38| Vínculo y amenaza.
Es extraño estar así con mi madre. Ya no recuerdo la última vez que nos sentamos en la mesa y hablamos calmadas, sin fingir. Está vez nos estamos esforzando, ambas, yo más que nadie, tengo tantas cosas acumuladas que es difícil retenerlas.
Incluso cuando nos reímos sale fresco, espontáneo. No tengo ganas de pelear, no quiero, deseo avanzar. Presiento que las cosas serán diferentes a las anteriores veces que lo hemos intentado, hoy estoy dando mi cien por ciento, es todo no hay más, me la estoy jugando.
—¿Hoy tienes turno?
—No, le pedí a Loty que me cubriera. —da un trago a su jugo de papaya— Ya era hora de que me devuelva las horas extras que he hecho por ella.
—Al fin. —rio— No me gusta que te desveles, el cuerpo necesita descansar, tú mejor que nadie lo sabe.
—Mi vocación me gana. —admite con un gesto de lamento— Cada vez que voy y me encuentro con cada caso peor que el otro. No puedo irme a casa y dormir como si nada. Para esto nací, no puedo evitarlo.
Aprieto mis manos debajo de la mesa y suspiro soltando toda tensión. Debo controlarme, no quiero malograr esto. Sin embargo una pequeña voz grita en mi cabeza: Hipócrita, hipócrita, hipócrita.
Sacudo mi cabeza. Solo fue un momento de debilidad, nadie dijo que fuera fácil.
—Espero sentir las mismas ganas con mi carrera, —soy sincera— sigo en el mismo dilema.
—Sabrás escoger, eres eficaz en todo lo que haces. Pero sabes que siempre puedes seguir solo el camino del vóley ¿Lo sabes? Que tengas una carrera universitaria —hace comillas con sus dedos— no es indispensable para mí. Mientras seas feliz sobra y basta.
Lo sé perfecto, pero quiero ambas. Mi título y mis trofeos.
—Es lo que deseo —sonrío esperanzada.
Percibo cierta suspicacia en sus ojos. Entiendo a la primera. Tiene dudas, de mí con respecto al vóley. Puede que jamás me lo haya dicho y siempre me apoye en lo que hago, pero sé que piensa que hago esto por Jeremy y no por qué realmente me guste el deporte. Al principio fue así, lo admito, todo empezó por él, pero con el tiempo, las prácticas, los partidos, la hinchada apoyando, me encariñé y lo convertí en mi pasión. Ya no se trataba solo de Jeremy, mis sentimientos se involucraron.
Miro el reloj de pared.
—Creo que será mejor que me vaya si no quiero una mancha en mi perfecto expediente —termino de dos bocados mi fruta picada y cojo mi bolso con rapidez.
—¿Vienes directo a casa o vas a salir con tus amigas, con Adrián?
Venir de frente a mi hogar se me es raro, me he acostumbrado a ir con Adrián a su casa y regresar por el atardecer.
—Mmm, lo sé ¿Tratas de proponer algo? —me apoyo sobre la mesa, intrigada por la situación.
—Pensaba en recogerte y de ahí salir a comer por ahí. —se ve dudosa por mi respuesta— Quiero pasar más tiempo contigo, eres la única hija que me queda y a veces siento que no te conozco, quiero restablecer nuestro vínculo —se levanta y como la anterior noche sujeta mis manos, su agarre es fuerte y en sus ojos veo el temor de mi rechazo.
Siento una punzada ¿La única hija que le queda? Jeremy no está muerto ¿Por qué habla así? Jeremy está con vida, mi mellizo vive. Mi mente me traiciona y me lleva por un camino de viejos recuerdos dónde él es el protagonista.
Uno, dos, tres...
Debo pensar con claridad. No ha sido su intención. Debo enfocarme en el verdadero mensaje: Fortalecer nuestro vínculo. Todo se esfuma y de nuevo estoy relajada.
—Claro, pero yo te aviso a la hora que debes salir. —le doy una cálida sonrisa— Sullivan puede retenernos tiempo extra, ya sabes de su fascinación de vernos desfallecer.
Me devuelve el entusiasmo.
—No digas tonterías, lo que tú llamas tortura otros lo llaman disciplina. —me da un beso en la frente y luego un empujón hasta la puerta— Te quiero. Saludame a Adrián.
—Cuidate, te quiero —logro decir antes de que cierre la puerta.
En el bus paso revisando un ensayo que tengo que entregar el día de hoy. Es sencillo, pero la maestra es exigente con la ortografía y yo, bueno, no es mi fuerte. Menos mal todo era a mano y existe el corrector líquido.
