Capítulo 21

Mira, no es mi intención frustrar,

pero siempre cometo los mismos errores.

Sí, siempre cometo los mismos errores,

porque soy mala para amar;

pero no puedes culparme por intentar

Bad At Love — Halsey

Kaminari sabía que hizo una promesa —implícita— a Shinsou. Pero, a veces, las cosas no eran tan fáciles de llevar como uno lo esperaban.

Incluso se sentía horrible consigo mismo; pero no podía parar.

No importaba lo mucho que pasara con Shinsou, y se dijera a sí mismo que no tendría que haberle dado vueltas al asunto. Con solo mirarle y sentir la forma en que su sonrisa sincera le quemaba el alma, bastaba para sentirse la escoria más grande del planeta.

Pero luego llegaba la noche. La oscuridad en su cuarto, y la forma en que las sábanas se sentían tan asfixiantes que era incapaz de conciliar el sueño. ¿O podría haber sido, tal vez, su propia mente?

Él no debería sentirse intrigado por aquello. No podía permitir que un secreto que no le pertenecía le carcomiera la cabeza de esa forma.

Pero el mentado señor Chisaki —el ermitaño hijo de perra que golpeó a Shinsou— despertó en él la tóxica curiosidad que se alimenta por el puro y simple morbo.

Y eso hacía que Kaminari se odiase a sí mismo por ello.

Tenía más que claro que lo ocurrido con el otro padre de Shinsou no era solo una historia melancólica. Ocultaba una tragedia debajo de sus hechos, un trauma latente que dejó una marca sin cura para sus hijos.

Una cicatriz —del tipo que no podía verse, que te rajaba el alma en dos mitades que ya nunca más podrían encajar entre sí.

Y esas solían ser las más dolorosas.

—Bro, ¿en qué piensas tanto? —Kiri le preguntó, dándole antes un codazo, una tarde en que ambos se fugaron de clases para ir por unas crepes y comprar un regalo sorpresa a Sero por su cumpleaños—. ¿No estarás teniendo pensamientos homos, o ?

Kaminari se sobó su costado golpeado. Kirishima era bastante torpe, y jamás medía su fuerza. Mucho menos medía sus modales: mordisqueaba su crepa rellena de carne y cebolla de la forma más brusca posible, masticando todos los bordes.

No era una sorpresa que luego el relleno comenzara a derramarse.

Kaminari se había pedido una dulce —chocolate fundido y fresas—, pero apenas la tocó con la punta de sus dientes. El aroma era exquisito, pero su estómago estaba tan cerrado que sintió náuseas de solo sentir el gusto en su paladar.

—Cállate —Denki le dio un codazo mientras fingía una sonrisa—. Si hay una persona aquí que está imaginando cincuenta maneras diferentes de tirarse a su novio en este momento... ese eres tú.

Touché —Kirishima soltó una estruendosa carcajada—. Aunque si hay una persona aquí está imaginando cincuenta maneras diferentes de tirarse a su crush en este momento... ese eres tú.

Kaminari sintió que se le sonrojaban las mejillas —y se odió a sí mismo por ello, ya que le dio el permiso a Kirishima para continuar riéndose mientras le daba fuerte palmadas en la espalda.

Si bien Kaminari tenía asumidos sus sentimientos hacia Shinsou, eso no había conseguido que los muy malditos fuesen remotamente más fáciles. De hecho, fue todo lo contrario.

Era difícil ponerse una máscara y fingir que no sentía nada más allá de la amistad. Kaminari había disfrutado de que Shinsou era una de las primeras personas con quien podía ser él mismo, pero ahora...

Otra vez tenía que regresar a fingir.

Continuar ofreciéndole su mano amistosa, cuando lo único que en realidad quería era entregarle sus labios y su corazón

Kaminari estaba destinado a mentir toda su vida. Esa parecía ser la verdad.

Kirishima era de esas personas que no sabían leer el ambiente, pero sí que leía cómo saber a Kaminari. Sintió su pesada mano encima del hombro de una forma más dulce y fraternal.

Cuando levantó la mirada —casi aguada y borrosa—, fue capaz de distinguir la amplia sonrisa de dientes afilados de su mejor amigo.

