42| Posesivo.
No puedo creerlo.
Estoy en shock. Malditos privilegiados, aunque pensándolo bien es más culpa del Boris que de los chicos. El director le está dando mucha importancia, una que jamás nos puso a las chicas del voleibol. Da rabia, pero tengo que ser paciente y optimista, si el partido de hoy es un fiasco me temo que recolectaré firmas para que los fondos destinados a ellos pasen a nosotras.
En la mañana me levante tarde gracias a la desvelada de la madrugada del mismo día. El beso de Dereck y el acercamiento a Adrián son más que razones suficientes para mi insomnio. Cuando revise mi celular me sorprendí al encontrar varios mensajes y etiquetas en varias redes. Después de darme cuenta de lo que pasaba, solté un grito de frustración con un poco de envidia.
Pasa que Boris ha decretado que el día de hoy no hay clases, su excusa fue que quiere que nos reunamos como institución y vayamos a apoyar a nuestros chicos en su estreno. Por supuesto, esto originó varios memes, tuits, publicaciones donde agradecían al equipo de fútbol por tremenda hazaña. Lo único que tengo que rescatar de esta penosa situación es que Boris sabe muy bien como comprar a adolescentes.
Las chicas y yo intercambiamos varios mensajes en nuestro grupo, más que nada nos quejamos y oramos para que les vaya mal, esto último lo empezó Cristina, de todas es la más indignada. En algunas cosas apoyé y otras no, la verdad es que no estaba de ánimos. De tan solo leer el nombre de Tatiana se me revolvía el estómago.
El secreto del beso de Dereck me carcome, sé que no debería porque no fue mi culpa, pero aun así no deja de incomodar. Digo una y mil veces que no soy tonta, sin embargo me niego a creer que Dereck guste de mí. Me ha tratado tan mal por años, no estoy tan descabellada. Tome una respiración profunda y analice. Tengo un testigo, tengo la prueba en la herida en la boca de Dereck, Adrián me cree ¿Por qué Tatiana no lo haría? Debo estar muy paranoica.
En el desayuno compartí la nueva noticia con mi madre y tuvo la misma reacción que yo, tal para cual. Insultamos un par de veces a Boris antes de que se fuera a su trabajo.
En estos momentos me encuentro sola, bañada y completamente lista mirando el celular con una ansiedad que me pide dar unos simples toques a la pantalla.
¿Debería llamarlo? Él dijo que me contactaría ¿Seguirá dormido? Imposible, hoy juega ¿Me estará evitando por lo de ayer? Es lo más probable. Tomo una respiración profunda antes de apretar el botón de llamar.
Sonrío cuando me contesta en el primer tono, es como si estuviera en la misma posición que yo, con la única diferencia de que me atreví a marcar.
—Buenos días ¿Te desperté? ¿Cómo estás? —hablo rápido, estoy nerviosa.
—No, estoy yendo a tu casa. —muerdo mis labios al escuchar su voz más grave que de costumbre, culpo a la interfaz.
—Pensé que íbamos a coordinar la hora antes —lo evidencio tragando saliva con dificultad al escucharlo reír.
—¿Me vas a decir que no estás lista? ¿Volverás a mentirme?
—Si, justamente eso estoy diciendo —ensancho mi sonrisa.
No hay una respuesta inmediata y eso provoca que mi respiración se vuelva irregular, no sé por qué, pero todo mi cuerpo se siente radico, a punto de explotar.
—Tus mentiras me vuelven loco, Ashley —mi corazón se acelera.
Me quedo en silencio al tratar de formular una respuesta ¿Qué significa esto? Ayer actuó frío, distante y hoy es el mismo antes de pedirme un tiempo. No voy a negar que extrañaba esto, su personalidad, la facilidad que tiene para dejarme muda y con el ritmo cardíaco por las nubes.
—Sal, estoy afuera —corta la llamada.