Leo hasta donde puedo y cuando llego a mi destino bajo apresurada.
Hoy es lunes y gracias a Cristina sé que su primera clase es arte en el aula 244. No tengo mucho tiempo, estoy con la soga al cuello, pero de igual forma quiero saludarla, no importa si dura un segundo.
Cuando cruzo la puerta del 244, la veo, jala mi atención de inmediato, esa melena roja es imposible de ocultar. Está con Maria conversando y en su camino me encuentro con Tatiana, al parecer todas han estado aquí y se están yendo a su clase, puaf, una que viene llegando.
María me ve y con una señal que ejecuto entiende que deseo que me deje a solas con Mery. La besa en su mejilla, la abraza y se va. Acelero el paso.
—Hola —la envuelvo en su fuerte apretón.
—Ashley —responde con la misma intensidad.
La sujeto por sus pómulos y me separo un poco.
—¿Cómo te sientes?
Yo mejor que nadie sabe que esa pregunta es tonta en estos momentos. Pero al analizarla con determinación no puedo llegar a una conclusión. Su aspecto físico no cuadra con mi imagen mental, al menos no con las características que me describió Cristina.
Está igual que siempre. Realmente está igual que siempre, no hallo diferencia, no comprendo. Imaginé encontrarla con enormes orejeras por no poder conciliar el sueño, con su ropa arrugada, con su gesto destrozado, algo, lo que sea que me indique que la está pasando mal. Sin embargo, veo todo igual que siempre. Incluso en su mirada no denoto tristeza. Resplandece esa misma inocencia y ternura de antaño.
Menea su cabeza a un costado y frunce sus labios.
—Es raro. Cuando me enteré me sentía destrozada, sin fuerzas para nada, al día siguiente fue lo mismo, pero hoy amanecí sin ganas de llorar. —desciendo hasta sus manos y doy un apretón— Hoy vi a Killa cuando salía de mi casa —trato de ocultar mi ira— ¿Y sabes? No sentí nada.
—¿Intento acercarse? ¿Te hizo algo? —increpo rápido.
—No. Solo me miró y siguió su camino como si nada. Ni siquiera la note arrepentida. —si me soltaran la correa podría solucionar eso. Suspira— No trato de decir que estoy bien porque no es así, pero tampoco estoy mal. Si la veo no me pondré hacer un espectáculo ni nada. Créeme que llorar es lo último que siento al verla.
Tengo ganas de arrodillarme y aplaudirla por horas. Admiro mucho su fortaleza. Otra persona en su situación no dudaría en atacar con lo mejor que tiene, pero, por muy increíble que sea, aún existen personas que apresar de todo no se dejan consumir por el momento, razonan y analizan.
Es fuerte, que su capa de ternura no te engañe.
Me siento tonta por un instante, lo preocupada que estaba por como se lo iba a tomar y demás. Pero es mi amiga, mi temor tiene sustento.
Una imagen mental de Adrián mirándome con cara de "te lo dije" aparece.
Acaricio sus rizos.
—Estás decepcionada.
—Demasiado. Trato de buscar una respuesta ¿Por qué? ¿Acaso no era suficiente...
No, la detengo de inmediato, no voy a permitir que se haga esto.
—Para. —toco su barbilla y la obligo a que me mire— Eres suficiente ¿De acuerdo? Eres suficiente, no hiciste nada malo, entregaste todo y no debes cuestionarte, tú no ¿Entendido? Hay personas que no pueden con tanto y esa perra es una de ellas.
Se ríe.
—Gracias por recordármelo, gracias por estar conmigo. En serio, el grupo de amigas que tengo es espectacular, no sé que haría sin ustedes.
—¿Bromeas? Nosotras no sabríamos que hacer sin ti, eres esa pureza que contra resta la perversión de Gabriela, sin ti ya estaríamos consumidas por satanás. Eres nuestra salvadora.
—Bueno, no tan pura como antes —recuerda con un amago gesto.
—No hablo de esa pureza, hablo de esta. —pongo la mano en su pecho— Tienes un alma blanca que si Dios quisiera otro hijo no dudaría en escogerte a ti, te lo aseguro. En estos tiempos eres oro puro.
—Nuestra María se sentirá indignada.
—Nuestra virgen María comprenderá.
Vuelve a reír, suave y melódico.
—Sé que ya lo dije, pero quiero repetirlo. —fija sus ojos— No quiero que vuelvas a golpear a Killa, no lo vale, no te metas en problemas por su culpa. Creí conocerla, pero ya sé que jamás lo hice y no estoy segura si tratará de provocarte.