—No se supone que el amor te haga sufrir de esa forma, bro —Kirishima dejó su crepa encima de la bolsita de papel madera; le empezó a acariciar la cara con sus dedos llenos de grasa—. Si Shinsou rompe tu corazoncito, no me dejas más opción que romperle una rodilla...

—Kiri, detente —Kaminari rio tras sorberse la nariz—. Es solo mi culpa... él solo quería un amigo, y yo me ofrecí a serlo...pero supongo que ahora solo quiero más y más, pero eso no es culpa de Shinsou.

—¡Bueno, pues él se lo pierde! —Su amigo chasqueó la lengua—. No encontrará un mejor hombre que tú. ¿Sabes? Si Blasty se muriese, te pediría matrimonio a ti.

—Si Blasty pasara a mejor vida, volverá en forma de fantasma a patearme el trasero por siquiera pensar que te merezco.

—Tonterías —bufó Kirishima, su sonrisa era radiante—. Eres mi bro, eso significa que eres el primer hombre de mi vida. Bros before hoes, ¿eh?

Denki se tapó la boca para aguantarse la risita.

—Si Bakubro te escucha llamándole de esa forma, puedes decirles adiós a tus bolas —declaró Kaminari mientras se mordía la lengua.

—Blasty es misericordioso, aunque tú no lo creas —Kirishima le guiñó un ojo—. Además, él sabe que nunca lo diría en serio. ¡El amor se trata de eso! De comprender a qué se refiere el otro sin la necesidad de palabras, porque ambos se conocen como a la palma de sus manos.

Kaminari sintió como si le cayera un baldazo de agua fría tras esas palabras. Cualquier atisbo de sonrisa en su cara se esfumó, aunque Kirishima no pareció notarlo por ponerse a mordisquear otra vez su crepa.

—Supongo que ese es el problema —Kaminari suspiró—. Yo deseo conocer todo de Shinsou porque le quiero como algo más, pero él no pretenda que yo lo conozca todo... porque me quiere como algo menos.

Se le hizo un nudo en la garganta tras ponerlo en palabras. Le dolió más todavía que Kirishima ya no estaba escuchándolo realmente —pero su amigo nunca fue conocido por poner atención más que un par de minutos a cualquier otra cosa que no fuese Bakugo Katsuki.

—El conocimiento es poder, bro —Kiri se tomó su tiempo para dar un par de mordiscos—. Pero antes de asumir que algo es real, debería ir e investigar por tu cuenta.

—¿Investigar por mi cuenta...?

—Sí, ya sabes —Encogió los hombros—. Si en realidad es que Shinsou te quiere como algo menos tal como dices tú, o si solo no se atreve a admitir que te quiere...

Pero Kaminari ya no estaba escuchando, tampoco. Kirishima parloteó un poco más antes de devorarse en dos bocados todo lo que quedaba de su crepa, lamiéndose los dedos y lanzando un eructo al aire.

Él no había pensado lo que Kirishima proponía. Y aunque su mejor amigo se refiriera a otra cosa, las alarmas en el cerebro de Kaminari se activaron con una idea...

Y él estaba casi seguro que traería consecuencias negativas. La curiosidad nunca fue buena para el gato, ni tampoco para nadie más...

Pero, al menos, morían sabiendo la verdad.

Cuando Kirishima y Kaminari regresaron a la escuela, fueron atrapados por el director Nezu y puestos en detención.

Lo peor de la situación fue el hecho de que sus berrinches y excusas para no ser castigado no funcionaron, sino que Kaminari tuvo que enfrentar la dura tarea de buscar a Shinsou y cancelar sus planes juntos a la siesta.

Para cuando saliera de detención, Shinsou ya tendría que correr a su trabajo con las hamburguesas. Y Kaminari había revoloteado por allí un par de veces, pero Midoriya y Uraraka acababan sacándolo a escobazos del lugar por estar distrayendo a Shinsou con todas las bobadas que se le ocurrían.

—¡Shinbro! —Kaminari le gritó en medio del pasillo abarrotado de gente—. ¡Por aquí!

