34| Plan.
Dejamos a Cristina en su casa y automáticamente Adrián conduce hasta la suya, se lo agradezco en silencio, no sé si mi madre se encuentra en mi hogar, últimamente decide desaparecer y aparecer cuando quiere.
En todo el camino tengo mis manos echas puño, estoy llena de ira ¿Cómo se atrevió? ¡Le presento a sus padres! Se paseaban por todo el instituto como pareja, su amante debió saberlo ¿Desde cuándo se estarán burlando de Mery? ¿De qué estarán hechos para hacerle daño? Mery es la persona más pura del mundo, jamás se ha metido en pleitos, jamás discute, siempre ayuda, su aura es hermosa ¿Por qué? Lo peor de todo es que me siento culpable, debí darme cuenta de que la actitud de Killa era hipócrita, debí preverlo. La perra actúa bien. Aún recuerdo sus nervios en nuestra conversación de ayer, ojalá le hubiera aconsejado terminar con esa relación, al menos así no hubiera permitido avanzar con Killa, no se hubiera dejado marcar. Su cara de felicidad en los vestuarios, mientras nos contaba era pura, siempre que habla de Killa es así. No sé cómo, pero no dejaré que sufra. Debe haber algo que pueda hacer.
Adrián estaciona su estrenado carro y baja para abrirme la puerta ¿Ya llegamos? Antes de que pueda sostener mi mano, bajo y voy directo a la puerta de su casa.
Un poco, casi mínimo de mi molestia va dirigido a él por no dejarme golpear a Killa. Sé que hizo bien, sé que no me hubiera detenido hasta deformarla, pero aún asi no puedo dejar de sentirlo, en estos momentos soy muy inestable.
Adrián abre la puerta y ni me molesto en que lo abra por completo. Empujo la puerta y entro sin vergüenza, no paro hasta llegar a su sala y recostarme en el sofá. Prendo el televisor para distraerme.
Debo calmarme, debo respirar profundamente, no debo desquitarme con la persona incorrecta.
—Ten, tómalo.
Adrián aparece en mi campo de visión con dos latas de lo que parece ser alcohol. Se tumba a mi lado.
—No puedo beber alcohol.
—No es alcohol, —su mano sigue inclina a mí— tómalo.
Le creo. Sujeto la lata entre mi mano y la abro con facilidad. Llevo el borde hasta mis labios y alzó el envase. Es delicioso, de un sabor a pera suave. Bebo hasta la mitad y lo dejo a un costado.
—Gracias —digo cuando él termina el suyo.
—¿Quieres ver una serie, película? ¿Quieres que pidamos algo? —agarra el control del televisor y cambia de canal.
—¿Por qué me detuviste? ¿Estás de lado de esa? —no controlo mi lengua, necesito saberlo.
Adrián deja de control remoto y suspira mirándome.
—¿No te basto dejarla como la dejaste?
—No, —respondo enseguida segura— Mery confió en ella, la traicionó ¿Sabes lo destrozada qué va a estar cuando Killa le termine? Las heridas de esa podrán sanar en dos semanas, pero la un corazón roto tarda más, mucho más. Conozco a mi amiga, su mundo se caerá abajo, no sabes lo que le costó confiar en alguien.
—Va a ser su primera decepción amorosa, la primera de muchas. Así es la vida. No puedes proteger a todos ¿Lo sabes?
Sus palabras me irritan.
—¿Y tú? —lo señaló con el dedo— ¿De qué lado estás?
—Del tuyo, siempre. Por eso estoy tratando de que la próxima vez que veas a Killa no termines detenida.
—¡La vi follando con otro! ¡Un hombre! Lo disfrutaba, amaba ser tocada por él. Se supone que era lesbiana, eso le digo a Mery ¿Cómo quieres qué reaccione?
—Ya le diste su paliza, ya la hiciste pagar. Te conozco, sé lo apasionada que eres, lo protectora que eres con los tuyos, no mides tus acciones, te dejas llevar. —bufo ¿De eso no se basa una amistad?— No quiero que te acerques a Killa.