Guardo mi celular en mi bolso y salgo rápido, no me importa dejarme en evidencia, lo que ahora necesito es verlo y tocarlo. Es extraño, confuso y completamente anormal lo que provoca.
Al adentrarme en el auto su perfume me embriaga y un calor más allá de lo normal se posa como una manta sobre mi cuerpo.
—Podemos empezar el proyecto en mi casa, —propongo— estoy sola, nadie nos interrumpiría.
Adrián me mira de arriba a abajo, repasando cada fracción de mi anatomía y me percato que su manzana de adán se mueve al ver mis piernas desnudas. Mi short es normal, pero con la playera gigante que llevo encima pareciera como si estuviera desnuda.
De ninguna manera voy a negar que esto no es totalmente intencional.
Carraspea.
—No traje los libros que necesitamos —informa— ¿Llevas todo lo que necesitas, verdad? —señala con su cabeza mi bolso.
Asiento levemente y entonces avanza el vehículo.
—Mi madre me comentó que Beatriz va a volver pronto —trato de iniciar una conversación y de paso aligerar la carga que se siente en el aire.
—El caso dio un giro inesperado y se va a cerrar —asiento.
Estiro mi cuello y bajo la ventana de mi asiento con rapidez. Es densidad del aire terrible.
—Me alegro, ya quisiera conocer a esa mujer que da regalos tan costosos —bromeo palmeando su vehículo.
—Y cómo te vas a presentar ¿Cómo mi pareja o amiga?
—Giuliana aún cree que somos novios —le recuerdo. Me acerco a la ventana para sentir el aire con fuerza.
—Esa no fue mi pregunta.
—Aún no tengo la respuesta.
Escucho su bufido y acto seguido acelera la velocidad.
La tensión sexual, emocional, general que hay en todo el camino es atroz, tan fuerte como la fuerza de un huracán. No puedo distraerme con el paisaje de afuera, ni con la música baja que suena desde la radio, nada es suficiente para apaciguar esto que me quema por dentro y que en todos los aspectos me atrae a Adrián.
Él por su lado no es ajeno a mis sentimientos. Cada que lo miro de reojo está tenso, con la mirada fija en la carretera, pero con la vena de su cuello vibrando, de vez en cuando suelta una mano del timón y estira su extremidad en mi dirección. No llega a tocarme, pero está tan cerca de rozar mi piel que el ritmo cardíaco sube alterado.
—Esperame adentro. —Adrián estaciona el vehículo en la entrada de su casa— Toma —me tiende una llave.
Retengo aire antes de aceptar la llave y salir hasta la puerta principal de su casa. Una vez que estoy adentro suelto el aire.
Avanzo unos pasos antes de parar abruptamente. Antes de ir a su cuarto necesito refrescarme o si no no podré aguantar todas las horas que restan.
Entro en su cocina y me sirvo un vaso con agua del refrigerador, bien helada para calmar el fuego. Cuando estoy a punto de terminar, me llega un mensaje, es del grupo de las chicas.
Karla
¿Quiénes van a ir al partido?
Tatiana
No creo que vaya, tengo que avanzar mi proyecto final.
Cristina
Yo ni loca.
Ashley
No vas a apoyar a tu primo querido 🥺
Cristina
Dudo mucho que le importe mi presencia, pero si estás tan preocupada por su felicidad entonces deberías arreglar las cosas con él.
María
Auch.
Y no, no sé si iré.
Gabriela
Saldré con Gabriel, hay que aprovechar este día libre.
Karla
Wiuuuu
Cristina
¿Por qué tan callada Ashley?
Ashley
¿Nadie va a acompañarme? No quiero estar sola :(
Tamara
Lo último que estarás es sola, Ash. Pero si termino mi ensayo a tiempo estaré ahí.
Leslie
Yo iré.
Ashley
Tú no importas.
Leslie.
No te sientas importante que no es por ti. Un jugador del equipo me invito 😉.
