ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ³²
Toco la puerta de mi habitación suavemente, pero al no recibir respuesta giro la manilla y abro.
—¿Ne?— musito. Veo a Calem sentado en la cama y cierro la puerta para luego acercarme a el. Me subo a la cama y me arrastro hasta llegar detrás de el. Paso mis manos por sus hombros y trazo círculos imaginarios en su cuello. Escucho un suspiro de su parte antes de echarse hacia atrás y apoyarse en mi. Acaricio los bucles en su pelo y delineo su cara con mi pulgar. —¿Estás bien?
Niega sin abrir los ojos y suspiro. Dejo su cabeza en el colchón delicadamente y me subo sobre el como un koala, apretando su cuerpo y escondiendo mi cabeza en su cuello.
Y lo escucho. Al principio es un murmuro, pero luego se hacen más fuertes. Y se me rompe el corazón, noto la vibración de su cuerpo bajo mis brazos mientras sollozos abandonan su boca, y lo único de lo que soy capaz es de abrazarlo con más fuerza.
Sus manos se envuelven en mi cintura, intentando consolarse.
—Hay más tiempo, cariño. Tenemos todo el tiempo del mundo— mi voz sale suave y baja, demostrando que estoy aguantando las ganas de llorar.
—No lo entiendes. No es eso— me separo de su cuello, mirándolo. Giro su barbilla suavemente haciendo que me mire.
—¿Y qué es?
—Me daba más seguridad. Si eras la madre de mi hijo ibas a seguir formando parte de mi vida aunque lo dejáramos. Yo solo quiero estar en tu vida y verte feliz, aunque no sea conmigo. Y con todo esto de la distancia, estaba cagado, pero sabía que tu y mi hijo me iban a estar esperando. No te quiero obligar a formar una familia, tenemos tiempo, pero la idea me dio seguridad.
Me ablanda el corazón. Con un par de palabras consigue derretirme completamente.
—Yo también estoy cagada por lo mismo, Calem. No quiero perderte por nada del mundo— me mira, con una de esas miradas que lo dicen todo.
Sus labios conectan con los míos, suave. Se encarga de acariciar sus labios con los míos, tratando de decir las mismas cosas que no salen a través de ellos.
Sus manos recorren mi espalda aún yo sobre el y desliza mi camisa fuera de mi cuerpo, deleitándose con mis senos sin sostén. Su boca traza besos en mi cuello, llegando a la piel sensible de mis pezones. Jadeo y me muevo sobre el sin querer, haciendo que mi feminidad roce su bulto y el suelte un jadeo. Sus ojos penetran los míos, mandando emociones por todo mi cuerpo. Vuelvo a repetir el movimiento de vaivén sobre su cuerpo, haciendo que el vuelva a gemir. Sus manos agarran mi culo y yo entierro mi cabeza en su cuello, muerdo su piel sensible y el gruñe entre dientes.
—Vuelve a hacer eso...— gruñe.
—¿O qué?
—Esto— sus manos empujan mi culo hacia delante, haciendo que mi feminidad vuelva a presionar su bulto. Mis ojos se ponen en blanco y gimo ante la fuerte tensión ahí abajo.
Y muerdo su cuello, joder que si lo hago. Muerdo ganándome una estocada cada vez, tentándolo y el dándome mi merecido.
Nuestras respiraciones agitadas llenan la habitación. Nuestros jadeos salen como promesas inquebrantables de lo que está por venir, y nuestros gemidos nos llevan al borde de la locura.
Vuelvo a morder su cuello.
—A ver si así te parece igual de gracioso— arranca mis pantalones de mi cuerpo y se deshace de su ropa interior. Coloca mi cuerpo sobre el suyo y me estremezco. Caigo contra su cuerpo y ríe. —¿Solo te rozo y ya te pones así? ¿Tanto te gusta mi polla?
Gimo por sus palabras, intentando apretar mis muslos antes de acabar encharcandolo.
—¿Tu pequeño coño ya está cachondo?— alza su cadera, chocando su polla con mi coño y cierro los ojos sobre su pecho. Una de sus manos agarra mi cuello y alza mi cabeza. —Cuando te hablo quiero respuestas, Alexandra.
—S-si.— Trago.
—¿Te gusta sentir mi polla?— vuelve a mover su cadera, repitiendo el movimiento de antes. Intento cerrar mis muslos pero me lo impide, abriendo aún más mis piernas con sus rodillas. Gotas resbalan de mi interior y cierro los ojos por vergüenza de que el sabe perfectamente lo mojada que estoy.
—S-si.