—No te preocupes, Adrián, Cristina y tú me han convencido de diferentes maneras de quedarme quieta. No volveré a rebajarme a su nivel.
—Me da gusto escucharlo —aplasta mis mejillas como una niña.
De pronto, un Price totalmente desarreglado entra en clase. Saluda y va hasta el escritorio.
Mierda.
—Me tengo que ir. —la abrazo y despego rápido— Te veo más rato.
—Será mejor que empieces a correr.
Salgo huyendo de su salón y prácticamente hago una maratón olímpica hasta el mío que está al otro extremo del edificio. Siento mis pulmones sumamente recargados. Para mi mala suerte no hay nadie en los corredores, ni una alma vagando. Esto solo me indica que estoy con un pie adentro del inframundo. Bajo mi ritmo al visualizar mi destino.
Al momento de llegar me doy cuenta de que la puerta está cerrada y por la ventana pequeña observo cómo la maestra ya está explicando su tema. Intento entrar, pero está con seguro.
Hola, Dios, soy yo de nuevo.
Con mis nudillos toco la puerta con suavidad.
—¿Si sabe ver la hora señorita Wood?
—Maestra lo...
—Le he hecho una pregunta, respóndame —frena con un tono arisco.
—Si sé ver la hora —respondo entre dientes.
—¡Perfecto! Entonces sabrá que está tarde para mi clase.
—Tuve una urgencia...
—No le pedí explicaciones. —vuelve a cortarme— Que tenga un excelente día, adiós ¡Ah! Y ni se le ocurra insistir que la mando a detención —amenaza justo antes de sonreír hipócrita y cerrar la puerta en mi cara.
Me quedo pasmada.
Bruja.
Derrotada, me marcho sin rumbo fijo ¿Qué hago? No es que me pasará esto por primera vez, pero si es la primera vez que me agarra sin nada que hacer. Mis tareas están hechas con la excepción de terminar de corregir mi ensayo, pero me faltan siete hojas, lo puedo hacer antes de entregarlo. La maestra va llamando y revisa cada uno con paciencia. Tiempo es lo que sobra.
Mis pies me dirigen al exterior, específicamente en el lugar donde Adrián práctica.
Desde antes de llegar observo a lo lejos al grupo correr de un lado para otro en diferentes ejercicios. Nadie se da cuenta de mi presencia, todos están concentrados en su práctica. Me recuerdan a mis chicas y yo, enfocadas y con ansias de comernos el mundo.
Aprovecho mi invisibilidad para escabullirme en una de las gradas de metal.
Localizo a Adrián entre los ejercicios, está corriendo en zic zac, pateando la pelota entre sus pies. Velocidad y control del balón. Es ágil, se ve como un pez en el agua, Marco su padrastro debió enseñarle bien. Lleva puesto la ropa deportiva del equipo, tobilleras, rodilleras, toda la protección necesaria y por supuesto también el calzado ideal. No suda, es notorio que hace poco han empezado con la práctica.
Una vez que termina el pequeño circuito, vuelve atrás en una cola dónde espera volver a impresionar.
Sale el siguiente, es bueno, pero no tan rápido como Adrián.
En la fila, un compañero lo llama diciendo algunas palabras y es ahí donde gira en mi dirección. Me ha descubierto. Alzo mi mano en forma de saludo que responde de la misma manera acompañada de una sonrisa que me deja sin aliento, de pronto siento que estoy al mando de Sullivan. Es lindo sentir esos cosquilleos cuando me topo con su mirada, sin embargo me preocupo al ver que lo distraigo. No sé cuánto tiempo a pasado, pero está a dos personas de volver a pasar. Soy mala influencia, lo último que está es concentrado.
La sensación negativa aumenta cuando su entrenador se acerca y le da un palmazo en su nuca. Esto lo hace reaccionar y vuelve a estar enfocado en la cancha.
Aguanto una risa, pero me pongo totalmente seria al ver dónde decaen mis ojos.
Luke.
Él está con otro grupo practicando tiros al arco, es bueno, por un instante mi mente recrea su actuación en el reclutamiento, esa misma que su ahora entrenador descalificó. Está totalmente enfocado. Me doy cuenta de que su cabello ha crecido desde la última vez lo vi, no mucho, pero si es evidente.
Pienso en su madre y todos los problemas que me enteré ayer.
Necesito saber si está bien, cómo se ha tomado la noticia, porque no me lo contó. Sé que estamos en una mala situación, pero eso jamás ha sido un obstáculo para recurrir al otro. Debo hablar con él, lo sé, nos lo merecemos, por todos estos años. Soy yo quien está más en deuda aun así no sería capaz de restregármelo en la cara. Por el contrario de extrañar sus besos o el sexo que teníamos, atesoro nuestra amistad.