Pasan unos minutos y nadie contesta. Termino el vaso con agua y estiro mi cuello con malestar ¿Qué quiere conseguir? En serio, pareciera como si me suplicara un golpe.
Karla
Estaré contigo Wood.
Mery
Yo igual 🥰
Ashley
Mis únicas amigas 🥺❤️
Cristina
Que dramática eres.
Leslie
Por eso la dejaron jajaja
Aprieto el celular y lo desbloqueo antes de guardarlo ¿Quién demonios está abriendo su boca? Primero Dereck y luego Leslie, ya es demasiado. Mis amigas no, jamás duraría de ellas, pero por otro lado está Adrián, la única opción. Es que ¿Se abran dado cuenta de nuestra lejanía con solo un día? No, los rumores no son así de rápidos, además Leslie fue clara "la dejaron" está enterada de que fue Adrián quien decidió alejarse.
No puede ser.
Escucho el sonido de la puerta principal y a los segundos Adrián aparece delante de mí. Sujeta la misma jarra de agua helada y toma del mismo vaso que yo.
Lo observo con detenimiento y él hace lo mismo por encima de la curvatura del envase.
—¿Qué sucede? —deja el vaso sobre la cerámica y se acerca unos pasos.
—Nada ¿Empezamos de una vez? No quiero atrasarte en tu estreno —sonrío sin ánimos y paso por su lado.
Camino hasta atravesar la sala y empiezo a subir la escalera que da a su cuarto, nuestro lugar de estudio.
—Ashley —su tomo es incómodo, raro, suficiente para que me detenga en el tercer escalón y voltee para mirarlo.
—Dime.
Adrián esquiva mi mirada y con unos nervios sin fundamento rasca su nuca. Frunzo mi ceño ¿Qué sucede?
—Haremos el proyecto en la sala —declara dando media vuelta y adentrándose a su sala mientras me quedo pasmada en las escaleras.
Ya comprendo todo. Genial.
Bajo con zancadas. Primero dice que lo vuelvo loco y después vuelve actuar igual de indiferente. Mi mente traicionera me recuerda el mensaje de Leslie y todas mis hormonas se revolotean.
Cuando llego con Adrián, lo encuentro sentado en un sillón pequeño. Arrugo más mi gesto ¿Cuál es la necesidad? Si tenemos el grande para los dos. Sacudo mi cabeza, estoy exagerando. Pero es entendible o eso me esfuerzo en creer. Siempre estudiamos en su cuarto, nunca en su sala, siempre procuraba mantenerse cerca y ahora parece como si yo fuera un sarpullido andante ¿Esto es un tiempo? Por qué si es así, es un asco y deseo con urgencia la normalidad de antes.
Mientras que empezamos con la primera parte del ensayo de Price, todo se siente tenso. Ya no soy yo con la tormenta de Leslie susurrando en mis pensamientos, también es él, aunque su origen es un misterio. Actuamos como desconocidos, cómo si la confesión de sus sentimientos jamás hubiera pasado.
En la siguiente hora hablamos lo necesario, nos miramos un par de veces y lucho contra mi interior para mantener la calma. Detesto esto, quiero risas, miradas cómplices y la sensación de mi corazón desbocarse.
—Adrián —llamo su atención con un leve susurro.
No tengo la esperanza de que me haya escuchado, sin embargo, lo hace perfectamente porque de inmediato deja su laptop en la mesa y me mira atento. Sonrío ante ese gesto.
—Tú has dicho... —¿Cómo decirlo sin sonar patética?
—Di lo que tengas que decir ya, que no tenemos mucho tiempo —su tono es brusco y para remate terminado chasqueando su lengua.
—¿Le has comentado a alguien sobre lo nuestro? —pregunto sin titubeos.
—¿Lo nuestro? —se ríe seco— Tú y yo no tenemos nada, Ashley.
Aprieto mis puños y los relajo un par de veces antes de hablar.
