la puede ver ni en pintura. Estos días ha sido como un fantasma rondando a nuestro alrededor, es lo suficientemente inteligente para no acercarse a un grupo de hienas hambrientas.

Me levanto y voy a los cambiadores. Necesito ver a Mery, tener este tipo de emociones en la antesala de un partido no es bueno, más cuando la persona es muy emocional.

Antes de cruzar la puerta, escucho los gritos de las chicas.

—¡No, no lo entiendo! —abro la puerta y veo a Cristina alzando los brazos. El cuerpo pequeño de Mery se esconde con el de Cristina.

—¡Que no me gusta! —oír a Mery gritar resulta extraño.

—No debiste acercarte, no puedo soportar verte a su lado, ella te lastimo, no le puedes permitir lastimarte. —mi mano aún sigue en la manilla, mi agarre se va aflojando al escuchar a Cristina— Te quiero como a nadie, no puedes ponerte en tal peligro, Killa no dudará en atacar.

El brazo de Cristina atrae a Mery y la besa despacio, lo sé por el sonido que hacen sus labios pegados y el aura que emanan las dos. Mery pasa sus manos por la cintura de Cristina, luego suelta una pequeña risa.

No puede ser.

Dejo caer la puerta.

El sonido hace que ambas se tensen y se separen para mirarme.

—U-Ustedes... —las señalo y son incapaz de continuar.

Ellas se miran entre sí y me dan una sonrisa avergonzada. Por dios, Cristina me está avergonzada, esto es nuevo, se le tan vulnerable.

—Ashley no es lo que tú crees —Mery se adelanta y toca mi cuerpo para que salga del shock.

—Oh vamos, las amo a pesar de todo, no tienes por qué decirme esa tontería —el aire vuelve a mis pulmones.

—¿En serio? —Cristina se reluce y por primera vez veo sus defensas abajo, luce como un cachorro a punto de regañar.

Siento una pizca de enojo en mi pecho.

—Por dios, soy yo, no tienes por qué ocultarte de mí o de las demás. —envuelvo mis brazos en su cuerpo— Tu orientación sexual es irrelevante, sigues siendo mi amiga, mi Cristina, nada ha cambiado.

Me separo, beso su mejilla, extiendo mi mano a Mery y las tres nos pegamos en un fuerte abrazo.

Mis ojos pican por las lágrimas.

—¿Desde cuándo? —pregunto tomando distancia.

Mery mira a Cristina y se sonroja con fuerza, de golpe y notoriamente. Por su parte Cristina limpia un resto de lágrimas y suspira cómo si una piedra hubiera sido retirado de su pecho.

—Hace un año, —abro mi boca sorprendida— de hecho aún no somos pareja —su gesto decae un segundo.

—Pero ¿Killa? Eso fue real —aseguro, yo lo vi, Mery realmente estaba ilusionada.

—La primera vez que nos besamos acordamos en que fue un error, la siguiente igual y así sucesivamente hasta que se volvió una rutina, actuábamos como una pareja, pero la idea de arruinar nuestra amistad formalizando nuestro estado nos aterraba. Por eso decidí acabar con todo hace unos meses, cómo te abras dado cuenta, nuestra amistad siguió normal. Luego conocí a Killa y realmente fui feliz por un tiempo hasta que pasó lo que pasó —mientras Mery relata yo estoy procesando todas sus palabras. El balde sigue están con agua congelada— De hecho este es nuestro primer beso desde hace tiempo —Mery deja caer un pedazo de su cabello, ocultando sus mejillas rojas.

—¿Estás molesta? —Cristina le pregunta abruptamente.

—No, Cris, estoy feliz —dice la pequeña.

Ambas se toman de la mano y hay algo en sus ojos que solo puedo ver cuándo miro a Adrián; amor.

—¿Estoy presenciando su formalización? —llevo mis manos al rostro y retengo un grito. Estoy a punto de llorar a mares.

Mery sonríe sin mostrar sus dientes, se ve la ilusión en toda ella. Cristina asiente en mi dirección y luego se devuelve con la pelirroja.

Toma un bocado de aire antes de hablar.

