15| Más que amigos somos desconocidos.
Ashley Wood
Me preparo mentalmente para lo que voy a ver, para su actitud conmigo, para ser herida, para que mi corazón tenga una grieta. No tengo opción, tengo clase con él y al ser mi compañero de asiento, o al menos espero seguir siendo, no podré evitarlo más. Ni de chiste pienso llegar tarde, así que sin más, me armó de valor y me dirijo al aula. Cuando llegó no me fijo si está presente o no, voy directo a mi lugar. Por mi rabillo, veo su anatomía, está con sus brazos cruzados mirando al frente.
—Hola.
—Hola —responde seco.
—Dijiste amigos, al menos trátame como a una —sugiero sin sonar tosca.
Son las primeras palabras que cruzamos después de días. No es justo.
—Ahora te molestas por la forma en que te hablo —objeta.
—¿Puedes mirarme al menos? —sus ojos azulados se posan en los míos y tengo que agarrarme de la mesa para no estremecerme. Me mira intenso, con tantas energías malas acumuladas que llega a doler.
—¿Irás a la fiesta de Brenda? —¿Es un chiste? Sabe perfectamente mi historia con ella.
—Por supuesto que no —me enfurece su actitud tan descuidada.
Brenda, una chica de cuarto año que para su edad debería estar en primer año de universidad. El año en el que estuvimos en el mismo grado tuvimos una pelea por Luke, recién estaba en mi etapa de cambio así que en evidente desventaja, me caso la mugre. Aún creo que tengo una cicatriz en mi espalda de aquel día.
—Mejor, podré coger con quién yo quiero sin que armes un escándalo —mi mente me traicionera imaginado varias escenas.
Tengo náuseas.
—¿Eso es lo que quieres? Cogerte a alguien más para poder sentirme mejor contigo mismo. Bien, hazlo. Pero, luego no me vengas con reclamos cuando Adrián este entre mis piernas —decidida a no aguantar más humillación, me retiro del aula con los humos calientes.
—Como si no lo hubiera estado. Mentirosa —logro escuchar.
Lo peor de todo es que no puedo culparlo, quien en su sano juicio me creería después de lo que he hecho. Esperanzada veo atrás sin encontrarme con nadie que siga mis pasos. Luke siempre me seguía.
¿A esto no hemos reducido? Charlas que terminan en discusión, miradas llenas de odio y celos confusos.
—¿Quieres? Pareces necesitar.
Sigo una voz, un tipo está sentado en una de las escaleras superiores fumando un cigarrillo.
—Metete en tus asuntos, imbécil —le doy la espalda.
—Con que agresiva, me gustan las agresivas porque en la cama son unas mansas —su comentario me ofende más de lo pensado.
Me devuelvo a su lugar y le quito el objetivo cancerígeno para ponerlo en mi boca. Expulsó el humo en su rostro después de retenerlo unos segundos. Es extraño, no suelo fumar, pero cuando he tenido la oportunidad no recuerdo haber tenido está sensación, supongo que es una nueva marca.
—Es lo más erótico que he visto en mi vida —me rio ante su comentario.
—¿Virgen?
—Con gusto te dejo ser la primera. Soy Ariel —se presenta. De su chaqueta de mezclilla saca una caja de cigarrillos y enciende una para después guardar el paquete.
—¿Cómo la princesa?
—No lo dudes, te puedo llevar a un mundo de fantasía —me quiña el ojo.
—¿Estudias aquí? No creo haberte visto antes.
—No, estoy aquí por mi hermanita, el director mando a llamar a nuestros padres y como no pueden me enviaron a mi en representación —se acerca y abre su boca expulsando el humo en mi cara, justo como yo había hecho antes. Una tos me invade.
Una vez controlado mi picazón de garganta, me fijo mejor en su rostro. Es ligeramente moreno, tiene su cabello al ras de su cuero cabelludo, sus ojos son oscuros como la noche, su mandíbula es perfecta para su tipo de cara y sus labios son gruesos. No aparenta más de veinticinco años, pero por lo que dijo antes estoy en duda sobre su verdadera edad.