Es complicado sentir cómo alguien que era tu todo poco a poco se va convirtiendo en nada.
Sin más que hacer, saco mi ensayo y empiezo a leer lo poco que me falta. En el camino me encuentro con varias faltas ortográficas, me sorprendo, los horrores son fatales, no doy crédito a lo que veo, es imposible que haya hecho esto. Gracias a Dios que cuando leo lento soy más susceptible.
Me doy cuenta de que ha pasado un buen tiempo porque los futbolistas se acercan a las primeras gradas para hidratarse. Vaya que leo como tortuga.
Dejo mis cosas a un lado y bajo tres escalones. Intercepto a Adrián justo cuando deja su botella a un lado.
—¿Me estás acosando, Ashley? —se oye agitado.
Suelto una risa sarcástica.
—No soy como tú, Irmán.
—No te compares, yo si soy discreto.
—Debes tener razón, jamás te he pillado.
—Es porque soy buen espiando y no una novata cómo tú.
Se ríe conmigo y me atrae con un tirón de mi cintura. Apoyo mis manos en su pecho para sentirlo, caliente y vibrando.
—¿Qué pasó con tus clases? —pregunta bajo solo para mí. Desde que nos acercamos hemos atraído miradas curiosas, no los culpo, después de todo están acostumbrados a que les demos un espectáculo cada vez que nos juntamos.
—Llegue tarde y una vil bruja me dejo afuera. —hago mohín tratando de parecer afectada— Cómo no tengo nada que hacer decidí venir a ver chicos supercalientes persiguiendo un balón inútil ¿Qué te parece mi idea? —me acerco a su oído— He quedado fascinada con uno, tiene cabello rubio y se ve que es muy posesivo con lo suyo ¿Lo conoces? Creo que su nombre empieza con la letra A —susurro.
Lo siento tensarse bajo mi tacto.
—Sé de quién hablas, pero lamento decirte que él ya está con pareja —chocamos miradas. Siento una corriente atravesarme.
—No creo que la otra persona esté enterada.
—La otra persona lo sabe, créeme, lo que pasa es que es un poco terca. Tu chico ya no sabe qué hacer para que se dé cuenta.
—Tal vez debe desistir.
—Tal vez se muera primero.
Nos fundimos en una mirada cómplice, llena de intensidad y algo más que se me es imposible describir. Mi corazón late radico mientras que mis labios imaginan saborear la sensación de los suyos. Calmo el hormigueo dándole un casto beso que más se acerca a ser un pico, lo tomo por sorpresa y cuando quiere remediar la situación pongo distancia de por medio.
No quiero, pero me he percatado de que sus compañeros se están incorporando a la práctica, soy una completa distracción. Por encima de su hombro miro como su entrenador desaprueba nuestra actitud con un movimiento de cabeza.
—Tengo la sensación de que este es peor que Sullivan ¿Cómo me dijiste que se llamaba? —señalo desde lejos. Adrián voltea sin disimulo y vuelve a mí.
—Tú no estás todo el día entrenando así que si es mucho peor. —coge su botella y bebe más agua— Se llama Hugo, su apellido es medio raro Overla, Oferlo, algo así.
—No te quejes tanto, compiten en dos días y ni dos semanas de entrenamiento tienen —resalto. Un equipo es confianza y todos ellos apenas se conocen, de nada significa ser bueno si no hay un vínculo con tu grupo— ¿No sabes su apellido? —me mofo— Creo que ya sé quien no será capitán.
Se encoge de hombros.
—No es que me interese tanto, ser capitán requiere responsabilidad y justo eso es lo que no estoy buscando en estos momentos.
—Como digas chico malo que saca buenas notas y es uno de los jugadores estrella.
—Ni siquiera he jugado de verdad —se jacta.
—Tan solo basto que te vieran en una práctica para qué te hallas hecho acreedor de un apodo: La pantera. —cambio de tono de voz a uno misterioso— Va contigo. Es sigiloso, solitario, rápido, fuerte, sin embargo hay un dato que no concuerda, también es experto en la época de celo —juego con la situación, provocarlo se ha vuelto mi pasatiempo favorito.
—¿Tratas de decir que soy malo en el sexo? —arquea una ceja expectante.
—No —jamás— pero ¿Experto? Solo te has acostado conmigo.
—¿Quieres probar nuevas posiciones?
Sí.
—¿No?
