41| Tensión.

El entrenamiento no es para nada normal, no es cosa mía, es de todas. Estamos distraídas por una persona, específicamente por un bulto de carne que sobresale en la frente de Leslie. Es enorme y estoy segura de que ha intentado bajar la hinchazón de mil forma, ya que está de colores oscuros y se ve manipulado. 

Siento un poco de pena. Trato de no verla y multiplicarla por cero, pongo todo mi esfuerzo, pero es tan difícil, es como un imán. Cuando la vi por primera vez esperaba reírme de lo que había provocado, sin embargo solo sentí dolor. Las chicas me comentaron que uso todo el día un gorro para pasar desapercibida, pero obviamente no puede entrenar con prendas que dificulten su rendimiento.

—¡No pierdas el ritmo, Wood! —el grito de Sullivan me hace poner la vista al frente y acelerar mis pasos.

En estos momentos estoy cumpliendo el castigo por desobedecer a las reglas de ayer, irme como si nada me está saliendo muy agotador. Primero fueron ranas, le siguieron las planchas, luego salto con planchas y finalmente me mandó a correr sin límite de tiempo, creo que ya llevo diez minutos dando la vuelta a la cancha.

—¡Ah! Maldita sea —se escucha un grito en todo el lugar.

Sin detenerme, observó cómo Leslie patea el balón con su pie y se aleja unos metros del campo. Las chicas solo se dedican a observarla mientras que Sullivan se acerca para hablar con ella, en el proceso me pide que me detenga y una con las demás.

—¿Creen qué la expulsé? Su rendimiento mediocre me está estresando —mi respiración está acelerada, pero para despotricar contra Leslie hago mayor esfuerzo.

—Ashley. —volteo los ojos ante la advertencia de Cristina.

—No es indispensable. —mentira, lo es, cada una tiene un rol importante— Deja de mirarme así, Cris, me asustas —cruzo los brazos —intensifica más su mirada.

—Es cierto. —Mery sale a mi favor, su mejor amiga se devuelve con la mano en el pecho— Ashley ha tratado de llevar la fiesta en paz y Leslie nada que se deja, a quien deberías asustar está a unos pasos más allá —con su cabeza apunta a Leslie que mantiene una conversación íntima con Sullivan.

—Dejala, ella me ve como la mayor amenaza —digo.

—Es porque te conozco. —argumenta Cris. Achico los ojos— Más vale malo conocido que bueno por conocer.

—¡Oye! —la empujo.

Se ríe.

—Hablando en serio, a ti te conozco, sé cuándo puedes perder los papeles. En cambio a ella no, he tratado de acercarme, hacerla entrar en razón, pero mi primo tiene algo que las ha vuelto locas —me ruborizo, me imagino más de una razón.

—¿Y ese algo es grande? Digo, todo tu drama tiene que valer la pena —la interrupción de Gabriela no ayuda en nada al calentamiento de mis mejillas.

—¿Y lo dudas? Hace una hora que nos acaba de contar como Adrián la volvió loca con solo un beso, que cogieron en mi carro, para hacer tal cosa es porque un miembro... —no puedo dejar que continúe.

—Para. —ruego— Ya me disculpé por eso, Maria. Te juro es la última vez que lo hago en tu auto —decirlo en voz alta no es lo mismo que pensarlo, es sumamente vergonzoso.

—Sigo sin poder creerlo. Estaba a tu costado ¿Cómo no me di cuenta? —Gabriela mira al techo y trata de recordar aquel día.

Por Dios.

Miro al suelo apenada. Definitivamente esa fue la parte más complicada de contar, aceptar tal cosa pudo ser evitado, pero realmente me decidí hablar de todo lo que estaba ocurriendo estas últimas semanas. Dejar algún hueco era algo que me iba a estar persiguiendo.

Eran siete chicas escuchando mi historia mientras tomaban el café recién pedido. Las preguntas, las intervenciones no faltaron, si alguien se olvidaba de algo otra lo sacaba a la luz, nadie se quedó con ninguna duda. Hasta aprovecharon en investigar mi relación pasada con Luke, pero no hubo tanta expectativa, ya tenían una idea; aunque no niego que con él si tuve más cuidado porque mencionar a Jeremy es impensable.

Para cuando termine toda mi trágica historia, pasó algo que jamás vi venir: Le dieron la razón a Adrián. Cada una me golpeó a su manera, empujón, palmada, etc. Hasta Cristina casi marca a su primo para que venga y le pida de rodillas perdón.

Exageradas.

No es para tanto. Bueno, si lo es, si no lo fuera no estaría como estoy... Con unas terribles ganas de estar a su lado.