—Sé que tienes miedo, yo también lo tengo, pero si de algo estoy segura es de mi amor por ti. No importa lo que pase en el futuro, siempre serás mi amiga, mi confidente, igual yo para ti, no importa qué, esto es más valioso que cualquier obstáculo. —la primera lágrima de Mery se desliza— Estoy lista para avanzar ¿Y tú?

Mery asiente un temblor y se lanza a sus labios para sellar su unión.

Yo ya no me freno, lloro con sentimiento, mi garganta expresa todo lo hermoso que estoy experimentando. Ellas han hecho algo tan íntimo conmigo como testigo, no puedo estar más agradecida, soy tan afortunada.

Ni en un millón de años me hubiera imaginado está situación, si bien eran unidas como carne y uña, jamás pensé que la posibilidad de mirarlas como pareja. Sin embargo, ahora viéndolas, abrazadas, besándose, con ese brillo en sus ojos, sé que esto es lo correcto, esto son, la idea de idealizarlas como simples amigas ya no suena tan razonable.

No sé cuánto tiempo pasa, pero Gabriela llega con el resto del equipo. La escena que encuentran es digna de un Oscar, yo llorando a mares y la nueva pareja comiéndose a besos tiernos mientras se suman a mi sollozo.

—Oh por Dios.

Minutos más tarde, todas éramos un coro que lloraba en nombre del amor.

Cómo es de esperarse, nuestra reunión en la cafetería se basa en la relación de Mery y Cristina. Preguntamos tantas cosas que si no fuera porque son nuestras amigas, ya nos hubieran dejado plantadas. Ambas actúan con tanto amor y distintas una con la otra que por unos lapsos de tiempo solo me dedico a observar su felicidad.

Conocer la versión enamorada de Cristina es un lujo.

Ver a Mery tan enamorada, entregada y sin miedo es gratificante.

Para cuando llegamos a la casa de Tamara, tuvimos que dejar de lado el tema y empezar a conversar sobre las estrategias que vamos a utilizar en el partido. De vez en cuando la atención volvía a mi nueva pareja favorita.

Antes de salir, Cristina nos pidió que nos mantuviéramos calladas mientras llamada a sus padres por videollamada. Mery estaba más nerviosa que ella.

—¿Qué pasó mi cielo? —la voz de la señora Cecilia suena por el celular.

—Tengo que contarte algo, es urgente, no puede esperar, debe ser ahora —dice una eufórica Cristina.

Nuestra amiga nos mira a través del aparato y en conjunto le sonreímos con los pulgares arriba. Ella asiente y toma una respiración profunda.

—Tengo novia —lo dice tan rápido que dudo que se haya entendido.

—¿Qué mi amor?

—Tengo novia —claro y fuerte.

Observó a Mery que tiene sus manos juntas y su pierna temblando a más no poder. Todas nos acercamos a ella y tratamos de calmarla.

—Oh ¿Es la pequeña de fuego? Solo daré mi bendición si es ella. —su tono es relajado y lo último con borde de broma— Quita esa cara hija... Ya lo he sabido desde hace mucho, hasta tu primo Adrián y padre lo noto, con Mery eres diferente. Me alegro de que seas feliz, nos vemos en el partido para celebrarlo cómo se debe ¿Mery está por ahí?

Mi boca está boca abierta ¿Cómo ninguna de nosotras se dio cuenta? ¿Por qué ellos sí?

Mery se separa de nosotras y va con Cristina.

—¡Pequeña de fuego! Felicidades ¿Vienés está noche a cenar? Tenemos mucho que festejar ¿Tus padres ya lo saben? —la tensión sube y las comisuras de Mery tiemblan.

—Gracias, claro que voy a su casa, pero mis padres aún no lo saben. Esperaba hacerlo mañana, pero Cristina se me adelantó. —ríe bajo, pero su incomodidad es notorio— Espero que eso no sea un problema, Ceci.

—Oh, tonterías, por supuesto que no. Entonces nos encontramos después del partido ¡Chicas, ustedes también están invitadas, sé que están escuchando!

Cristina nos enfoca y saludamos. Cecilia está con su maquillaje a medio terminar, alistándose para el partido. Conversamos un poco y después nos despedimos

Cuando estamos en camino a la victoria, saco mi celular y decido investigar el dato que me ha soltado Ceci ¿Adrián sabía de todo esto y no me dijo nada? No le corresponde lo sé, incluso, ahora analizando todo, creo que me envió una indirecta cuando hablamos de Killa y Mery.