—¿Se puede saber que demonios te pasa? Solo te he hecho una pregunta no te he pedido algo por lo cual debas reaccionar así.
Bufa.
—¿Eso es todo? ¿Podemos continuar con el ensayo? —pregunta mientras vuelve agarrar su laptop y sumergirse en la pantalla.
—Eres un idiota.
Saco mi celular y le mando un mensaje a Gabriela.
Ashley
Averigua qué jugador invito a la perra de Leslie, confío en tus habilidades.
De mala gana continuo en mi investigación para sacar más información del tema. Miro de lado a Adrián y este ni siquiera parece contar con mi existencia. Gruño ¿Será posible que sea él? ¿En serio me haría esto?
—Deja de mirarme carajo —farfulla con los ojos sobre la pantalla.
—¿O qué? No eres nadie para mandarme.
—No me hagas reír, soy mucho más de lo que quieres admitir —alza su ceja a la par que una sonrisa jadeante se apodera de su boca.
—Y yo mucho más de lo que me demuestras cuando me miras, —ataco— no importa cuántas veces me hables mal, tu esfuerzo para odiarme es un fiasco y lo sabes.
—¿Quién dijo que intento odiarte? —deja de escribir, pero no se atreve a mirarme.
—¿Lo vas a negar o qué excusa vas a dar para tu actitud idiota?
—Intento recuperarte, pero contigo siempre tengo que tomar medidas drásticas para sacarte la venda de los ojos —revela erizando todos mis vellos, mi corazón trata de mantener la calma.
—Que plan más estúpido, —escupo— tan estúpido como su dueño.
—El futuro psicólogo soy yo, no tú.
—¿Me vas a responder lo de antes? —saco el tema a relucir, la verdad es que mientras más pase el tiempo más dudo.
—¿Por qué tanto interés?
—¿Por qué esquivas? —deja su laptop a un lado y se levanta para sentarse a mi costado. Por mi lado hago lo mismo para estar completamente comprometidos con la conversación.
—¿Qué ha sucedido? No te atrevas a mentirme —su torso se acerca con peligro.
—¿No puedo preguntar? —estoy intimidada.
—¿Ahora quién esquiva? —sus comisuras se elevan con sorna.
—Dereck —la simple mención de su nombre es suficiente para que su rostro opte por un gesto serio— ¿Ya no estás tan burlón, no?
—¿Qué tiene que ver ese?
—Todo... —hago una pausa para que su mente juegue con él— Ayer estuvo esperándome para burlarse de mí porque me habías dejado. Lo raro es que no pasó ni un día y él ya lo sabía, y hoy Leslie ha empezado a mandarme indirectas de lo poco soportable que soy y que por eso me abandonaste.
—Leslie tiene su punto —encoge sus hombros.
No me contengo y golpeo su pecho con fuerza.
—No sabes cuánto te odio —digo entre dientes.
—De tantas mentiras que dice tu dulce boca, me temo que te conviertas en una mitómana —su mano se alza hasta tocar mi barbilla y con el pulgar roza mis labios con suavidad.
—No estoy seguro de que sea dulce, pero podemos preguntarle a Dereck —el brillo de sus ojos es opacado por la furia recorriendo todo su ser.
—Te detesto —da un apretón a mí mentón antes de reincorporarse y poner distancia.
Niego efusiva.
—Me amas.
—No voy a negarlo. —mi corazón y mi cuerpo reaccionan energéticamente— Sobre el otro tema, no le he dicho a nadie nada, no te haría algo así.
—¿A Priscilla? Puede que hayan conversado y alguien los haya oído —dejo caer la posibilidad con esperanza.
—Ella no sabe nada, pero estoy seguro de que sospecha algo.
Me recuesto sobre el sofá y restriego mis manos en mi cara. Nada tiene sentido, debe haber una explicación lógica.
Que Leslie lo sepa puedo comprender hasta cierto punto, puede que Gabriela haya estado chismorreando con otra chica y justo Leslie escucho. Sin embargo ¿Dereck? Él no tiene relación con ninguna más que con... Pero no, es imposible.