—No es muy responsable de tu parte fumar dentro de un establecimiento educativo —puntualizo.
—Hipócrita, me encanta —ruedo los ojos— ¿No tienes miedo a que te descubran? Tienes varios blancos.
—Esto, —meneo el cigarro— es lo único que me a hecho estar en calma todo el día. Me vale una mierda si me descubren, mi paz es primordial.
—¿Tu humor es así siempre?
—Tiendo a ser más amable —respondo.
—Genial, entonces eres una fiera en la cama. La pasaremos bien —no hay nada explicito en su voz, es pura burla y por alguna razón me siento cómoda a su lado.
—¿Quieres meterte entre mis piernas? Has fila mi amor —hago un gesto hacia atrás imaginado un sin fin de chicos.
Ariel copia mi acción, arruga su frente en confusión.
—Yo no veo a nadie, el que se fue a barranco pierde su banco —logra sacarme otra risa.
—Me caes bien.
—Ni me has dicho tu nombre —recuerda, pero lo ignoro. No logro terminar el cigarrillo, a lo lejos en una de las aulas empiezan a salir varios estudiantes. Mi corazón se acelera y apagó el objeto contra la casaca de Ariel.
—¡Hey! Es nueva. —se queja, pero no sé aparta— Me comprarás una nueva —asegura.
—No creo volver a verte. —señalo— Gracias por la compañía —me despido con un ligero movimiento de mano y salgo disparada antes de que las personas se percaten de lo que estaba haciendo.
✴︎✴︎✴︎
Mery es pequeña, pero bloquea ataques como ninguna, no le gusta hablar mal de nadie, pero cuando la sacan de quicio te lo dice todo en la cara, no le gusta entrar en pleitos, pero por una amiga lo da todo, es tímida con quién quiere, no se revela con nadie. Sus padres son muy católicos, van a la iglesia cada domingo no importa qué, ni un campeonato de su única hija, por ello le tuvo miedo de contarles sobre su orientación sexual y su único refugio, con las únicas personas con quién pudo ser libre fue con nosotras.
Es libre.
No le importa lo que pueda pensar sus compañeros de clase o profesores, lo que temía era la reacción de sus padres.
—¿Segura qué viene? —le pregunta María.
—Tuvo un inconveniente con una tarea, pero ya está en camino. —informa la pelirroja, su mejilla esta sonrojada— Por favor compórtense, especialmente tu Gaby —ruega con sus ojos de perrito.
No, no la avergüenza, pero tiendo hacer preguntas muy sexuales. La indicada rueda los ojos.
—Falta Leslie —inquiere Tamara.
—Esta con Adrián. —revela Cristina mientras me ve fijamente— ¿Porqué me miras así?
—Te quiere matar.
—¿Con los dos? —confundida por las palabras de Gabriela miro donde ella lo hace y la escena no me deja más que sorprendida— Esa perra quiere morir.
—¡Gabriela!
—Déjala Cristina, tiene razón —intervengo.
Leslie está coqueteando, sus dedos juguetean delicadamente con su cabello y de vez en cuanto suelta una risita tonta, al ver que no está logrando su cometido baja sus dedos hasta su pecho y Luke no duda en mirar sus senos, ni siquiera disimula. No puedo creerlo.
—¿Cuánto tardará Killa en venir? —le pregunto a Mery con una sonrisa fingida— Quiero asesinar a esa perra.
La pequeña mujer se compadece de mi con una sonrisa torcida y un "lo siento" sale de sus labios.
Me esfuerzo por no mirar y controlar mis impulsos por separarlos ¡Agh! Es una hipócrita, después del show que me armó por creer que tengo algo con Adrián.
