Capítulo 4
❝Cántame para dormir.
Y luego déjame solo.
No intentes despertarme en la mañana❞
Asleep — The Smiths
El viento helado resquebrajó su piel en el camino a casa. Shinsou hubiese deseado cargar una bufanda, pero cada mañana se levantaba con la mente en otro lugar como para siquiera recordarlo.
Ya eran pasadas las diez de la noche cuando vio su hogar en la lejanía. Era una casa grande —demasiado grande para solo tres personas y un gato vagabundo que les visitaba de tanto en tanto para recibir una de las latas de atún que Eri siempre elegía en el supermercado.
Las luces de afuera estaban encendidas. Se detuvo para dar una gran bocanada de aire. Él rara vez las encendía: consumían demasiada luz —lo que significaba dinero tirado— y, además, Eri no salía de la casa a oscuras. Él podía arreglárselas.
La luz encendida solo podía significar que él estaba en casa. O que había estado... y volvió a desaparecerse en aquel lapsus en que Shinsou estuvo fuera de casa.
Se armó de valor para enfrentarlo otra vez. Le hacía doler en el pecho cuando lo encontraba en la casa —no porque no lo amara...
Era porque lo amaba demasiado para verlo siempre en el mismo estado tan deplorable.
Pero Aizawa era su padre. El único que le quedaba con vida. Y aunque fuese un adicto sin remedio, una persona bastante fría en general, y un hombre adulto sin ganas de vivir...
Seguía siendo uno de los dos hombres que le habían salvado aquella mañana en el orfanato.
Diablos, Shinsou no sabía dónde estaría en ese momento de no ser por Aizawa y Yamada... podría estar muerto. Por una enfermedad. Por la marginalidad de los huérfanos. Por la soledad y la tristeza.
Aunque Hitoshi odiara con todas las fuerzas de su alma —y no es como si quedaran demasiadas— aquello en lo que Aizawa se había convertido, juró que no abandonaría a su padre.
Podría haber tomado a Eri e irse lejos, lejos de allí. Empezar de cero. Olvidarse de esa vieja casa llena de recuerdos que parecía que iba a venirse abajo en cualquier instante.
Nadie los buscaría. Aunque le doliese admitirlo.
La casa entera apestaba a antro de mala muerte.
Shinsou arrugó la nariz apenas dio un solo paso en el interior. Y no solo por el olor; le frustraba tener que desvelarse demasiadas noches para fregar cada rincón en un intento de disipar los olores poco aptos para una niña de seis años.
Eri no se veía a la vista. Solo podía rogar que hubiese recalentado alguna de las comidas que Shinsou dejaba para allá en el refrigerador cada noche anterior. Y que se hubiese ido derecho a la cama.
Esperaba que ella no tuviese que verle de esa forma.
Pero a juzgar del caos de cosas regadas por el suelo —un zapato, una bufanda, un abrigo que olía a tabaco rancio, una botella de licor casi vacía—, aquel espectáculo debía llevar ya cierto rato.
El irregular ronquido de su padre le indicó que estaba en la sala. La TV estaba encendida con poco volumen —tal vez los ruidos fuertes le hacían doler su cerebro cegado por el alcohol— en algún canal estúpido de cocina.
—Nadie ve esas cosas desde que él murió —gruñó Shinsou para sí.
Por supuesto, siguió el rastro del vómito casi seco y el licor desperdiciado sobre el piso de parqué. Encontró un bulto oscuro agazapado en el sofá —dormitaba incómodamente, boca arriba. Aquella era la causante de que roncase tan fuerte.
Hitoshi se acercó con pasos temerosos. No buscaba despertarlo. Si Aizawa se veía deplorable de aquella forma, el verle despierto solía empeorarlo todo.
Porque apenas era capaz de conectar dos frases sin perderse o quedarse mirando al vacío sin recordar qué iba a decir. Porque sus ojos siempre estaban demasiado rojos e irritados; y le hacían a Shinsou pasar noches en vela, preguntándose si su padre consumía algo más que alcohol.
Su ropa olía a sudor, vómito mezclado con licor de pera —los saborizados solían estar de oferta cuando iban a caducar pronto— y, otra vez, a tabaco ya rancio. No tenía idea si Aizawa fumaba, pero apestaba como a una fábrica de cigarros.
Le miró un poco más de cerca. El pelo lo llevaba más largo de lo normal y sujetado en un moño lleno de nudos. Su barba ya no era incipiente e interesante como antaño; debía llevar casi tres semanas sin tocar una máquina de afeitar.
Pero lo peor de todo era la inquietud de su sueño. Y no solo era producto del alcohol. Aizawa dormitaba en la posición más incómoda, retorciéndose levemente cada vez que algo lo atacaba en sus sueños.
Una pesadilla, tal vez.
Después de todos esos años.