—Estás llenando mi polla de tus jugos, Alexandra. ¿Estás muy mojada?— asiento. El agarre en mi cuello hace presión. —Palabras, Alexandra.
—N-no— alza la ceja, burlón.
—¿No?— niego. Su manos baja a mi feminidad y pasa un dedo por ella. Sube su dedo empapado y lo coloca frente a mi.—Abre la boca.
Le hago caso. Su dedo empapado se mete en mi boca.
—Chupa— lo hago. Su mirada detona lujuria y vuelve a hacerme estremecer, haciendo que roce su polla sin querer. —Eres una mentirosa, Alexandra. ¿Y sabes que se les hace a las mentirosas?
Niego, cohibida.
—Se les folla, Alexandra. Se les destroza este coñito— su dedo hace presión en el lugar nombrado e introduce un dedo. Gimo. —Se les hace suplicar— su dedo se curva en la posición perfecta.— Y justo cuando están apunto de llegar al orgasmo— niego sabiendo lo que va a hacer. Aprieto mis piernas intentando llegar antes de que pare— Se para.
Quita sus dedos y va hacia el baño, lloriqueo frustrada pero me niego. Me levanto de la cama y camino sin importame estar desnuda hacia mi cajón, saco el vibrador y vuelvo a la cama. Me acuesto y abro las piernas mientras Calem está en el baño.
Esto le pasa por idiota.
Coloco el vibrador sobre mi clitoris y gimo cerrando los ojos. Mi cuerpo se arquea y muerdo mi labio para que Calem no se entere, pero es tarde. Unas manos se colocan sobre el vibrador, quitando las mías.
—La acabas de cagar, Alexandra— y cuando pienso que esta enfadado conmigo, el mismo sube la intensidad del vibrador y lo coloca sobre mi.
—Calem, por favor— agarro las sábanas con fuerza. Sus ojos clavados en mi completamente, viendo como me retuerzo y examinando cada reacción de mi cuerpo.
Y el orgasmo llega rápidamente, haciendo que todo mi cuerpo se sacuda, pero Calem me sujeta a la cama.
Y no lo quita, el cabron no quita el vibrador.
—No, Calem, por favor— pero hace como si no me escuchara.
—Siete orgasmos, Alexandra. Y si pierdes la cuenta empezamos de nuevo, ¿entendido?— gimo y al ver que no contesto vuelve a subir la intensidad del vibrador.
—Dije ¿entendido?
—S-si— y grito al llegar a otro orgasmo.
—¿Cuántos van, Alexandra?
—D-dos— asiente.
—Buena chica.
Y el tercer orgasmo casi duele de lo sensible que estoy.
—Calem, n-no puedo más— acaricia mi pierna.
—Otro más, Alexandra. Tienes que ser buena chica y aguantar uno más, ¿lo haces por mi?
—Si— sonríe y junta sus labios con los míos cuando ek último orgasmo me golpea, más fuerte que nunca. Calem aguanta mi cuerpo y mantiene mis piernas abiertas asegurándose que no me aparte hasta terminar.
Calem apaga el vibrador y lo aleja de mi. Se acerca a mi mientras mantengo mis ojos cerrados y acaricia mi cuerpo.
—¿Te molesta mucho?— acaricia levemente mi feminidad y niego.
—Estoy muy sensible, pero estoy bien— mi voz sale ronca.
—Esa es mi chica. Aguantaste como toda una campeona, cielo— sonrío ante el apoyo que me da. Besa mis labios dulcemente y me doy la vuelta colocándome boca abajo con la pierna sobre su cuerpo. Su mano baja a mi centro y lo acaricia suavemente. Suspiro y entierro mi cabeza en su cuello. Siento su respiración en mi oreja y cierro los ojos aún más fuerte cuando un dedo se cuela en mi.
—¿Está bien si te corres otra vez, cielo?— asiento aún en su cuello. Otro dedo se coloca dentro mio y mi respiración se entrecorta. Su mano en mi espalda me mantiene pegada a el e intento apartarme cuando siento algo.
—Calem, creo que tengo que hacer pis— mueve aún más rápido sus dedos dentro de mi cuando digo eso. —C-Calem.
—Alexandra, déjalo salir— y entonces el mayor orgasmo de mi vida me atraviesa. Lloriqueo en el cuello de Calem y aprieto su hombro con fuerza.
—Eres increíble, Alexandra— levanto la cabeza un poco y lo miro.
—¿Qué fue eso?
—Eyaculación femenina, Alexandra. Cuando estimulas lo suficiente el punto g pasa eso, parecen ganas de ir al baño pero no lo es, tranquila.
—Te quiero.
—Te quiero, bicho.
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