ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ³⁴

¡Tenemos grupo de whatsapp!💗

El volumen de la música me recibe nada más cruzar la puerta. Ruedo los ojos y camino hasta la cocina, viendo a Jordan, Calem y Hayes jugando beer pong.

Jordan había decidido hacer una fiesta de final de curso en casa, invitando a toda la universidad a nuestra casa, cosa de la que no fui informada hasta hace una hora.

Voy hacía ellos y me apoyo en la mesa, al lado de Calem.
—¿Qué tal?— pregunto. Calem alza la vista mirándome, sonríe y estirándose hacía atrás deposita un beso en mi boca.
—Hola, bicho— su voz está ligeramente grave, dándome a saber que ha estado bebiendo.
—¡Princesa!— unos brazos se cuelgan de mi y jadeo. Giro la cabeza viéndome al Hayes más borracho de la vida. —¡Te he echado de menos! Pensé que ya no me querías— llora dramáticamente y ruedo los ojos.

Dios santo.

—Estoy bien, Hayes— Calem llega en mi auxilio y separa a Hayes de mi.
—Ey, campeón. Hay un dinosaurio en la piscina— los ojos de Hayes se abren y sale corriendo hacia la piscina. Miro a Calem alzando la ceja.
—¿Y si se ahoga?— oigo de lejos el ruido de agua y al mirar veo a Hayes mojado en la piscina.
—Na, tranquila— asiento insegura y miro a otro lado, viendo a Jordan con Andrea, una chica que estuvo con nosotros en el colegio. Me cae bien así que no me preocupo por el x daño que le pueda ocasionar a Jordan.

Escucho ruido en la sala y Calem me mira confundido antes de ir hacia allí. Lo sigo con una pequeña mueca en mis labios, sabiendo exactamente a quién pertenece esa voz. La maldita peor pesadilla andante.

Cruzo las puertas, encontrándome a un grupo de adolescentes al rededor de una mesa. Aparto a la gente hasta llegar al medio y veo a Danna.

—Danna— suspira Calem y me mira.
—Alexandra— la voz borracha de la rubia llega a mis oídos.
—¿Qué haces aquí, Danna?— pregunto, cortante. Veo como se forma un puchero en sus labios y se levanta torpemente de la mesa, acercándose a mí.
—Y aquí está Alexandra la santa. Sigo sin poder entender por qué no te expulsaron. Bueno, te fuiste antes de que pudieras pero, aún así quedaste como la inocente. ¿Lo sabe ya tu querido Jordan? Por cierto, ¿dónde está?— gira la cabeza en todas las direcciones hasta caer en Calem y se forma una sonrisa en ella. —Oh, te conformaste con el otro.

Muerdo mi labio, intentando retener las ganas de matarla.

—Danna...— voy a hablar, advirtiéndola. Pero me calla.
—No, no... No entiendo como te prefieren a ti siendo la gorda que eres. Yo hago ejercicio y dietas todos los días y aún así te siguen prefiriendo, no lo entiendo. Eres y siempre serás la zorra con la madre loca. ¿Tu Calemsito no te dijo dónde estuvo mientras tú estabas llorando en un sótano?— siento como Calem se tensa a mi lado y yo miro ahora confundida.

—¿Qué?

—Danna— habla Calem, pero Danna una vez más interrumpe y lo agradezco.

—Si, Lexita. Mientras tú estabas congelándote yo estaba más que caliente. Joder esas manos y ni hablar de esa po...— mi mano impacta contra su cara y la empujo contra la mesa.

Perra asquerosa.

Sus gritos suenas pero los ignoros mientras sigo dando golpes repetidamente a su cara hasta que unas manos me separan.

—Joder, Alexandra— Jordan tira de mi alejándome y le juro a Dios que lo que más me dolió fue ver como Calem iba a ayudarla antes de yo desaparecer por la puerta.