Estoy escribiendo cuando un mensaje entra.

Me quedo sin aliento.

Es una foto de Adrián con el torso mojado y desnudo. Casi al borde de la foto se nota su ingle y las gruesas líneas de su toalla ocultando un gran miembro. Relamo mis labios.

Adrián
¿Lo quieres? Gana el maldito partido, demuestren quien manda.

Voy al inicio de mi celular y pongo la gloriosa foto como fondo de pantalla, tomo captura de imagen y se lo envío con un emoticon de fuego.

Adrián
¿La de bloqueo es igual? Me gusta que me presumas, no te ofendas, pero no confío en tu control de celos.

Suelto una carcajada.

Bloqueo el celular, lo enciendo y tomo otra captura para mostrarle la imagen que tengo actualmente.

Es esa misma que estamos juntos, la que me tomo por sorpresa y que hace días mandé a sacarla en físico para guardarla con mi cofre de tesoros, es un digno recuerdo, vale la pena. Este último punto no lo sabe, pero no creo que interese mucho.

Ashley
Tranquilo, todo el mundo sabe que eres mío.

Adrián
Y todos saben que eres mía.

Guardo mi celular me enfoco en el camino.

Las ocho íbamos en dos carros distintos, uno conducido por Maria y otro pedido por Uber. Llegamos temprano, Sullivan ya nos estaba esperando.

Sus ojos se enfocan en mí con dureza.

Mi cuerpo jadea interiormente, por favor hoy no.

Estos días Sullivan me ha torturado por faltar al entrenamiento y clases, me hubiera arrepentido de no ser porque ese día me convertí en la novia de Adrián. Cabe resaltar que sus métodos han sido demoledores, tanto que Adrián estuvo tentado en tener una plática con Sullivan, me negué y persuadí de todas las formas posibles porque dialogar sería lo último que harían, conozco el carácter de ambos.

Mi corazón se va calmando cuando empieza a decirnos que nos preparemos para el pre entreno en veinte minutos.

—Y por favor que alguien se contacte con Tatiana, no puede ser posible que no esté a la hora indicada —dice saliendo y dando un portazo.

—Debemos ganar para cambiar su humor, si perdemos seremos esclavizadas hasta el próximo partido —se lamenta Karla.

—¿Y esa actitud? Por supuesto que vamos a ganar —le doy una nalgada y agarro mi uniforme para cambiarme.

Me alejo del grupito porque desde que el nombre de Tatiana ha sido mencionado, todas se han mirado con un terror, sé lo que piensan: ¿Realmente vendrá? ¿Nos haría esto?

Yo me despreocupo, tenemos un reemplazo, ha estado viniendo a los entrenamientos, el problema es conmigo no con ellas... Francamente no me apetece hacerle un lugar en mi mente por lo que me distraigo con mi vestimenta.

Cuando faltan cinco minutos para que el tiempo que nos dio Sullivan se cumpla, no aguanto y salgo al baño para refrescarme.

Escucho unos pasos a mí atrás y cuando entro al baño y miro por el reflejo del espejo gigante, ruedo los ojos ¿Qué quiere?

—Quiero hablar contigo —hasta puedo escuchar el sonido de su lengua como el de una serpiente.

—Nos estamos ignorando muy bien hasta ahora ¿Podemos seguir así? Realmente no me apetece hacer esto —nos señala a ambas.

Leslie cruza sus brazos y pone recta su espalda. Le sostengo la mirada como un reto y cuando me doy vuelta para verla mejor, Leslie da un paso adelante.

Para este punto, todo el mundo ya sabe que Adrián y yo somos pareja. Nos mostramos cariñosos, íntimos en cada oportunidad que estamos cerca, incluso algunos nos han preguntado directamente a la cara si nuestra relación era algo oficial o chismes de instituto. Sin embargo, entre los exámenes y práctica de voleibol, no estuvimos mucho tiempo cerca de mis amigas, específicamente en la cafetería donde Leslie estaba, ya que en los demás sitios me reunía solo con mis amistades, dejando a Leslie fuera del panorama o simplemente Adrián tenía entrenamiento, no hubo una oportunidad dónde los tres hayamos pasado más de cinco minutos juntos.