—Sigo sin procesar que su primera vez fue en mi fiesta, —Karla toma la palabra— ¿Eso significa qué mi cumpleaños pasará de lado? Digo, por la manera en que lo contaste imagino que es algo que celebrarán cada año.

Levanto la quijada ¿Celebrarán? ¿Ella mantiene la esperanza de qué nos amistemos? Las chicas aprueban sus palabras con un movimiento de cabeza.

—¡No, Karla! Su primera vez fue en mi carro —corrige Maria.

—Pero esa fue una metida y sacada, en mi fiesta fue la verdadera...

—¡Chicas! —de milagro Tatiana interviene— ¿No ven que nuestra Ashley se está convirtiendo en Mery? —corrijo lo dicho antes.

—¿Así me veo? —Mery me toma por sorpresa, me agarra el rostro acercándose mientras achica sus ojos para inspeccionarme.

—No, tú eres más tierna —responde Cris.

—Gracias —ironizo.

—¿Nadie va a hablar del vibrador rosita? —Tamara baja la voz— ¡La torturó todo el día!

—¿Y la mesa rota? ¿El pantalón hecho trizas? —de pronto habíamos formado un círculo y empezado a susurrar cosas.

—¿El desplante a la madre de Luke?

—Eso no fue tan dramático como los otros momentos, Mery. —Gabriela le aprieta su mejilla con cariño.

—¿Quieren dejar de hablar de Adrián? —digo entre dientes.

—¿Por? ¿Ya quieres ir con él y arreglar las cosas? —enarca una ceja— Si es así nos callamos para siempre.

—No —sí.

—Bueno, prosigamos, hay que hacer nuestro top 5 de momen...

—¡A posiciones! —la voz de Sullivan nos pone la piel de gallina y en menos de dos segundos deshacemos nuestro círculo de chismes— Wood, práctica con Caruso.

—Leslie es mi compañera entrenador —volteo a ver a Gabriela con incredulidad ¿Prefiere a esa? Sin embargo toda preocupación se va cuando me guiñá el ojo.

—Practicará sola hasta bajé la hinchazón de su frente. —informa— ¿Qué esperan? ¡A practicar!

Gabriela y yo nos damos una mirada cómplice mientras nos vamos posicionando en una esquina de la cancha. Eleva su quijada apuntando a algo detrás de mí, volteo con disimulo para ver a Leslie practicar con la pared lisa del área.

—Aunque no lo confiese, creo que en realidad te tiene miedo, detrás de toda esa personalidad agresiva hay una linda gatita —menciona con sorna.

—No entiendo por qué me vienes a decir esas cosas cuando en unas horas vas a estar hablándole cómo si nada —encoge los hombros.

—No es como si no se lo hubiera dicho ya, todas hemos tratado de que baje su envidia, pero ¿El amor? Yo qué sé. —Gabriela atrapa una pelota que es lanzada en su dirección, le agradece a Tamara y entonces me lo lanza dejando en claro que quiere que yo empiece— Hablando en serio ¿Tan grande la tiene Adrián? ¿Tienes foto?

—No te soporto —susurro antes de lanzar el balón fuertemente a una Gabriela ya posicionada en defensa, la muy condenada me ha provocado y ha estado tan segura de mi debilidad que me ha recibido cómoda.

Para cuándo ya termina el entrenamiento estoy deshecha. Resulta que mi castigo no termino con los ejercicios del principio, sino que se extendió por el resto de las horas. Jamás en mi vida me había sentido así, ni siquiera cuando entre y me ponían a prueba en todo o en una final donde me quedo hasta altas horas de la noche con Cristina practicando.

Mi baño en los vestidores se prolonga más de lo habitual, la sensación del agua caliente caer por mi cuerpo relaja todos mis músculos y suaviza el martirio que Sullivan me hizo pasar.

—¡Ashley! Ya me iré ¿Segura de qué no quieres que te espere? —un grito me saca de la tranquilidad.

—Si Tati, ve con cuidado —le respondo.

Hace ya media hora que las demás chicas se han ido y de no ser porque Tatiana se ha demorado en cambiarse, hubiera estado sola todo ese tiempo.

Sigo en lo mío un buen rato más. Cuando estoy secándome el cuerpo visualizo que aún no baja el rojizo de mis brazos, no duele, pero el balón sí que me ha marcado. Bostezo con cansancio cuando tomo mis cosas y salgo de los vestidores.

Tengo hambre, pero mi sueño es mayor.

