Capítulo 2

No estoy aquí.

Esto no está pasando.

No estoy aquí.

No estoy aquí.

En un rato, me habré ido

How To Disappear Completely — Radiohead

Shinsou trató de domar su cabello esa mañana antes de las clases.

Fracasó en el intento.

Quizá fuese la humedad,  el simple hecho de que no tenía dinero para comprarse un shampoo decente. O un shampoo en absoluto.

Había conseguido robarse algunas muestras gratis del supermercado la última vez, pero no podía tentar a su suerte. Y, de todas formas, las muestras eran para Eri. Ahorrar durante algunos meses le permitía poder gastar más tarde en el shampoo de coco que le encantaba a su hermana.

A su hermanita le encantaba tener el pelo sedoso. Y le encantaba que se lo trenzaran, especialmente si Shinsou era quien se lo hacía.

Criar a una niña de seis años no había sido fácil. No cuando eras un adolescente que debía estar enfocado solo en ponerse borracho hasta perder el conocimiento o follar por primera vez.

¿Cómo es que los jóvenes podían preocuparse por cosas tan insulsas, banales y efímeras?

¡Toshi! —chilló Eri desde abajo—. ¡Voy a llegar tarde otra vez!

Shinsou suspiró.

Allí iba un nuevo día.

Utilizó un poco de la colonia que todavía le quedaba de su último regalo del cumpleaños el año anterior —se la había dado Uraraka Ochako. No es como si la chica estuviera en una mejor situación que él, pero su amiga y compañera de trabajo en aquella cadena de hamburguesas jamás fallaban en darle un regalo.

Entonces, bajó. La TV estaba prendida en un canal que a Eri no le gustaba —pasaban películas de los años noventa. Tuvo una pequeña ilusión en su pecho al fantasear que, tal vez, él estaba en casa.

Pero el sofá con manchas de vómito estaba vacío. Si había vuelto durante la noche, entonces se marchó tan pronto cómo llegó.

—¡Toshi! —La vocecita de Eri le sacó de su ensimismamiento. Estaba agitando un cepillo con sus manitas—. Si no te apuras, me pondrán una tardanza. La maestra dijo que si volvía a llegar tarde, tendrían que llamar a papá...

—Ya, ya —Shinsou tomó el cepillo para comenzar a quitar los nudos—. Sabes que si eso pasa, terminaré yendo yo a ver a la maestra.

—La maestra también dijo que ya no accedería a hablar contigo.

Shinsou bufó divertido. No quería que Eri se preocupara.

—¿Y eso por qué? —preguntó haciendo una sonrisa torcida—. ¿Huelo tan mal? ¿Huelo peor que el tío Toshinori cuando se tira pedos...?

Eri se aguantó la carcajada todo el tiempo que pudo. No fue demasiado.

A Shinsou le daba un poco de culpa usar al pobre de Toshinori como motivo de risas, pero el viejo hombre lo comprendería —después de todo lo que hacía por ellos, Shinsou estaba seguro que tenía el cielo ya ganado.

—Pero hablo en serio —dijo Eri tras dejar de reírse—. ¡La maestra está muy enojada porque dice que papá trabaja demasiado! ¡Y que debería ocuparse de su hijita!

—Dile que papá trabaja demasiado para que su hijita siga viéndose guapa y adorable —Shinsou habló. Comenzó a trenzar desde el cuero cabelludo—. Y que para eso tiene un hermano mayor.

—La maestra dice que tú deberías estudiar más...

—¿Y qué sabe la maestra sobre si yo estudio, o no...?

—Ha hablado con tu profe —suspiró Eri—. Y dice que le preocupa que suspendas el año.

Shinsou se tragó el nudo en la garganta. Lamentablemente, la chismosa maestra de Eri no estaba muy equivocada.

Por mucho que amase leer, estaba casi al borde de suspender literatura. Solo no tenía tiempo para los tontos libros de la clase. No cuando tenías que ser hermano mayor, sostén económico y casi un padre para una niña de seis años.

