Capítulo 12
❝Es más de lo que un toque o una palabra podrían decir.
Solo en sueños podría ser de esta manera.
Cuando amas a alguien... sí, de verdad amas a alguien❞
Waiting For A Girl Like You — Foreigner
Cuando Shinsou abrió los ojos otra vez, tenía un brazalete negro de tela apretando fuertemente su brazo.
Lo primero que vio fue a la ancianita enfermera de la escuela, a la que todos llamaban cariñosamente Recovery Girl. La mujer estaba apretando rítmicamente en una válvula que inflaba el brazalete alrededor de su piel.
—Hm —dijo Recovery Girl como si le estuviera regañando—. Veo que despertaste.
—Creo que preferiría no haberlo hecho...
La anciana le dio un golpe en la frente. Shinsou estaba tan aturdido que el simple golpe se sintió como si le dieran con un yunque.
—¡Auch! —Se quejó tras sobarse en la frente—. Eso fue grosero...
—¡Ya quisieras no haberte levantado! —regañó la anciana—. ¡Debería conseguir una chancla para golpearlos a todos ustedes por cuidarse tan poco!
Shinsou iba a replicar que no tenía idea de qué estaba diciendo, pero Recovery Girl apretó más fuerte todavía en la válvula. El brazo empezó a molestarle, y se le hizo saber a la anciana con una mueca.
Ella le puso un termómetro electrónico en la boca.
—No lloriquees —dijo Recovery Girl con un suspiro—. No querrás avergonzarte frente a nuestros espectadores...
—¿Nuestros espectadores? —preguntó Shinsou con dudas.
La anciana agitó la mano hacia sus espaldas sin siquiera dar una segunda mirada. Shinsou se irguió sobre sus codos, espiando por detrás de la anciana mientras su cuerpo entero daba un escalofrío.
Tres pares de ojos le estaban observando detrás de una de las camillas vacías. Shinsou quiso morirse en ese momento.
Incluso el termómetro se le cayó de la boca y acabó sobre el suelo. La anciana resopló mientras lo levantaba, farfullando que tendría que esterilizarlo otra vez.
Jirou Kyoka y Yaoyorozu Momo le miraban con curiosidad; especialmente la segunda chica, que se llevaba preocupada una mano a los labios. La primera tenía una ceja arqueada y un gesto algo confuso, pero alzó una mano a modo de saludo perezoso.
Pero lo peor de todo era que Kaminari estaba delante de las dos muchachas. Se veía bastante estúpido con su boca entreabierta y los ojos tan grandes como sapos, sin articular una sola palabra pese a que siempre era demasiado parlanchín.
Shinsou había querido escapar de Kaminari, pero ahora lo tenía siendo partícipe de sus mayores miserias.
—Quédate quieto —Recovery Girl le tomó por los hombros para obligarlo a recostarse otra vez; Shinsou se resistió varias veces—. Necesito auscultar.
—¿Qué cosa...? —preguntó Shinsou entre sorprendido y horrorizado.
Pero fue su estupefacción lo que Recovery Girl aprovechó para terminar de recostarlo a la fuerza, calzarse el estetoscopio y apoyarlo contra el pecho de Shinsou a la velocidad de la luz, justo encima de su corazón.
Los latidos se le dispararon en ese mismo instante. No tuvo idea de por qué ocurrió aquello.
Recovery Girl chasqueó la lengua, bastante decepcionada.
—Demasiado rápido. Demasiado irregular —La anciana negó con la cabeza—. No tengo dudas de que tienes un severo caso de anemia... más la gripa que estás desarrollando por estar bajo la lluvia hoy...
—No pude pillar el autobús —carraspeó Shinsou; nunca había estado más incómodo—. Y hay que agradecer que al menos llegue a clases a tiempo...
—Tu corazón no te lo va a agradecer cuando seas un adulto —La anciana se quitó las piezas de los oídos—. La anemia es peligrosa, muchacho. Hará que todo tu sistema circulatorio se sobreesfuerce demasiado.
Recovery Girl hizo un pequeño silencio; Shinsou no sabía si ella estaba esperando que él se disculpase por tener unos terribles hábitos alimentos y de sueño.
Simplemente encogió los hombros, haciendo lo posible por mantenerse tan estoico y aburrido como solía lucir.
—Te escuchas como si hubieses hecho una maratón de quince kilómetros sin descanso, Shinsou... y solo tienes dieciséis...
—Casi diecisiete —Le corrigió sin ganas—. Y estoy bien.
Shinsou no podía mirar a la cara a sus otros tres compañeros; pero observando por el rabillo del ojo, descubrió a Kaminari llevándose una mano a la cadera y esbozando una de sus típicas sonrisas que le hacían ver como galán de cine viejo.
Estaba seguro que vendría la catástrofe.