"—No te hagas la inocente. —increpa Gabs— Te vi hablando con Dereck, cuéntanos con que preguntas referentes a Ashley te fue a hostigar."
Recuerdo por arte de magia la charla en la cafetería con las chicas, es como si mi interior tratara de decirme algo.
—¿Qué fuiste hacer ayer en el instituto? —inquiero con el corazón en la mano. Me acerco y tomo sus manos al ver que voltea su rostro— Dime la verdad ¿Alguien te dijo de Dereck, no es cierto? —su gesto decae un segundo y es entonces dónde maquino todo.
—Tu amiga estaba preocupada por ti. —una punzada me hiere— Me llamó asustada diciendo que Dereck le había dicho que te iba a hacer daño y no sé que otras cosas más, fue rápido, se le oía mal.
—¿Fue Tatiana, verdad? —no responde con palabras, pero si asiente.
Tomo una respiración profunda y poco a poco voy deshaciendo el agarre que tengo con Adrián. Me cuesta soltarlo, pero una vez que la conexión se rompe, él mismo es quien toma mis manos nuevamente.
Debí suponerlo desde un principio, pero el manto de la amistad no me permitía verlo con claridad. En cierto punto entiendo, no sé, trato de ver el lado bueno.
Al salir de los vestuarios se encontró con Dereck, es obvio, literalmente estaba en el camino de la salida. Deduzco que le pregunto por mí y ella en acto de ira le restregó en su cara lo que me había pasado con Adrián. Hasta ahí puedo ser comprensiva, pero ¿Leslie? En serio, no encuentro nada rescatable y me duele.
Suspiro.
No quiero precipitarme, debo estar paranoica. Tal vez Leslie escucho el chisme en alguna charla de las chicas, total, en el entrenamiento me pararon molestando con Adrián. Eso debe ser, ella solo lo deducio.
—Crees que Tatiana le contó a Dereck y a Leslie sobre lo nuestro —afirma dando caricias en la palma de mi mano.
—Pensé que ya no existía nada nuestro. —sonrío con delicadeza—Lo de Dereck estoy segura, pero ¿Leslie? ¿Qué demonios pinta aquí?
—Tatiana no te haría algo así —muy en fondo sé que sí.
Tatiana no se drogaría, Tatiana no me llamaría puta, Tatiana no me insultaría, Tatiana no dejaría de ser Tatiana, pero lastimosamente es cierto y todo por una razón, una persona: Dereck. Puede que haya tenido otro ataque de celos y en esos cinco segundos contárselo a Leslie para que utilice todas sus artimañas para lastimarme. Tuvo el tiempo y la motivación necesaria.
—Después hablaré con ella, de seguro hay una buena explicación para todo esto —digo motivada, aferrándome más al contacto de nuestras manos.
Ambos nos quedamos mirando el punto dónde colisionamos, es un gesto tierno, muy lejos de lo que nos tenemos acostumbrado. De un movimiento me suelta una mano dejándola reposando sobre su pierna mientras que con las suyas repasan la que aún es prisionera. Una se coloca por debajo de mi codo y gira con lentitud todo el brazo.
—El rojizo ya no está —con sus yemas repasa toda la zona que ayer estaba sensible.
—Te dije que era por el balón, aunque de igual forma me sorprendió que durará tanto —respondo un poco acelerada.
Los toques en mi piel me están volviendo loca.
—Tu piel es muy suave. —poco a poco va subiendo hasta mi hombro y solo se detiene para jugar con los mechones de cabello— ¿Si sabes qué no le iba a perdonar ese imbécil el haberte tocado, verdad? —se inclina adelante.
—Tendrás que ser más específico porque sus labios... —su mano tapa mi boca y la otra va atrás de mi cabeza.