Y también para un adulto de casi cuarenta, pensó con amargura.

—No voy a suspender —Shinsou rió levemente—. Midoriya va a enseñarme. Él es un cerebrito. Y se lo podemos pagar con tus dibujos de superhéroes.

El rostro de Eri pareció iluminarse ante la mención de dibujar y Midoriya en la misma oración.

—Le hice un dibujo —Ella anunció—. ¿Podrías llevárselo hoy al trabajo?

—Se va a engrasar —contestó Shinsou—. Le diré que venga a buscarlo.

Conociendo a su amigo, habría cruzado el Tártaro a pies descalzos y una lámpara como arma si eso significaba hacer feliz a Eri. Especialmente si era otro de esos dibujos donde Midoriya parecía un brócoli superhéroe.

El sentimiento entre su hermana y su amigo era mutuo.

—También hice uno para Mirio; salimos él y yo —contó Eri—. Ya sabes, Mirio es mi tutor de último año...

—Sé quién es Mirio —Shinsou terminó la primera trenza—. No dejas de hablar de él, Eri.

Mirio Togata era un alumno de último año. Los de tercero solían apadrinar a los niños de primer grado; les regalaban peluches, golosinas, les ayudaban con las clases...

Y Mirio se tomaba demasiado en serio su trabajo con Eri.

—Ah, es que le conté a papá el otro día sobre el dibujo... pero no parecía recordar quién era Mirio... y yo se lo había dicho hace una semana.

—¿Viste a papá? —inquirió Shinsou—. ¿Cuándo?

—Vino ayer cuando estabas trabajando —respondió cabizbaja—. Me preguntó si habías dejado dinero.

—Siempre es lo mismo...

Shinsou suspiró. Su hermana ya no dijo nada —podía ser pequeña, pero no era ninguna tonta. Hasta ella podía sentir que algo no andaba bien en toda esa situación.

Terminó con las dos perfectas trenzas para Eri. Ella sonrió al mirarse sobre el espejo lleno de sarro que tenían en el comedor. Mientras ella terminaba de alistar su mochila, Hitoshi se tomó una taza de café añejo de la cafetera que casi le hizo vomitar.

—El señor Chisaki también ha venido a quejarse otra vez por el estado de la casa —Eri agregó. Se veía apenada—. Dice que todo está muy sucio y que contamina su propiedad...

Chisaki Kai. Era un joven hombre soltero, demasiado extraño, que vivía en la propiedad de al lado. Siempre llevaba guantes y su cubrebocas. Era algo así como un obsesionado de los gérmenes.

Shinsou podía entender por qué los despreciaba tanto. Más de una vez recibió amenazas de ser denunciado con servicios sociales. Pero nunca lo hacía, así que había dejado de tenerle miedo a ese chiflado.

—El señor Chisaki debería conseguirse problemas reales —gruñó Shinsou.

Se apresuró a levantar la media docena de facturas y boletas de servicios llenas de deudas que el cartero debió aventar debajo de la puerta aquella mañana. Electricidad. Gas. Renta. Agua. Caja de seguros...

Algunas de ellas llevaban al menos dos fechas vencidas. Y tal vez una incluso tres, pero no se detuvo a leerlas. No quería hacerlo. Ese era el trabajo de Aizawa, no el suyo.

Pero pese a todo, sus males parecieron esfumarse cuando la manita suave y aterciopelada de Eri se extendió en su dirección.

—¿Nos vamos, Toshi?

Él sonrió mientras sujetaba sus deditos entre los suyos. Podría haber apretado y besado las regordetas mejillas de Eri hasta el hartazgo, pero no era una persona que supiera dar muchas muestras de afecto.

—Nos vamos —contestó Hitoshi.

La casa quedó vacía. Aunque, a veces, parecía estarlo todo el tiempo.