Shinsou estaba ocupado guardando unos libros, pero se giró automáticamente al escuchar la voz de Kaminari por encima de todo el gentío. Intentó que ese pequeño gesto no le alborotase el corazón —fue imposible.

Y era todavía más imposible si Shinsou se acercaba a él dando largos pasos, sonrisa que le cubría todo el rostro, y dos ojos que no se enfocaban en nadie más que Kaminari.

Su cara seguía bastante golpeada desde lo ocurrido con su vecino —el cual no volvió a aparecerse en la entrada, según supo—, pero al menos ya podía abrir los ojos de forma natural. Uraraka hacía un gran trabajo cubriendo de base todo su rostro cada mañana, pero a Kaminari no le interesaba si se veía de una forma o la otra.

Los rasgos de Shinsou seguía siendo los mismos. El brillo en su mirada no cambiaba pese a una pelea.

¿Cómo es que Shinsou conseguía ser tan hermoso, incluso con el rostro magullado?

No —no quería saberlo. Era más mágico imaginar un millón de maneras y razones para que lo fuera. Le hacía sentir que cada vez se enamoraba más de él.

—¿Me extrañaste? —preguntó Denki, entre burlista y seductor.

—¿Yo? ¿Extrañarte? —Shinsou bufó—. De hecho, la escuela nunca estuvo tan calmada desde, déjame ver... la última vez que te escapaste como un criminal.

—¡No seas malo! —Le dio un golpecito en el pecho—. ¡Necesitaba un respiro!

—Ah, ¿un respiro comiendo chocolate? —Shinsou preguntó con una media sonrisa. Se apuntó a sus propios labios—. Todavía puedo verlo en tu boca.

Kaminari sintió que todo su cuerpo se calentaba. Shinsou le estaba mirando los labios, aunque no con los fines que él deseaba —pero, seguía siendo el pequeño detalle de que Shinsou miraba hacia esa zona de su cuerpo que quería juntar con la suya más que nada en el mundo.

¿Sería un descarado si lo besaba allí, en ese mismo momento?

Lo había estado deseando durante semanas, pero lo que menos quería era intimidar a su amigo. O hacerle sentir que solo estaba a su lado porque planeaba sacar algo a su beneficio.

Es que, si incluso no se besaban jamás, Kaminari no quería alejarse de Shinsou.

Pero su mente le torturaba para que hiciera cosas indebidas. Cosas que había prometido que no haría.

Sentía como si estuviera faltando el respeto a Shinsou. Pero así eran las malas acciones —una vez que estabas dispuesto a cometer una, te atrapaban en sus redes como si fuesen una gigantesca bola de nieve.

Que solo conseguía hacerse más, y más, y más, y más grande.

Hasta que los engullía a todos y dejaba un caos a su paso.

Kaminari fingió la mejor sonrisa que tenía. Shinsou no era una persona que sonriera a menudo —a menos que fuese de forma socarrona y engreída—, pero últimamente, le dedicaba varias a Kaminari.

—Sí, sobre eso... tendrás paz durante toda la siesta, también —suspiró—. He conseguido que me castiguen.

—Pues venía siendo ahora —Shinsou se apoyó contra los casilleros—. El estafador resultó ser estafado.

Kaminari apretó la boca. Aunque Shinsou estuviese siendo cruel con sus palabras, él era capaz de notar un brillo diferente en su mirada color índigo.

¿Podría ser decepción?

No... ¿por qué Shinsou se decepcionaría de no pasar solo un par de horas con alguien con Kaminari?

Debía dejar de darle todas esas vueltas al asunto. Solo se rompía su propio corazón cuando las cosas no eran de la fantasiosa manera en que él las pensaba.

—Podemos vernos mañana —Kaminari alentó, sonriente—. ¡Prometo no escaparme para que no me castiguen! Ah, aunque debería ser luego de la reunión en casa de Ashido por su cumple...

—Debo ayudar a Eri a estudiar para sus exámenes —Shinsou arrastró la suela del zapato; chasqueó también la lengua—. Apenas el jueves se desocupa de ellos.

