ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ⁹

–No quiero nada contigo— observo su rostro detenidamente.

—Lo sé— responde con simplicidad. Sus ojos caen en mis labios y, sin dudarlo, llevo mis manos a su cuello acercándolo, haciendo que unas ganas inmensas de besarlo desenfrenadamente me invadan. Y así lo hago. Empujo mis labios contra los suyos. Sus manos se dejan sentir en mi cintura y sin previo aviso me encuentro en su regazo. Sus manos recorren mi espalda sin escrúpulos mientras nuestros labios se devoran intensamente.

Nuestro entorno parece estallar en llamas, mi vestido se pierde en algún momento de la noche. Solo se escuchan nuestras respiraciones agitadas y solo siento el roce de nuestros cuerpos. Todo a mi alrededor parece haber desaparecido. Solo somos el, yo y nuestro apasionado encuentro.

Calem baja su mano hasta mi trasero en dónde da un apretón. Suelto un gemido y cuando mi braga está a punto de desaparecer escucho un golpe en la ventanilla del coche. Me separo rápidamente de Calem y al alzar la vista el pánico entra realmente en mí.

—Oh, mierda— Calem lanza un gruñido mientras que lo único que hago yo es quedarme estática en su regazo.

—Jordan...— al decir su nombre parezco reaccionar y saltó rápidamente a la parte trasera del coche para coger mi camisa, la deslizo sobre mis hombros tapando mi semi desnudez y al instante una mano se cierne en mi brazo y tira de mi fuera del coche.

—Jordan— vuelvo a repetir su nombre como si de alguna manera deseara que esto no fuera real, que fuera otro de mis muchos sueños y que cuando despertara todo volviera a la normalidad. El pelinegro sigue tirando de mi hasta llegar a su coche en donde soy lanzada en el asiento del copiloto. Entra cerrando su puerta de un portazo y pone el coche en marcha. Sus manos aprietan con fuerza el volante del coche, hasta tal punto que sus nudillos se tornan blancos.

—Jordan, por favor, escucha...— ruego, como si eso fuera a hacer que se calme. El auto se detiene de un fuerte frenazo, sollozo y miro a Jordan, el cual se lleva las manos a la cabeza y susurra palabras que no llego a entender.

—¿Qué coño hacías con él, Alexa?—Su voz suena enfadada, trago duro mientras bajo la vista. Su mano captura mi muñeca y aplica algo de fuerza.—¿Que hacías con el?

—Me haces daño...— suelto un pequeño gemido debido al daño y al instante dejo de sentir el contacto de sus dedos.

—Responde, Alexa.

—Vine a la fiesta con él, ya te lo había dicho— digo aunque la respuesta es más que obvia.

—Lo diré de otro modo. ¿Qué hacías follando con él?

   Cuando voy a abrir la boca para responder pienso bien en lo qué estoy haciendo. ¿Por qué le tengo que dar explicaciones? Él no es mi padre, y aunque lo fuera no tiene que decirme con quién puedo o no estar. Además, el se acuesta con más de veinte tías ¿y luego me reclama a mi por besarme con alguien?

—¡Responde, Alexandra!— da un fuerte golpe en el volante y es la gota que colma el vaso.

—Yo a ti no te tengo que dar explicaciones por nada. Por na-da. Y mira quién fue a hablar, te acuestas con una tía diferente cada noche y no te reclamo— su mandíbula se aprieta y lo que viene a continuación no me lo espero para nada.

—Eres una pu...— antes de que termine de hablar bajo del coche y empiezo a caminar lejos de él.

—¡Alexandra!— mi nombre se oye seguido de un portazo. Camino sin mirar atrás, lo ultimo que quiero es volver para continuar una discusión que, seguro, el terminará ganando, como siempre.

No vuelvo a escucharle. Ni a él ni a su coche. Saco mi móvil pero sin éxito, no hay ni un ápice de carga en él. Supongo que ahora tengo que seguir caminando hasta una gasolinera para que, con suerte, un alma caritativa me preste su cargador.

El resto de la noche se resume en eso: Vagar por la carretera solitaria con un frío inimaginable y un hambre aún peor.

Cuando por fin llego a una gasolinera son las tres y veinte de la madrugada. Un hombre me presta su cargador y tras esperar a que mi móvil se encienda llamo a la última persona que quiero. Pero la única a la que puedo.

—¿Hayes?— digo cerrando mis ojos cuando la llamada se descuelga. Solo espero que no haya sido una mala idea.

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