—No juegues con tu suerte, podré amarte, pero tengo un límite —baja su mano hasta mi cuello permitiéndome hablar.
—¿Me estás amenazando?
—A ti no te pasará nada —su mano de atrás se abre y cierra atrapando una buena cantidad de cabello.
Junto mis piernas con fuerza al instante, la acción de Adrián me ha descolocado completamente.
—Pero no dudes que ganas de buscarlo y terminar con lo que empece, no me faltan —ni siquiera es necesario mencionar el nombre, su voz se ha encargado de sonar lo más violento y lleno de celos posibles.
—¿Qué te detiene? Se lo merece, me beso a la fuerza —ríe con un ronquido espectacular.
—Me estoy controlando y no sabes lo jodido que es —sus ojos bajan a mis labios.
—¿Recuerdas cuándo rompiste mi pantalón? ¿Recuerdas la razón? —sus ojos se devuelven a los míos y con el significado de su mirada sé que debo ir con cuidado.
—Ten cuidado, Ashley.
—Lo que quiero es que limpies mis labios, están sucios —declaro acercándome— muy sucios.
Adrián me observa de tal forma que con una palabra ya me tendría de rodillas alabando su ser. Está tremendamente celoso y me encanta, tal vez si no estuvieras como ahora lo estamos, trataría de hacerlo olvidar, pero me conviene que recuerde, que se devuelva dos días atrás y se pregunte si pedirme un tiempo fue la mejor opción.
Su brillo se intensifica con la luz de la sala, parece un dios a punto de perder el control. Atraigo su atención a mi boca con un gesto seductor, y él se deja guiar con facilidad.
—Ashley.
—Besame.
Humecta sus labios con su lengua y decido que es suficiente castigo. Me abalanzo con toda la intención de sentir toda ese ímpetu y calidez que Adrián es capaz de transmitir con un beso.
Soy rápida, pero Adrián es más. Me retiene con su agarre en mi cabello y por la desesperación con la que he salido, he terminado con el cuello expuesto y mis ojos mirando al techo.
—Besarte, adorarte, follarte, te haría completamente de todo si tan solo tú pudieras ser honesta contigo —sus labios chocan contra la piel de mi cuello y va deslizándose hasta llegar a mi oreja sensible.
—No he hablado con Luke.
—Me pregunto por qué.
—No quiero perderte —sincero.
—Pero tampoco a él.
Me suelta y cierro un momento mis ojos para poner en calma mis sentimientos, hormonas. Cuando los abros lo encuentro sentado en su sillón para él solo y con la laptop entre sus piernas.
—Apurémonos, tenemos mucho que avanzar —anima sin contemplarme.
—¿Y cuánto tiempo crees qué sea necesario para terminar con esto? —sueno agitada, muy afectada por su lejanía.
—Por mi bien, espero que no mucho. Aunque sabemos que esto depende solo de ti. —lo veo suspirar antes de mirarme— Y no estoy hablando del ensayo.
Retengo una sonrisa y me concentro en lo que estaba.
Terminamos el ensayo alrededor de las tres de la tarde. Price tuvo razón, es un trabajo sencillo, lo complicado es buscar la información y lo demás es transcribirlo en Word. Admito que me demore un poco recogiendo el fondo, la tipografía y demás recursos.
Adrián ha ido a su cuarto a guardar su laptop y yo me he quedado en la sala esperándolo ya con mis cosas listas.
—Te llevo —escucho su voz inundando la sala.
—El partido es a las seis.
—¿Y? No dejaré que te vayas sola y menos con esa laptop en tu bolsa —sus cambios de tonos me está volviendo loca.
—El lugar del partido queda a una hora y media de aquí, debes llegar a tiempo para concentrar ¿Has revisado tu celular? En todo este tiempo no he visto que lo agarraras, seguro tu entrenador está volviéndose loco —Adrián chasquea sus dientes ante mis palabras, sabe que tengo razón.
—Deja tu laptop aquí y te acompañaré al paradero para que tomes un taxi —se resigna.
