Capítulo Veintitrés


Capítulo veintitrés.

Kurt.


18 de noviembre, 2015.

Siempre he sabido que cada persona lleva su proceso de duelo a su manera. Vi a Elise retraerse en sí misma, alejar a la persona que ama por sentir que no se merecía ser feliz por la culpa de tener las experiencias que su hermana no podrá vivir. En el caso de April, ella tiene momentos en los que llora, pero al final termina sonriendo y hablando de algún recuerdo de su abuela. Siento que ella es demasiado fuerte y que de alguna manera en la que admiro, está en paz con su dolor porque sabe que su abuela descansa.

Hay días en los que está callada y termina melancólica hablando sobre cuánto la extraña, pero en general, se ha mantenido de pie, sonriendo a los niños y agradeciendo el hecho de haber tenido a una abuela espectacular.

Le doy un rápido vistazo antes de volver la vista a la calles. Hoy le presentaré a mi amiga Elise y espero ésta última pueda ver que pese al dolor, no es sano enfrascarse en ello, también espero que se lleven bien. Es algo que estoy deseando porque a pesar de que Elise y yo no nos vemos siempre, además de Romeo, es mi amiga más cercana y no, no lo digo por todo el sexo que tuvimos en el pasado, lo digo por la manera en la que siempre nos hemos apoyado y estado el uno para el otro.

Cuando llego a la casa de Elise, me estaciono sin mucha ceremonia y me giro hacia April, sonriéndole.

—Llegamos, corazón.

—Eso veo —Me da una pequeña sonrisa—. ¿Qué pasa si la odio?

Entrecierro los ojos y decido usar su táctica que siempre emplea en las peleas de los mellizos:

—Si la odias, lloraré.

Eso la tiene riendo, sonrío contento con ese dulce sonido. Nos quitamos los cinturones de seguridad y bajamos del auto. De inmediato tomo su mano y entrelazo nuestros dedos. No pierdo tiempo en caminar hacia la casa de mi amiga y tras tocar el timbre, no esperamos mucho porque sin una pizca de maquillaje y con ropa deportiva, Elise abre la puerta.

Ella me da una pequeña sonrisa y luego no pierde el tiempo en detallar a April, mi novia hace lo mismo.

—Eres mucho más bonita de lo que esperaba —dice Elise con descaro— y no pareciera que tuviste a dos niños. Mis respetos.

—También es un gusto conocerte, Elise —April extiende la mano—. Eres más despampanante de lo esperado y desconocía que tuvieses pecas.

Elise hace una mueca triste cómo si recordara algo, pero luego se recompone y estrecha la mano de April. Nos hace pasar y nos guía hacia la sala y una vez estamos sentados en los sofás, me sorprende con unas tazas de té y galletas, deduzco que nada de esto lo hizo ella.

Cuando pruebo ambas cosas confirmo que esto definitivamente no fue cocinado por ella.

Hay unos segundos de silencio en donde todos nos vemos sin saber cómo entablar alguna conversación, es un poco incómodo hasta que April le da una sonrisa de empatía a Elise.

—Lamento lo sucedido a tu hermana, recientemente perdí a mi abuela y aunque todos sufrimos y lidiamos con el dolor de manera diferente, sé cuánto se extraña.

—Me gusta pensar que Hope está en un lugar mejor. Kurt me dijo que eras fuerte, pero no imaginé que tuvieras tanta fortaleza en ti —dice Elise—. Yo todavía recojo con manos temblorosas mis pedazos rotos luego de lo que ha sido una racha horrible.

—He tenido a mis amigos conmigo y a Kurt —Me sonríe antes de volver la atención a Elise—. Ser fuerte está bien, pero aceptar el apoyo de las personas que nos aman hace todo más llevadero.

Elise parece entender el mensaje, su mirada se torna triste y muerde su labio inferior antes de sacudir la cabeza. Pequeña terca que no entiende que tiene todo el derecho de ser feliz, aceptar la pérdida y levantarse de esta dura caída de la que no se repone.

—Felicidades por el programa —Lo recuerdo—. Sabía que no había manera en la que InfoNews dejara de existir.

—No es seguro, todavía debemos esperar a qué decide Adelaide, pero todos estamos bastante entusiasmados —Su sonrisa alcanza sus ojos—. Siento que eso es mucha luz en toda la mierda que me ha pasado últimamente.