—Huh, el jueves es el cumpleaños de Jirou —rezongó—. Maldición, prometí llevarla a un festival de música indie en un bar... ¡puedes venir, si quieres! ¡No creo que a Jirou le moleste!

Kaminari estaba seguro que a Jirou no iba a molestarle. Especialmente porque Momo Yaoyorozu estaba también invitaba —por lo que no le quedaría que ser más que la tercera rueda entre las dos muchachas.

Pero sintió pavor de revelar esa información a Shinsou. Temía que pensara que le estaba condicionando a una especie de cita doble.

Shinsou se vio más abatido, y abrió varias veces la boca, pero nada conseguía salir de ella. Durante una de esas veces, la mente de Kaminari brilló con una idea demasiado estúpida y arriesgada.

—¡¿Estarás libre el fin de semana?! —preguntó extasiado—. Digo... ¿del viernes al domingo? ¿Tienes algún otro plan?

Ahora que tienes amigos, casi agregó. Pero eso hubiese sido grosero de su parte. Y muy celoso, ya que en realidad no era el dueño de Shinsou.

¡Él debía estar feliz de que tuviese más amigos que apreciaran la maravillosa persona que era!

El muchacho se vio perplejo un momento, dando un respingo por la sorpresa que le causó el arrebato de Denki. Cuando no hacía ninguna mueca extraña, era capaz de ver con claridad todos los moratones —ya tornándose de un amarillo enfermizo— que no conseguían sanar desde su pelea con el idiota del señor Chisaki.

El cual, Kaminari esperaba, hubiese sido en realidad atrapado por la policía y apresado por el resto de su apestosa y patética vida.

Soñar era gratis, al menos.

—Eh, ¿creo que sí? —Shinsou se llevó una mano a la nuca—. Debería preguntar a Midoriya si puede quedarse con Eri...

Pero Kaminari no prestaba atención a los detalles menores. Su cuerpo estaba comenzando a emocionarse por la arrebatada idea que ahora no podía quitarse de la cabeza.

¿Estaría, quizá, cometiendo un error?

—El viernes podemos fugarnos a la casa de campo —dijo con una sonrisa pequeña—. ¡Esta vez te juro que iré más preparado y no quemaré ningún pastel!

Shinsou se quedó sin palabras. Kaminari le miró extasiado, pero a medida que los segundos corrían, temía haber embarrado la pata hasta el fondo con una segunda escapada a pasar el fin de semana solos en una casa en medio de la nada.

¿Estaba cruzando una línea?

¿Pensaría Shinsou que eran cosas que no hacían los amigos?

Estuvo al borde de entrar en pánico y retractarse desesperado de sus palabras, pero los ojos de Shinsou se desviaron hasta la punta de su zapato. Primero pensé que tenía vergüenza de rechazarle, pero cuando lo vio luchando con su propia lengua y nervios, Kaminari pensó que en realidad estaba ocultando el sonrojo que teñía de repente sus pálidas mejillas.

Y eso hizo que su propio pecho saltara de la emoción.

No te hagas tontas ilusiones, se dijo. Solo le pone nervioso hacer cosas a las que no está acostumbrado.

Pero ahí iba Shinsou, y derrumbando siempre cada cosa que Kaminari se decía para no ilusionarse más de la cuenta:

—Seguro, Kaminari —contestó el chico—. Estaba preguntándome cuándo me secuestrarías otra vez.

El castigo fue más insufrible de lo que pensó.

Él y Kirishima no tuvieron permitido compartir la detención. Cada uno fue enviado a un aula diferente, y no consiguió encontrarse con su mejor amigo cuando —al fin— el profesor de matemáticas decidió dejarlo en libertad para que pudiera volver a su casa.

¡Kaminari estaba famélico!

También comenzaba a sentir la abstinencia de las redes sociales. Durante la hora y media que duró su reclusión, el maestro también confiscó su teléfono móvil para evitar trampas a la hora del castigo.

Y aunque Kaminari era hábil para robar cosas de los maestros, no quería tentar a su suerte. Temía que lo castigasen el viernes —y él tenía unos planes impostergables.

Se negaba rotundamente a entregar ni uno solo de los minutos de su vida que pertenecían a Shinsou.