Tengo que tomar otro sorbo de la lata para continuar.
—Tú no puedes obligarme a nada, pero si te sirve de algo solo necesito darle otra golpiza y estaré satisfecha. —aclaro— Una sin interrupciones.
Es lo que necesito. Sin embargo, Adrián parece no estar de acuerdo. Chasquea su lengua y coloca su brazo en el respaldar del sofá, dejando sus dedos a la altura de mi hombro, su anular me da un toque, fuerte y con arrastre.
—¿Le dirás la verdad a Mery? —niego— Entonces será mejor que te mantengas al margen, tú y todas tus amigas. Mery les contará de su ruptura y lo más probable es que ustedes hablen pestes de Killa ¿No sé supone que la amaban también? Y ni contar de su extraño comportamiento, porque lo harán, en especial tú, no puedes reprimirte. Después verá a Killa con moretones que extrañamente no mejoran ¿Crees que Mery es tonta? Sospechará y cuando se entere de la verdad saldrá más dañada.
—¿Qué sugieres? ¿Decirle la verdad? No podría.
Me imagino su rostro de dolor, de decepción y no, soy una cobarde.
—Si le mientes será peor.
Mis defensas bajan y de pronto me siento vulnerable. El enojo se transforma en tristeza y el picor de mis ojos me advierte de un llanto.
—Solo quiero protegerla.
—No es la forma, no mintiéndole.
Por más que odie decirlo, pero Adrián tiene la razón.
—No sé que hacer, —admito— ¿La propuesta de ver una película o serie sigue en pie? Necesito despejar mi mente. —antes de que pueda responder, me acerco y me lanzo a sus brazos— Gracias —me separó dándole un beso corto.
Sus manos se posan en mi cadera y me atrae nuevamente, es todo menos delicado. Sus dedos hacen recorrido hasta mi clavícula apretando ligeramente en la zona. Me acerca a tal punto que rozamos nuestras narices, no me besa, pero es lo que desea. Lo puedo sentir en sus palpitaciones, en su mirada, todo su esplendor me anhela. No me siento intimidada, tal vez sea por todo el enojo que llevo adentro. Con audacia rozo nuestros labios y lo veo cerrar los ojos, ya no pudiendo aguantar tanto juego previo.
Cuando entreabre sus labios me tiró para atrás. Lo tiene merecido, por no dejarme hacer justicia.
Sin dejar que me vea afectada, me inclino para agarrar el control remoto, pero su mano sobre la mía me hace fijar mis ojos en los suyos. Me tenso un poco, si por esto me gano un castigo como el anterior, moriré.
—¿Te mantendrás al margen? —asiento. Su frente arrugada y labios rectos me dan un alivio— Dilo.
—Prometo que no golpearé a Killa, por más que se lo merezca o su horrendo rostro se convierta en un saco de box.
Logro sacarle una sonrisa y una leve risa. Levanta su bloqueo permitiéndome abrir la aplicación Netflix en su pantalla smart. Cuando me aparecen las recomendaciones, suelto el control como si me hubiera transmitido electricidad.
—¿Con qué dinero has comprado ese carro? No conozco mucho, pero sé que un Toyota cuesta un dineral y ni que decir si es uno de sus últimos modelos —lo encaro entrecerrando los ojos en su dirección— ¿Por eso te reclamaba Cristina? ¿Has gastado los ahorros de tu universidad en un auto?
Espero que diga "no" sería una pena. Adrián es inteligente, un lujo así solo podría darse un rico o un ganador de la lotería, y ninguna es Adrián, al menos eso tengo entendido.
—Fue un regalo de mi madre. Se supone que tuvo que llegar hace de unas semanas, pero entre los papeleos y otros asuntos demoro.
—¿Regalo? ¿Cuándo es tu cumpleaños, Adrián?
Siento culpabilidad. Admito que jamás pregunte por su cumpleaños, pero tampoco creo que se me haya pasado, Cristina debió comentarme, incluso la víbora hubiera jugado con eso. Tengo muchas personas cercanas a él para que algo tan importante como su cumpleaños se me hubiera pasado.
