Capítulo Ocho
Capítulo ocho.
April.
Hoy es un día como cualquier otro...En mi vida. ¿No es difícil adivinar de lo que hablo, verdad?
Llantos, peleas, juguetes regados, disputas, llantos de nuevo y mucho popo. Oh, sí, hoy siento que estoy criando pequeños patos que defecan todo lo que comen, al menos no es diarrea.
Observo como esos pequeños monstruos corren uno detrás del otro por un biberón de agua, veo hacia el suelo donde descansa otro biberón de agua impecable. ¿Qué tiene entonces el otro de especial? ¿Por qué se comportan de forma tan aterradora y no de manera adorables como bebés de comerciales?
Rasco mi cuello y siento la humedad de mi camisa, sí, tengo algo de papilla de bebé ahí y podría ser que un poco de ello se encuentre en mi cabello. Dejo de ver la película de terror ocurriendo frente a mí y me acerco a la pelea salvaje de pequeños leones.
Llevan unos buenos minutos en una lucha por el biberón de oro.
—Basta. ¡Zoey no tires el cabello de Nathan!
— ¡Mimi! —Nathan lloriquea—. ¡Es mío!
Zoey se siente acorralada, lo sé porque su táctica se convierte en llorar. Su pequeña boca tiembla, Nathan solloza y de repente no estoy simplemente en mi casa: me encuentro en un concierto de llanto y nunca pedí estar en la fila VIP.
Escucho el timbre sonar, ¿Quién quiere unirse a este concierto? Porque no me quedan dudas de que yo quiero escapar.
— ¡Es mío, mimi! ¡Es de la bebé! —grita Zoey llorando.
Paso las manos por mi cabello ocasionando que muchos mechones salgan del moño reteniéndolos. Estoy a poco de enloquecer mientras interfiero cuando Nathan empuja a Zoey, quien de manera magistral aterriza de culo sobre el suelo y se deja caer acostada llorando. Nathan llora más fuerte aferrando el biberón a su pecho como un animal a sus crías.
Tomo a Nathan en brazos para alejarlo de la venganza de Zoey, quien sé que cuando termine de llorar intentará venir con todo. Como buena madre intento enseñarles que la venganza no es buena, pero solo tienen dos años y en este momento parece que desquitarse es algo en su naturaleza que no pueden evitar.
Recuerdo, entonces, que el timbre estaba sonando porque Dios me ha enviado a un ángel que tomará prestado a mis hijos y me hará tomar un descanso de esta guerra nuclear de llanto. Muchas veces escuché a personas decir que la tercera guerra mundial sería a causa de la lucha por el agua, no esperaba que esa guerra sucedería en mi casa por tal recurso natural.
Abro la puerta dispuesta a entregar al llorón número uno, pero la súplica de ayuda se queda atascada en mi garganta cuando observo al muñeco que me observa desde el otro lado.
No. Puede. Ser.
Intento entender la situación o este panorama mientras desde la casa, la cantante principal del concierto de llantos se esfuerza por ser escuchada en la máxima potencia. Por su parte, el corista decide silenciarse y ya sabes, pienso que es una cosa buena hasta que me doy cuenta de que la razón de tal acto de bondad se encuentra frente a mí.
De una forma dramática, de la que Ethan estaría muy orgulloso, Nathan deja caer el biberón sobre mi pie, maldigo ante el dolor, ¿Y sabes lo que descubro o recuerdo? Que no era agua, se trataba del jugo – no es que eso vaya a justificar la guerra infantil que se desarrollaba segundos antes – y sorbe sus mocos, bajo la vista de manera breve para ver la manera en la que las pupilas de mi hijo se dilatan mientras observa a Kurt. Y me asusta tanto que por un momento quiero dejarlo caer porque lo mira de una manera que no es normal para alguien de apenas dos años.
El muñeco, Kurt, se agacha con rapidez y recoge el objeto en disputa. Nate y yo lo observamos, él aclara su garganta y me pregunto si esto le parece muy extraño.
—Hola, corazón —Me saluda y siento que el órgano en mi pecho se acelera, luego él hace la cosa dulce de ofrecerle el biberón al bebé aterrador que sostengo—. Esto es tuyo, amigo.
Mi hijo no habla, por un momento me asusta que no respire, solo ve de una manera en la que creerías que Kurt se volvió el biberón y quiere atraparlo. Su boquita de bebé está abierta y mientras le doy un vistazo rápido, noto que el llanto conllevo un poco de moco.
Nathan me mira, luego ve a Kurt.
Y lo sé. Me tenso porque lo sé.
