ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ²⁵
Abro los ojos lentamente adaptando los ojos a la luz del sol. Suspiro y me estiro en la cama. Bostezo perezosamente y miro a mi lado encontrándome a Calem. Jadeo sorprendida y al instante recuerdos de anoche me golpean.
Como cobarde, me levanto y voy hacia la puerta. Sé que si Calem está aquí es porque le doy pena, el me dejó bastante claro que no quería tener que ver nada conmigo antes de marcharse, y tengo que respetar su decisión. Siempre he sido una egoísta pero ya no más, por mucho que duela tengo que dejarlo marchar.
Alzo la mano hacia la puerta pero antes de que pueda tocar su pomo una mano toma la mía apartándome de este. Frunzo el ceño y me giro viendo esa característica alta masa muscular. Siempre se me olvida lo alto que es y la intensidad de su mirada. Bajo la vista, retrocediendo ante la tensión del ambiente pero Calem se mueve conmigo, obligándome a retroceder hasta que mi espalda choca con la puerta y me encarcela entre sus brazos. —¿Huyendo?— su voz es neutra, al igual que sus expresiones faciales. Tanto, que dudo entre si es un robot o un humano.
Trago duro.
—No— niego con la cabeza, mareándome un poco. Supongo que al fin y al cabo no se me ha ido el malestar.
Después de estas largas semanas, lo echaba de menos. Extrañaba su olor, su calidez, su presencia y la capacidad que tiene de hacerme sentir de todo sin ni siquiera tocarme.
—Lexa, mírame— ordena, pero ni lo hago. No pienso hacerlo. Me rehusó a hacerlo. —Mírame, Lexa.
Su mano se pone en mi barbilla y me hace subir la mirada. De mala gana lo hago, encontrándome la inmensa pradera de sus ojos. Recorro su rostro deteniendome sin querer en sus labios. Los analizo fijamente al ver un aro de metal en su labio inferior.
—¿Piercing?— digo sorprendida. Asiente pero desvio la mirada al ver que no está pasando lo que pretendo. —Deberías irte— me hago a un lado dejando libre la puerta. Me mira y sus brazos vuelven s acorralarme.
—¿Qué hacías borracha?—no me gusta el camino que está cogiendo la conversación.—¿Viniste a buscarme?— digo sarcástica y suena un poco bastante borde.
—Me llamaste tú, ¿recuerdas? No puedes estar ni dos segundos sin mí.
—Eso no es así, el mundo no gira a tu alrededor.
—El mundo no, bicho. Pero tú, sí— y ahí está el Calem arrogante que conocí hace tiempo.
—¡Quítate!— lo empujo. Sin éxito. Su fuerza y la mía no son comparables.
de nuevo sin éxito alguno.
—¿Estás bien?— pregunta. ¿Qué coño le pasa? ¿Me llama loca?
—Si. Lo estoy, estúpido.
—Entonces, ¿Por qué estas temblando? — frunzo el ceño al ver que es verdad. Calem se intenta acercar a mi pero lo alejo. ¿Por qué? Lo quiero fuera de aquí, no quiero que se quede aquí por lástima. Casi lo digo en voz alta pero no lo permito. Él está fuera de mi vida, tengo que mantener mi palabra esta vez.
El silencio se vuelve insoportable y me pego mentalmente por mi falta de autocontrol. Calem sigue teniendo su expresión neutra y me vuelvo a preguntar lo mismo que siempre: ¿Cómo hace para no sentir nada? ¿Cómo hace para tenerme así de cerca, y no demostrar una sola emoción mientras que yo me estoy muriendo de cien infartos, luchando por no dejarme llevar por mis sentimientos? ¿Cómo? El luce tan normal, tan tranquilo. ¿Entonces por qué no me deja en paz y sale de mi vida? Eso es lo que siempre quiso, ¿no? ¿Por qué está ahora aquí y no se ha marchado?
Y no sé si es la marea de emociones que me invade, pero mis piernas se aflojan y me tambaleo, sintiéndome débil.
Apretando mis manos, golpeo su pecho una y otra vez.
—¡Vete! ¡Largo!— pero no consigo nada, es un vano esfuerzo. Me tambaleo en dirección de la puerta sintiendo como mi estómago se retuerce.