Adrián sonríe de lado y toca son sutileza mi rostro, a penas es un roce. Parece feliz por mi cara de angustia.
—Junio seis.
Hago memoria. El último partido que jugué fue un domingo, para ser más exacta el domingo cinco de junio. Lo recuerdo perfecto, cada fecha de un partido lo tengo memorizado. Ese día por la noche lo encontré en mi fiesta de celebración, lo confundí con Luke y al día siguiente le rogué para que me ayudara con tutorías y Adrián me propuso sexo a cambio.
La culpabilidad se reduce a intriga.
—Ese día organicé una fiesta, jamás te había visto en una ¿Por eso estabas ahí? ¿Celebrabas?
Agranda su sonrisa satisfecho. Se acerca un poco y reposa su mano en mi pierna. No es un simple toque, me tiene bien agarrada, puedo ver las venas de su manos resaltando.
—Si, ese día decidí cambiar de estilo de vida ¿No te da gusto? —me encanta— Ese día fue el mejor, hasta que una chica condenadamente ardiente, con sus labios rojos que provocan a cualquiera que los viera se me acercó creyendo que era un imbécil.
Muerdo mi labio nerviosa. En ese entonces no sabía diferenciar sus cabelleras, eran idénticas, del mismo tono y altura similar. Hoy en día sé reconocer el cabello de Adrián de Luke, y no es por qué el último mencionado se haya cortado la melena. He pasado tanto tiempo con ambos que sé que Adrián siempre va más despeinado, que en la parte de atrás tiene mechones rulosos y que tiene cierto brillo especial, es algo típico de él, hasta en sus ojos se puede ver reflejado. Solo es cuestión de que te acerques, mires fijamente y notarás la diferencia.
—¿Esa es tu técnica para ligar? Recuerdo que me trataste mal.
—Si te confundiera con otra persona ¿Cómo reaccionarias? —mal, pésimo, muerta de celos en definitiva— ¿Lo ves?
Sin embargo, hay algo que no encaja. En ese tiempo Adrián no significaba nada para mí ni yo para él, entonces ¿Por qué actuar así?
—No nos llevábamos en ese entonces —evidencio.
De pronto Adrián sube su mano hasta mi muslo dejando mi corazón bombeando más sangre de lo usual. Es por su causa, siempre por él. Realmente espero que siga subiendo, pero sus manos se quedan quietas y su agarre se clava con fuerza.
—Siempre parabas con Luke. Nunca te vi con otro hombre, ni siquiera para tomar un trago o bailar, era fácil descifrar que me confundías con él —sus dedos empiezan a moverse de un lado para otro— ¿Cómo no molestarme? Ese idiota no me llega ni a los talones, soy mejor en todos los aspectos, tú misma lo has comprobado. Si un desconocido viene y te confunde con Leslie ¿Lo tratarías bien mientras le explicas su error?
Probablemente se gane un par de insultos. Adrián tiene su punto, tiene razón.
Desciendo mi mirada hasta donde está su mano y como si fuera algo erótico, una punzada va directo a mi parte íntima.
—¿Te caía mal Luke antes de conocerme?
Los movimientos de sus dedos se detienen y vuelve ascender, se detiene justo en la curva que da mi sexo ¿Estará torturándome? Por qué si no estuviéramos conversando de algo que me interesa, estaría temblorosa pidiendo más cercanía. A pesar de todo, una corriente me atraviesa de pies a cabeza.
—No.
¿Ah? Pienso decir alguna otra cosa más, pero me descoloca cómo retira su mano rápido. Se inclina para tomar el control remoto para después entregármelo.
—¿Tu madre suele darte regalos tan caros? —digo mientras acepto el objeto y busco alguna película.
—No, pero es el último año y será una indispensable en la universidad. Mi madre tiene un tema serio con la puntualidad. —bromea recordando alguna anécdota— Es una buena inversión, todo lo que nos ahorramos ambos en autobuses y taxis. Supongo que le está yendo bien en sus casos.
Tiene razón, yo en cambio tendré que conformarme con despertarme temprano y soportar el mal humor mañanero de varias personas.