—¿Entonces quieres qué me acueste con alguien más?
—¡No! —bajo la voz avergonzada— Digo no.
Adrián sonríe con burla cruzándose de brazos, por alguna razón está postura lo hace ver más apetecible de lo que es. Me ha pillado y no a caído en mi trampa, volteó el tablero y me llego el karma instantáneo.
—¿Estás celosa?
¿Un poco? Una pizca, casi nada.
—¿Por qué lo preguntas? ¿No sé supone qué sabes todo de mí? ¿Acaso tus poderes de futuro psicólogo están desapareciendo?
—Para nada, —mueve su cabeza en negación— pero es más divertido cuando te sonrojas por preguntar qué verte a la defensiva por afirmar.
—No me pongo a la defensiva.
—Lo haces. —contradice— Te fastidia que te conozca tan bien.
—¿Por qué? —reto.
—Solo yo he logrado esto en ti en un corto tiempo, te hago sentir cada cosa que simplemente no sabes cómo reaccionar, tu cuerpo vibra y tu boca se defiende como puede —inclina su rostro hasta mi altura y deshace su postura tomando mi mentón con seguridad—¿Porqué dices? ¿No es evidente? Te aterra aceptar que me he robado tu corazón.
Retrocedo claramente afectada por sus palabras. Las estrellas encerradas en su mirada hace que ya la familiarizada sensación tome posición en mi pecho y vientre ocasionando que cierre el tórax y hunda el estómago.
Quiero decir algo, quiero hablar, pero mis sentidos no responder. Me siento estúpida.
—¡Irmán! ¡Ven aquí ahora mismo si no quieres que vaya y te haga pasar vergüenza! —el grito de Hugo rompe la burbuja que he creado y vuelvo a realidad.
Adrián desordena su cabello y me dedica un gesto que grita a los cuatro vientos cuando odia a su entrenador yo por otro lado solo soy capaz de jugar con mi labio inferior claramente nerviosa.
—Ve, no quiero meterte en problemas.
—Me necesita en el equipo, no me sancionará si me quedo un rato más. —tiene la intención de volver a tocarme, pero retrocedo con anticipo. Lo miro con reproche— Bien. No me extrañes.
Se acerca y planta sus labios en mi frente para después darse media vuelta y correr con su grupo.
Después de cinco minutos en mi sitio tomo la decisión de irme. El cielo se ha oscurecido con capas de nubes grises, un augurio de lluvia. Además ha empezado a correr ráfagas de vientos, conozco mi sistema inmunológico, lo último que deseo es enfermarme así que guardo mis cosas apresurada.
Entro al edificio de concreto y me refugio en la cafetería hasta la hora de mi siguiente clase. Devoro un par de frutas mientras repaso otras tareas.
Cuando es hora, voy a mi salón y me siento dónde siempre.
—Buen día, clase ¡Todos sus ensayos en mi mesa ahora!
¿Qué? ¿Y este cambio? Lo normal es que llame uno por uno. En los rostros de mis compañeros veo la misma sorpresa. Sonrío aliviada. Menos mal logré corregir todas las hojas hasta donde mis conocimientos dan.
Las chicas nos reunimos como siempre en la cafetería. Los primeros minutos fue un discurso para Mery dándole todo nuestro apoyo, después empezamos a chismosear de lo que nos interesa, lo cierto es que la fiesta de Ariel dejo varios puntos a tocar.
—¿Y bien? ¿Nos vas a contar o tendremos que torturarte? —presiono al ver que se queda callada.
—No jodas —responde enseñando su dedo medio.
—Es que es raro, debes aceptarlo. Desde cuando Gabriela Caruso no nos cuenta de sus experiencias sexuales —doy más evidencias.
Gabriela me da una mirada mortal, sabe que la estoy acorralando y no le gusta para nada.
—O sentimentales —suma Tamara.
—¿Tan malo fue? —indaga Mery.
—Una experiencia traumática sin duda alguna —apoya Maria.
—Y ustedes que bicho les pico para que se interesen en mi vida. —suelta Gabriela— Imaginen que soy Ashley y manténgase al margen.
—Siempre alardeas y justo hoy no lo haces. Además sin contar lo mucho que te costó engatusar a Gabriel, al menos deberías decir algo, pero desde que te sentaste te has tratado de cambiar de tema ¿Qué diablos te hizo él chico? —hago un análisis tratando de hacerla entrar en razón. Tiene que entender que la situación es inusual— Espera ¿Te hizo algo malo? —me pongo en alerta.
—Ya suenas como Adrián. —Cristina rueda sus ojos— Tal para cuál.