El baño ha funcionado de maravilla, todo mi ser exige una cama para recargar energías durante las próximas horas, de no ser así caeré en cualquier sitio de manera automática. En el camino a la salida del instituto reviso mi celular, me encuentro con varios mensajes de mi madre y algunos de mis amigas que siguen molestándome con Adrián. No puedo evitar soltar una carcajada al leer el de Gabriela, por dios, esta mujer anda mal.

—Te ves de la mierda, Wood.

Hago una mueca de desagrado al reconocer la voz, guardo mi celular y levanto la mirada. Ahí está Dereck, en el marco de la puerta que da a la salida, recostado en uno de los lumbares con sus brazos enredados y su cabeza ligeramente tirada a un costado. Lleva una camiseta negra con las letras "devil" en el centro, es buena y un pantalón azul oscuro. Muerdo mi labio para evitar preguntar por su típica casaca de cuero, no es que le tenga miedo, pero lo más seguro es que me mande a la mierda.

—Te has tardado mucho —agrega cuando me ve que detengo mi paso.

Suelto una risa seca y volteo los ojos. Me guardo mi curiosidad al saber ya de ante mano que no va a responder a ninguna de mis preguntas.

—¿Ahora qué quieres, Dereck? Estoy arta, te lo juro. —me cruzo de brazos en protección al ver que se despega de la puerta y se acerca— No estoy de humor para tus juegos —mentón alto, voz firme, estoy preparada para lo que venga.

—¿Cómo se siente la soledad, Wood? —acerca su cabeza mientras pasa su lengua por sus labios— Me enteré de tu pelea con tu muñeco de trapo.

—¿Cuál de todos? —desafío enarcando una ceja, pero en el fondo estoy muy intriga, sin embargo la cara que pone al oírme vale la pena, es todo un poema.

¿Quién se lo dijo? ¿Cómo se enteró? Yo recién le he contado a mis amigas, ellas no abrirían su boca y Adrián mucho menos.

—No come ni deja comer —susurra.

Arrugó mi frente confundida.

—No me toques —advierto cuando una de sus manos tiene la intención de tomar un mechón de mi cabello.

—¿Te gusta dar órdenes, verdad? —sonríe sarcásticamente.

—¿Y a ti qué te interesa?

—Si debió afectarme la pelea con Adrián, estás muy a la defensiva. —hace un mohín y retrocede un paso— Es eso o tu amiguita ya te fue con el chisme.

De la nada recuerdo una anécdota: Tatiana y Dereck conversaron de mí en la fiesta de Ariel.  Diablos, me olvidé conversar con ella a solas. Sin embargo, todas esas interrogantes pasan a un lado cuando me doy cuenta de algo más.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí?

—Diez minutos antes de que termine tu entrenamiento —aclara— ¿Qué tanto hacías ahí adentro? Te has demorado un siglo, todas tus amigas ya se retiraron y tú nada que aparecías.

Con eso me confirma que Tatiana lo vio al salir. Maldigo internamente. Espero que no se esté haciendo historias en su cabeza que no son, jamás la traicionaría de tal forma.

—¿Y bien? ¿Qué te tiene así? ¿Adrián o tu insoportable amiga? —¿Insoportable? Ay dios, necesito hablar con Tatiana.

—No sé de qué estás hablando, yo y Adrián estamos perfectamente bien —deshago mi posición de escudo y relajo mis brazos.

No importa cómo se haya enterado, no dejaré que lo utilice en mi contra.

Suelta un silbido.

—Que raro, que yo sepa tú no dejas que otros jueguen con lo que es tuyo. —su intensa mirada me pone los bellos de punta— Juraría haber visto a Leslie y Adrián en la terraza después del receso.

Me esfuerzo por no dejar caer mis facciones y me mantengo lo más natural posible.

—Tu imaginación es alucinante —llevo una de mis manos a mi espalda y empezó apretar mis uñas contra la piel. Es suave, no me provoco dolor, pero no estoy segura de aguantar mucho.

Dereck asiente con la cabeza.

—Tienes razón, aunque no sé porque fantasearía con ellos dos besándose —trago saliva en un acto desesperado para silenciar mis gritos.

Miente, Leslie ha estado todo el día escondida por el bulto el su frente. Jamás permitiría que Adrián la viera así, lo presiento. Dereck solo busca hacerme pisar su trampa y eso es lo peor de todo. Orwell sabe que estoy actuando, su sonrisa provocadora, sus gestos, todo su ser me lo confirma y tienta a desvelarme.

—Me tengo que ir, —le dedico una mirada de pocos amigos y paso por su costado— siempre es un gusto platicar contigo.

—Eres una maldita farsante.