La escuela fue soporífera y aburrida. Casi babeó el largo cabello de Tsuyu Asui —que se sentaba adelante— durante la clase de matemáticas.

Le agotaba mentalmente pensar que su día apenas comenzaba. Pese a que la campana para salir del instituto no sonaría dentro de mucho, Shinsou tendría que correr hasta el All Might's para cubrir un turno de seis horas sirviendo hamburguesas y grasientas patatas fritas.

Hasta el año pasado había ido en su bicicleta. Pero Eri se había caído de un tobogán mientras jugaba en el receso, por lo que su diente de leche se partió y la raíz quedó adentro. Necesitaba cirugía dental.

No le quedó más remedio que vender la bicicleta. Y el transporte público era un lujo del cual podía privarse —tampoco le haría mal correr un poco todos los días.

Pero no era fácil cuando apenas habías desayunado algo de café viejo y almorzado una manzana que te regalaron. El estómago se le retorcía del hambre.

Al menos, cada vez que llegaba para su turno, sabía que podía comer un combo completo de hamburguesa y patatas. No es como si le agradara llevar una dieta tan insalubre, pero era la única comida fuerte del día.

—¡Hola, Shinsou! —escuchó exclamar a Midoriya apenas la campanilla del local tintineó—. ¡Te vi dormirte hoy en matemáticas!

Yisus te observa, pecador —agregó Uraraka, calzándose la estúpida gorra del local.

Shinsou ignoró a los dos simplemente rodando los ojos. Aquello era lo usual. Ninguno de los dos sabía callarse.

—Arderás en el infierno junto con Midoriya, por distraerse viéndole el culo al Todoroki cuando pasa a resolver los ejercicios en el pizarrón.

—¡Por supuesto que no le veo el culo! —chilló indignado—. ¡En todo caso, tú te la pasas dibujando penes en tu cuaderno!

—Necesito aprobar anatomía —contestó ella como si nada.

—¡Ni siquiera llevamos anatomía...!

Shinsou hizo una media sonrisa mientras sus dos —únicos— amigos se ponían a discutir.

A veces se preguntaba si era correcto llamarlos amigos. Después de todo, nunca se veían fuera de los horarios de trabajo; tampoco almorzaba con ellos en la escuela ni los buscaba en los recesos.

Sin duda alguna, Shinsou era algo así como el intruso entre los tres. Porque Midoriya tenía a Uraraka. Y Uraraka tenía a Midoriya. Mientras que Shinsou...

Ni siquiera podía decir que se tuviera a sí mismo.

—¿Cómo está él? —carraspeó Midoriya para cambiar de tema.

—Igual que siempre —contestó Hitoshi encogiéndose de hombros—. Seguramente esté perdido en alguna zanja, con más alcohol que sangre en el cuerpo... o intentando robarse un whisky del supermercado como la otra vez...

—¡Shinsou! —Midoriya exclamó mientras le daba un golpe en el pecho—. ¡No digas eso de tu padre!

Shinsou solo sonrió como si le restara importancia. Uraraka estaba sospechosamente callada. Era mejor así —podía fingir que toda la situación era una inmensa broma absurda y no su realidad.

Porque su realidad era una puta mierda.

La campanilla del local tintineó, pero aquello quedó opacado con el conjunto de carcajadas que estallaron como una cacofonía musical.

Tanto él como sus dos compañeros terminaron gruñendo al ver de quienes se trataba.

—¿Con qué necesidad vienen aquí? —masculló Shinsou dándoles la espalda—. Tienen suficiente dinero para ir a cualquier lugar que cobre el triple por una hamburguesa.

—No seas así —suspiró Midoriya—. Tienen dinero...

—Solo tú pensarías que pedirán algo caro del menú —dijo Uraraka—. Con suerte pedirán patatas fritas y se la pasarán fastidiando toda la tarde.

—Terminemos con esto —espetó Hitoshi—. Piedra, papel o tijera. Para ver quien atiende la mesa.