—Estoy seguro de que más pronto de lo esperado, volverás a estar entrevistando a estrellas en el programa que tanto amas.

—Eso espero. Es algo que extraño —Me responde.

Y apuesto que eso no es lo único que extraña, pero no comentaré sobre Matthew de inmediato, ya llegaré a ese punto luego.

—Entonces, voy a jugar un poco a la amiga difícil —Cambia de tema—. ¿Qué me puedes decir de ti, April?

— ¿Vinimos a hablar con Elise o la señorita E? —pregunto.

—Shh, cállate, vibrador hum... —Se detiene abriendo los ojos con horror hacia April—. De acuerdo, no es tan malo cómo suena. Es un tonto apodo que le tengo desde hace mucho.

— ¿Vibrador humano? Eso es creativo y tiene sentido.

—Lo llamaré Kurt para tu comodidad, mucho modernismo, pero pienso que si alguien llamara a Ma...Quiero decir, a algún novio de esa manera me haría reír en la misma medida en la que sería raro.

»Ya es lo suficientemente extraño que estés hablando conmigo ¿Verdad? Pero te prometo que no tonteamos desde algún tiempo. No soy esa ex loca, prometo.

—Esto no es tan raro. Ser parte de la familia BG.5 me ha preparado para cosas muy extrañas e inesperadas —Ella toma una galleta—. También tengo un apodo para tu ¿Ex? Y no hablo de Kurt.

— ¿Si? —pregunto interesado.

April asiente y Elise la mira con curiosidad.

—Rizos sexy, pensé en ponerle uno más sucio, pero ese pareció adecuado. Lo admiro mucho, escribe genial y no es una diva. Lo conocí gracias a Kaethennis y fue dulce, además mi hija pensó que él es muy bonito...Se lo quería quedar, pero ella siempre se quiere quedar a todos los bonitos.

»Él fue dulce con ella diciéndole que era muy pequeña y él tenía novia... Fue hace un par de meses —Elise no responde a sus palabras.

—Es un buen hombre, Elise —comienzo—. Te amo... Cómo mi amiga —agrego rápidamente haciendo reír a April—, pero solías ser fría cuando se trataban de emociones románticas. Decías no huir del amor, pero que este no te encontraba.

»Encontraste a un hombre que te ama locamente. Salieron heridos, pero ¿No es momento de apoyarse entre ustedes? Me quedó claro la otra noche que él está muy dispuesto a darle otra oportunidad a la relación, pero tú no dejas de enviar al carajo a cualquiera que te diga que te mereces ser feliz.

— ¿Ya conociste a las mujeres en la vida de Kurt? —Cambia de tema—. ¿Cómo te fue? No le caí bien a una de ellas y eso que ni siquiera sabía que era "novia" de su bebé, supongo que lo sospechaban.

April se embarca a contarle sus experiencias con mi familia. Ahora que estoy temporalmente estable en Londres y luego de una semana donde estaba abatida por la reciente partida de July Nowell, mamá pensó que sería buena idea que pasará un día con nosotros y me alegró que tuviera esa iniciativa. Fue un bonito domingo en donde los niños fueron mimados y pude ver cómo, poco a poco, las más difíciles de mi familia bajaban la guardia a medida que la conocían.

Otro día April vino a almorzar con tía Karina y conmigo, creo que mi tía ya está cerca del territorio en donde la ama, es difícil no hacerlo cuando se trata de April. Sé que hace cuatro días desayunó con mamá luego de dejar a los mellizos en la escuela y ayer habló con mi abuela por teléfono, eso es un gran avance. Poco a poco todo está cayendo en su sitio, "mis mujeres" se dan cuenta de que esto no es pasajero y que las cosas entre nosotros son bastante serias.

Me encuentro feliz con todo este avance, lo último que deseaba era una guerra fría entre ellas y tampoco deseaba una cordialidad hipócrita. Si bien ha tomado más de una visita, ha valido la pena porque todo es real y agradable.

Vuelvo al presente divierto mientras escucho a April decirle a Elise cómo usó a los mellizos cómo mecanismo de derretir corazones en la segunda visita y luego cuando mi amiga ve las fotos de ellos, está diciendo cuán bonitos son.

— ¿Qué se necesita para tener hijos así? ¿Cuál es la técnica? —Me mira—. ¿No te intimida?