Y Shinsou podía entender eso. Él tenía esas pesadillas, también.
Era difícil borrar las imágenes de la mente de un niño de diez años. O tal vez once.
¿Quién contaba los años?
Aizawa se removió un poco. Shinsou tomó el cobertor que siempre dejaba en uno de los sofás individuales; así, lo usó para cubrir el cuerpo de su padre que no dejaba de tiritar.
Quizá la manta no olía del todo bien —estaba destinada a cubrir a Aizawa cuando llegaba en estados así, o peores, de todas formas— pero casi pareció relajarse cuando la tela cubrió parte de su largo cuerpo. Los pies quedaron al aire.
Mejor subía e intentaba tomar el libro de Literatura Inglesa para el que debía entregar un informe en dos semanas. Shinsou tendría que haberse puesto a limpiar el desastre, en realidad. O cocinar para que Eri tuviese almuerzo al día siguiente en la escuela.
Ya le daría algo de su ganancia de la semana pasada para que comprara algo. Estaba seguro que tenía todavía algunos yenes.
Arrastró los pies escaleras arriba. Era en momentos como esos que se daba cuenta que, a esa hora del día, ya no tenía fuerza mental para nada.
Todo lo hacía en modo automático.
Vaciló como un zombie hasta su habitación al final del pasillo. Las luces estaban encendidas. Olía mucho mejor que abajo.
Descubrió que un par de ojitos curiosos le miraban desde la rendija de una puerta blanca llena de dibujos pegados en ella, carteles floridos y stickers llenos de unicornios.
—Eri —suspiró Shinsou. Se obligó a sonreírle—. ¿Qué hemos hablado de no irse a la cama antes de las diez? No me digas que te quedaste jugando con el ordenador...
Un ordenador que conservaban de Yamada. Su padre había sido un artista digital —él modelo había sido bastante nuevo, en su momento. Y nadie tuvo el corazón para venderlo.
Por supuesto, el único wifi era el que Shinsou consiguió robar del señor Chisaki. Llegaba demasiado lento, pero peor era nada.
—No —Ella contestó avergonzada—. Me da miedo dormir sola.
—Eri, de esto también lo hablamos también... ya eres una niña grande... —Shinsou se cruzó de brazos—. Y tienes a Nighteye, ¿cierto?
Por la forma en que Eri apretó contra el pecho una cosa que cargaba, Shinsou supo que ya sujetaba al nombrado unicornio de peluche.
—Sir Nighteye —Eri corrigió—. Ten más respeto, Toshi.
—Por supuesto —Shinsou rió—. Sir Nighteye. Lo entiendo. Entonces, él puede protegerte...
—No esta vez —La niña negó desesperada—. No quiero estar sola...
Eri no lo dijo, pero su hermanita era demasiado fácil de leer.
No quería estar sola si Aizawa estaba en la casa.
Puede que Shinsou pudiera soportarlo todo gracias a los bellos y mágicos recuerdos del pasado. Eri no tenía ninguno.
Solo era una bebé de un año cuando todo explotó.
Cerró los ojos. Si seguía enfocado en la carita de gatito herido que su hermana le daba, acabaría sucumbiendo a su adorable manipulación.
—Toshi —suplicó Eri—. Por favor.
Shinsou apretó con más fuerza los párpados. No podía hablar. No tenía la fuerza suficiente para decirle que no, que debía leer algún estúpido libro escrito hacía mínimo dos siglos, que ya era demasiado grande para todo aquello...
Acabó dando fuertes pasos hacia el cuarto de su hermana. La muy malcriada —por su culpa, claro estaba—, le alzó sus bracitos para que él la cargara hasta la cama.
—Deberían volverme santo después de esto...
—Tú ya eres un ángel, Toshi —Eri sonrió—. Eres mi ángel.
En serio, ¿quién les enseñaba a las niñas de seis años a robarte el corazón con tanta facilidad?
Cargó a Eri hasta su cama llena de peluches que Midoriya y su padrastro, Toshinori, le regalaban cada vez que podían. Incluso Uraraka le entregó una caja con todos los animalitos de peluche de su infancia.
Eri sonrió satisfecha una vez la depositó en la cama. Shinsou comenzó a desprenderse las agujetas mientras Eri se disculpaba con sus peluches antes de arrojarlos al suelo.
—Perdóname, pero hoy es Toshi el que dormirá conmigo.
Shinsou se mordió la lengua antes de soltar algún comentario mordaz. A veces no podía evitarlo; ni siquiera si era su dulce e inocente hermanita.
Decidió no enfocarse en el hecho de que Eri seguía siendo demasiado inocente como para tener seis años y empezar el primer grado. Y eso era su culpa, al igual que todo lo demás.
Muchas veces se sentía mal por encerrar a Eri en una pequeña burbuja llena de peluches y abrazos. Por no contarle toda la verdad.