—Bueno, bueno —intervino Denki, riendo con seguridad y confianza—. ¿Acaso lo puede culpar, señorita Recovery? Hay dos chicas guapas en esta sala. De hecho, mi propio corazón debe estar como en trescientos por segundo ahora mismo...
Recovery Girl arqueó una ceja, sin quitar el estetoscopio de encima de Shinsou pese que ya no lo llevaba en las orejas. Jirou y Yaoyorozu se quedaron procesando la estupidez que dijo durante dos segundos; hasta que fue Jirou la que se palmeó en la frente y Yaoyorozu se rió con un leve rubor en las mejillas, como si Kaminari le diese demasiada ternura.
Como si aquel no fuese el peor intento de dar un piropo en toda la historia de la Academia UA.
—Si tuvieses trescientos por segundo estarías muerto, Kaminari —dijo la anciana enfermera.
—Lo que tiene es trescientos pensamientos estúpidos por segundo —agregó Jirou.
—Yo soy el que quisiera estar muerto... —masculló Shinsou para sí mismo.
Pero aunque lo dijo como una broma cínica y amarga, Recovery Girl no se lo tomó demasiado bien.
—Te saqué sangre y la voy a mandar al laboratorio, con solo ver lo débil que está tu cuerpo y tu delgadez, me hago una idea de tu mala alimentación —dijo la enfermera—. Te prepararé una dieta para que empieces a comer mejor... y pastillas de hierro... no sé cómo te mantienes de pie con lo débiles que se ven todos tus músculos...
De acuerdo, Shinsou sabía que no era el más fornido de la escuela ni de chiste. Personas como Mirio Togata ostentaban ese título y se ganaban la medalla Bara que escogían a modo de broma a fin de año.
Pero Shinsou no se veía tan mal. Era ancho de hombros. Y bastante más alto que la mayoría de sus compañeros. No era un debilucho —sin mencionar que acarrear trastes —y a Eri, que cada vez subía más de peso— durante su adolescencia para arreglar un poco la casa le ayudó a ganar bastante fuerza.
Sin embargo, Recovery Girl tenía razón en que sus músculos estaban más débiles de lo usual. Él tenía fuerza, pero se agotaba mucho más rápido últimamente. Hasta cargar a Eri se sentía como si tuviera una bolsa llena de plomo entre los brazos.
La realización de aquello no le gustaba nada.
—Lo que sea —contestó Shinsou con desgano y fastidio—. Igual me siento bien.
—Shinsou, no quiero ser metiche —habló Yaoyorozu con una mueca de preocupación—. Pero tu salud es importante. Por favor no lo tomes a la ligera...
El repentino interés de Yaoyorozu le llamó la atención. No es como si él y la chica hubiesen tenido trato alguna vez.
Pero Yaoyorozu de verdad parecía tener una genuina preocupación por cada compañero de clases cuando estaba en apuro.
—Yaomomo tiene razón —coincidió Jirou—. Y tú no quieres poner triste a Yaomomo...
—Seguro —contestó Shinsou sin mostrar interés en ella. Volvió hacia Recovery Girl—. Haré lo que diga. Lo que sea. Ya no tendrá que preocuparse por mí.
—Más te vale —Recovery Girl había estado anotando algo en una libretita y se lo arrancó tras cortar el papel—. Y espero que hoy hagas reposo. Te va a dar gripa, y con un cuerpo tan débil y defensas así de bajas, es peligroso. Como vuelva a recibirte en esta sala, llamaré a tu padre.
Bufó en su cabeza. Como si Aizawa tuviera tiempo de tomarse las molestias... seguramente tenía una cita con otra botella de licor.
Shinsou hizo una sonrisa irónica mientras le arrebataba el papel a la anciana. Seguía un poco mareado, así que fue difícil leer todo lo que la hoja decía ya que todo parecía un inmenso manchón de tinta.
Estuvo tan enfrascado en ello, que apenas se dio cuenta de la presencia de Kaminari acercándosele. El chico le rodeó los hombros con un brazo y le robó la hoja con su mano libre.
Shinsou no le miró a la cara —seguía observando al hueco en donde sostuvo la hoja—, pero sabía que Kaminari estaba riéndose.
—Descuida —Le dijo a la enfermera—. Voy a proteger a este patán y le obligaré a cuidarse más.
—Pues más te vale a ti también —dijo Recovery Girl a Denki.
Luego se dirigió hacia Hitoshi:
—Tienes suerte de que alguien se preocupe tanto por ti. No pierdas a este niño loco.
Shinsou consiguió salir de la enfermería con la ayuda de Kaminari y Jirou. Yaoyorozu venía por detrás de ellos, cargando con la mochila de Shinsou que ni siquiera supo en qué momento la buscaron.
Se detuvieron en medio del pasillo, buscando apoyar a Shinsou contra unos casilleros. Masculló varias veces de que podía hacerlo solo, pero ninguno le hizo caso realmente.