Detengo mi paso y me giro en una fracción de segundo. Ni siquiera soy consiente de lo que hago hasta que Dereck captura mi mano en medio del recorrido hasta su mejilla y me estampa contra la pared más cercana. Me encierra con su cuerpo sin soltar la evidencia de mi arrebato.

Me mira divertido y con su típico resentimiento.

—¿A la princesa le molesta que le digan las verdades en su cara? —acerca su boca a mi oído provocando que su voz tenga el efecto de erizar mi piel— He descubierto algunas cosas, Ashley.

—Suéltame imbécil —me renuevo e intento empujarlo varias veces.

—Solo déjame decirte una cosa antes, —aleja su rostro para mirarme con claridad— no lo vas a conseguir, intenta todo lo que puedas, nada hará que vuelva a ser adicto a ti.

Me suelta de golpe y gira su cuerpo para caminar hasta la salida. Suelto un bufido, frustrada e incapaz de empezar una pelea con quien claramente me podría derrumbar en un segundo.

Aseguro mis cosas, paso acomodo mi cabello y sigo el rastro que ha dejado. Mis pasos son contundentes, decididos a no dejarse bajonear por alguien como Dereck. Tengo que hacer algo, no importa si es insignificante, esto no se puede quedar así.

Cuando su anatomía está cerca, casi por cruzar la pista de al frente, tomo valentía y junto todas mis fuerzas para empujarlo a un lado. No me detengo, camino como si nada, pero si llego a escuchar como su cuerpo es impactado contra el piso.

—¡Ashley! —grita alertando a todos mis sentidos.

Estoy frita.

Apresuro mi andar sin vergüenza de que note mi temor de sus represalias. Escucho un ruido rápido y decido correr, pero antes de que pueda siquiera poder dar el primer paso, una mano captura mi hombro y me obliga a mantenerme estática.

—Estás temblando.

Aprieto mis labios y niego repetidas veces. No debí hacer eso. Dereck aprieta su agarre y es entonces dónde sé que tengo que voltear para pedir clemencia o intentarlo por lo menos. Sin embargo, cómo ya es costumbre, Dereck toma la delantera y me gira, ahora ya no es un hombro al que tiene controlado, ahora son los dos, me tiene completamente dominada.

Lo miro a sus ojos para saber su grato de ira, pero mi sorpresa es grande cuando no encuentro nada de eso. De hecho me está mirando con preocupación, sí, Dereck me mira con una inquietud que no defino su raíz. Sus iris negros recorren cada parte de mi rostro buscando algo y frunce su frente al llegar a mis labios.

Es diferente, nuevo y demasiado extraño. Me quedo más perpleja de lo que estoy al sentir una de sus manos subir hasta mi mentón.

—Dereck, lo sien...

No puedo continuar, Dereck aprieta mi piel y de un tirón inesperado junta nuestros labios en un beso.

Me toma unos segundos procesar lo que está pasando ¿Esto es real? Tengo los ojos abiertos, no puede ser una alucinación. Él no intenta que le corresponda, solo pega nuestros labios con ímpetu en lo que yo elevo mis manos sin saber cómo tomar este gesto.

Esto no está bien, esto no me gusta ¿Será su forma retorcida de torturarme? Porque la remota posibilidad de que yo le guste se acerca más a un chiste que la verdad.

Vuelvo a la realidad cuando siento una de sus manos en mi cintura, es ahí donde me doy cuenta de que Dereck en realidad está disfrutando esto y no es parte de una venganza. Maldita sea, debo parar esto.

Sin embargo, justo cuando pongo mis manos sobre su pecho para tomar distancia, se escucha el sonido de unas llantas chillar contra el suelo, una puerta siendo abierta y después la lejanía de Dereck.

¿Qué ha pasado? Todo ha surgido tan raudo.

Una fuerza desconocida me empuja e impacto contra un objeto duro. Me quejo del dolor en mi espalda.

—Sube al puto auto, Ashley —toda molestia se va al escuchar su voz.

Rápidamente alzo la quijada y me encuentro con Adrián mirando fijamente a Dereck quien parece desorientado con la cabeza agacha. Solo cuando recompone su postura sé el porqué, de su boca sale en cantidad de sangre, no sé si la herida es superficial o interna, el espesor rojo abunda nublando mi visión. Dereck me mira unos segundos antes de susurrar algo completamente confuso.

—La sigues mirando otro maldito segundo más y te juro que jamás volverás hablar.

No hace falta que diga más, Dereck alza las manos en forma de paz.

—No sé que espero de ti. —no me mira, pero está claro que el mensaje es para mí— Tal para cual —escupe sangre al suelo y camina de regreso al instituto, supongo que a lavarse y curarse con el botiquín de la enfermería.