Profundizo mi mirada, no hay fuego, pero estoy segura de que ha venido a despotricar su veneno como la víbora que es. Me sorprende que se haya contenido hasta el momento, la primera vez que la vi, después de que el rumor de mi relación se haya dispersado, pensé que iba a lanzarse contra mi cuerpo y pelear como unas salvajes. Afortunadamente esto no pasó, de hecho estuvo callada, rara, retraída en un nivel que jamás vi.

—Necesitamos hablar, lo digo en serio, créeme que esto no es tan grato para mí —sus palabras son duras, pero en su voz hay inseguridad.

Sin más remedio, dejo caer mis hombros y me apoyo contra el lavabo.

—Te escucho.

—Lo siento, —me enderezo y no contengo mi sorpresa— ni pienses que volveré a repetirlo —y entonces su mirada asesina vuelve.

—¿Exactamente qué sientes? —tal vez se trate de una broma.

—Por mi actitud de perra y las provocaciones que hice —sus manos se hacen puño en su pecho.

—¿Por qué? —necesito respuesta.

Leslie deja caer sus brazos y se coloca a mi costado, mirando al frente con determinación.

—Adrián siempre me gustó, tengo un crush por él desde principios de año. —arrugo mis labios, no es noticia nueva, pero tampoco grata— ¿Sabía que él siempre... Olvídalo. El asunto es que Tatiana descubrió mi enamoramiento y al poco tiempo tú te acercaste a Adrián. Estaba tan enojada, furiosa, Tatiana me dijo que tú también sabías de mis sentimientos y que te burlaste de mí con ella, no tienes ni idea cuantos cuentos me relato.

Cierro los ojos y agachó la cabeza. Ya sé por donde va esto. Me sujeto del lavamanos y hago fuerza soltando mi respiración, no estoy enojada, pero si tengo una sensación de llorar, gritar.

—Jamás lo supe, jamás me burlé de ti a escondidas, al menos no desde que empezaste actuar como una enemiga —aseguro detonándolo en mi voz.

—Lo sé, con lo que pasó recién supe todo, hablé con Tatiana y prácticamente solo corroboró mi hipótesis. —suelta una risa amargada.

—Bueno, al menos esto si no lo vi venir, actuaban como si se odiaran —mi mente me lleva a los recuerdos dónde Tatiana me defendía de Leslie y yo me sentía agradecida con ella.

Basura, falsa, hipócrita.

—No es como si fuéramos las grandes amigas, ella me prometió ayudarme a acabar con tu relación con Adrián, pero jamás paso nada, solo me provocaba para atacarte verbal y físicamente. —alzo mis cejas incrédula— Si, lo sé, eso jamás iba a pasar.

—¿Separarme de Adrián y estar libre para Dereck? Si, cómo no, solo quería causarme daño a través de ti, hasta para eso es una cobarde. —mi voz sale más amarga de lo que quiero.

Nos quedamos un rato en silencio cómodo, pero su cercanía sigue siendo irreal. Después de un rato suelto una carcajada fuerte, Leslie me mira extraña.

—Me siento estúpida —admito.

—Yo más. Esto debe quedar entre nosotros ¿Sí? Suficiente tengo con que tú lo sepas, solo quiero voltear la página. —arrugo mi frente. No tiene por qué avergonzarse de nada, ambas fuimos peones— Con esto no quiero decir que quiero ser tu amiga porque creeme que no te soporto, pero si quiero una tregua. Tienes a Adrián, siempre fuiste tú, no pienso interponerme, pero tampoco te voy a dar sonrisas falsas.

—Estoy de acuerdo, —le tiendo una mano y Leslie la toma con los ojos en blanco— ese gesto es tan tú, fue muy bueno para ser verdad.

Copia su gesto.

—Mejor volvamos con las chicas, necesitamos calentar —dice. No espera mi respuesta, sale del baño y la sigo con una risa silenciosa.

Encontramos a Sullivan adentro dando unos repasos de las tácticas que vamos a utilizar. Nos asesina a penas entramos en su radar y nos manda a calentar.

—Y Cristina, por favor lávate la cara, tienes toda la cara llena de labial —ruge Sullivan.