Por la hora que marcaba el reloj de pared, Shinsou supo que ya estaban en el último período. Pronto podrían irse a casa.
—Con cuidado —espetó Jirou luego de que Kaminari hiciera un movimiento brusco—. ¡No es una muñeca, Kaminari!
—Ups —rió el nombrado—. Mala mía...
Shinsou suspiró cuando le ayudaron a apoyarse contra el casillero. La espalda le dolía horrores.
—¿Acaso me he...? —Shinsou apretó los ojos—. ¿Me he caído frente a todos...?
—¡Claro que no! —Kaminari agitó una mano, bufando—. ¡Te atrapé en mis brazos muy heroicamente!
Shinsou dio un respingo al escuchar aquello. Sí, recodaba haber estado intentando huir de Kaminari —pero los últimos minutos eran como una película borrosa adentro de su cabeza.
Jirou arqueó una ceja.
—¿Heroicamente? —preguntó—. Recuerdo muy claro que estabas gritando por un médico.
—Kaminari entró en pánico —agregó Momo con su sonrisita—. Es que se preocupó por ti, Shinsou...
—Ya —masculló Shinsou con una sonrisa irónica; como si no se lo creyera.
—¡Fui heroico! —Denki masculló indignado—. ¡Lo cargué en mis brazos hasta la enfermería!
—¿Me cargaste en...? —Shinsou interrumpió. Por suerte su cabello podría cubrir sus orejas enrojecidas por la vergüenza—. Déjalo, mejor no quiero saber...
—De hecho, Kaminari es un enclenque que abandonó el gimnasio —repuso Jirou—. Y por eso Iida asumió la responsabilidad como delegado y te cargó. A los gritos.
—Iida estaba preocupado también —Yaoyorozu continuó intentando justificarlos.
—¡Hey! —espetó molesto—. Solo me estoy tomando vacaciones.
Shinsou tuvo las imperiosas necesidades cavar su propia tumba con una cucharilla de helado y lanzarse de cabeza.
No quería sumar cosas a sus miserias —como que Iida debió cargarlo como a una bolsa de patatas mientras profería sus gritos; o que Kaminari estaba tratando de mentirle que él lo cargó en sus flacuchos brazos.
¿Cuál era la razón para ello, a fin de cuentas?
¿Y por qué de repente había tres estudiantes, dos de las cuales nunca le hablaron, interesados por él?
No es que Shinsou fuese un desagradecido —pero no le hallaba el sentido a toda la situación. Ellos no eran amigos. No tenían que fingir que se preocupaban por él.
—Como sea —Shinsou se rascó en la nuca—. Ya me siento bien. Eh, gracias, supongo...
Intentó estirar el brazo hasta Yaoyorozu para pedirle su mochila, pero Kaminari se abalanzó con un salto en medio de los dos; le sacó un pequeño susto a la muchacha, cosa que no agradó demasiado a Jirou.
Shinsou parpadeó confundido. Kaminari tenía ambos brazos extendidos al costado de su cuerpo, como si quisiera impedirle el paso a una zona radiactiva. Sus cejas rubias fruncidas le hacían ver más gracioso e infantil.
—Kaminari... —empezó Shinsou—. Sé que quieres mis apuntes, pero yo igual necesito mi mochila.
Pensó que su cínica broma serviría para hacer reír al muchacho y quitar aquel extraño gesto. Kaminari no necesitaba las notas de Shinsou —no es que alguno de los dos tuviese las mejores calificaciones... si exceptuaban literatura.
—No —contestó Kaminari decidido.
Shinsou arqueó una ceja, desafiante. Intentó no mostrarse tenso, sino que eligió mantener su postura desgarbada y despreocupada de siempre.
Era mucho más fácil fingir que estabas bien cuando los demás creían que nada te importaba lo suficiente.
—¿No? —Shinsou replicó.
—No —contestó Kaminari con la misma firmeza.
Shinsou le escrutó solo un segundo con la mirada, pero al final optó por darle una sonrisa torcida y un encogimiento de hombros.
—Vale —dijo—. Pero vas a ser tú quien tendrá que hacerme luego la tarea...
—¡Ah, claro que no! —Kaminari negó; esbozó lentamente una sonrisa—. Tú sí tendrás mi mochila... pero tienes que venir conmigo a la salida.
Shinsou se quedó un instante en silencio.
—Pues quédate con la mochila, mejor.
—¡Eh!
Jirou se estaba aguantando las ganas de echarse a reír a carcajadas. Kaminari infló las mejillas, como si fuese un niño pequeño haciéndole un berrinche.
Pero Shinsou sabía muy bien cómo controlar los berrinches. Había criado a una niña, después de todo.
Ni siquiera los ojos brillantes de Kaminari podrían con él.