—¿Qué hacen? —le susurró a Cristina, quien no a podido apartar la mirada de ellos. Es la más madura del grupo así que dudo mucho que emplee palabras que puedan enfurecerme.
—No vale la pena, concéntrate aquí. Mery está emocionada con esto, no lo arruines —habla mirándome.
—¿Después puedo darle una golpiza? —divago.
—¡Chicas! —suelta un pequeño grito. Todas las miramos atenta, de pronto una castaña se posa a su lado dándole un sonoro beso en sus labios— Ella es Killa, mi novia.
No recordada mucho la vez que la vi, solo sabía que tenía su cabello castaño. Ahora la puedo observar mejor. Es hermosa, mucho. Es alta, delgada, pero con curvas, lleva maquillaje, pero no es ostentoso, su vestimenta consta de un vestido corto floreado. Sus facciones son muy delicadas, nariz respingada, mejillas pequeñas, mentón en punta y sus ojos medio rasgados. A simple vista no mata ninguna mosca, tiene toda el aura de inocente.
—Soy Ashley, mejor amiga de Mery —me presento con una pequeña mentira, su media naranja es Cristiana.
—Soy Karla.
—Maria.
—Tatiana.
—Tamara.
—Gabriela, pero dime Gaby.
—Ya nos conocemos —comenta Cris.
—¡Hola, hola! Perdón por llegar tarde, pero tuve un inconveniente. Soy Leslie, un gusto Killa, eres muy hermosa —halaga la víbora para justificar su tardanza.
Me muerdo la lengua. No quiero arruinar el momento.
Killa le da un beso en la mejilla a cada uno y después se sienta junto a Mery, al estar cerca puedo ver que tienden la mano bajo la mesa.
—¿Dónde se conocieron? —empiezo con la rondas de preguntas.
—Soy la vecina de Mery, me mudé en vacaciones. —responde con naturalidad— Antes vivía en New York.
Se lo tenía bien guardado, jamás nos contó de Killa.
—¿Se están cuidando? Osea sé que no pueden tener bendiciones, pero...
—¡Gabriela! —riñe Mery, su rostro es un poema por otro lado su pareja se ríe bajito mientras niega.
No se le ve tímida, socializa con cada una y responde a todo. Me agrada. Cuando Killa habla Mery la ve con admiración y cuando sus miradas se encuentran sus mejillas se tieñen de rojo. Son pura dulzura, pura miel. No es mi estilo, pero verlas así, tan enamoradas una por la otra me da intriga, algún día. Por otro lado, mis ganas de matar a Leslie han disminuido, me he dejado embriagar por el amor que desbordan las chicas. Al finalizar, las parejita se despide y se van de cita.
—Me agrada —suelto.
—¡Son súper tiernas! —dice Tamara con una voz chillona.
—Quisiera un trío con ambas.
Dejamos pasar el comentario de Gaby y seguimos charlando. A la única que no se le ve emocionada es a Cristina, pero es entendible, ya la conocía de antes, dijo que ya sospechaba de su amorío, obviamente le recriminamos por no decirnos nada.
—No estaba segura —se defiende.
—Yo la pille un día, Killa la estaba invitando a salir. —revelo— Me pidió que no dijera nada, no pensé que fuera algo serio —acoto rápido antes de que me abucheen.
—Otra que sabía ¿Alguien más? —nos miramos entre todas y Leslie llama la atención al soltar un risa nerviosa mientras está mirando algo en su celular— ¿Leslie?
—¿Ah? ¿Qué? —esconde su celular y nos presta atención.
—¿Sabías algo de Mery y Killa? —presiona María— ¿Porqué te reías? —al principio niega, pero en la segunda pregunta su mirada se posa en un lugar fijo— ¿Qué miras?
La copio y no puedo evitar que mi sangre hierva.
—Te tendrás que conformar con ser una más. Deje la valla muy alta y una simple como tú no podrá ocupar mi lugar —no espero una respuesta, me largo.
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