—¿Ya sabes dónde estudiarás? —Adrián tiene un promedio envidiable, es una de esas personas que elige su universidad no que la universidad lo escoja a él.
—Tengo un par de opciones ¿Tú? No falta mucho para dar el examen de admisión.
—¡Faltan meses! —exclamo— Y no, no tengo una universidad fija.
—¿Sigues indecisa sobre tu carrera?
—Periodismo va ganando —confieso.
Las recomendaciones de Netflix no me llaman la atención, de hecho The Witcher se me cruza, pero aún no quiero poner play por mi salud mental. La bendita serie me deja en suspenso en cada episodio y teniendo en cuenta cuánto nos falta por ver, tendría que quedarme a dormir.
—¿Qué se te antoja ver? —le pregunto al pasar de imagen a imagen.
—A ti, desnuda, gimiendo debajo de mi cuerpo.
Mi compostura decae. Tragó saliva. Su indirecta ha llegado afectar zonas donde no llega la luz del sol. Sus toques, miradas de antes parecen recién hacer efecto como se debe. Miro sus labios, parecen tener vida propia, tener un imán para mi boca que desea posarse en ellos.
Sin embargo, antes de que me lance como león contra un venado. El celular de Adrián suena cortando el momento.
Suelta una maldición mientras saca su celular y contesta.
—¿Qué quieres?... Esta conmigo... ¿Puedes dejar de gritarme?... —rio cuando lo veo voltear sus ojos— No, vengan aquí... Seguro... Adiós.
Lanza su celular a un costado.
—¿Quién era?
—Cristina. —imagino de que hablaban— Tus amigas y ellas vienen para aquí, Cristina se encargó de contarles todo y al parecer necesitan reunirse con urgencia. Mery no contesta las llamadas, están preocupadas —saco mi celular con desespero, Killa no abra sido capaz ¿No?— Karla a ido a su casa y después viene para aquí —enfatiza al ver mi reacción.
—¿Ofreciste tu casa? —me sorprendo.
—Era eso o dejarte ir, no tuve alternativa.
Las chicas llegan en grupo, una detrás de otra. Me bombardean con preguntas y yo respondo sin protestar, Gabriela es la primera que explota en insultos seguidos de María y Tamara, el resto se queda estupefacta. Por un momento pensaban que era una broma de mal gusto de Cristina, tenían la esperanza.
—Me la va a pagar, esa mal nacida me la va a pagar —escupe Gabriela.
Me recuerda a mí hace una hora.
—No, ni se te ocurra —la señaló y hablo sería. Controlarme era una cosa, pero Gabriela es totalmente diferente, es una rebelde sin remedio.
—¿Le diste su merecido? Dime qué la desfiguraste, Ashley —inquiere Tamara, sus ojos están llenos de maldad.
—Lo hizo, créanme —responde Cristina por mí.
—¡Me importa una mierda! ¡Yo mato a esa perra! —explota Gabriela dando giros de un lado a otro.
Tatiana y María se acercan a ella para calmarla, pero la susodicha sigue soltando insultos al aire. Me sorprendo por su amplio vocabulario, tiene registrado más que yo. Leslie se suma en la contención. Por mi lado, me tumbó en el sofá mirando al techo ¿Cómo Adrián puede dejarnos solas? Temo por qué alguna tome un adorno y lo haga añicos. Desde que el timbre sonó, Irman se encerró en su habitación dándonos privacidad, una que dudo que se lleve a cabo porque nuestros gritos se escuchan hasta la otra cuadra.
Para cuándo logran calmar a Gabriela, nos sentamos cansadas. Solo estamos esperando a Karla, la prioridad es saber si Mery está bien. Hace unos minutos se comunicó con Tatiana para decirle que estaba en camino, intentamos llamarla, pero solo contesta mensajes, no es un buen presagio.
—¿Cómo nos engañó? Nunca dude de ella, ni un segundo —se lamenta María.
—Debe ser bruja, yo tengo un olfato anti zorras muy desarrollado —me identifico con la rebelde.