—¿Por qué no respondes? ¿Ese imbécil te lastimó? —cada segundo que pasa me imagino cosas horribles.
—No. —confiesa Gabriela— Ese es el problema, —gime y patea sus pies debajo de la mesa— Gabriel fue tierno, lindo y en vez de follarme sentí que me hacía el amor.
Estoy segura de que mi quijada roza el suelo ¿Hacer el amor? ¿De verdad esas palabras salieron de mi amiga? Debo estar alucinando. La mano de Tatiana toma con fuerza mi brazo, ha sido un impulso por perder la estabilidad. Comprendo. Leslie se atora con su comida y tose desesperada. Mery apoya sus codos en la mesa mientras que sus manos sostienen el peso de su cabeza. Tamara y Maria comparten una mirada cómplice, deben buscar confirmación a lo que han oído. A si mismo Karla y Cristina entre abren sus labios y toman la misma posición que Mery.
—¿Puedes repetirlo? —digo aún anonadada.
—Jodete Ashley —escupe— ¡Lo ven! Justo por esto no quería decir nada, suficiente tengo con lo que estoy lidiando.
—No exageres, Mery la tiene peor y no está chillando como tú —le dice Leslie— ¿Estás enamorada?
—¿Qué? ¡No! Por supuesto que no, es solo que jamás me habían tratado así en pleno sexo, estoy acostumbrada a que me aten y azoten no que me den besitos tiernos y me pregunten si estoy bien cuando se hunden en mí.
—Tal vez fue así porque Gabriel cree que fue tu primera vez ¿Ya no recuerdas la mentira que le dijiste? —doy una explicación.
Gabriela se sonroja.
—Dejame ver si entiendo —alega Tamara— ¿Estás así porque recibiste sexo sano? Estás demente.
—Cada quien con sus gustos —defiendo.
—¡Ajá! Esos son mis gustos, pero con Gabriel —se queda pensando— me fascinó la manera en que me trató. Logro hacerme correr sin ser brusco ¡Mi cuerpo lo acepto! Ni siquiera tuvo que embestirme tan fuerte...
—Okey, entendimos tu punto —corta su relato Mery.
—Te estás enamorando, nuestra chica mala se ha colado por alguien —expresa Tatiana.
—El estafador resultó estafado —me burlo.
—¡No estoy enamorada! —explota y toma un poco de agua para calmarse— Todo esto es nuevo para mí, ni siquiera sé cómo actuaré cuando venga por mí en la salida.
—¿Se van a ver? ¿Qué pasó con lo de una noche no más? —vuelve a matarme con su mirada.
—Quiero descubrir que más tiene por ofrecerme, no lo sé. Esta mañana me escribió y acepte sin pensar mucho ¿Hice mal?
—No —respondemos unidas.
—¿Cuándo cogieron? Recuerdo haberlos visto subir al segundo piso en la fiesta, pero estabas normal cuando regresaste —discrepa Cristina.
Gabriela hace una mueca.
—De hecho no entramos a los cuartos. Nuestra intención era entrar en uno, bueno, más mía que suya. La cosa es que buscando encontramos un salón con una terraza y empezamos hablar.
—¿Hablar? —dice incrédula Karla.
—No fue malo. —se excusa— Por cierto, ahora que has hablado ¿Qué tal las cosas con Ignacio? No creas que nos hemos olvidado de ti.
Todas cambiamos de objetivo. Karla se encoge y suelta un suspiro.
—No trates de cambiar de tema —dice.
—Ya me hicieron hablar, lo más justo es que tú también te confieses —arremete.
—No sé qué quieren saber. Lo besé, apareció su novia y gracias a ustedes no me hizo añicos. —relata con voz neutra.
—Eso ya sabemos —enfatizo— ¿Qué pasó después? ¿Te llamo? ¿Se comunicaron? —la verdad es que su situación es más intensa que otra. Por lo que sé no volvió a hablar con el primo de Ignacio, con quién lo adorno. Puede que haya pasado un año desde su engaño, pero Karla sigue lamentándose.
—He intentado comunicarme, pero creo que me ha bloqueado. —sus comisuras decaen— Seguro fue idea de su novia, Ignacio y yo estábamos bien antes de que ella apareciera —se queja.
—Bueno, si te veo besando a mi novio también exigiría que te eliminé de todas partes. —comenta Leslie— Además tú e Ignacio estaban bien hasta que lo arruinaste, no me mires así, es la verdad.
—Tiene razón —la apoyo.