— ¿Qué cosa? —pregunto entusiasmado, viendo el eco de esa chispa que la caracteriza comenzar a emerger.

—Qué si en el futuro no tienen niños así de bonitos, ella te culpará a ti porque queda claro que por su parte hornea muy bien a sus pasteles.

April comienza a reír y yo entrecierro los ojos hacia Elise que ahora tiene una sonrisa completa ante el ingenio de sus palabras. Termino por sonreír.

—Qué graciosa eres, Elise.

—Solo declaro un hecho, estaré al pendiente de los futuros espermatozoides conquistadores que consigan nacer.

—Uhm... —canturrea April—. Me cuentas cómo te va con tus futuros bebés, Kurt. Cuéntame si te quedan ganas de hijos cuando te saques la lotería y cuides solo durante más de veinticuatro horas a Nathan y Zoey.

— ¿Me retas a cuidar a ambos solo? Porque soy muy capaz y amaré cada segundo de ello.

— ¿Seguro? —Enarca una ceja.

—100% Seguro.

—Bien. El fin de semana serán todos tuyos y no se vale que tengas ayuda.

Saco mi teléfono para verificar mi agenda y le hago saber que de hecho tengo prueba de vestuarios y primera lectura de libreto para este nuevo proyecto, además, luego de ello tengo una entrevista en la radio y sesión de fotos, por lo que terminamos acordando de domingo a lunes.

—Espero videos sobre cómo marcha eso —pide Elise.

—Lo tendré todo bajo control.

Famosas últimas palabras fueron las que dije.

***

22 de noviembre, 2015.

Nathan y Zoey me miran a la expectativa. La puerta se ha cerrado hace apenas un minuto dejando a una April divertida despidiéndose de todos con una sonrisa malvada, lejos de nosotros.

Estoy agradecido de que ellos no estén llorando porque ella se fue, pero recuerdo que no es algo que hagan cuando tienen una vida social envidiable. Nathan se agacha y juega con las puntas de sus zapatos mientras que Zoey me ve con la cabeza ladeada.

Muy bien, apuesto a que tendré todo bajo control...Creo.

Hoy es domingo y tal cómo acordamos y porque soy un hombre de palabra, Nathan y Zoey estarán conmigo. April me advirtió que son chismosos y que por lo tanto si los maltrato me pateará las bolas porque sus hijos se lo dirán, secretamente hasta creería que puso alguna cámara para grabarme, así de paranoico me encuentro ante esta situación desconocida.

Aburido —Se queja Nathan alargando la última vocal.

—Bebés juegan —dice Zoey comenzando a caminar para evaluar mi apartamento.

Pensé que si estaría a cargo de dos pequeños de dos años y medios, lo mejor era un espacio más reducido que mi casa principal, para de esa manera mantener la atención sobre ellos. Me he encargado de guardar todo lo que pueda ser un peligro, pero nunca se sabe si consiguen superarse.

Nathan suspira teatralmente y me mira cómo si dijera "Entonces ¿Cuál es tu asunto?" trago y aclaro mi garganta ganando la atención de Zoey que acariciaba la suavidad del sofá.

—Así que estamos los tres —señalo lo obvio, me miran— y esto será bueno.

—Uhm... —Nathan no parece muy seguro.

— ¿Qué quieren hacer?

Me ven y luego me ignoran mientras curiosean mi apartamento, voy detrás de ellos a medida que se desplazan. Con confianza caminan por el pasillo y Zoey asegura que uno de los cuadros es bonito mientras Nathan dice que mis paredes son feas. Entran a la sala de estar muy parecida a la que tengo en la casa y eso parece encantarles.

Se miran y sonríe antes de correr y arrojarse sobre los pufs. Nathan rebota y cae en el suelo, me alarmo, pero se está riendo mientras se lanza de nuevo.

— ¡Pelota! —Se emociona Nathan yendo por una que nunca uso y que se encuentra en una esquina.

Se entretiene con ella pateándola con poca fuerza contra una de las paredes, con Zoey debo improvisar dándole lapiceros y marcadores junto a unas hojas. Sintiendo que tengo todo controlado, busco mi libreto para estudiar mis líneas y me instalo en una silla, revisándolo en la misma medida en la que los cuido.

Tengo esto bajo control.