El ambiente no está para nada cómodo.

Adrián camina hasta su auto, dónde estoy apoyada, abre la puerta del copiloto y con su cabeza me ordena entrar en silencio. Lo hago solo cuando él ya subió a su puesto.

Enciende el motor y empieza a andar. No me atrevo a preguntar siquiera el lugar de destino, estoy completamente cohibida.

Tiene las manos en el volante y pareciera como si estuviera sujetando el cuello de Dereck. Está muy enojado. Las venas de su cuello están marcadas y algunas de sus brazos están relucientes. Tras una repasada rápida no me atrevo a decir una palabra. Tal vez sea lo mejor, no sé cómo vaya a reaccionar y tengo que recordar que está conduciendo. Sin embargo, son necesarios apenas unos minutos para tratar de saciar mi curiosidad.

—No tenías porq...

—No te atrevas a defenderlo —la rabia desborda en su voz.

Con eso me basta para optar por guardar silencio en todo el camino.

Trato de enfocarme en la ventana, en el ambiente exterior, pero la carga de tensión en el coche es demasiado alta para ignorar. Estoy segura de que si nos tocamos, provocaremos electricidad.

¿Cómo llego en el momento exacto? Es obvio que venía por mí ¿No? O estoy creyéndome muy importante ¿Cómo sabía? Además se supone que hoy estaba ocupado, por eso no podíamos reunirnos para el trabajo de Price, pero por lo visto solo fue una mentira para mantenerme lejos lo más posible.

Muerdo mis labios para que nada inoportuno vaya a salir.

Con el paso del tiempo sé a dónde vamos, las calles, el recorrido usual que siempre toma el bus hasta el paradero de mi casa me lo sé de memoria. Termino de confirmarlo cuando Adrián estaciona al frente de mi hogar. Al no pedirme que me baje y no ver qué se mueva ningún centímetro sé que no va a entrar y que cualquier cosa que tenga que decir lo diga ya.

—Estaba a punto de separarlo, lo que iba a decir antes es que no era necesario un golpe en su boca para que obedezca —termino con un suspiro. Por mi rabillo del ojo observo sus manos tensarse en el volante— ¿A qué ibas al instituto? ¿Tiene algo que ver con lo qué tenías que hacer hoy?

Giro mi cuerpo para verlo completamente.

—Sí —responde sin dejar mirar al frente.

—Creo que jamás me habías metido tan descaradamente. —revelo— ¿Quieres mirarme? —presiono fastidiada.

Chasquea su lengua y gira su cabeza. Nuestros ojos se conectan un par de segundos, pero es suficiente para que mi corazón se acelere y quiera volver a tocar el tema de nosotros. Su mirada se desvía abajo y una enorme línea recta se forma en sus labios, cuando sigo su punto de origen sé lo que piensa y temo esta vez si temo por la vida de Dereck.

—Escuchame primero, —ruego— no es lo que crees.

Me acomodo en el asiento y muestro mis ambos brazos para que me crea. Mala idea, golpea al frente dándole al claxon.

—Están rojos por Sullivan, me castigo por irme antes de tiempo ayer, hoy día me fue fatal. Dereck no tiene nada que ver, —agrego— créeme.

—Te creo —suelta después de unos segundos en silencio.

Suelto un suspiro aliviada.

—Será mejor que entres a tu casa —aconseja.

Niego.

—Me quiero quedar contigo.

Vuelve a mirarme y esta vez si se queda por más tiempo. El enojo se a disipado dando paso a una mirada llena de nostalgia, me observa igual que antes de todo este alboroto, su brillo me trae recuerdos lúcidos y la corriente de locura que te sumerge es maravillosa. Si no fuera por el contexto en que nos encontramos dirá que todo sigue igual que antes.

—No hagas esto más difícil.

Deseo poder tocarlo con libertad sin miedo, deseo que todo vuelva a ser como antes y que de una vez por todas mis amigas se callen con sus insistencias.

Lo quiero, lo quiero muchísimo.

—Tú lo complicaste, tú pediste un tiempo —acuso resentida.

—Y espero que valga la pena. —susurra, pero logro oírlo— No hagamos esto, Ashley, entra a tu casa.

Bien, si es lo quiere. En un impulso agarro mis cosas y abro la puerta para bajarme lo antes posible. Una vez afuera me preparo para cerrar la puerta y que a su si pueda ir tranquilo, sin embargo recuerdo que hay una espina molestandome y que si no soy directa ahora, no podré dormir en toda la noche.

—¿Qué hiciste después de la hora de receso?

—Te estaba buscando. 

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