La escuela estaba ya vacía. Kaminari dio vueltas en círculos, buscando a al menos una cara conocida con la cual recargar sus energías. No le gustaba estar lejos de la vida en sociedad —y como nadie parecía interesado en responder la retahíla de mensajes que envió por WhatsApp, solo le quedaba ver si se encontraba con alguien...

Hasta que reconoció una adorable mochila rosada de una tela peludita. No la hubiese reconocido en cualquier otra ocasión, pero desde que visitaba el All Might's con más regularidad...

Kaminari podía reconocer la mochila que pertenecía a Uraraka.

—¡Uraraka, eh! —Agitó la mano en el aire mientras gritaba—. ¿Qué hay?

La muchacha se detuvo abruptamente. Parecía casi asustada de haber sido atrapada corriendo desde el despacho del encargado de la contabilidad allí en la escuela, pero suspiró de alivio cuando supo que solo se trataba de Kaminari.

Lo cual, por cierto, era un poco hiriente.

Pero tampoco podía culpar a Uraraka. Era un secreto a voces el hecho de que la muchacha tenía problemas con los pagos de la escuela —y ella no era una alumna de notas por encima de la media, como Shinsou.

En otras palabras... Uraraka no pudo conseguir la beca por promedio.

Así que ella siempre se retrasaba con los pagos.

La había escuchado discutiendo con Iida, con Midoriya, incluso con Todoroki, más de una vez... pero Uraraka era terca como mula. O terca como Shinsou, porque ambos se negaban a recibir caridad de los demás.

Quizá por eso se comprendían.

—Hola, Kaminari —contestó ella con su vocecita, acomodándose el pelo—. ¿Qué haces aquí a estas horas?

—Castigado por escaparme —dijo Denki con orgullo—. Una de mis tantas hazañas...

—Ah, me lo supuse —Uraraka rio—. Jirou no estaba muy feliz al descubrir que no apareciste hoy en clase de química. ¡La dejaste haciendo sola el trabajo!

—¿Qué más da? —resopló—. Igual, Jirou ni me deja acercarme a los trabajos que hacemos en conjunto de cualquier materia que no sea literatura...

Uraraka se rio, pero no tardó mucho tiempo en que el ambiente entre los dos se puso ligeramente tenso.

Kaminari no podía preguntarle a ella qué hacía a esas horas en la escuela, porque sabía exactamente por qué estaba allí.

Y aquello hacía sentir humillada a Uraraka. Lo sabía por la forma nerviosa en que se movía, mirando hacia el pasillo que llevaba hacia la puerta. Deseaba huir lo más pronto posible de la escuela.

Kaminari no sería un desalmado.

—Ah, no te retengo más tiempo —Agitó ambas manos—. ¡Nos vemos, Uraraka! Me saludas a Shinsou por mí cuando le veas esta tarde.

Ella se vio más tranquila en cuanto pudo ajustarse otra vez la mochila y dirigirse hacia la salida.  Mientras se alejaba, alzando una mano, rodó los ojos.

—De acuerdo, Romeo —bufó—. Le diré a tu Julieta que no puedes vivir sin él.

—¡Oye! —Kaminari berreó—. ¡No le vayas a decir esas cosas!

Uraraka comenzó a alejarse más. Se veía mucho más maliciosa mientras se reía.

—¡No puedes evitarlo! —respondió ella—. ¡Ahora él pertenece a mi squad, así que es mi trabajo!

Kaminari se quedó de piedra al escuchar su declaración.

No era información nueva —para nada. Pero las palabras de Uraraka era como si consiguiesen hacer click en su cabeza. Como si las mil piezas de un rompecabezas comenzasen a cobrar cierto sentido.

Se le resecó la garganta de solo pensarlo. A cada paso que Uraraka daba para alejarse, Kaminari sentía que su corazón se saltaba un latido por el nerviosismo.

Uraraka era amiga de Shinsou.

No, no solo eso —llevaban años interactuando.

Fuera de Midoriya, Uraraka debía ser la segunda persona en toda la escuela que mejor conocía al hombre que le quitaba el sueño todas las noches.