Las risas eran cada vez más estruendosas. Aquello desconcentraba a Shinsou.

Sobre todo porque podía reconocer cada risa adentro del conjunto que formaban entre ellos.

—Uno —dijo Midoriya con su puño preparado.

—Dos —continuó Uraraka, lista también.

Tres —terminó Shinsou.                      

Papel para Midoriya y Uraraka.

Piedra para Shinsou.

A veces no podía creer su bendita suerte.

Sus amigos le dieron palabras de aliento para acercarse a la mesa de aquellos niñitos ricachones y populares. Se le retorcía el estómago de tener que acercarse hasta sus compañeros de clases, para preguntarles qué deseaban comer y luego servirles.

Pero Midoriya tenía razón: aquellos tontos llevaban dinero, y dinero es lo que él necesitaba.

Caminó lánguido hasta la mesa, intentando demostrar que todavía le quedaba algo de dignidad. Pero su corazón latía desbocado mientras cada rostro se hacía más reconocible.

Primero estaban Mina Ashido y su novio, Hanta Sero. Ella era hija de dos famosos abogados; expertos en defender a cualquier criminal que pudiera pagarles. Él, curiosamente, tenía su pequeña fama como instagrammer de fitness y vida saludable; por supuesto, lo había conseguido gracias a que sus padres también lo eran.

En el medio iban Eijirou Kirishima y Katsuki Bakugo; ¿mejores amigos? ¿Novios? ¿Follamigos...? Nadie podía saberlo. Solo tenías que saber que Kirishima era huérfano —igual que él—, pero a diferencia suya, había heredado una gran fortuna de sus madres. Bakugo era hijo de dos famosos diseñadores de ropa; nunca le verías usando lo mismo dos veces.

Y por último...

Estaban Denki Kaminari y Kyoka Jirou. Su status sentimental también era un misterio —pero no había muchas dudas al verlo a él juguetear con uno de los cabellos desmechados de la chica.

Kaminari venía de una familia de doctores. No había sorpresas en que tuviese un gran pasar económico. Jirou era mucho más bohemia en su forma de pensar, más no lo verías en su estilo punk para vestir; pero la costosa guitarra eléctrica en su funda que descansaba al lado de su silla te dejaba en claro de dónde venía alguien como ella.

Todos ellos eran bastante perfectos y parecían tener la vida completamente arreglada. No importaba si decidían no estudiar, o graduarse con algún título estúpido...

Nunca tendrían que preocuparse por deber al menos tres rentas de alquiler o usar el mismo sweater todo el invierno sin dar tiempo a lavarlo.

Era un pensamiento estúpido, y también egoísta. Ellos no tenían la culpa de no haber nacido en familias estables —tanto emocional como económicamente.

Pero una parte de Shinsou no podía evitar sentir envidia.

—Buenas tardes —dijo con un tono grave—. ¿Qué desean ordenar...?

—¡Eh! —exclamó Sero con su típica sonrisa, quitando el brazo de los hombros de Ashido para erguirse—. ¡Yo te conozco!

—Sí... —Shinsou contestó con una falsa sonrisa—. Somos compañeros desde primaria. Yo era el niño que todos pensaban que iniciaría un tiroteo. Es un placer, Sero.

Sero se quedó algo sorprendido, parpadeando como si intentara procesar lo que Shinsou le dijo. Kirishima le dio un codazo para que dejara de intimidarlo con la mirada; el muchacho rió, aunque Hitoshi no pretendía bromear en absoluto.

—Es Shinsou —respondió el pelirrojo con una tímida sonrisa—. Y se sienta delante de ti; no me jodas, Sero.

—Ya, ya —El chico se rió—. Sabes que tengo mala memoria. Al menos no soy como tu querido Blasty...

Bakugo —que había estado concentrado en algún jueguito lleno de explosiones en su móvil— levantó la mirada para dedicarle una mueca de indiferencia.

—Jódete, cara plana —espetó—. Ni siquiera recuerdo tu nombre.