—Te voy a llevar a almorzar —dijo Denki—. Y no, no es una propuesta, es una orden...
—Pues si es una orden, ¿por qué no me siento amenazado? —Shinsou siguió sonriendo con sorna.
El rubio apretó los ojos. De repente intentaba verse molesto y decidido, caminando lentamente hacia Shinsou como si aquello fuese a darle miedo.
—¡Te llevaré, quieras o no! —Kaminari le picó en el pecho con un dedo—. Recovery Girl dijo que estabas anémico y que te falta comer...
—Oye, soy delgado por naturaleza —Shinsou rodó los ojos—. A ti no te digo nada por ser bien pesado.
Kaminari cambió abruptamente su mueca amenazante a una más bien de súplica. Juntó ambas manos y le hizo un mohín.
—¡Vamos, Shinsou! —rogó Kaminari—. Te llevaré a comer a mi lugar favorito...
—Que no —Shinsou gruñó—. Tengo cosas que hacer.
Y con cosas que hacer, Shinsou se refería a que debía trabajar si quería juntar lo que le faltaba para pagar las boletas. Y conseguir algo de comida para la alacena.
Intentó bordear a Kaminari, pero el chico se lo impidió dando un paso al costado que se dirigía. Luego buscó el otro, pero Kaminari volvió a hacer lo mismo.
Estuvieron como una especie de ping pong hasta que Shinsou se agotó; sujetó a Kaminari con fuerza por los hombros, y lo apartó sin soltarle para poder pasar hasta donde estaba Yaoyorozu. Le quitó la mochila rápidamente, aunque al menos intentó no ser brusco.
—Como dije —Shinsou carraspeó—. Gracias por, eh... quedarse en la enfermería. Aprovecharé y me iré antes...
Shinsou se dio la vuelta para largarse, pero la presión en su muñeca le impidió avanzar. No tenía demasiadas fuerzas como para tironear su propio brazo o iba a marearse otra vez.
No necesitaba dar la vuelta para saber que era Kaminari sujetándolo con ambas manos. Shinsou suspiró.
—Kaminari, en serio... me tengo que ir...
—Shinsou —dijo Kaminari con voz más suave—. ¿Te darías la vuelta?
Hitoshi contó hasta cinco antes de voltearse, suplicándole a Alá, Dios, Buda, Zeus o a cualquier otra entidad inexistente por un poco de autocontrol.
Giró un poco sobre sus propios talones, asegurándose de que no se le torciera el brazo todavía atrapado por las insistentes manos de Kaminari.
Su corazón dio un vuelco al descubrir que los grandes ojos dorados de Kaminari estaban esperándole para mirar a los suyos. Su labio inferior parecía formar una chistosa —y muy poco convincente— boca de pato.
Shinsou miró entonces a Momo y a Jirou. La primera le sonrió alentadoramente para que aceptara. Jirou encogió los hombros, como si le dijera que no iba a sacárselo de encima hasta que aceptara a almorzar con él.
Kaminari acentuó todavía más su cara de cachorro mojado que busca salirse con la suya. Shinsou se frotó todo el rostro con su mano libre, resoplando al final.
—De acuerdo —masculló. Alzó un dedo antes de que Kaminari empezara a chillar—. Pero solo una hora.
Shinsou tironeó entonces para zafarse del agarre. Los ojos de Kaminari se agrandaron con emoción, y su boca se extendió por toda su cara hasta que dejó escapar un gritito de emoción.
—¡Oh, sí! —Agitó el puño en el aire—. ¡Tendremos un gran almuerzo, Shinsou! Me muero de hambre...
—Pero si acabas de comer, cerdo —masculló Jirou.
Kaminari hizo como que no la escuchaba. Solo tenía ojos para buscar la mirada de Shinsou —como si acaso él fuese a devolverle el gesto cómplice.
Como Shinsou no estaba dispuesto a decir más nada, Kaminari volvió a sujetarle de la muñeca y le arrastró por el pasillo. Iba chillándole algún saludo a Yaoyorozu y a Jirou, pero Shinsou aprovechó para suspirar y decirle:
—Eres una rata manipuladora, ¿lo sabías? —dijo sin mostrar mucha emoción—. Que conste que esto debería considerarse un secuestro.
Kaminari se giró hasta él, guiñándole en el ojo y golpeándole con su hombro en el brazo. Shinsou se frotó ya que el gesto algo brusco le hizo doler.
Pero Denki no pareció notarlo. Solo seguía sonriendo como un pelmazo, como si flotara en una nube de algodones de azúcar.
Y también sujetándole por la muñeca.
—Pues me alegro de serlo —dijo Kaminari, orgulloso—. Ahora ya sé que no te resistes a la manipulación de las ratas traidoras como yo.