Todas estallamos en risas y por primera vez veo a Cristina sonrojada hasta los huesos, desaparece con dirección a los lavaderos mientras que las demás tratamos hasta la cancha.

El público ya ha llegado, cómo siempre lleno y la mayoría nos apoya a nosotras. Sonrío feliz, Boris no pudo ocuparnos con su equipo de fútbol supersexy.

Mi mirada decae en una chica en la banca, Tatiana. Cuando nos ve, se para y se une. Sullivan nos manda a calentar mientras que se queda con Tatiana conversando.

A los pocos minutos se une y me gustaría decir que ha bajado de peso, que tiene orejeras, pero la muy maldita de ve tan radiante como siempre. La culpa no forma parte de su sistema, actúa tan normal que me irrita.

El calentamiento termina, volvemos a los cambiadores y entonces Sullivan empieza con su discurso. Está más relajado cuando nos habla y me agrada, sus palabras transmiten lo correcta la adrenalina va corriendo por mis venas poco a poco.

Solo quiero salir y reventar la pelota contra el suelo, darle varios puntos al equipo, al instituto, ser las ganadoras del torneo.

Cuando el silbato de iniciación se toca, sonrío a mis rivales. En la cancha somos: Cristina, Mery, Gabriela, Tatiana, Leslie y yo. Al estar en el extremo izquierdo y ganar el sorteo, me toca sacar.

Lanzo el balón con todas mis fuerzas.

El juego ha empezado y mi motivación como siempre es Jeremy.

NARRA ADRIÁN

Mis ojos están con ella y nadie más que en ella, no puedo despegarme, me tiene hipnotizado. Ashley brilla con luz propia, su energía, su garra la hace resaltar en todos los partidos, esta no es la excepción claro está.

Siempre creí que las personas deportistas son fuertes, definidas sin curvas peligrosas, pero cuando vi a Ashley por primera supe que no es cierto, me sentí un completo idiota. Esa mujer, mi chica es una diosa.

He amado su uniforme, es como si fuera hecho a su medida, perfecto para ella. Se amolda a su cuerpo y si no fuera de distinto color que el de su piel, diría que es una segunda capa de carne. Su redondo trasero resalta con el short negro corto y hacen un espectáculo cuando salta, junto con sus senos.

La admiro desde lejos y alejo todo pensamiento negativo de mi mente, si volteo y miro algún sujeto mirándola de la misma forma que yo, tendría que pasar el resto del partido con una molestia pinchando mi cabeza. Ashley es hermosa, merece ser admirada por millones, mi pecho no debería arder cada vez que es apreciada, se lo merece, pero aun así quema.

Ella no lo sabe, pero me tiene en sus manos desde nuestro primer encuentro, soy suyo desde entonces.

La manera en que gana cada punto me llena de orgullo, mi corazón se acelera en cada pasada, su euforia es contagiosa. Un sentimiento crece en mi pecho y si tuviera un espejo adelante de mí sé que vería mis ojos brillar con absoluto amor, porque es algo que solo ella puede generar, no he amado a otra, ella es y siempre será.

Solo están a un set de ganar y en el tiempo de descanso que dan, Ashley me busca con desesperación, es a mí, lo sé, la conozco tan bien como la palma de mi mano. No necesito confirmación, sin embargo cuando sus ojos se encuentran con su madre a mi costado sonríe abiertamente, pero cuando conectamos miradas, Ashley relaja sus músculos y sus ojos resplandecen haciendo así que los míos batallen para ganarle a los suyos.

Alzo el cartel que he estado creando durante horas mientras que ella estaba con sus amigas, Ashley lee las palabras y casi puedo escuchar su suspiro a través de todo el público.

"Eres única, eres la mejor, eres mía" Es lo que dice mi cartel decorado.

Mi pecho se infla de orgullo cuando me lanza un beso a la vista y paciencia de todos. Sullivan la riñe por su falta de atención y entonces no vuelve a mirarme hasta que acaba el partido con una victoria entre sus manos.