—Bien, pero antes necesito lavarme manos ¿Te importa qué utilice el baño? —en respuesta se pone de lado para dejarme pasar.
Dejo mis cosas en su sofá y una vez que llegó a mi destino abro el grifo y empiezo a quitarme toda la suciedad. No sé por qué, cómo, pero mis manos tenían manchas negras de polvo cuando no recuerdo haber tocado algo sucio. Enjuago dos veces antes de secarme con papel y salir.
En pleno camino, mi celular vibra. Lo saco de su escondido y frunzo la frente, la llamada viene de un número desconocido.
—¿Hola?
—¡Wood! —me suena conocido— ¿Sabías que irte de un cumpleaños sin despedirte del cumpleañero es de muy mala educación? Me preguntó que te motivo a irte como un conejo asustado ¿Qué es lo que estabas viendo, Wood? ¿Algo prohibido? ¿Algo qué te gustaba? —sus palabras me hacen reír y saber de quién se trata.
—Créeme, nada de esa habitación me gustaba, ni hoy ni nunca —aclaro.
La última vez que vi Ariel fue cuando me atrapo espiando a Dereck en su depósito de alcohol.
—Ajá.
—¿Cómo conseguiste mi número sirenita?
—Rogando, me costó mucho, Dereck es un perro duro de roer —detengo mis pasos y me apoyo en una pared.
Es imposible que Dereck tenga mi número y mucho menos que se lo haya dado, la advertencia en la sala de química no fue una broma.
—Mmm, no sé porqué no te creo —se ríe a través de la interfaz.
—Necesito hacerte preguntas. Tiene que ser en persona, intenté hacerlo en la fiesta, pero tu perro faldero no me permitía acercarme —ahora la que ríe soy yo.
—¿De qué o qué? Tú y yo no tenemos nada en común.
Hay un silencio tormentoso antes de que hable.
—Porque quiero abrirte los ojos, tengo una fuerte corazonada de que no sabes absolutamente nada —muerdo mi labio con intriga.
Ya veo que el suspenso viene de amigos.
—Necesitas más para convencerme. Tengo mi tiempo muy copado —llevo un dedo a mi boca y empiezo a morderlo con ansiedad.
El embrollo que se trae Dereck también lo tiene Ariel.
—Me encantas, Wood. —niego con un pequeño suspiro— Pero bueno, lo intentaré... ¿Dereck ha estado actuando raro estos días? ¿Te confunde? ¿Quieres saber su repentino interés en ti?
—¿Te vas a hacer el misterioso como Dereck o vas a decirme lo qué pasa de una vez por todas?
—Quiero ver a mi amigo feliz.
—Lamento no poder hacer mucho.
—En eso te equivocas. Ayúdame y yo te ayudo. Si lo que creo es cierto, tienes muchas serpientes a tu alrededor. —hay una sensación incómoda que se planta en mi pecho— Podemos conversar en el partido donde tu perro faldero se va a estrenar ¿Qué dices?
—Te envío mi dirección. —la emoción me gana y respondo rápido— ¿Estás sonriendo verdad?
—Mismo gato de Alicia en el país de las maravillas.
—Te espero.
—Dereck —su tono ha sonado raro, cómo impresionado.
—¿Dereck?
No hay respuesta, cuelga la llamada. Miro el celular con confusión y antes de que me olvide le mando mi dirección por mensaje después de guardar su número.
Vuelvo a reanudar mi camino, pero no avanzo ni un metro cuando me detengo. Adrián está parado con sus brazos cruzados, mirándome de una forma vehemente.
Diablos.
—¿Con quién hablabas?
Avanza su paso y llega a mi altura rápido, firme.
—Con nadie relevante —susurro intimidada.
Adrián niega y de un movimiento me atrapa en una de las paredes cercanas.
—He tenido una noche jodida, Ashley, no estoy para tus mentiras.