Zoey está cantando alguna canción mientras Nathan murmura una que otra palabra pateando la pelota. Escucho mi teléfono sonar desde algún lugar de la sala y les doy un rápido vistazo antes de ir por el. Se trata de una llamada de mi abogado para decirme que ha llegado a un arreglo con Morgan en el que firmará un acuerdo en donde se compromete a no divulgar ninguna imagen o vídeo de mí ni compartirlo con terceros y en pro de ello, mientras ella cumpla, no será demandada.

Espero haya aprendido la lección con todo esto, la presioné tanto cómo pude y al parecer se asustó lo suficiente para entender la gravedad de lo que me hizo. También espero, de corazón, que su papá no la pase mal, que mejore incluso aunque no sea fácil.

La llamada no dura mucho, pero igual me acuerdo de que no estoy solo y vuelvo a paso rápido a la habitación para darme cuenta que definitivamente no tengo el control.

Nathan decidió dejar la pelota y sacar todos los CDs de vídeojuegos o películas que tengo para usarlos cómo frisbee. Zoey cambió de lienzo y colorea sobre el libreto que estaba leyendo mientras tararea. ¡Solo fueron cómo dos minutos!

Uno de los frisbee improvisados de Nathan da contra mi rodilla y ríe antes de irse corriendo del lugar. Me dirijo hacia Zoey y trato de no ser tan brusco cuando saco el libreto de su dominio, pero me ve con grandes ojos y sus labios se ponen temblorosos. Me mira cómo si hubiese roto todos sus sueños.

—Qué malo —Me acusa—. No te amé más.

Abre la boca y aunque ningún grito viene, grandes lágrimas comienza a rodar por sus sonrojadas mejillas al tiempo que se deja caer sentada en el suelo. Llora cómo si la hubiese pellizcado y cuando me acerco, gatea lejos de mí.

—Vamos, Zozo, no quise herir tus sentimientos.

—No te amé más. Deja a la bebé —Llora.

—Te di hojas para pintar, esto no es para pintar, cariño —señalo el libreto.

Aunque tampoco le dije eso antes de irme y dejarlo con ella, ciertamente parece que es mi error. Su mirada acusadora me condena y rasco mi barbilla en busca de una solución rápida para esto porque Nathan es un bebé a la fuga que podría estar haciendo cualquier desastre.

—Oye, Zoey —intento, pero no me habla, solo me mira—. ¿Qué te parece si jugamos a peinarme?

Eso parece interesarle porque me mira un poco diferente y ladea su cabeza cómo si me dijera: "dime más sobre eso". Lo tomo cómo una buena señal.

—Tengo todo este cabello que necesita la atención de una pequeña talentosa, además me gustaría tanto tomar un té con una pequeña...

— ¡Yo! —Rompe el silencio—. La bebé.

—Ah, tú eres perfecta para esta misión.

Me agacho y con el borde de mi camisa limpio el resto de lágrimas y luego sacrifico mi camisa pidiéndole que sople los mocos en ella. La cargo y sonrío porque su nariz se encuentra roja por haber llorado. Ella se aferra a mi cuello cuando me levanto y voy en busca de Nathan.

Lo encuentro en mi cama y veo con horror cómo se encuentra sobre la cama con cosas que no son juguetes. Dejo de inmediato a Zoey en el suelo y corro a la cama justo cuando logra abrir un condón.

—Eso no es para jugar —sentencio.

Me mira y se encoge de hombros yendo por lo siguiente y noto cómo para lo otro llegué muy tarde. Su cabello, su cara y su ropa se encuentran llenas de lubricante y sigue esparciéndolo sobre sí mismo.

Veo hacia el cajón de la mesita de noche donde mantengo mis provisiones de las fiestas para adultos que me doy con su mamá – ya sabes, algunas entradas necesitan lubricantes – y luego al bebé que ahora baja de la cama y corre hacia su hermana.

— ¡No! —grito con horror cuando comienza a presionar el envase.

Chorros de lubricante caen sobre una sorprendida Zoey que mira horrorizada su ropa, su cabello y su piel arruinarse. Nathan ríe y deja caer el envase para con sus manos regarlo todo en el cabello de su hermana.

—La bebé fea.

— ¡No! —El grito de Zoey es agudo y resuena por el lugar—. ¡No!