Bajo rápidamente y sorprendo a mi novia por la espalda. La levanto y doy vueltas antes de bajarla y besarla con intensidad. Sus labios calientes por su adrenalina me reciben felices y me dejan llevar el ritmo. Me disfruta y yo disfruto, nos saboreamos y nadie ni nada podrá romper lo que tenemos. Todo valió la pena. Ashley sonríe en medio de nuestra demostración, acaricia mi mejilla y me observa con esos grandes ojos color café.

Me pierdo en ella, sucede muy a menudo y dudo que sepa lo poderosa que es con respecto a mí. Alejo mi rostro y observo que unas pequeñas gotas de sudor bajan por el borde de su rostro, su respiración acelerada hace que entreabra sus labios y dejé escapar lentos, pero fuertes bocados de aire. Tenso mi mandíbula. Me doy cuenta de su rostro rojizo y pequeños mechones rebeldes que se han escapado de su estilizada coleta. Tragó saliva. La imagen que me brinda Ashley es completamente erótica, se ve como si acaba de tener sexo, cómo si acabará de reclamar su cuerpo de diferentes maneras.

Me apodero de su cintura y la atraigo hacia mí con fuerza, ella ríe y yo me deleito con el sonido.

—Estuviste impresionante, cada día me enamoro más de ti —le susurro.

NARRA ASHLEY

El ambiente es de festejo y Sullivan parece celebrar como si hubiéramos ganado la final. Lo comprendo, el partido parecía fácil, solo estábamos a un set de ganar, pero el rival nos emparejó rápidamente, no paramos hasta el quinto set dónde no dejamos ni un punto a su favor, fue una derrota humillante para ellas y gratificante victoria para nosotras.

—¿Dónde está mi mamá? —le pregunto a Adrián, realmente quiero celebrar esto con ella.

Esto es por Jeremy, juego en su nombre, siempre es por él, mi madre merece ser parte de mi felicidad, sentirlo orgulloso dónde sea que esté.

—Se fue al baño, estuvo aguantándose todo el partido, pero en la última fase ya no resistió. —me informa con una sonrisa burlona— Creo que tardará ¿Por qué no vas a cambiarte mientras tanto? Deberías aprovecharte en bañarte igual.

—¿Huelo tan mal? —puede que haya dejado todo de mí en la cancha, pero no he sudado a comparación de otros partidos.

—No, pero tu aspecto es... —carraspea.

—¿Estás bien? —muerdo mis labios para probar mi sabor, no estoy salada y mi olfato ya hubiera detectado algún mal olor de mi cuerpo.

—¿Interrumpo? —Dereck aparece detrás de Adrián y trata de abrazarme, pero mi novio me jala lejos de su toque— Cavernícola.

Trato de disculparme con Dereck, pero Adrián no me permite verlo.

—¿Qué sucede? —susurro solo para él.

Adrián junta sus labios y me mira con intensidad.

—Es tu aspecto —dice por fin.

—¿No estoy presentable? —casi me rio, él sigue con la misma expresión— Oh vamos ¿Tan mal me veo?

—No, ese es justo el problema. —Adrián me gira y me conduce a las duchas— Ve a ducharte, yo me encargo de tu amigo.

Lo conozco tan bien para saber que negarme no es opción y que mantendrá ocupado a Dereck hasta que yo regrese.

—Ni se te ocurra voltear a verlo —amenaza antes de soltarme.

Su voz ha enviado ondas a lugares que no deberían están encendidos en este momento.

Veinte minutos después estoy devuelta en la cancha, hubieran sido quince, pero me entretuve conversando con las chicas.

Las gradas ya están casi vacías y Dereck y Adrián me esperan con una pose igual, cruzado de brazos y con la mirada en un lugar perdido. El primero que me nota es Adrián.

Dereck sigue mirando a otro lado, lo llamo, pero nada.

—Ya te dije que lo siento, pero...

—¿Puedo mirar ahora sí Adrián? No quiero darle material a mi imaginación poco valorada —arrugo mi rostro a Dereck ¿Que ha dicho?

Miro a Adrián buscando una explicación ¿Lo ha amenazado en mi ausencia? Ya sabía que todo andaba muy normal entre estos dos para ser cierto.

—No sé de qué estás hablando. —Adrián voltea y me da un beso sonoro en los labios— Buscaré a Giuliana.

—Si, si, adiós —susurra Dereck cuando Adrián desaparece.