No, no ahora, no te caigas ahora, Alexandra. No es el momento.
Me mareo tanto que me agarro de la cama y caigo sentada sobre ella.
—No me siento muy bien.
—Tranquila, Lexa. Recuéstate— Calem me agarra y al instante caigo desmayada entre sus brazos.
Si señoras y señores, me desmayo entre los brazos del chico del que estoy enamorada. No hay nada más estrepitosamente vergonzoso en la vida de Alexandra Hamilton.
Despierto horas más tarde y jadeo por el dolor de cabeza. Alzo la vista buscando a Calem y frunzo el ceño al no encontrarlo. Me levanto y camino por la casa no viendo a nadie. Veo una hoja de papel en la mesa y la cojo.
Espero que estés mejor pronto.
Calem.
Dejo la nota en la mesa y vuelvo a la habitación. Cojo toda mis cosas y las meto en una bolsa. Subo al coche y arranco.
No voy a volver a ser igual de boba.
Un par de mensajes y llamadas llegan a mi móvil pero no lo miro. No voy a coger el móvil ahora, si tuviera un accidente sería típico cliché de libros, en donde la protagonista va en busca del chico del cual está enamorado y tiene un accidente.
Muy típico.
Bufo viendo todo el trayecto que me queda. Subo el volumen de la radio y me centro en llegar lo antes posible.
-
—Hola— digo en cuanto Calem abre la puerta y se queda mirándome.
—¿Qué quieres, Alexandra?— suspira desanimado y muerdo mi labio insegura.
—Yo...— miro el suelo y tras unos segundos vuelvo a alzar mi mirada.— Calem, lo siento. Por todo. Te juro que no sabía nada hasta que me lo dijiste. No estoy enamorada de Jordan, y creo que llevo bastante tiempo sin hacerlo, pero tampoco es mi culpa— me mira confundido.—Joder, soy joven. No sé nada del amor, soy inexperta en todos los sentidos, y creo que agarraba ese lazo de amistad con el para pensar que tenía algo
romántico en mi vida. Sabes que soy un completo desastre y siempre lo he sido. He basado mi vida en un completo cliché basado en libros— río castamente.— Y te quiero, Calem. Realmente lo hago, y no como amigo. Todo este tiempo en la casa de campo tenía un sentimiento oprimiéndome. Cuando me dijiste que ibas a irte sentí miedo, miedo a perderte. Miedo a sentirme impotente al tener miedo. Y esta mañana cuando me desperté y no te vi no dudé ni una milésima de segundo en venir. Necesitaba decirte esto, y entiendo perfectamente si quieres mandarme a la mierda. Soy una completa idiota que ha arruinado todo, y...— antes de que pueda seguir hablando los labios de Calem abrazan los míos.
Gimo cuando Calem me alza y nos entra a la casa, cerrando la puerta tras nosotros. Enredado las manos en su pelo y mi espalda es apoyada contra una pared. Muerdo su labio y escucho un jadeo de su parte que hace que mi feminidad arda en necesidad.
Mi espalda deja de estar en contacto con la pared. Calem sube las escaleras y me deposita en la cama. Sus manos arrancan la ropa de mi cuerpo y se aleja. Me analiza de pie desde la puerta y luego sonríe. Sus ojos brillan con deseo mientras desabrocha los botones de su camisa.
—Eres putamente perfecta. Te voy a follar tan fuerte que vas a desear no volver a cerrar esa insegura boca tuya.— Jadeo ante la intensidad de sus palabras e intento acercarme a el— No he dicho que te muevas, cielo. Ahora vas a quitarte esas pequeñas bragas provocativas y vas a jugar con tu coño hasta que yo te diga que pares. Y ni se te ocurra correrte si no quieres un castigo.