—¡Qué malo, Bakubro! —rió Kaminari—. ¿Y de mí sí te acuerdas...?

Kaminari sonreía como si iluminara todo el local con su emoción. Jirou no decía nada. Jugueteaba aburrida con el cable de sus audífonos.

—Pues yo tengo muchos apodos para Sero —Ashido le acarició la mandíbula. Le arrojó un beso y un guiño—. Muchos de los que tú carecerías, porque follas mal y la tienes corta.

—¡¿Qué has dicho...?!

—¿El pedido? —Shinsou intervino bastante incómodo—. ¿Me dicen qué van a comer?

Shinsou suplicó no estar sonrojándose al momento en que todos ellos giraron sus seis pares de ojos para observarlo.

A Shinsou no le gustaba ser observado. Pero tampoco le gustaba ser la rueda sobrante. Se había sentido tan incómodo de verlos bromear y divertirse en su cara...

Darse cuenta de todos esos detalles le hacía sentir incluso peor consigo mismo. Aquello era patético.

—¡Yo quiero una triple con queso! —exclamó Kaminari—. Ah, aunque no sé si me entre en la boca...

—Pues a saber qué otras cosas habrás metido ahí —bufó Ashido. Sero hizo un gesto obsceno con la mano, la lengua y su mejilla—. Yo quiero una hamburguesa doble con cebolla, bacon y doble queso, por favor. ¡Y un refresco ultra grande!

—¿No qué estabas a dieta? —preguntó Jirou por primera vez con tono divertido.

—La dieta y yo estábamos llevando una relación demasiado tóxica —contestó Mina, divertida.

Sero se rió ante las ocurrencias de su novia. Pidió una ensalada y agua mineral para sí mismo —Shinsou se contuvo de rodar los ojos—, mientras Kirishima gritaba que él quería dos hamburguesas triples con queso junto con un batido extra grande de chocolate. Kaminari agregó que también quería un batido.

Casi pensó que una de esas era para Bakugo, pero el muchacho pidió un balde de nuggets picantes de pollo. Adorable pareja.

Jirou no dijo nada. Shinsou esperó en silencio mientras la chica se debatía entre todas las opciones grasientas y calóricas que ofrecía el menú. Terminó susurrando en voz baja —tan baja, que Shinsou tuvo que acercarse y pedir que le repitiera.

—Solo unas patatas fritas —dijo más fastidiada—. Sin nada de aderezos. Y una botella de agua.

—Jirou, te morirás de hambre —Kaminari rió incómodo—. ¡Tráeme dos hamburguesas triples! O mejor tres, y tú vienes a sentarte con nosotros.

Se hizo un silencio demasiado tenso entre Shinsou y los chicos de la mesa.

No supo decir si él o Jirou fueron los que acabaron más incómodos. Por suerte, la chica fue la que rompió el silencio.

—Kaminari... —dijo casi a modo de regaño.

—¿Qué? —rió el chico—. Seguro Shinsou lleva trabajando todo el día. Se puede divertir un rato.

—Claro, ¿por qué no? —Ashido agregó con entusiasmo—. ¡Ven y chismea con nosotros! ¡Te puedo contar a quién se besuquea Aoyama!

—¡Lo apoyo violentamente! —contestó Kirishima.

—Pues somos cuatro conmigo, entonces —Sero volvió a hacer su típica sonrisa socarrona.

Bakugo farfulló algo como que le daba igual. Jirou siguió sin decir nada; solo miraba incómoda al cable de sus audífonos.

Casi estaba deseando que la chica se negase. Le haría las cosas más fáciles.

—No creo que la realeza de la UA se quiera sentar conmigo. Además... tengo que trabajar —dijo Shinsou apretando los labios en otra de sus sonrisas cínicas—. No puedo holgazanear en mi turno.

—¡Oh, vamos! —Ashido exclamó con un bufido—. Es solo un trabajo extra, ¿no? Es solo para pasar el rato que lo haces, ¿cierto?