—¿Acabas de llegar cierto? —se encoge de hombros.

—No me van estás cosas, pero Ariel insistió tanto que estuviera aquí que no me quedo más que venir —le resta importancia.

—Aja, Ariel —ruedo los ojos.

Cuando termine de bañarme, recibí una llamada de Ariel, me felicito por el triunfo y de paso aproveche en preguntar por Dereck, fingí que no sabía nada de él. Ariel se sorprendió y me dijo que era imposible, que estuvo alistándose desde temprano para el partido.

—¿Lo sabes verdad? —pregunta analizando mi expresión.

—Ariel me llamo —es lo único que digo, que saque sus propias conclusiones.

—Ese maldito. —susurra— Lo siento, Ashley, pero no quiero aumentar tu ego al decirte que vine a verte.

—¿Por qué no eres del tipo de eventos deportivos?

—Sí.

—Lástima, ya es muy tarde, mi ego está por los cielos —alzo mis manos y rio.

Dereck bufa y se ajusta su chaqueta de cuero.

—En fin, Dalesa me está esperando. —me tenso— Felicidades por la victoria y también le haces llegar la felicitación a María, es a la única que no pude saludar.

—¿Dalesa está aquí? —Dereck enarca una ceja y su mira con sorna— ¿Me estás distrayendo para que ella tenga la oportunidad de coquetear con Adrián?

Dereck alza sus cejas me mira incrédulo.

—Haste ver, Ashley, no me gustan las personas radioactivas —le doy un golpe en su pecho.

—Ni me interesa gustarte, ahora responde —hablo seria.

—Dalesa se va mañana por la mañana a Europa a continuar sus estudios y no, no te estoy distrayendo —declara con tranquilidad.

—Eso espero.

Miro por encima de su hombro y veo a mi madre con Adrián caminando hasta mí.

Dereck sigue mi mirada.

—Esa es mi señal para irme, —suena cansado— disfruta de tu victoria —revuelve mi cabello y se va.

Alcanzo a mi madre a medio camino y le doy un fuerte abrazo.

—Felicidades, mi amor.

De pronto siento que todo está perfecto, no sabía que necesitaba esto hasta que pasó.

—¿Y dónde está mi torta de tres leches? —mi boca se hace agua al imaginar el sabor.

—En casa y está vez no hice un pedazo, hay un pastel entero esperándote —mis ojos se disparan con placer.

—Esa es mi señal para irnos, que Sullivan se joda, me comeré toda es tonelada de azúcar —expreso.

Mi madre frunce su ceño.

—¿No van a ir a la casa de Cristiana? —pregunta.

Normalmente hay una celebración después de cada partido ganado, pero estamos en épocas de exámenes y la mayoría prefiere estudiar que desvelarse. Por supuesto que están esas personas que no le importan nada y festejan cada noche, sin embargo ninguna de las chicas asistirá a una fiesta y sin nosotras no tiene sentido la celebración, a lo mucho alguien tomara un vaso en nuestro nombre o utilizarán la victoria como excusa de irse de fiesta.

Si mi madre no hubiera mencionado la cena en la casa de Cristina, no me hubiera acordado.

—¿Por qué no pasamos a casa para que pueda cambiarme y de paso comemos una rebanada? ¿Tú también vas, tu tía te dijo algo? —lo último va para Adrián, también quisiera que este, pero no era mi casa y la cena es por algo íntimo.

—Dijeron que siempre era bienvenido. —pasa su mano por mi hombro y me atrae— Entonces ¿Nos vamos? No puedo esperar para probar el pastel del que tanto habla mi novia.

Mi madre y yo reímos.

Llegamos a la casa de Cecilia cuando todas ya se encontraban adentro, estaban a punto de servir la cena antes de nuestra interrumpo.

—¡Adrián! Que bueno verte. —su tía lo abrazó y después a mí— Pasen muchachos, justo estoy sirviendo la cena.

—Yo te ayudo —se ofrece Adrián.

Ambos desaparecen y yo me voy directo al comedor.

—Prepárense para probar esta delicia. —pongo el papel de tres leches en medio de la mesa, mis amigas suspiran cuando destapó la tapa y el olor inunda el lugar— Lo mejor para ustedes —miro a Cristina y Mery. Ambas están sentadas juntas y tomadas de la mano.