Kaminari no cerró el pico de camino a su Audi. Le habló de todas las estupideces que atravesaron su cerebro.
Tampoco lo hizo en cuanto se montaron en el automóvil, ni cuando arrancaron y direccionaron hacia quién sabe que restaurant. Muchos menos lo hizo cuando finalmente se bajaron del mismo, Shinsou siendo arrastrado, en un sitio especializado en barbacoas.
Shinsou rezongó. No tenía de cómo salir de aquella. No tenía más que un par de yenes en los bolsillos —Aizawa le había quitado los últimos ahorros que él escondía al fondo de una caja de cereales.
Nunca sabía cómo le hacía su padre encontrar siempre los billetes.
—Kaminari, en serio... me sigo sintiendo algo mareado para comer...
—¡Pero, Shinsou...! —Kaminari exclamó con los ojos bien abiertos—. ¡Tienen carne argentina! ¡Es la mejor que hay...!
Y también será la más costosa, pensó para sus adentros.
Además, el dinero era tan solo uno de sus problemas. Que Kaminari estuviese actuando divertido y parlanchín, no borraba el hecho de lo vivido por ambos en la noche del viernes luego de la fiesta de Sero.
De hecho, subir otra vez al auto de Kaminari le hizo elevar los latidos y sentirse un poco más ansioso. El chico manejaba mucho más prudente, pero el olor a pino adentro del auto le hizo recordar cosas que quería olvidar.
No quería que Kaminari tocase el tema.
Ni sobre su padre.
Ni sobre su ataque.
Ni sobre nada que involucrara su vida.
Pero ya había sido bastante estúpido en terminar accediendo a algo que no debió aceptar... ¿por qué Shinsou era tan estúpido y fácil de convencer?
Tan solo Eri conseguía hacerle temblar los cimientos y hacerle dar vuelta en sus decisiones. Y Kaminari definitivamente no era Eri —a menos que saliera con que le gustaban los unicornios de felpa y los gatos desnutridos del vecindario.
Creía entender un poco la razón. Al menos, la comprendió cuando Kaminari acabó arrastrándole a la Steak House —cuyo logo era la silueta de una vaca y un ternero— de carnes del mundo... y estuvo casi cinco minutos leyéndose el menú al revés.
Shinsou se apretó los labios durante esos minutos. Fingió que la decoración ranchera y americana del lugar era mucho más interesante que estallar en carcajadas —no debía hacerlo; reírse era tonto—; pero si le decía a Kaminari que lo tenía al revés, ya no podría aguantarlo mucho más.
—¿Este menú sí está en japonés? —preguntó Kaminari con las cejas fruncidas y en la nariz hundida entre las páginas—. Creo que me vieron cara de extranjero...
Kaminari era idiota. Ya no quedaban muchas dudas.
Pero ahí estaba también aquello que comprendió solo aquel mediodía en el Steak House a su lado —Kaminari desprendía una potente aura de inocencia e ingenuidad.
El viernes, Shinsou le había visto borracho y fumando. También le confesó que tenía sexo con Jirou —y no dudaba de que lo hubiese hecho con más personas. Kaminari no era una persona que se privaba de los placeres de la vida. Y disfrutaba al cien por ciento de todo aquello que amaba; como leer.
Eso era tan solo la superficie. El corazón de Kaminari debía estar formado con miles y miles de retazos de de anécdotas y locas aventuras.
Y aun así, a pesar de todas sus locuras... Denki lograba conservar su inocencia.
Una dulce inocencia que solo tienen las personas que no han visto la maldad y la crueldad en el mundo. Una que Eri también tenía, y que Shinsou se había esforzado —y seguía haciéndolo— en proteger.
Sus ojos se sintieron acuosos por un momento. No es que tuviera ganas de llorar. Pero era el tipo de acuosidad que se producía cuando algo era demasiado intenso como para ser vivido en carne propia —incluso si se trataba de una revelación nimia como aquella.
Era demasiado estúpido que Shinsou pensara todo eso por un menú al revés.
Kaminari tenía ese efecto.
—Creo que lo tienes al revés, Shakespeare —Shinsou dijo finalmente. Dejó su menú en la mesa y le arrebató el de Denki—. Y así apruebas literatura...
Kaminari se quedó con la boca en forma de o observando sus manos vacías, parpadeando en lo que Shinsou volteaba el menú y se lo acomodaba otra vez.
Ahogó un jadeo de sorpresa.
—¡Ahora sí que está en japonés! —exclamó con una sonrisa.
—Idiota...
Shinsou carraspeó cuando se dio cuenta que elevó una de las comisuras de su boca mientras lo decía. Se mantuvo en su lugar, incómodo, mientras Kaminari leía emocionado el menú y sacaba la punta de la lengua.
Igual no planeaba pedir nada. No necesitaba leer el menú.