Y April tiene razón: un episodio de animal planet comienza.

Primero son los empujones y luego vienen pequeños puños junto a jalones de cabello. Llego hasta ellos interviniendo en medio de gritos histéricos y pequeños tornados queriendo colisionar. Me arrodillo en el medio consiguiendo el dedo de Nathan en mi ojo y a Zoey queriendo trepar por mi espalda para llegar a su hermano.

—Son hermanos, no peleen.

—No te amé, bebé. No te amé más.

—No te amé menos —grita Natha mostrándole la lengua y queriendo trepar por mi pecho para ir por ella.

Así que tengo uno sobre mi espalda y otro metiendo su mano en mi boca queriendo subir a encontrarse con la pelea.

Cuando consigo alejarlos, cargando a Nathan mientras Zoey da saltos queriendo alcanzarlo para pegarle, estoy jadeando y he sudado mucho.

—La pelea termina ahora —digo y ambos me miran—. Son hermanos y no deben pelear.

Me ignoran y vuelven a lo suyo. Decido usar la sucia estrategia de April, no es sana, pero soy un hombre desesperado.

—Si siguen peleando voy a llorar y estaré muy triste.

Me ignoran hasta que comienzo a actuar. Finjo sollozos y decido no llevarlo tan lejos con lágrimas, los sollozos son una táctica menos sucia y parece funcionar porque ambos me ven y se calman. Tienen la respiración tan agitada cómo yo. Zoey tira de mi pantalón y cuando la miro alza los brazos para que también la cargue.

—Te cargaré siempre y cuando no pelees con tu hermano.

Ben —cede no muy feliz con mi chantaje.

La cargo y no pierdo tiempo en ir a mi baño porque necesitan un lavado urgente. Los dejo sobre el suelo y estoy un poco intimidado sobre bañarlos ¿Y si se caen? Miro de la ducha a la bañera y decido que esta última es la elegida, así que me encargo de que se llene mientras comienzo a desvestir primero a Nathan, decido que para comodidad de los tres se mantiene la ropa interior. Razón por la cual con pequeños boxers de perritos y bragas de gatitos, meto a ambos en la bañera.

Y es otro error.

Sospecho que nunca los bañan juntos porque es un tremendo desastre. Se echan agua, me echan agua y se quieren poner de pie. Zoey cree que es una piscina por lo que me horrorizo cuando se hunde y la saco mientras tose. El broche de oro llega cuando Nathan decide que la bañera funciona tanto para asearse cómo para orinar. Por suerte logro sacarlos antes de que el agua se ensucie con la lluvia dorada cortesía del pequeño.

—Las toallas —siseo dándome cuenta que no planee eso.

Unos segundos, ese es el tiempo en el que los dejo sobre el suelo para ir por toallas. Ese es el tiempo que le toma a Nathan correr fuera del baño mojando todo y el tiempo que le toma a Zoey resbalarse y caerse de culo.

Ella me mira con labios temblorosos y aunque no me da ni un poco de risa y estoy cagándome encima por si se lastimó, comienzo a reír de manera escandalosa cómo si fuese lo más gracioso del mundo. Poco a poco ella sonríe y luego se ríe también.

Suspiro aliviado y tomo una toalla para envolverla. Me toma cinco minutos y una casi caída atrapar a Nathan, veinte más tenerlo a ambos vestidos.

Para el almuerzo disfrutan del puré de papas con tiras de pollo, comen solos haciendo sonidos de felicidad y luego me encargo de limpiarlos. Entonces, sucede lo que aún me cuesta acostumbrarme: caen cómo piedras para una siesta.

Acuesto a cada uno sobre un pufs en la sala de estar y analizo todo el caos que ha ocurrido en minutos. Es impresionante.

Tomo varias respiraciones y paso las manos por mi desordenado cabello antes de comenzar a recoger los Cds, tomo mi libreto y rio por lo bajo sacudiendo la cabeza. Lo siguiente es limpiar el agua y charcos que se dieron con la huida de Nathan y el desastre del baño. Voy a la cocina y decido usar el lavavajillas porque siento que estoy muy agotado.

Vuelvo al baño y me saco la camisa llena de mocos, agua y comida junto al resto de la ropa. Tomo una ducha rápida y me arrojo en mi cama, no planeo quedarme dormido, pero sucede.

