Salida al cine
Pronto llega el sábado y aunque toda la semana he visto a Dupin en el trabajo no puedo negar el hecho de sentirme más nervioso de lo habitual. Al contrario del resto de la semana desayuné en pijama para después tomar una ducha rápida y ahora llevo más de treinta minutos tratando de elegir el atuendo adecuado, no quisiera pensar en esta salida como si fuera una cita pero de alguna forma mi corazón no deja de latir desde que amaneció. Al final elijo unos pantalones de mezclilla negros y una camisa blanca con algunas cadenas que bajan del hombro y pasan por el brazo, compruebo varias veces si mi cabello no está desordenado, me calzo las botas, tomo mi cartera con los boletos dentro y salgo de la casa al mismo tiempo que desde la puerta mi madre me dice.
―Que te diviertas.
Llego al café unos minutos antes de lo acordado, madame Bridgette me saluda con una sonrisa, pues a pesar de que los sábados es mi día libre el café abre toda la semana. Dupin llega puntualmente a recogerme en su motocicleta, me pasa un casco y me subo detrás de él.
―Sujetate bien de mí, no quiero que te pase nada ―dice mientras pone mis manos alrededor de su cintura.
Termino recargando mi rostro en su espalda y aspiro el olor a su perfume, un dulce aroma a uvas y pino, no tengo un espejo a la mano pero si tuviera uno seguramente podría ver en el mi rostro sonrojado por eso no despego la vista de la espalda de Dupin en lugar de voltear hacia los espejos retrovisores o admirar a mi alrededor el típico ambiente de la ciudad parisina.
Después de algunos minutos llegamos a la plaza donde se encuentra el cine, Dupin estaciona la motocicleta y me sorprendo cuando me toma de la mano, no digo nada porque tampoco es que me incomode pero con la otra mano trato de echarme aire en el rostro y siento que en algún momento podría desmayarme por exceso de emoción y felicidad.
―Tenemos tiempo antes de que la película comience ¿quieres que vaya a comprar palomitas y un refresco? O ¿quieres algo de la sección de postres? ―pregunta Dupin, lo que me saca de la nube de mis propios pensamientos.
―Me gustan los dulces pero prefiero comer palomitas si estoy en el cine ―respondo con una sonrisa.
―Vale, entonces esperame aquí ya vuelvo, menos mal que no hay mucha gente.
Yo asiento como respuesta y me siento en un sofá de esos que te dan masajes en la espalda, miro a mi alrededor y hay bastantes parejas o familias con niños pequeños y en lo que Dupin compra las botanas me pongo a observar a un chico que intenta sacar un premio de la máquina de peluches y de repente mi imaginación vuela e imagino que sería demasiado lindo si Dupin ganara un peluche para mí.
― ¿Quieres uno de esos? ― Dice una voz conocida que de nuevo me saca de mis pensamientos.
Asiento tímidamente, Dupin mira la hora en su reloj de mano y me da las palomitas para después acariciar mi cabello y decir.
―La película comenzará en un par de minutos, quizá cuando salgamos pueda intentar conseguirte uno.
―Está bien, no importa, tampoco es que sea demasiado fan de los peluches mi papá les decía a esas máquinas tragamonedas, nunca te dan nada ―digo para aparentar que no importa mucho ese asunto pero por dentro por supuesto que quiero un peluche o algo que me recuerde a este maravilloso día.
― Nunca te rindas antes de intentarlo, cuando iba a la escuela media solía conseguir varios peluches para que mis amigos se los dieran a sus novias ―dice Dupin al mismo tiempo que le entrega los boletos a la señorita en la entrada de la sala que al parecer es VIP y no me sorprende porque siempre supe que Amelie viene de un mundo diferente al nuestro.
Los asientos son demasiado cómodos y están ubicados a una distancia prudente de la gran pantalla, hay pocas personas y como aún están los comerciales le susurro a Dupin.