Su hermana era inteligente. Ella podría asimilarlo. Pero él era cobarde como para decírselo.
Shinsou le pidió que lo esperase solo unos minutos. Se dio una fría ducha —otra vez, el agua caliente debía haberse agotado del tanque— de cinco minutos ya que no podía soportar la temperatura; al menos, el secador todavía funcionaba. Eligió uno de los pijamas limpios que le quedaban, y regresó al cuarto donde Eri le esperaba todavía con los ojos abiertos.
Ella rió al verle.
—Tu pelo se ve gracioso.
Shinsou rodó los ojos. Eso pareció divertirla mucho más.
Se arrastró hasta la cama que olía a perfume de niña pequeña y se acomodó en un hueco entre las sábanas de mariposas. Eri se prendió de él como si fuese una garrapata sedienta de sangre.
Sus manos sujetaron con tanta fuerza la camiseta del pijama que casi pudo sentir un pellizco en el estómago. Eri apoyó la cabeza contra su pecho, y Hitoshi ya podía imaginar que amanecería con los largos cabellos de su hermana sobre la boca.
Ella se quedó en silencio, recostada sobre su hermano mayor, con los grandes ojos todavía muy abiertos. No habían apagado la luz.
—Hoy me hice amiga de un nuevo niño.
—¿Ah, sí? —preguntó con casual interés—. Eso es grandioso, Eri.
—Sí —Ella asintió sin mirarle. Sonrió un poquito—. Me recuerda un poquito a ti. Es bien amargado, pero incluso peor.
—¿Debería sentirme halagado?
—Se llama Kota —continuó Eri—. La maestra nos puso a trabajar juntos. Es el tutelado de Amajiki-san, el amigo de Mirio. Él es agradable. Me regaló una mariposa origami. ¿Quieres verla...?
—Tal vez mañana, Eri —Shinsou bostezó—. Tengo un poco de sueño.
—De acuerdo, Toshi. Puedes apagar la luz. Ya no tengo miedo.
Eri no demoró en caerse rendida contra su pecho, entre sus brazos, apenas escuchó el click de la lámpara al apagar la luz.
Ojalá para Shinsou hubiese sido tan fácil dormirse.
—Toshi —preguntó la voz de Eri una última vez antes de dormirse—. ¿Algún día me hablarás de papi?
Tal vez fuera porque no tenía de quién sujetarse para que le protegiera.
La clase de literatura fue otro fiasco colosal.
El profesor Kan podía ser bastante aterrador. Y estaba algo obsesionado con hacerles leer Drácula, del autor irlandés Bram Stoker.
Los ojos de Midoriya, Uraraka e Iida Tenya —un amigo personal de los dos; y el reemplazo de Shinsou allí en la escuela— brillaron como los nerds que eran en el fondo.
Estaba seguro que ya debían haberlo leído al derecho y al revés.
Algunos —como Kirishima o Ashido— rezongaron. Otros —como Todoroki— se quedaron en silencio como si poco les importara otro aburrido libro que leer para las clases.
Durante lo que iba de mañana, Shinsou creyó sentir que alguien no le quitaba los ojos de encima. No es que le importara tanto como para siquiera averiguarlo. Estaba demasiado ocupado en controlar sus mareos matutinos por el escaso desayuno y la falta de azúcares en su cuerpo.
Debía ser alguien que solo tenía ganas de volverlo el blanco de sus bromas.
—El informe es para dentro de dos semanas —dijo el profesor—. Y sí, pequeñas bestias incultas, es individual. No quiero ver trabajos sospechosamente similares al de otro compañero.
—¿Y puede ser sospechosamente parecido a algo de internet, profesor? —preguntó Ashido medio en broma, medio en serio.
La clase entera rió ante una broma tan simple. A Shinsou no le causaba la suficiente gracia como para ser un esfuerzo gestual.
—¡Especialmente no puede ser parecido algo de internet!
La campana sonó. Los alumnos intentaron salir en tropel —al punto de que Sero y Kirishima atascaron a Iida, el delegado, en el camino a salir del aula.
El chillido que pegó el chico de lentes debieron escucharlo hasta en otro planeta.
Shinsou rara vez se apresuraba en salir. Daba igual. De todas formas, todavía no era la hora de salir de la escuela.
Sintió una inmensa sombra encima de su cara. Levantó perezosamente la mirada para descubrir al aterrador profesor Kan. Casi dio un respingo creyendo que estaría en problemas por dormitar unos minutos sobre el pupitre.
Otra vez.
—Shinsou —dijo con su aterradora voz—. ¿Podemos hablar un momento?
Ya lo estamos haciendo, se contuvo de bufarle.
—Por supuesto, profesor —contestó—. ¿Necesita algo que yo pueda hacer?