Al final decidí traer la tarta a la cena, mi madre me apoyó.

—Gracias Ashley —dice Mery. Me doy cuenta de que se ha alisado el cabello y se ha puesto uno de sus vestidos favoritos. Por otro lado Cristina se ha puesto un poco de maquillaje con un par de pendientes hermosos.

Mi corazón se estruja, son demasiado perfectas.

La cena transcurre de la mejor manera, los padres de Cristina son lo mejor del mundo, hablan abiertamente sobre Mery y dejan en claro lo feliz que son por la noticia de su romance.

Hubo un momento súper emotivo cuando Cecilia se levantó de la mesa y le dijo unas palabras a su hija, todas lloramos, incluido Adrián quien se resistió hasta el último momento.

—¿Lo sabías, verdad? —le susurro lejos del oído de todos.

—Solo preste atención —dice Adrián.

Cuando el pastel de mi madre es partido y repartido entre todos, Gabriela suelta un sonoro gemido, al igual que Adrián.

—Lo siento —dicen los dos a la vez.

—Les dije que es una delicia, mi madre lo preparo —presumo con orgullo.

—Maldita sea Ashley, te juro que te daré el yogur que tanto te gusta a cambio de un pedazo de esta torta. —la señora Ceci carraspea— Lo siento, no quise maldecir.

Después el padre de Cristina saca un vino y bebemos por la nueva parejita.

Cuando es momento de irnos, nos despedimos de todos. Tamara y Leslie al no tener con quien irse, se van con Adrián y yo en su auto.

—Gracias —es lo único que dice Leslie en todo el camino, justo después de que Adrián estacione en su casa.

—Nos vemos —decido decir.

El auto vuelve a poner en marcha el auto con dirección a la casa de Tamara.

—¿Quién eres y que has hecho con mi amiga? —Tamara se pone a la altura de mi rostro y me escanea.

Me rio y miro a Adrián que también tiene esa expresión de interrogante, pero se mantiene en silencio.

Dejamos a Tamara en su casa y cuando pienso que mi novio me dejara en la mía, en mi visión aparece su casa iluminada por los faroles de la calle.

—Dejarás de ser el yerno favorito de mi madre si sigues así —puntualizo.

Estaciona y apaga el motor.

—Soy el único, Ashley —su seguridad me tiene encantada.

Cuando entramos a su casa no puedo dejar de notar un detalle. Me devuelvo para verlo y enfrentarlo.

—¿Dejaste la luz pren... —no puedo terminar, Adrián me arrincona contra la puerta y se abre paso entre mis piernas— ¿Es momento de mi premio?

—No sabes cuánto me he contenido este tiempo, lo que provocas en mí no es normal, Ashley, me tienes jodido —su voz escarapela mi piel y es suficiente para avivar mi fuego interno.

Estiro mi cabeza para atrás, dándole acceso a mi cuello. Su boca hace su trabajo y un gemido sale de mis labios. Agarra mi mano y la coloca en su miembro erecto y chillando por salir de su jean.

—¿Ves lo que provo...

—¿Adrián, eres tú? —una voz cálida hace que nos detengamos de golpe. Lo siento tensarse bajo mi toque.

Mis ojos van directo a la figura femenina que aparece, abre sus ojos sorprendida y entonces caigo en cuenta de la posición que Adrián y yo nos encontramos. Lo alejo con rapidez.

La contemplo, es hermosa. Tiene el cabello castaño, mirada fuerte y facciones imponentes. Su vestimenta es formal y tiene unos anteojos en su cabello. Siento que la conozco y cuando mi mente conecta su apariencia con la de Adrián siento que podría esconderme debajo de una piedra.

Ella es Beatriz Irman, la madre de Adrián.


Un poco de la mente de Adrián ¿Qué opinan? No puedo revelar más porque #spoiler así que ni modo. No más Adrián pov hasta el capítulo final que será narrador exclusivamente por él, nada de pedacitos ni nada, el capítulo es suyo, cómo mi corazón.... Owww, ya me supe sentimental.

Por cierto, perdón por demorar en la actualización, es que mi mamá se casa y estoy con ella en todos los preparativos ¡Estoy muy emocionada!

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