—Las señales estaban ahí, —se queja Tamara— nadie puede ser tan buena, tan pura, tan perfecta ¿No?
Es cierto, eso nos deja como unas tontas. Ni Mery es tan santa como idealizamos a Killa, nos vendio una versión de ella que jamás existió. Nuestra amiga ha cometido errores, se disculpaba, admitía su culpa y eso la hace especial, es perfecta e imperfecta a la vez. Mucho mejor ser humano que todas nosotras, tal vez por eso nuestro sentimiento de protección, no queremos que acabe como nosotras.
—Nunca me gusto para Mery —admite Cristina.
La miramos con asombro, jamás dio señales de incomodidad.
—¿Por qué no lo dijiste? Eres la mejor amiga de Mery, tu opinión es importante —me siento desencajada, no me esperaba está confesión.
—Ocho contra una, perdón si preferí callar.
El ambiente está tenso. Unas quieren matar, otras no salen del asombro y unas cuantas están llenas de enojo.
El timbre de Adrián suena, nos miramos entre todas y decido ir. Les pido que no se muevan hasta que venga con Karla. Cuando abro la puerta, efectivamente me encuentro con Karla. Sin embargo, me pongo en alerta de inmediato. Karla luce falta, muy mal para ser traedora de buenas noticias. Sus ojos están rojos al igual que su nariz de tanto llorar, sus labios están resecos, su cabello está despeinado y se ve que se ha puesto lo primero que ha visto en su closet, ni siquiera se ha abrochado bien su blusa.
—Mery está bien, Killa no le ha dicho nada.
Me permito respirar nuevamente. Sujeto su mano y la adentro. Una vez que cierro la puerta la abrazo. No me lo devuelve. Me separó y sujeto su mano hasta llegar donde las demás. Su expresión al verla es la misma que la mía.
—Mery está bien, Killa no le ha dicho nada —repito sus palabras.
Cristina lleva su mano al pecho mientras suelta todo el aire retenido. No es con exagero, realmente se ha asustado.
—Te ves fatal ¿Qué sucedió? —pregunta Leslie.
Es verdad. Lo que ha sucedido es terrible, pero no tanto para estar en el estado que se encuentra Karla. Es como si ella fuera la afectada y no Mery. La mencionada baja la mirada y empieza a sozollar en silencio.
—Yo... —no puede continuar, su garganta se cierra.
María se acerca para calmarla, pero solo provoca más llanto. Karla inspira fuertemente y levanta la mirada, se enfoca en mí, lo que puedo distinguir es culpabilidad.
—¿Te acuerdas que estaba nerviosa por mi fiesta? ¿Qué te acercaste? ¿Te acuerdas lo qué te dije? —no quiere decirlo, quiere que saque mis propias conclusiones. No me agrada, pero lo hago.
En efecto, unos días antes de su cumpleaños me acerque y le cuestione sobre su actitud, estaba muy apagada, demasiado preocupada para que se deba a su cumpleaños, había algo más. Y cuando la enfrente, me lo confirmó.
—Dijiste que viste a unas personas en el estacionamiento, que ibas a averiguar... —retrocedo un paso, no es posible— ¿Lo sabías todo este tiempo?
Las demás empiezan a relacionar mis palabras y las suyas con el suceso de esta tarde y el estado en que se encuentra Karla.
—¡Ella mintió! —llora— Incluso me enseñó conversaciones con él, siempre lo ignoraba, era un obsesionado. Killa me mintió.
—¿Qué es lo qué viste? —Maria sigue a su lado, la tiene sujeta por los hombros.
—Vi a un hombre darle un beso a Killa, ella ni siquiera le siguió, pero tampoco lo aparto. —seca sus lágrimas y da un largo suspiro— Después de tres días la confronté, se mostró indignada, saco su celular y me enseñó todas las conversaciones que tenía con él. Me dijo que era un chico obsesionado, que se encontraron de casualidad en el estacionamiento y que aprovecho para besarla. Yo le creí, por dios, hubieran visto su cara, la forma en que me habló, me convenció.
—¿Por qué no dijiste nada? —habla Cristina— Te hubiéramos creído.
