2 - Desafiando el Futuro: Una Convención Inesperada

Hoy, después de muchos años, regreso a SANTORO ESTATE para mi primer día laboral. Un torbellino de emociones me embarga mientras tránsito por este entorno de opulencia y sofisticación. La última vez que estuve aquí, era una joven adolescente, y el lugar ha sufrido una transformación radical desde entonces.

SANTORO ESTATE, que una vez conocí, ha evolucionado en algo increíble y majestuoso. Ahora se alza como un titán de acero y cristal, un testimonio tangible del poder y la influencia de mi familia. Los pasillos, que recordaba vacíos y silenciosos, ahora están llenos de gente en trajes elegantes, cada uno inmerso en su propio mundo, sus rostros iluminados por la luz de las pantallas de sus computadoras.

Las reuniones de trabajo y presentaciones sucedían una tras otras, era importante para mi padre que estuviera familiarizada lo antes posible con la empresa, sus empleados y su manera de trabajar. Entre montañas de papeles y anotaciones, me aboqué al trabajo con entusiasmo. Y mientras, mi mente divagaba en posibles acuerdos, y compañías para un futuro próspero de la empresa. Me sentía más viva y motivada que nunca, era lo que había querido.

Llegó el horario del almuerzo, cuando vi mi celular sonar, era mi padre quien me pidió que me acerque a su oficina. Al entrar, me encontré con su mirada llena de expectativas.

— Elara — comenzó con una sonrisa, — quiero que asistas a una convención de política y economía como representante de la empresa. Creo que será una gran oportunidad para ti y para SANTORO ESTATE.

Mientras él hablaba de los beneficios que tendría el asistir, me tomé el tiempo de googlear dicha convención. El evento reunía a líderes jóvenes para discutir políticas económicas y su impacto en el mundo empresarial. Aunque la economía no era mi principal interés y estar rodeada de gente a la que le apasionaba los números no era algo que me agradara del todo, entendía la importancia de esta convención para la empresa.

—Entiendo, papá, — le respondí — aceptaré ir como representante de SANTORO ESTATE.

Mi padre asintió con satisfacción, y supe que había tomado la decisión correcta. Aunque la economía no era mi pasión, estaba dispuesta a aprender y crecer por el bien de la empresa.

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