—Mi tío quiso obligarme a trabajar una vez por estar todo el día con la consola —Kiri se rascó la cabeza—. Me echaron a los tres días por quemar la cafetera.

—Ustedes porque no tienen idea lo que es trabajar de verdad —Sero se jactó—. Cuando tengan un trabajo, hablaremos.

—¡Subir fotos a Instagram no es un trabajo!

—Pues díselo a mi cuenta bancaria. Y a mis patrocinadores.

—¡Los únicos que te patrocinan son esos raritos veganos que comen semillas como tú, maldito cara plana!

Y ahí iban de nuevo con sus incómodas y rutinarias charlas de amigos. Shinsou casi no podía creerse que existiera gente en el mundo que pensara que un adolescente trabajaría solo por diversión.

Se dio la vuelta para irse. De todas formas, ellos seguían riéndose de las fotografías y recetas veganas que Sero subía a su Instagram.

No pudo avanzar ya que una caliente y sudorosa mano se cerró sobre su muñeca.

Kaminari estaba sonriéndole —era de esas típicas sonrisas de niño rico que sabe que puede conseguir lo que desee.

—Anda, acompáñanos —insistió Kaminari—. Te podrás despejar un rato.

—Kaminari —advirtió Jirou—. Ya déjalo en paz.

Gracias, pensó Hitoshi.

Aunque no sabía si ella lo decía porque era la única que sabía leer el ambiente. O porque simplemente quería que el intruso se fuera a la cocina a preparar sus pedidos.

Shinsou tironeó su mano para zafarse del cálido agarre de Denki Kaminari.

—Tengo que trabajar —declaró Hitoshi—. Quizá no lo entiendas; y espero que nunca debas hacerlo.

Entonces pudo darse la vuelta y regresar con Midoriya y Uraraka para derivar el pedido a Shoji y Sato —los dos cocineros del local.

No se detuvo en averiguar qué cara estaría haciendo Kaminari.

Aquella debía ser la conversación más larga que había tenido con aquel chico que fue su compañero desde que eran niños.

Wuuuuu me emociona muchísimo ya tener los capítulos listos para actualizar ;u;

Ya he ido soltando varias pistas y detalles de lo que está ocurriendo ;;;; si, es medio turbio y algo sad (?) pero ya saben más o menos por qué las cosas están como están en el prólogo. Veremos toda la historia de a poco para que vayan haciéndose el panorama, y hasta tendremos uno que otro capítulo flashback

¡Shinsou y Kami tuvieron su primer encuentro! *gritos de perra loca* pero pues... no fue bien (?) se que Shinsou puede parecer algo denso a veces, pero piensen la situación en la que tiene que existir... y pues por algo es el título de esta historia (?) recuerden que todo es un proceso

Quiero aclarar también que no hay triángulos amorosos aquí, y el KamiJirou no es para nada un obstáculo. No puedo soltar mas sin dar spoiler (?) pero no tienen que odiar a Jirou, es una de las personas más importantes para Kami en esta historia e iremos viendo por qué con cada capítulo

No se suponía que hiciéramos teorías, pero si alguien ha pensado que puede estar pasando... sus comentarios son bienvenidos :o

Les cuento que ya hice el capítulo 14, tenemos uno más, wiiii ;u; aunque quizá ahora deje un poquito de lado el fic así trabajo en el maratón de DHYL, la actu de HPE y luego la KiriBaku Week... es lo bueno de tener mucho adelantado xD

Muchísimas gracias por todo el recibimiento de esta historia! No esperaba tanto Q u Q digo, es raro que uno siga longfics de una ship bastante crack y eso, pero me hicieron súper feliz sus comentarios y votos ♥️ y espero lo sigamos disfrutando juntos!

Nos vemos el otro jueves (y si no actualizo, es porque Wattpad se rompió y lo haré apenas funcione). Besitos! ♥️

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