Muerdo mi labio y puedo jurar que mis mejillas están ardiendo. Vuelvo a tumbarme en la cama y deslizo mis bragas fuera de mi lentamente. Calem sigue apoyado en la puerta, mirando expectante. Suspiro entrecortadamente y bajo las manos por mi cuerpo hasta llegar a mi centro mojado. Deslizo mi dedo por la humedad y luego me centro en ese pequeño botón de placer. Acaricio ese punto lentamente enviando sensaciones por todo mi cuerpo que me hacen cerrar los ojos y arquear mi espalda de placer. Repito ese movimiento varias veces empezando a aumentar la intensidad. Muerdo mi labio para evitar emitir un grito y abro los ojos cuando noto las manos de Calem separando mis piernas. Comienza a repartir besos por el interior de mis muslos ascendiendo lentamente. Me mira desafiante al ver que paré los movimientos de mi mano. Vuelvo a acariciarme y Calem introduce un dedo en mi. Gimo y cierro mis piernas por reflejo. El chico vuelve a separar mis piernas y añade un segundo dedo. Mueve su mano en mi interior y cuando añade otro dedo mi cuerpo tiembla avisando de un inminente orgasmo.
—Calem...— gimo intentando avisar.
—Shh, aguanta un poco más, cielo— vuelvo a gemir con intensidad y su boca se adueña de mi centro de placer.
Enredo mis dedos en su pelo y tiro de el intentado controlar mis sensaciones. Aleja su cara de mí y comienza a mover sus dedos con rapidez.
—Calem— suplico jadeando. Intento aguantar pero una nueva oleada de placer se adueña de mi llevándome al orgasmo. Calem mantiene mis caderas pegadas a la cama impidiendo que me mueva. Me mira y sé que no viene nada bueno.
—Creí haberte dicho que no te corrieras sin mi permiso, Alexandra— acerca su boca a la mía y me besa posesivamente.
—Es que me haces sentir jodidamente increíble— digo intentando evitar mi castigo. Su boca vuelve a adueñarse de la mía y sus dedos vuelven a hacer estragos en mi punto sensible. Pronto vuelvo a encontrarme al borde del orgasmo al tener mi centro hipersensible.
—Calem...
—Ahora si. Correte para mi, Alexandra— vuelvo a correrme al rededor de sus dedos y respiro intentando recuperarme. Calem reparte dulces besos por mi estomago y acaricia mis piernas. Deja un beso en la punta de la nariz que me hace sonreír. Me encanta que tenga su punto dulce.
Esta vez bajo yo mi mano y agarro su masculinidad. Necesito volverle loco y tener yo su orgasmo en mi poder. Tumbo a Calem en la cama y me posiciono sobre él. Beso su cuello y lo muerdo, haciendo que sus manos agarren mis nalgas firmemente. Jadeo al sentir mi centro entrar en contacto con su polla. Me muevo lentamente sobre el y vuelvo a morder su cuello.
—Vuelve a hacer eso una vez más...— gruñe.
—¿Y qué?— alzo la ceja, desafiándolo.
—Voy a follar tú pequeño coño muy fuerte.
—Quiero verte intentarlo— susurro en su oreja y muerdo su lóbulo. Su manos agarran más fuerte mis nalgas haciendo que me presione contra el. Jadeo y vuelvo a moverme sobre él. Me aparto haciendo que gruña y me coloco entre sus piernas. Deslizo su miembro en mi mano y beso su punta suavemente. Su mano agarra mi pelo y yo introduzco su masculinidad en mi boca. Chupo lentamente y muevo mi mano al compás.
—No te corras o habrá castigo, cielo— le digo y oigo como maldice.
—Te juro que no vas a poder mover...— lo interrumpo volviendo a introducir su miembro en mi boca— Joder.
Cuando su respiración se vuelve más agitada y sus jadeos más seguidos paro alejándome de el.
—Alexandra como no dejes que acabe voy a...
—Quiero que me folles— sus ojos sorprendidos me miran.
—Cielo, ¿estás segura? No quiero obligarte a nada que no quieras.
—Te necesito, Calem. Necesito sentirte dentro de mí— pasa su lengua por sus labios y sus ojos se tornan oscuros.
Me besa mientras coge un condón y se lo coloca. Reparte besos por mi cuello y coloca su miembro en mi entrada.
—¿Estás segura?— asiento y le beso callándolo. Se desliza dentro de mi lentamente y yo jadeo sintiendo una sensación nunca antes sentida. Duele, si, pero no es un dolor inmenso, es más como una molestia.
Calem me mira profundamente y deja un beso en mi frente.
—Estás muy apretada, Lexa... Te sientes tan malditamente bien— gime y se mueve en mi interior lentamente.
Justo en estos momentos no puede ir nada mejor.
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