Recibo más de una mirada de sorpresa. Respaldar a Leslie es algo que no me agrada, pero al ver como Karla la miro no dude en saltar. Espero que no se confunda, sigo sin pasarla. Digamos que mi amiga no es muy comprensible cuando se trata de Ignacio, lo descubrimos hace unos meses cuando Gabriela soltó un par de comentarios y Karla se le fue encima. Obviamente después se disculpó, pero en el momento no reaccionaba.
Lo último que quiero es un espectáculo en medio de la cafetería.
—¿Qué? Si te besas a Adrián haría lo mismo —y más. Karla suaviza su gesto y ríe.
—Creeme que sería a...
—Así que tú eres la culpable de que ya no me dirija la palabra —revela Leslie— ¿Tanta inseguridad causo? —se mofa.
Aprieto mis labios. En serio, cuando creo que ya todo está en paz sale con una barbaridad que enciende el fuego. Es una víbora ¿Cómo puede lanzar su veneno después de lo que acabo de hacer por ella?
—Solo fue un beso Ashley, no fue para tanto —tengo ganas de borrarle su horrenda sonrisa.
Hay que mirar el lado positivo a todo. Al menos ya sé que lo más íntimo que han hecho es un beso, si no fuera así ya me lo hubiera restregado en la cara.
—¿Beso? A dejar tu saliva en la cara de Adrián llamas beso, ni siquiera te correspondió, no imagino lo ridícula que te abras visto.
Me relajo al ver que logro mi cometido, su sonrisa desaparece. Visualizo como aprieta su quijada y suelta un bufido de frustración.
—Bueno, bueno, sigues tu Tatiana. —interviene Gabriela— Cuéntanos.
—¿Ah? —luce confundida.
—No te hagas la inocente. —increpa Gabs— Te vi hablando con Dereck, cuéntanos con que preguntas referentes a Ashley te fue a hostigar.
¿Ellos hablaron? ¿Eso fue después de qué espiará a Dereck o antes? ¿Le habrá dicho algo? Los nervios me consumen.
—¿Por qué hablaríamos de Ashley? ¿Cómo sabes qué no intento ligar conmigo? —no quiere, pero se pone a la defensiva. Su tono la delata.
—Que lenta estás Tati ¿No es obvio? Ella es quien le gusta. —Gabriela me señala— ¿Y esa cara? ¡Espera! ¿De verdad coqueteó? ¡Es un mujeriego!
—Dinos algo que no sepamos —susurra Maria.
—¿Por qué pareces indignada? —indaga Tatiana.
—Esta mañana volvió a preguntarme por Ashley, ya sabes, cómo siempre, ya me tiene arta. Pero dices que se puso coqueto...
—Es mentira, de hecho si hablamos de Ashley —admite.
Bajo la mirada a mis manos, mis dedos se funden en una lucha absurda. Sé que esto no le hace bien a Tatiana, realmente tengo miedo de que recaiga.
Gabriela se relaja y con un gesto la incita a seguir hablando.
—Solo quería saber unas cosas.
—Aja ¿Qué cosas? Un poco de detalle no nos vendría mal —de hecho sí.
Tatiana esquiva mi mirada.
—Nada relevante ¿Podemos cambiar de tema?
—Sí, volvamos a con Gabriel y Gabriela —propongo.
—¿Qué? ¡No! —empieza a alertarse— ¿No quieren saber lo de Dereck? Es más interesante.
—De hecho no, si él está interesado en Ashley es irrelevante, está superenganchada con Adrián para fijarse en alguien más. —acota Karla— En cambio lo tuyo no es algo que se ve a menudo.
—Voto para saber más de Gabriel —suma Mery.
—Esto es traición, de todas lo esperé menos de ti —dramatiza poniendo su mano al pecho.
—No exageres ¿Qué esperas? Cuéntanos su biografía.
Gabriela suelta un bufido y presionada por nuestras miradas empieza a relatar todo lo que sabe de Gabriel Herrera. Su biografía es común. Padres divorciados, vive con su madre, tiene dos hermanas y está en el primer año de universidad estudiando la carrera de Arquitectura.
Después de su exposición me retiro. No quiero pasar por lo mismo que en la mañana, la puntualidad no será mi talón de Aquiles.
Mientras recorro los pasillos entro en algún baño cercano y cuando salgo le envío un mensaje a Adrián.
Ashley
Odio pasar las clases sola. Te extraño.
Responde minutos después.
Adrián
Solo queda un día de entrenamiento, el miércoles estaré a tu disposición.
Ashley
¿Concentración para el partido?
Adrián
Exacto. Hugo lleva exigiéndonos mucho estos días, lo justo sería que descansemos el día del partido ¿Con qué cuerpo jugaremos?