Sus manos temblaban todavía un poco por la debilidad que sentía desde el desmayo. Apoyó con cuidado el menú sobre la mesa, así podría esconder ambas manos en el regazo. No quería que Denki viera aquello.
Rogó que su estómago no volviera delatarlo frente a aquel tonto —pero el olor de la carne asada le estaba haciendo desfallecer.
—Estoy demasiado dividido —Kaminari chasqueó la lengua—. Me tienta mucho el filete norteamericano grillado con salsa barbacoa... ah, pero la carne argentina...
—Joder, ya elige una —masculló Shinsou—. Es solo carne. Todas vienen de una vaca.
Kaminari levantó velozmente la cabeza, con un gesto molesto hacia Shinsou. En menos de un segundo, tomó uno de los panes de la cesta y se lo lanzó al centro de la cara.
Todo ocurrió demasiado rápido.
Shinsou se quedó en shock mientras su nariz era atacada con un pedazo de pan recién horneado.
—¿A ti qué diablos te pasa...? —espetó Shinsou mientras se sobaba la nariz.
—No nombres a las vacas —dijo Kaminari con gesto compungido—. Me haces sentir culpable...
—Kaminari —Hitoshi dijo con seriedad—. El jodido logo de este lugar es una vaca y su hijo... si eso no es algo macabro...
—¡Pero me da culpa!—lloriqueó Denki—. ¡Me siento un asesino!
—Pídete una ensalada, entonces.
—Bueno, no me da tanta culpa...
Shinsou se aguantó las ganas de reír. Kaminari no podía decir en serio todas las estupideces que soltaba por minuto.
—Eres como una morsa —dijo Shinsou—. Si se supone que ya almorzaste.
El chico iba a replicar, pero al final, un mozo llegó y Shinsou tuvo que cubrirse la boca. Kaminari pidió dos limonadas para ambos —luego de preguntarle a Shinsou si por él estaba bien—, y continuó con su acalorado debate interno sobre si el filete con barbacoa o la carne argentina eran mejores.
—Ah, buenas elecciones —dijo el mozo con una sonrisa—. ¡Ni siquiera yo sabría qué recomendar! Aunque si quieren algo diferente, puedo ofrecerles la recomendación del chef: filete Chateaubriand con patatas gratinadas de tipo bastón.
Okay, Shinsou estaba seguro que su estómago acababa de rugir de solo imaginar aquel platillo. Incluso si no tenía idea de qué narices decía aquel mozo en francés.
—Diablos, eso no me ayuda —rezongó Kaminari—. Y si pido todos saldré rodando como morsa...
El mozo pareció recordar que estaba Shinsou en la mesa. Se le iluminó la cara con una idea.
—Pueden pedir uno y uno —exclamó el chico—. ¡Y comparten!
—Eso es... ¡una gran idea! —Kaminari alzó los brazos emocionado, haciendo tintinear las copas—. ¡Eso queremos! ¿Verdad, Shinsou...?
—La verdad es que n-...
—¡Y también quiero esa especialidad del día muy elegante! —agregó Kaminari—. Me quiero sentir un señor francés.
Shinsou abrió la boca, indignado. Kaminari no parecía tener límites.
—Entonces un filete a la barbacoa, un trozo de carne argentina y un Chateaubriand; todo para compartir —El mozo apuntó feliz de haber logrado vender dos de los platos más caros—. ¡Les juro que no se van a arrepentir!
Una vez que el chico se llevó los menús, Shinsou se quedó fulminando a Kaminari con la mirada. Esperó con aquella mueca de mala gana hasta que Denki dejó de pensar en la inmortalidad del cangrejo; y se dio cuenta que Shinsou podría haberlo asesinado si las miradas mataran.
Se rió algo incómodo.
—¿Hice algo malo...? —preguntó con voz inocente.
—Te dije que no tengo hambre —espetó Shinsou—. Sabes que...
La mano de Kaminari se agitó en el aire para que dejara de hablar.
—No tienes que preocuparte si es muy costoso —Kaminari sonrió tras encoger los hombros—. Te he dicho que yo te invitaba.
Shinsou apretó los dientes y uno de los puños que llevaba sobre el regazo. Sintió que se le cerraba la garganta.
No sabía cómo decir lo que estaba pensando en ese momento —y acabó diciéndolo de la forma más brusca posible:
—¿Es porque viste mi casa? ¿Sabes que soy po-...? —La voz se le cortó antes de terminar aquella palabra. Shinsou inspiró con los ojos cerrados—. ¿Es esto alguna clase de caridad, Kaminari?
Kaminari hizo una mueca de horror al ser acusado de algo como aquello. Podría haber sido el gesto más sincero, o tal vez el más exagerado del mundo.
Nunca se sabía con aquel chico.
—¡No! —Kaminari se apresuró en mascullar—. ¡No te traje por ninguna razón que tenga que ver a lo ocurrido el viernes, Shinsou! ¡Quiero pasar tiempo contigo!