—Oh, no —Se apresuró en decir Kan—. De hecho, eso iba a preguntarte yo a ti.
Shinsou parpadeó confundido. Porque de verdad lo estaba.
—Creo que no entiendo, profesor.
Kan suspiró cansado. Al parecer, tenía menos ganas de hablar de aquello que Shinsou.
—El director Nedzu me dijo de tu media beca por, eh... tu situación familiar —Se rascó en la barbilla—. Entiendo que debes mantener cierto promedio para aspirar a las becas.
—Lo sé, profesor —Shinsou se apretó la sien.
—Y creo que tú entiendes que, en mi clase... estás algo lejos de llegar a ese promedio.
—Sí, también lo sé —contestó fingiendo estar apenado—. Le juro que me esforzaré para llegar limpio al otro trimestre...
—Oh, no tengo dudas —Kan agitó una mano como si le restara importancia—. No tengo deseos de hacer que te quiten tu beca solo porque sí, jovencito. Solo quiero asegurarme de que tienes un buen futuro.
Mi futuro no será más próspero solo porque lea al estúpido Drácula, casi estuvo tentado de agregar.
—Te he conseguido un tutor —carraspeó Kan—. Se vio muy gustoso de poder ayudar. Me dijo que te esperaría en la biblioteca para la hora del almuerzo.
—Un tutor... —Shinsou apretó los labios para evitar hacer una mueca—. Me ha conseguido un tutor.
Como un jodido niño hiperactivo que no consigue sentarse a estudiar por sí mismo.
No sabía si sentirse humillado o simplemente menospreciado.
Kan intentó sonreírle. No le iba muy bien. Seguía viéndose aterrador con sus colmillos que parecían asemejarse a un vampiro —al igual que la extraña cicatriz en forma de x que le cruzaba una mejilla.
—Es muy bueno. Ya se había leído Drácula cuando tenía trece —dijo con orgullo—. Ese chico no lee libros: se los traga.
Genial, casi masculló. Tendré un cerebrito persiguiéndome para que lea un jodido libro que no me interesa.
—Gracias —se obligó a decir Shinsou con una sonrisa bastante falsa—. ¿A quién debo buscar en biblioteca?
A quién debía ignorar, mejor dicho.
No es como si Shinsou tuviera planeado seguir al pie de la letra los deseos de su profesor de literatura.
—Al joven Kaminari, por supuesto —Kan le dijo como si fuese obvio—. Está en el top 3 de la clase, junto con Yaoyorozu e Iida. Pero creo que él es más... accesible respecto a los otros dos.
El profesor se despidió de Shinsou pocos segundos luego de su revelación.
El reloj en su muñeca hizo un pitido indicando que ya eran las doce del mediodía.
Era la hora del almuerzo.
UHHHHH plot twist (?) a que nadie en el universo creyó que Denki podría ser tutor...
Aunque todavía puede fallar en el intento, ah (?) ahora si se vienen muchas escenas juntos, porque aquí es cuando verdaderamente comienza su extraña amistad uwu obviamente, tendrán algunos altibajos donde querremos golpearlos, pero eso ya es normal
Yo sé que deben estar odiando a Aizawa con todas las fuerzas de sus almas, y no los culpo (?) pero la situación es mucho más compleja de lo que se ve. De a poco iremos armando el panorama. Y algo que si aclararé, Aizawa no es un violento ni tampoco busca hacer un daño directo a sus hijos... no me atrevería a caer en un tema tan delicado. Así que pueden quedarse tranquilos? (?)
Cajita de teorías siempre por acá uwu ——>
Ahhhh siento que esta semana ha sido de locos xD con el maratón de DHYL y todo eso, y la otra peor con la KiriBaku Week... lo que me lleva a una posible mala noticia :C
Debido a que estaré dedicándome toda la semana a escribir la KiriBaku Week, no voy a adelantar escritos de ninguna otra de mis historias (la cual incluye esta) y si bien ya tengo listo hasta el capítulo 14 hasta ahora, es justamente el hecho de no haber podido escribir casi nada del 15 lo que me hace tener miedo de acercarme más a atrasarme por eso ;3;
En síntesis... todavía no es confirmado, pero tal vez la otra semana no hay capítulo </3 NO ES CONFIRMADO, aclaro! Si logro adelantar mucho de la Week antes del jueves, y me da más tiempo a retomar esta historia... si traeré capítulo TuT ♥️
Igual recuerden que apenas termine de escribirla (me deben faltar menos de 10 capítulos) actualizare doble en todas las semanas hasta llegar al final
Muchísimas gracias por todo el amor que le dejan a esta historia ♥️ sepan que disfruto muchísimo hacerla y no veo la hora de volver a escribirla, porque la adoro
Nos vemos pronto! Espero que si sea el jueves que viene, pero ya sabremos TuT besitos ♥️
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