―Perdona si no te pregunté antes pero... ¿te gustan las películas de terror?
―Tampoco es que sean mis favoritas pero si crees que me dan miedo, la respuesta es no ¿a ti?
―Tampoco me dan miedo las películas de terror, al contrario de lo que la gente pueda pensar por mi apariencia, amo todo lo que tiene que ver con lo paranormal y el terror ―respondo con orgullo.
―Y yo que pensé que me habías invitado para poderte aferrar de mi brazo en las escenas de sustos ―menciona Dupin con un deje de decepción en su voz que claramente es falso.
La película comienza, aparece la intro y la primera escena, sin despegar la mirada de la pantalla tomo un poco de palomitas, mi mano roza con la de Dupin y parece que me encuentro en uno de esos típicos cliches románticos donde el protagonista termina más interesado en su pareja que en la película pero eso no pasa porque la trama es demasiado interesante, terror en el siglo XVIII algo innovador después de las mismas películas con las fórmulas de terror que ya todos se saben y con un ambiente estadounidense. Hay escenas con mucha sangre, varias personas mueren y aunque el fantasma no es aterrador intriga saber el origen de este y porque se empeña en aterrar a toda la corte española.
La película termina y aunque el final no fue perfecto creo que es aceptable, los créditos aparecen y las luces se encienden encandilándome un poco, caminamos hacia la salida, tiro la basura en su lugar y le digo a Dupin que necesito ir al baño, él asiente y dice que me va a esperar en los sofás de la entrada.
Me tomo mi tiempo y después cuando me acerco a lavarme las manos no puedo evitar mirarme en el espejo, una boba sonrisa se refleja en mis labios y en la blancura de mi rostro parece que me hubiera puesto el rubor de mi madre, niego con la cabeza y me echo agua en el rostro para tratar de enfriarme, luego cuento hasta diez y finalmente salgo.
Busco a Dupin entre la multitud y finalmente lo encuentro jugando en la máquina de peluches rodeado de un montón de curiosos, cuando al fin nota mi presencia me sonríe y abre la puertecilla de los premios para sacar un par de peluches de estrellas de mar con sombrero de copa, una color azul y otra color morado.
―No puedo creerlo, yo jamás pude sacar algo de esa máquina cuando lo intentaba ―dije con un puchero al mismo tiempo que recibía la estrella azul.
Dupin soltó una risita ante mi comentario y también seguramente por la cara que estaba haciendo en el momento, tomó la mano que tenía libre y ambos caminamos por la plaza.
Comimos macarrones en un puesto estilo vintage, probamos helados veganos, entramos a las tiendas de ropa, pues como futuro diseñador de modas me gustaba ver lo que estaba en tendencias para después recrear los atuendos y modificarlos a mi estilo, también entramos a la tienda de discos y espere a que Dupin comprara el nuevo CD de su banda favorita.
El tiempo con Dupin se fue volando y cuando nos dimos cuenta ya había anochecido, lo mismo pasaba en el trabajo ni siquiera me daba cuenta cuando daba la hora de salida. El hermoso chico de ojos azules me preguntó si ya quería regresar a casa y dije que sí, pues a pesar de que me estaba divirtiendo mucho me estaba comenzando a dar sueño. Dupin me llevó hasta la puerta de mi casa y antes de que entrara me dijo
―Mañana mi banda dará un concierto en el bar Pub O'Prince ¿te gustaría venir?
Dije que si con una sonrisa, aunque la verdad jamás fui un chico al que le gustaran demasiado ese tipo de lugares, a veces salía con Sofía y Axel a tomar una que otra cerveza cuando había algo que celebrar en la casa de alguno de los dos, pero nunca nos pasábamos de copas y yo regresaba a mi casa sobrio.
―Bueno entonces te veré ahí, la presentación es a las nueve de la noche ―aclaró Dupin al mismo tiempo que sacaba un cigarro y lo encendía par fumar un rato afuera de mi casa.
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