—Justamente por eso. —digo— No quería accionar problemas, además Karla no estaba segura de que era Killa ¿Verdad?
Karla asiente despacio.
—Era su mismo cabello, la misma ropa que llevaba ese día, pero jamás le vi el rostro.
—Hay Karla —Tamara se coloca a su lado— ¿Por eso tardaste días en hablar con ella? ¿Cómo sabes que no siguió el beso si no le viste el rostro?
—Si, pero me convencí de que era ella, estaba en negación. —acepta— No le siguió el beso, lo sé, jamás movió su cabeza y sus brazos se mantuvieron quietos, nunca lo toco, era como una piedra.
Maria desaparece mientras que Karla toma asiento. María regresa con un vaso de agua y su amiga se lo agradece con una sonrisa. Todas nos quedamos en silencio, la nueva información es difícil de digerir, tantas mentiras...
—Esa perra nos engañó a todas ¿Qué prefieren que hagamos? ¿Muerte lenta o rápida? —Gabriela se inclina y susurra cómo si planeara algo siniestro.
—Mery no contestaba su celular porque está ocupada tratando de contactar a Killa. —informa Karla— Hasta fue a su casa, pero sus padres tampoco saben nada ¿Qué le hiciste? —la pregunta va dirigida a mí.
Cristina y yo nos damos una mirada cómplice.
—Son vecinas, es obvio que iba a ir —resalta Leslie— ¿La golpeaste, verdad?
—Ajá, pero quiero los detalles —insiste Gabriela, Karla asiente en apoyo.
—La vi cogiendo con un tipo, la saqué del coche y la arrastré hasta el capote con su cuerpo semidesnudo. La golpeé en todas partes, su piel estaba lleno de moretones y hubiera seguido de no ser por Adrián y Cristina, finamente me despedí con un escupitajo en su horrendo rostro —resumo la escena con detalles. Me quedé corta, sigo pensando que debí dar más.
Observó cómo Leslie traga saliva, incrédula y temerosa. Reprimo una sonrisa, si sigue así terminará igual o peor que Killa.
—A veces me olvidó que eres la mejor que bloquea y da saques. Esa mano debe ser de piedra. —Tatiana se ríe y da aplausos— Bien hecho, así se hace.
—¿Crees que vaya con la policía?
—No lo creo, Tam. Sería una completa descarada, todavía que le perdono la vida —objeto.
—Si fuera por ti, Killa ya estuviera en cuidados intensivos. Con quién debe estar en deuda en conmigo y Adrián —aclara Cristina.
Recibo un par de halagos más por mi buena paliza. Todas esperamos ver a Killa el lunes ¿Mi recuerdo seguirá vigente? Espero que si, por su bien.
Empezamos a discutir sobre si decirle a Mery lo sucedido o quedarnos calladas. No hablo en todo el rato. No es una decisión fácil, es difícil verla rota, nadie quiere eso, pero después de varios intercambiamos de ideas todas parecemos llegar a un acuerdo. Nos miramos esperando a que alguien tome el primer paso, que se ofrezca como tributo, lo cierto es que no podemos estar ahí cuando suceda, al menos de mi parte no y unas cuantas concuerdan que Gabriela tampoco, ella lo acepta, sabe que no es la mejor para ese tipo de situaciones.
—¿Cuándo?
—Cuanto antes.
—Creo que Cristina, Tamara, María y Tatiana son las indicadas. —manifiesto mi idea— Gaby y yo no queremos ir por obvias razones, Karla está muy afectada con el tema y Leslie es alguien que se ha integrado hace poco. Las indicadas son ustedes —las miro a las cuatro seleccionadas.
—Quiero a Mery —interviene Leslie.
—Nunca dije lo contrario —suspiro. Lo cierto es que cuando Mery nos presentó a Killa, Leslie llego tarde por preferir coquetear con Luke, en un intento desesperado de sacarme celos.
—Estoy de acuerdo con Ashley ¿Ustedes? —Cristina toma la palabra.
Maria, Tamara y Tatiana asienten parejas.