—Y yo tampoco para tus cambios de humor.
—¿Por qué demonios sonreías y te reías con Dereck? ¿Hay algo entre ustedes? —su mano me obliga a mantener la cabeza en alto.
Nuestras narices se rozan y nuestros alientos calientes por el momento se mezclan. Es extraordinario como en un solo segundo, con unas palabras, con una acción, Adrián ya me tiene descolocada por completo.
—¿Y si lo hubiera qué? —entierra sus dedos en mis mejillas— Tú fuiste quien pidió un tiempo.
—Puedo jurar que hace unas horas me rogaste para qué le pegará por besarte. Así que ahora no trates de venderme algo que no es —cierro los ojos por un momento al sentir el rozar de sus labios.
—Y yo puedo jurar que estás celoso de una persona que sabes que no siento nada. La posesividad está nublado tu juicio, cuidado que puedes truncar tu futuro como psicólogo.
Su agarre se disuelve y se apodera de mi cintura, me atrae a su cuerpo y jadeo en voz baja. Tengo que aprovechar esto. Me atrevo a tocarlo, subir mis manos por su pectoral hasta terminar enredándolos sobre su nuca. Adrián disfruta cada paso como un néctar. Estás tan necesitados del uno por el otro.
—Fue Ariel, —revelo— llamo para invitarme al partido y como no tenía nadie con quien ir dije que sí.
—Cancelalo.
—No, él es mi acompañante.
—Esa es una cita —gruñe atrapando mi labio inferior con sus dientes, lo suelta con rapidez.
Lucho para no jadear. Sus ojos se mantienen fijos y en todo momento me amenazan con devorarme completa, lejos de asustarme me incentiva a provocarlo.
—Si deseas verlo así no tengo problemas —a penas puedo hablar con claridad.
—No vas a ir con él, ni con nadie —declara.
Sus dedos en mi cintura se aferran cómo si su vida dependiera de ello y me encanta. El dolor mínimo que me genera mezclado con mis ganas de tenerlo dentro de mí es una locura. Jamás creí que esto sea posible.
Sus labios se acercan con peligro y grito internamente cuando siento sus labios sobre una parte de los míos, es un beso media luna. Poco, obviamente no logra calmar mis sentimientos, solo lo aviva como un fuego que arrasa con todo
—Me temo que siguen sucios, aún siento el sabor de Dereck.
Adrián junta nuestras frentes y en ese segundo noto como está controlando todas sus ganas de besarme, tocarme, hacerme suya.
—No tienes ni una remota idea...
Lo silencio poniendo mis labios contra los suyos, lo callo con un beso voraz, hambriento y completamente necesitado. Al principio Adrián lucha por alejarme, pero el agarre en su cuello me mantiene firme y como es costumbre, cae en mi hechizo.
No tenemos ritmo, somos dos desesperados tratando de disfrutar lo máximo posible de este momento, guardar cada sabor y eliminar rastro de otros. Sus manos tiemblan en mi cintura, quiere, pero a la vez se contiene por tocar otros lugares. Sabe su límite y si por algún motivo lo cruza, no abra marcha atrás. Es una lástima que yo quiera cruzar cada barrera.
De un movimiento enredo mis piernas en su cintura y como nuestros cuerpos nos llaman, Adrián baja sus manos hasta mis glúteos dónde no tiene piedad con mi piel.
Jadeo ante la impresión de su ferocidad y su miembro fuerte, erecto chocando contra mi pelvis y sexo. Él lo siente de igual forma porque baja la intensidad de sus besos solo para enfocarse en el placer del roce.
—Te irás conmigo, —me sujeta por los hombros y aleja su rostro— iré a darme una ducha y cuando baje espero verte aquí.
Su rostro está rojizo y su boca brilla y me llama a probarlos nuevamente.
—¿Y si no?
—Me encargaré de buscarte en cada parte del mundo si es necesario y que Dios se apiade del hombre que este a tu lado.
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