Ashley
Sullivan y Hugo serían grandes amigos, comparten la misma fascinación por hacernos sufrir.
Adrián
Tú y yo seríamos una excelente pareja, compartimos el mismo sentimiento respecto a nuestros entrenadores.
Ashley
Tal vez tengas razo...
No puedo terminar de escribir mi mensaje. Algo me choca y al instante siento un tirón seguido del sonido de una puerta cerrándose. Me aferro a mi celular para que no se caiga.
—¿Qué... —me detengo al levantar mi mirada— ¿Qué te sucede? —repongo firme.
Doy una repasada rápida al lugar. Es el laboratorio, está vacío, por la basura en el suelo y la escoba y recogedor en medio salón sé que no falta mucho para que alguien de limpieza venga a terminar su trabajo. Seguro se ha ido a traer más implementos, al baño o ido a almorzar, cualquiera de las opciones es buena, no tendré mucho tiempo a solas con Dereck.
Temo que me haya traído para exponer mi indiscreción, espiarlo es una de las cosas que me arrepiento en mi vida.
—¿Ariel se ha comunicado contigo? —deja la pregunta en el aire.
Dereck tiene sus manos escondidas en su chaqueta de cuero negra. Su cabello azabache está desordenado y tiene un gesto de pocos amigos. No es seriedad lo que transmite. Esto es algo nuevo. Si bien todos estos años no he sido de su devoción, jamás me ha dedicado esa expresión indescriptible ¿Miedo? ¿Furia?
—No —confieso.
—Bien, si lo hace ignóralo.
—No —repito desafiante.
Dereck no sé lo cree. De hecho da un paso adelante con toda la intención de intimidar, pero llevo años soportando su indiferencia y malos tratos, esto no es nada. Elevo mi quijada con superioridad, no quiero que crea ni por un instante que tiene el control de la situación.
Su mano me sorprende al tocar la piel de mi brazo, es un simple roce que lo hace gruñir y alejar su extremidad.
—¿Disculpa?
—Me cae bien ¿Por qué tendría qué ignorarlo? ¿Por ti? Tú no eres nadie para mí —sus ojos destellan fuego.
—Eres malvada ¿Por qué quieres arrastrarlo a tu mierda? Él no es como todos tus jugueteos, Ashley.
—¿Mi mierda? ¿Juguete? ¿De qué hablas, Dereck? ¡Sé claro de una maldita vez! —apoyo mi mano en su pecho y lo empujo— ¿Qué tienes contra mí? ¿Te he hecho algo? ¿Es eso? ¿Por qué vas con mis amigas y preguntas de mí? Ten los suficientes huevos para decírmelo en la cara. Estoy harta de tu comportamiento y mensajes confusos.
Cierra los ojos y pasa las manos por su cara. Vuelve a su posición, me mira gélido y en un movimiento rápido me toma del mentón. No duele, pero si forcejeo sé que lo hará.
—No me engañarás, sé que eres una farsante. —me suelta y retrocede unos pasos. Es raro, pero siento que está afectado por el contacto— No permitiré que arrastres a Ariel a tu mierda, todo aquel que está contigo está destinado a sufrir.
—¡No entiendo de qué hablas! —hago puño mis manos.
—No te hagas la idiota.
—El único idiota aquí eres tú. —lo señalo— Entiendo que te preocupes por tu amigo, pero esto es demasiado.
Chasquea su lengua.
—Estás advertida.
—¿Me estás amenazando? —es increíble.
—Por supuesto ¿Así no es cómo te gustan?
La situación con Dereck me rebasa, cada vez que me junto con él termino llena de preguntas. Sus dardos son directos, pero poco coherentes, tengo la sensación de que me he perdido de algo, pero por alguna razón Dereck cree que lo sé. Tras sus ataques hay un motivo fuerte, un motor que lleva arrastrando por años. Esto no es de ahora, sin embargo, algo ha cambiado, en este tiempo siempre se mantuvo al margen, evidenciando su falta de tolerancia, pero jamás actuó hasta hace poco ¿Qué cambió?
—¿Qué es lo que buscas?
Dereck me analiza y percibo que algo cambia, pero inmediatamente es reemplazado por indiferencia.
—¿Por qué haces esto? ¿Es porque estoy haciendo preguntas? ¿A qué le tienes miedo? —ha vuelto acercarse y gracias a que me pierdo en mi mente sé lo he permitido hasta que reacciono al sentir su respiración chocar contra mi cara— Si Ariel es lastimado te juro que poco me importará que abra su boca.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top