Los de la mesa de al lado se dieron vuelta por su grito. Shinsou y Kaminari se encogieron por la vergüenza, hasta que la parejita que degustaba toda una parrillada decidió seguir enfocándose en su carne.
Denki carraspeó.
—Shinsou, no sé de qué hablas —negó con la cabeza—. Te he traído aquí porque sé que tú mismo no te ocuparás en mejorar tu dieta. Recovery Girl nos dijo que estás bastante deteriorado...
—Estoy bien —masculló Shinsou—. No necesito niñeras.
—Uh, sobre eso... Recovery Girl dijo que dirías exactamente lo mismo —Kaminari dio una risa falsa—. Pero no quiero que pienses que esto es... caridad o lo que fuera. Soy tu amigo. O quiero ser tu amigo... ¡y a mí me gusta invitar a mis amigos a comer!
Shinsou se apoyó contra el respaldo de su silla. Brazos cruzados, cejas arqueadas hasta el techo...
—¿Acaso invitas a tus otros amigos? —Le inquirió—. ¿O ellos sí pueden pagar este lugar?
Denki se llevó las manos a la cadera. No se iba a rendir, al parecer.
—¡Por supuesto que lo hago! —exclamó—. Si supieras que Kirishima me deja en bancarrota cuando le invito... le das tu mano y ese chico te come hasta el codo...
—Kaminari, no me gusta ser una molestia —suspiró Shinsou—. Te lo puedo devolver cuando... cuando venda unas ciento cincuenta hamburguesas, supongo. Y tolere a Midoriya hablando del trasero de Todoroki...
—¡No me vas a devolver! ¡Es mi dinero! —Kaminari se llevó un dedo al mentón, pensativo—. Bueno, el dinero de mi padre... pero él me da dinero para gastar en las cosas que me gustan y que aprecio...
Shinsou sintió otra vez la garganta cerrada al ver la sonrisita de Kaminari. Por primera vez en lo que iba del día juntos, no supo realmente qué decir.
Kaminari tamborileó sus dedos sobre el mantel blanco. De una forma que pretendía ser sutil —y que realmente no lo era—, deslizó su mano a través de la mesa hasta llegar al puño apretado de Shinsou sobre la tela.
Los dedos de Kaminari envolvieron su endurecida mano. Shinsou respiró fuertemente en lo que la suave piel del otro chico rozaba los callosos angulosos de su propia mano.
Nunca nadie había tenido tanto cuidado.
Y nunca algo se había sentido tan bonito. O tan aterrador.
Su corazón latió tan fuerte que casi pensó que podría ser otro ataque de pánico en ese instante —y lo decía de verdad. Porque Shinsou no sabía si esperar algo bueno de tantas extrañas muestras de afecto.
Retiró la mano por las dudas.
Kaminari quitó la suya, también, al sentir el movimiento. Los dos decidieron mirar hacia cualquier decoración vacuna del lugar para no tener que mirar al otro. La tensión era demasiado.
—Así que... —empezó Kaminari tras dar un silbido—. Lo que me dijiste hace un rato...
—Déjalo —Shinsou se frotó la nuca; seguía sin mirarle—. Mejor nos enfocamos en...
Shinsou cometió el error de desviar la mirada solo un segundo para observar a Kaminari. Una parte de él hubiese deseado no haberlo hecho.
Otra parte de él quería salir corriendo para dejar de pasar vergüenzas con ese sujeto.
—Kaminari, ¿qué diablos...?
—¡Mírame! —exclamó entre risas graves—. ¡Soy una morsa!
Shinsou seguía sin poder dar crédito a lo que sus ojos veían.
Kaminari tenía los hombros encogidos, la cabeza echada hacia atrás, y dos palillos de pan incrustados en los orificios nasales...
Como si fuese una morsa.
O un niño de cinco años fingiendo ser una morsa.
—¡Shinsou, Shinsou! —Le agitó una mano—. ¡Tómame una foto!
—Lo que voy a tomar ahora es mi teléfono para llamar al psiquiátrico —Shinsou amenazó—. Eres un peligro para esta sociedad...
—¡Auxilio! —exclamó Kaminari con voz más aguda—. ¡Hay una morsa suelta en mi restaurant!
—Kaminari...
Denki siguió haciendo imitaciones estúpidas, que cada vez llamaban más la atención de los otros comensales y solo conseguían que les miraran con pena y desagrado.
Shinsou intentó quitarle los palillos, pero era imposible sin abalanzarse sobre Kaminari.
Al final, se tuvo que llevar las manos a la boca cuando Kaminari comenzó a imitar a sus compañeros. Las manos de Shinsou temblaban un poco todavía, pero ya ni siquiera pensó en ocultarlas.