—No se lo diremos en el instituto, no sabemos cómo va a reaccionar —Tamara pone su dedo índice en su mejilla y opta una posición pensante— ¿Vamos a su casa y le soltamos la bomba?
—¿No crees que se le haga extraño que vayamos las cuatro sin aviso? Cristina es normal pero ¿Las cuatro de golpe? La angustiaremos más y lo que necesitamos es que esté relajada, que no le choque tanto —plantea María terminando con un chasquido.
Las demás parecen pensar en algún plan, yo también lo hago y lo único que se me ocurre no es tan agradable. Con el pasar de los minutos oyendo ideas poco convincentes, decido hablar.
—Hay una fiesta mañana. —anuncio captando toda su atención— Es de un conocido, abra gente nueva, nadie del instituto lo conoce. —prefiero omitir el detalle de Naybet— Podemos ir y aprovechar en relajar a Mery, permitir que beba un poco, hacerla bailar, lo que sea, pero nunca exagerando. Nos retiramos temprano y ustedes —señalo a las cuatro— se van con ella, pasan la noche en su casa y ya eligen el momento adecuado. Saben que Mery no permitiría que se vayan sin desayunar, abra muchas oportunidades.
Desde que mencioné la palabra fiesta y alcohol en la misma oración, siento la mirada pesada de Cristina. Percibo su negación en kilómetros, ella más que nadie sabe que nada de alcohol antes de un partido, es nuestra capitana, su palabra, su decisión tiene mucho peso. Analizó a las demás, parecen estar de acuerdo, pero al igual que yo, espera que Cristina tome la palabra.
—Buscaremos otra solución. —agrego ante su silencio— Tal vez...
—Iremos a esa fiesta, —me interrumpe Cristiana— pero nadie beberá. —ordena mirándonos a cada una con detenimiento— Los padres de Mery están en casa así que sería imposible volver sin ser ruidosas, sus puertas chillan horrible. Lo que haremos será lo siguiente: Le inventaremos a nuestros padres que haremos una pijamada en mi casa, solo Mery, Tamara, María, Tatiana y yo dormiremos en mi casa. Todas ustedes deberán buscar donde dormir, si vuelven a casa será sospechoso y si se van temprano Mery sospechará.
Me había olvidado el gran detalle de los padres. Yo tengo a dónde ir, ni siquiera lo pienso mucho, pero el gesto contrariado de Gabriela me indica que ella no.
—¿Tienes a dónde ir? —le pregunto a Leslie. Asiente con ligereza— ¿Tú? —me dirijo a Gabriela para confirmar. Su silencio me responde.
Inmediatamente agarro mi celular y envío un mensaje.
Ashley
¿Podemos Gabriela y yo quedarnos a dormir mañana en tu casa? :(
Si dices que si te recompensaré y serás invitado a una fiesta ;)
Adrián
Cómo negarme cuando pones esa carita triste, derrites mi corazón.
Ashley.
Derrito tu corazón y te pongo dura otra cosa ¿Todo equiparejo verdad?
Adrián
Completamente tuyo, ya te lo había dicho.
—Te quedarás conmigo aquí. —le informo— Todo solucionado.
—Iré con Mery antes de que se haga tarde. —Cristina se aclara su garganta y se levanta— Todas vayan a casa y procuren convencer a sus padres o yo misma iré y las mataré —al no obtener reacciones, vuelve a insistir— con ayuda de Ashley.
Gabriela y Tatiana se paran de un tirón, lo han actuado, pero para Cristina es suficiente. Todas se van despidiendo y saliendo de la casa de Adrián, Leslie intenta ir al baño, pero la conozco perfectamente para saber que irá en busca de Adrián, así que la echo con disimulo. Conflicto es lo menos que quiero.
—Despídeme de Adrián ¿Si? —me lo dice con descaro la víbora.
—Por supuesto —en definitiva no.
—Dale las gracias a tu novio nos está apoyando mucho —expresa María.
—Me conseguí al mejor novio —proclamo con un tono meloso. Al ver sus rostros confusos cierro la puerta y sonrió con maldad. La expresión de Leslie no tiene precio.
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