Cuando abro mis ojos me encuentro con ojos grises muy cercas y reprimo el grito del susto para no sobresaltarla. Zoey me sonríe y siento algo frío en mi pie. Al incorporarme, descubro a Nathan dibujando sobre mi pie con un marcador, pero ¿Cuándo se despertaron?

Así inicia la segunda etapa. Les doy galletas cómo merienda y decido poner música intentando distraerlos, funciona porque comienzan a bailar y sorprendentemente no pelean. Grabo un vídeo y se lo envío a April dándome cuenta que no me ha escrito.

—No papi de bebés, ven —Me invita Zoey a bailar con ellos.

No me niego, decido que mejor bailar con ellos que iniciar otro caos. Bailamos durante tanto tiempo cómo pueden entretenerse niños de dos años con algo. Luego juegan a la pelota juntos y posterior a ello vemos vídeos en Youtube desde mi ipad. Me hacen cargarlos a caballito, jugar a las escondidas y aprender la canción sobre las letras que no dejan de cantar.

Los veo sentado desde el sofá rodar por el suelo preguntándome cómo un día se ha sentido cómo todo un mes.

April es una súper mamá, comprobado, confirmado, reafirmado.

Me rio viéndolos porque lo entiendo, ha sido un día de locos y sin embargo, soy capaz de sonreír solo viéndolos. Pese a que estoy agotado, he caído en la locura y siento que un camión me ha pasado por encima, los veo y siento que valió la pena ¿Es así cómo funciona?

—Oigan —Los llamo captando su atención—. ¿Qué tal un abrazo de "no estás tan mal" para no papi de bebés?

Me miran con confusión sin entender qué pretendo con mi palabrería. Cierto, solo tiene dos años, debo ser más preciso:

—Por favor, necesito un abrazo.

Corren hacia mí, sus pequeños cuerpos trepan al sofá para darme lo que pido. Son cálidos, pequeños y dulces. Abrazarlos me hace pensar: ¡Joder! Sí que vale la pena.

Luego de eso mientras se hace la hora de la cena, busco cuentos en internet y se los leo. Zoey se encuentra de pie en el sofá detrás de mí con sus brazos alrededor de mi cuello y Nathan sentado sobre mi regazo encantado con los dibujos de cada cuento que leo.

—Llora —Se lamenta Zoey viendo el dibujo de la rana llorar.

—Sí, está triste, pero estoy seguro de que luego estará muy feliz.

— ¿Po qué? —pregunta Nathan.

—Porque sus amigos lo aman y él se dará cuenta de que le tienen una fiesta sorpresa.

No parece convencido, pero me deja seguir el cuento. Cuando termino, bajan del sofá y buscan cualquier cosa con la que entretenerse. Veo la hora en el reloj y supongo que para ellos ya va a ser la hora de la cena. Reviso mis mensajes y no tengo ninguno de April pese a que vio el vídeo.

Me quedo sentado viéndolos jugar a correr uno detrás del otro mientras pienso qué haré de cenar para sus pequeños estómagos. El timbre del apartamento suena y por un momento pienso "llegó ayuda", pero no me ilusiono demasiado cuando voy a la puerta con ellos detrás de mí, son demasiado curiosos.

Cuando mi ojo se posa en la mirilla siento que un coro de ángeles cantan, definitivamente llegó mi ayuda.

Abro la puerta y cada niño se asoma por una de mis piernas con grandes sonrisas. April los mira y luego a mí.

— ¿Qué tal todo? —pregunta y suspiro—. ¿Muy fuerte?

—La pasamos bien.

Ambos niños salen de detrás de mis piernas y van hacia ella, quien se agacha y besa sus mejillas, antes de entrar se inclina al lado de la puerta y reaparece con una caja de pizza y lo que luce como ensalada.

—Traje la cena. No pensarías que sería tan mala para dejarte solo tu primera noche luego de cuidarlos ¿Verdad?

—Si antes te amaba, ahora te amo más.

—Necesito un reporte desde el momento en el que me fui.

Rio viendo a los dos niños que ahora miran emocionados la pizza. Sí, los amo aunque me hicieran cuestionar mi cordura.

—Creo que estaremos bien de aquí en adelante —Le digo—. Somos un gran equipo.

—Sí, definitivamente quiero escuchar mucho sobre cómo fue toda tu mañana y tarde.

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