Es ahora o nunca, dijo una voz en su mente.

Investiga por tu cuenta, agregó; pero casi podía recordar a Kirishima diciéndoselo esa misma mañana.

Imaginó la sonrisa de Shinsou en ese momento. Maldita sea, ¡Kaminari tenía que ser fuerte para no caer en la odiosa y chismosa tentación!

Se había obligado a sí mismo a no pensarlo demasiado desde la pelea de Shinsou y su vecino, pero las palabras del viejo loco se reproducían de una forma insoportable en su cabeza.

Y todo ese esfuerzo que hizo por mantenerlas a raya... acabó derribando el muro.

«Supongo que estaba harto de esta casa, ¿verdad?».

No, se dijo a sí mismo como un regaño. No es de tu incumbencia.

Shinsou le había dicho que no necesitaban revelar todos los secretos. Pero, ¿y si esos secretos marcaban la diferencia que estaba faltando en su relación?

Deja que Uraraka se vaya, continuó Kaminari. No digas su nombre.

Pero, ¿cuándo volvería a estar a solas con ella?

Déjala marcharse.

Quizá Shinsou nunca le diría la verdad.

Kirishima no se refería a todo esto.

Su amigo tendría que haber sabido que Kaminari interpretaría las cosas a su modo.

No lo hagas.

Kaminari inspiró todo el aire que podían entrar en sus pulmones.

No destruyas lo que tienes con Shinsou.

No. Tenía. Que. Hacerlo.

Pero entonces...

—¡Uraraka! —Kaminari exclamó casi sin pensárselo—. ¡Espera un momento!

—¿Huh?

La chica giró sobre sus talones. Ella se quedó esperando a que él se acercara hasta donde alcanzó en el pasillo; Kaminari trotó de una manera casi automática.

Ya no tenía el control de su propio cuerpo.

Se había traicionado a sí mismo.

Una vez que le dio rienda suelta a la incipiente curiosidad que le azotaba cada nervio de su cuerpo...

No fue capaz de detener la bola de nieve.

—¿Qué sucede, Kaminari? —preguntó ella, amable.

Kaminari sintió el corazón en la garganta. Sus manos temblaban. La mirada de Uraraka era también curiosa, pero no una curiosidad insana como la que él sentía en ese momento.

¿Cómo le mirarían esos grandes ojos cuando soltase lo que se debatía a preguntar?

¿Cómo haría él para mirar a Shinsou después?

—Supongo que te enteraste de la pelea de Shinsou y su vecino —dijo Denki—. Hiciste un gran trabajo cubriendo los golpes en su rostro.

—Ah, sí —La muchacha soltó un resoplido agotado—. Deku le ha regañado por meterse en peleas que solo nos traerían problemas, ¡pero ya conoces al terco de Shinsou! ¡Se metería en una pelea con el primer ministro si eso significa defender a su familia!

Kaminari aguanto la respiración mientras Uraraka continuaba despotricando contra la impulsividad del amigo de ambos.

—Pero me alegra saber que no estaba solo, Kaminari —sonrió—. Le haces bien a Shinsou. Me hace feliz saber que te tiene consigo.

La mano pequeña de la chica se posó sobre su hombro. Era un gesto dulce, pero Kaminari sentía todo el peso del universo en esos diminutos dedos encima de sí.

Uraraka no tenía idea lo que estaba a punto de ocurrir.

—El vecino dijo algo —Kaminari carraspeó—. Creo que eso molestó a Shinsou...

—¿Dijo algo? —Ella inquirió confundida—. Shinsou nos dijo que solo le pegó...

Ah, pensó. Así que no les dijiste que el primer golpe fue tuyo, Shinsou.

Aquello le hizo sentir todavía peor. Como si estuviese traicionando, incluso, los deseos de Shinsou de ocultar lo que sea que hubiese ocurrido.

Pero no había vuelta atrás.

O sí que la había, pero Kaminari era egoísta.

Y se arrepentiría de ello por el resto de sus días.

—Dijo algo como que, eh... el padre de Shinsou se quitó la vida —Kaminari hiperventiló un par de veces—. Eso hizo que Shinsou estallara...