Las lágrimas salen de mis ojos y muerdo mi labio con fuerza, hasta hacerlo sangrar.
—Alexandra, ya— Jordan se sienta de cuclillas delante de mí, dejándome a mi en la cama de su habitación. Sus manos suben a mis ojos, apartando mis lágrimas.

Entiendo perfectamente que Calem estuviera en todo su derecho de acostarse con quien quiera, no lo culpo ni le recrimino. El y yo no éramos nada durante ese tiempo. Pero acostarse con la persona que más daño me ha hecho y encima preocuparse por ella delante de mis narices son cosas muy diferentes.

—Alexandra— Jordan suspira, mirándome. —No puedo creerme que le hayas pegado a alguien, eso fue putamente increíble y caliente— río suavemente.

Danna y yo éramos mejores amigas, hacíamos todo juntas y era como si fuéramos hermanas, hasta que llegó el instituto. Danna cambió de rumbo, preocupándose por ser la más popular y empezó a hacerme bullying, haciendo que yo sufriera un trastorno alimenticio.

La adolescencia puede ser lo peor. Críticas por estar demasiado flaca o críticas por estar gorda, no existe punto medio para nadie. Si eres muy lista se burlan de ti, y si eres tonta también. Si no entras en el perfil de animador o jugador de algún deporte, eres excluida. Y eso lo aprendí por las malas.

Pasé recreos en el baño, sin comer nada solamente por no escucharlos y no verles la cara. Yo era la gorda, y aún habiendo bajado de peso, lo seguiré siendo para ellos, pero afortunadamente ya no me importa.

Aprendí a quererme tal y como soy, cosa bastante difícil pero tuve a Calem, Jordan y Hayes ahí, apoyándome.

Jordan fue mi primer amigo, le supliqué a mamá cambiarme a su instituto después de las burlas en el mío y al llegar allí me defendió con garras y dientes.

A Calem lo conocí también ahí, yo iba al baño a vomitar cuando choqué con él. No sé si algo en mi decía lo que iba a hacer, pero el lo supo y se encargó de ayudarme a no hacerlo y empezar a comer.

Hayes fue mi primer novio y el que me hizo tener seguridad y creer en el amor, antes de todo el tema de ser hermanastros y tener que dejarlo, claro.

Y ya el último paso fue mío, el de creer en mi y quererme.

Y por eso lo que más me duele es que aún Calem sabiendo todo lo que Danna me hizo, se haya acostado con ella. De todas las personas, tenía que ser ella. No son cuernos, pero es traición a nuestra amistad. Tú no te acuestas con alguien que me hizo daño a una persona importante para ti, o al menos a mi no se me pasa por la cabeza.

A lo mejor son todo estándares de amor y amistad que tengo yo en mi cabeza después de leer tantos libros y eso en la vida real no existe.

—Lexa— escucho unos golpes en la puerta y me doy cuenta de que Jordan debió haberla cerrado con llave después de entrar.

Alzo la mirada y miro a Jordan.
—¿Duermes conmigo?— sonríe suavemente y asiente.
—Claro que si, bruja— río.
—Ya puedes dejar de intentar ser Ares Hidalgo, mi obsesión es cosa de hace tiempo— niega antes de acostarse y atraerme a el en la cama, haciendo que mi cabeza descanse en su pecho.
—Sé lo feliz que te hace y que sigues enamorada de Ares Hidalgo. Además, me he leído la trilogía tres veces, ahora le pillé el gustito así que te jodes— levanto la cabeza y el evita mi mirada.
—¿Te gusta a través de mi ventana, Jordan?— me empuja contra su pecho de nuevo para evitar que lo miro pero puedo jurar que se sonroja.
—Cállate, bruja o te robo la clave del Wi-Fi.
—¿Sabes que en verdad lo hizo por...?— pone su mano en mi boca, callándome.
—Se acabó.

Y me duermo una vez los golpes de Calem en la puerta terminan.

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