—¡Oh, no! —dijo con su mejor imitación de Midoriya—. ¡Kaminari se ha convertido en una morsa! ¡Necesito el trasero de Todoroki para salvar el día...!
—Ya basta —advirtió Shinsou con la boca tapada—. Te juro que te voy a demandar por idiota.
—¡Esto es un peligro para la seguridad de la escuela! —prosiguió con voz más grave y agitando sus manos en una posición más rígida—. ¡Hay que llamar al zoológico!
—Kaminari... —A Shinsou casi se le escapó una carcajada de la garganta—. Nos van a echar por raritos...
—¡Pues solo hay que darle una patada y shine! —exclamó Denki—. ¡Shine, shine, shine!
Por la fuerza que hizo con sus brazos al fingir que daba golpes al aire, uno de los palillos de pan se le cayó de la nariz.
Kaminari se le quedó mirando al palillo destrozado en el suelo como si aquello fuesen sus esperanzas a futuro yéndose al tacho.
—La morsa se ha quedado lisiada... —suspiró con desgano—. ¿Qué hago imitando a la lisiada...?
Shinsou se tapó el rostro entero mientras negaba con la cabeza. Quería fingir que era por vergüenza, pero los propios espasmos de su cuerpo revelaban que era por mucho más que solo eso.
Por supuesto que tenía vergüenza. Pero, ¿no era esa la mejor parte de la situación?
Tal vez no le darían unas incómodas ganas de explotar en carcajadas si no fuese porque un montón de elegantes comensales y mozos con pajarita, estaban observándoles como si tuvieran la peste.
Y a Kaminari no parecía importarle en absoluto. ¿Por qué iba a hacerlo?
Nunca tenía vergüenza de vivir la vida.
Nunca tenía miedo de hacer exactamente lo que quería. Aunque fuese tan estúpido como imitar a una morsa.
Nunca se rendía en conseguir lo que quería.
Lo supo cuando sonrió orgulloso al ver a Shinsou intentando ocultar que su estúpido acting de la morsa le sacó unas buenas carcajadas.
—Espero que las risas te hayan dado hambre, mon ami —dijo Kaminari mientras tomaba la servilleta de tela y fingía ponérsela de forma elegante—. Porque me comería una morsa entera del hambre que yo tengo.
Shinsou ya no pudo aguantar más la risa. Tal vez hasta le salió una lagrimilla en sus esfuerzos por haberla ocultado tanto.
Kaminari continuaba fingiendo ser elegante y refinado tal como lo haría Aoyama. O Monoma —cuando no estaba actuando como un psicópata que acababa de huir del manicomio.
Ambos se cubrieron la boca cuando el mozo llegó con sus platillos. El olor les hizo olvidarse de la morsa. O de la falta de dinero. O de lo ocurrido el viernes.
Quizá fuese solo un instante chispeante en medio de una eternidad oscura. Una pequeña llama en medio de un pasillo en tinieblas. Una ilusión óptica, que aunque le doliera admitirlo, podía ser solamente eso y no una cura real para su día a día.
Pero Shinsou pensó que, tal vez... volvería a elegir ese único instante.
Aunque sus decisiones no siempre terminaban siendo las más acertadas.
Wuuuu capítulo más largo hasta ahora ;u; es curioso porque esta cantidad, en cualquier otro de mis fics, se consideraría corto haha
Y sí, esa que leyeron ahí es una referencia boba a Argentina xD no puedo evitarlo, las raíces siempre llaman (? Y además no es mentira lo que dije (??????? Okya
Este capítulo lo siento como un poquito de aire fresco ♥️ entre el drama del fic... y lo que vendrá ;;u;; mejor no digo nada porque luego me pegan, pero no dentro de mucho tiempo empezarán las cosillas más pesadas Q u Q
Saben que siempre pueden dejar teorías por acá (? ——>
Tuve unos días re pesados y algo desmotivadores ;-; no es que quiera hacerme la victima o contar mis problemas... pero bueno, quería decírselos para que me disculpen un poquito por todavía no terminar el capítulo doble de HPE </3
He avanzado con las Weeks pero porque escribir OS/Drabbles (?) es un poquito más fácil, y andar desanimado no ayuda mucho con la comedia ToT pero LES JURO que ya en unos días estará listo, haré los dos capítulos que subiré los más largos posibles ;;;; les compensaré por mi irresponsabilidad
Y péguenme porque ya tuve una idea TodoDeku para Halloween. Alguien sabe cómo viajar en el tiempo? Porque estoy demasiado emocionada ahora djdbsjsj
Muchísimas gracias por todo su amor y comentarios en este fic ♥️ ya casi alcanzo los 20 capítulos!!! Realmente ir adelantada a la publicación me facilita la existencia xD
Nos vemos el próximo jueves (o en HPE, prontito) ♥️ besitos!
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