Pasaron tres agónicos segundos en donde el mundo pareció girar más lento.

Kaminari fue consciente de la forma en que la mano de Uraraka aflojaba el agarre sobre su hombro —y lo dejaba caer, poco a poco, de regreso sobre su costado.

La cálida y dulce mirada color café de la chica se ensombreció por completo.

—Ya veo —dijo Uraraka con el gesto cabizbajo—. Él no te lo ha dicho. Supongo que todavía le cuesta abrirse a los demás... aunque no es su culpa...

Kaminari observó con horror la forma en que los hechos transcurrían.

Cuando Uraraka se dio la vuelta, sintió como si regresara en sí con tan solo un chasquido. Y miró hacia el desastre que causó mientras no era sí mismo —casi se sintió como Dr. Jekyll cada vez que Mr. Hyde tomaba el control de su cuerpo.

Solo que no eres un personaje de ficción, se dijo con espanto.

Él era sí mismo todo el tiempo.

Era el maldito idiota de Kaminari Denki.

El que siempre lo arruinaba todo y metía la pata.

Incluso cuando se trataba de las cosas que él amaba.

Especialmente si se trataba de las cosas que él amaba.

No sería la primera vez...

—¡Uraraka! —chilló con la voz rota—. ¡Espera...!

—Déjalo, Kaminari —respondió ella por encima del hombro, intentando alejarse lo más que podía—. Prometo no decirle a Shinsou, pero que sepas que...

—¡No pretendía tocar un tema sensible, te lo juro! —dijo desesperado—. ¡Te juro que Shinsou sí confía en mí! Es solo que él tiene miedo de que yo lo arruine, y creo que eso le frustra, pero no sé cómo hacerle saber que... que...

Que nunca podría verle de forma diferente, se tentó de agregar.

Que querría a Shinsou pasara lo que pasara.

Incluso si su vida y su familia eran un desastre.

Incluso si tenía un familiar muerto.

Incluso si ese familiar había tomado la decisión más dolorosa...

Uraraka se detuvo un momento. Kaminari sintió el corazón desbocado contra las costillas —no sabía qué tanto podía confiar en las promesas de la chica, pero él bien sabía que no se lo merecía.

Merecía perder a Shinsou.

Pero eso era lo que Kaminari más temía.

—Pues ya no sé, Kaminari —habló Uraraka con la voz ronca—. Si Shinsou tuviera razones para creer en ti, sabrías que su padre nunca podría haberse quitado la vida.

Hizo un pequeño silencio que se clavó en su alma de forma dolorosa.

—Sin importar lo mucho que los otros quieren convencer a todos de ello.

Luego, Uraraka retomó su ritmo para alejarse de la escuela y el chico chismoso que dejó atrás.

El chico chismoso que era Kaminari... ese mismo que sentía que nunca podía tener algo bueno sin arruinarlo absolutamente todo.

Well... drama happens (?)

Se que no parece la gran cosa el error de Kaminari, pero recuerden que es algo importante para Shinsou... no es que sea algo imperdonable, pero pues la jodió un poco

Y pues que no les sorprenda si se pasó el consejo de Jirou por las nalgas... acaso los amigos no hacen eso SIEMPRE??? xD

Ahora si... a partir del próximo capítulo, viene un mini arco de tres capítulos SÚPER intensos y donde pasarán un MONTÓN de cosas! Buenas y malas, así que prepárense! Dejen sus últimas teorías antes de que comience el desastre ——>

Ahhhhh ha sido una semana de locos!! Y me agoté porque escribí el capítulo 23 de este fic, el cual quedó larguísimo, y ando con DHYL TvT el lunes o martes de la otra semana creo que ya hay actu

Perdonen si los hago esperar con HPE ;;;; es que también escribí el primer capítulo de un three shot que me gustaría subir pronto (cuando lo termine de hacer) y pues como que usé todo mi buen humor y mala comedia en ello TvT pero no se preocupen que pronto volverá

Muchísimas gracias por todos sus votos y bellos comentarios ♥️ cada día me alientan a seguir y los adoro ;;u;;

Nos vemos el otro jueves! Besitos ♥️

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