Lo hago por tu bien

Dupin

El sol se refleja a través de las cortinas por la ventana de la habitación avisando que un nuevo día ha llegado, bostezo y miro a mi derecha. Erick aún duerme puedo escuchar el sonido de su respiración, algunos mechones azulados cubren su rostro, sus largas pestañas y sus labios rosados lo hacen parecer un bello ángel «un ángel al que le arranque las alas» digo en mi mente. Mi intención no es despertarlo así que sigilosamente bajo de la cama y me preparo un café. Intento hacer el menor ruido posible y mientras disfruto de mi bebida miro hacia la habitación, sé que Erick podría mejorar si dejara de venir a su casa pero...definitivamente necesita el apoyo de alguien más, así que se me ocurre llamar a su hermana pero no desde mi teléfono pues seguramente jamás me contestaría. Sigilosamente tomo el teléfono de mi ex que está en la mesa al lado de la cama y me doy cuenta que aún sigue teniendo la misma contraseña "Dupin&Jongholover", mi nombre junto con el de su cantante favorito de ATEEZ y su fondo de pantalla es una foto mía donde estaba practicando con la guitarra. «Será lo mejor» me digo, mientras tecleo el número de la hermana de Erick y espero a que conteste.

―Hermanito ¿qué sucede? ― se escucha la voz de aquella adolescente que terminó dándome una patada el día que se enteró que había dejado a su hermano.

―Verónica, tengo algo que decirte sobre tu hermano ― digo mientras cierro la puerta de la cocina y ruego para que no termine colgando.

― ¡Qué diablos haces con el teléfono de Erick! ¡Te dije que te alejaras de él Dupin! ―grita enojada Verónica y yo alejo el teléfono para no lastimar mis oídos.

―Antes que nada ¿podrías escucharme un minuto? Yo también quiero que tu hermano deje de buscarme y que viva su vida sin depender de nadie más, por eso te llamé ―explico.

― ¡Bien te escucho! ―responde de mala gana la chica.

― Ayer Erick fue a su cita con la psicóloga y le dijo que si no muestra aunque sea una mínima mejoría lo enviará con el psiquiatra, si... sé que es mi culpa, por eso necesito tu ayuda. Él necesita volver a casa de su madre, necesita de alguien que este a su lado, que lo escuche y lo cuide, yo ya no puedo hacer eso Verónica, tengo que alejarme de él ¿crees que podrías hacer algo al respecto? ―cuestiono con un deje de preocupación en mi voz.

―Entiendo lo que me quieres decir Dupin hablaré con mamá, tal vez si me mudo a casa de Erick no se sienta tan solo y termine llamándote como su último recurso, gracias por contarme sobre la situación de mi hermano―exclama entre suspiros.

― Es lo menos que puedo hacer, después de todo yo fui el que provocó todo esto, gracias a ti por escucharme hasta el final ― digo y después cuelgo. Dejo el teléfono donde estaba y luego me pongo a preparar el desayuno.

Erick se despierta justo cuando me preparo para salir rumbo al taller de computadoras así que desde la puerta le digo que he dejado el desayuno en la mesa, que no se olvide de tomar las medicinas y que coma bien.

***

Mi trabajo en el taller de computadoras es aburrido a comparación de ayudar a mi madre en su café, así que luego de arreglar algunas laptops pendientes del día anterior y atender a uno que otro cliente nuevo, me dirijo al estudio de mi amigo Pierre donde la banda practica todos los días. Cuando llego me encuentro con un Erick bastante molesto, ni siquiera me deja entrar, se pone frente a mí bloqueándome el camino y cruzando los brazos manifiesta el motivo de su molestia.

― ¿Hablaste con mi hermana mientras dormía? ¿Le contaste lo que ayer te dije? ¡Dime la verdad Dupin!

―Sí, llamé a tu hermana esta mañana y sé que estas molesto conmigo por eso, pero entiende que esto lo hago por tu bien, estarás mejor con tu familia que conmigo.

Erick no dice nada, simplemente se da media vuelta y abre la puerta del estudio, con una sonrisa saluda a todos pero noto que los demás miembros de la banda se dan cuenta de la tensión que hay entre nosotros dos. Cuando la práctica termina reviso mi celular y encuentro un mensaje de Verónica que dice:

Hablé con mamá y ambas haremos que Erick regrese a casa, la mudanza comenzará oficialmente en unas semanas así que ya no tienes que preocuparte tanto por él.

Suspiro de alivio al leer el mensaje y observo el contador de los días que faltan para la presentación de la banda en el Pub 'O Prince, "21 días" tres semanas exactamente, volteo a ver a Erick quien se encuentra tarareando la canción que quiere cantar en el escenario y me digo en mi mente «solo espera tres semanas más, después nuestros caminos se separarán y la banda dejará de tener a un violinista».

Agotado física y mentalmente me dirijo hacía el café de mi madre, estaciono mi motocicleta y al entrar me encuentro a Louis leyendo en el mostrador, voltea a verme, me sonríe y sin decir nada me pongo el delantal, amarro mi cabello con un listón negro. Louis deja a un lado el libro que estaba leyendo, al parecer todavía no termina La rose du mal, se acerca a la laptop y le pone play a Dernière Danse de Indila.

― ¿Qué tal tu día Dupin?, luces cansado ― pregunta el chico recargándose en el mostrador.

― No muy bien que digamos, pero estar aquí me distrae de las cosas que me molestan ―respondo con sinceridad.

Louis me pasa una rebanada de tarta de limón y me insiste para que pruebe, así que tomo un poco con un tenedor y me lo llevo a la boca. El sabor resulta un poco raro al principio, no sabe igual que las tartas de mi madre, tampoco la forma es muy elegante pero admito que hubo esfuerzo de por medio para elaborar el postre.

― ¿Lo cocinaste tú? ― cuestiono mientras tomo una servilleta para limpiarme los restos del postre.

― Si, realmente adoro cocinar y quería intentar hacer uno de los postres del menú ¿qué te parece? ―exclama intrigado por saber mi respuesta

― No sabe del todo mal, creo que deberías agregar más azúcar y menos jugo de limón, además de tener bien engrasado el molde para que no se te dificulte sacar el postre pero para ser tu primera vez haciendo tarta de limón creo que te salió bastante bien. ―le digo con una sonrisa y tomo aquella rebanada de sus manos para terminármela.

Louis me mira sorprendido e intenta quitarme la rebanada pero no lo dejo, intenta saltar para alcanzar el plato y no lo consigue

― Si te duele el estómago después no me culpes ― exclama con un puchero.

―Si me termina doliendo el estómago entonces tendrás que cuidarme como castigo ―digo con un deje de seducción en mi voz.

Ante aquel comentario las mejillas del contrario se tiñen de un leve rosado y evita mirarme a los ojos, toma una franela para ir a limpiar las mesas y yo aprovecho para terminarme la rebanada de tarta. Definitivamente ver a Louis hace que me olvide de todo, el simple hecho de mirarlo es más efectivo que tomar café o cualquier bebida energética. No puedo evitar mirar a Louis discretamente mientras hace cualquier cosa, es como si hubiera puesto un hechizo en mi desde la primera vez que entró al café, mi madre piensa que de verdad me gusta ayudarla y no lo niego pero creo que no lo disfrutaría de la misma manera, si el maravilloso chico de mirada chocolatada no trabajara aquí también. 

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