Mi hijo va a entregarme de una manera en la que nunca lo olvidaré.
Se siente como si hubiese cometido un delito y mi propia sangre me entregara a la justicia. Quiero decirle: pequeño terremoto yo te di a luz, yo te crío, no traiciones a tu sangre. Pero de nuevo, él solo tiene dos años y aunque quiero evitarlo, simplemente sucede.
— ¡Es papi! —grita viéndome y ya sabes, por un momento me siento realmente mal cuando veo cuán feliz es—. Mimi, es papi.
—Vendida por su propia sangre, carne de su carne —mascullo horrorizada. Nathan está haciéndolo mucho más dramático de lo que esperaba.
Como si esto no fuese lo suficiente aterrador para la pobre víctima de esta situación – Kurt – el otro torbellino se abre paso entre mis piernas, su llanto ha quedado olvidado. Nathan ya no es su enemigo, ahora es su aliado en la conquista deseada: Kurt.
Estoy segura de que su mirada está igual de enloquecida que la de Nathan cuando grita sus próximas palabras:
— ¡Papi de los bebés! Es papi —Corre hacia él y abraza su pierna.
— ¡Zozo! Es papi —dice Nathan.
Kurt ve a Nathan quien parece embelesado por él, luego su mirada pasa a mí y por último a la bebé mono que de manera osada se atreve a columpiarse de su pierna.
Quiero devolver el tiempo y no abrir la puerta porque temo que Kurt pueda desmayarse o huir de mí. Siento mis mejillas sonrojarse mientras mi hijo se contonea entre mis brazos para que lo deje sobre el suelo, pero temo que si lo hago, él se vuelva otra bebé mono sobre Kurt.
¿Por qué lo que empezó cómo una broma ahora se siente como algo muy, muy grave? Kurt devuelve su mirada a mí y esos ojos azules impresionantes parecen tan desconcertados sobre toda esta situación que, con honestidad, no sé qué hacer.
— ¿April?
Mi nombre nunca había sonado tan interrogante. Trago y me muevo de un pie a otro. Reacciono cuando el cuerpo de Nathan se estremece haciéndome recordar el frío y el hecho de que no están abrigados.
—Eh... ¿Quieres pasar? Ellos no están abrigados y hace frío, lo peor que puede pasarle a una madre son bebés enfermos.
—Claro, claro —Baja la vista hacia su pierna—, pero ella...
—Zozo, ¿Puedes liberar su pierna?
—No. Lo amé mucho.
—Yo lo amé más —dice Nathan.
Doy una risa rara y me acerco para tirar de la mano de Zoey, pero se aferra con fuerza al jean de Kurt. Creo que va a sisearme como una gata, pero la mano de Kurt se posa en mi hombro. Llevo mi mirada a él.
—Creo que puedo hacerlo funcionar —Me informa y no lo entiendo hasta que de una manera muy graciosa comienza a caminar con lentitud con Zoey aferrada de su pierna.
Mi hija es una sinvergüenza que ríe de alegría ante lo que luce como el mejor paseo de su corta vida, los sigo sintiéndome como una criminal a instantes de ser interrogada. ¿Qué hago? ¿Qué digo?
Siento la pequeña mano fría de Nathan en mi mejilla, volteo a verlo y me sonríe, le devuelvo el gesto.
—Te amé, mimi.
—Yo también te amo incluso cuando me traicionaste —Le susurro antes de besar su frente.
Me adentro con miedo a mi propia casa y cierro la puerta detrás de mí. Por supuesto que la casa es un absoluto desastre y en los pocos segundos en los que me retrasé para entrar, Zoey invirtió su tiempo en hacer que Kurt se sentará en el sofá y dejar sobre su pierna su muñeca.
—Es de la bebé —Le explica—. Muñeca.
— ¿Cómo se llama? —pregunta él con cautela.
—Muñeca. Es la muñeca, se llama muñeca y es de la bebé.
Ella sorbe de manera muy ruidosa sus mocos, pero puedo percibir que algo de ello escapa de su nariz. Tomo un pañuelo de papel, estratégicamente tengo cajas de ellos por toda la casa, y lo guío a su nariz.
—Sopla —instruyo y lo hace de una manera graciosa en la que su entrecejo se frunce y sus ojos se achican. No puedo evitar reír—. Muy bien, Zozo. Los grandes mocos se van —La felicito y ella aplaude feliz.
Siento a Nathan en la esquina del sofá y tomo otro pañuelo para ir por sus mocos y también limpiar su rostro lleno de lágrimas secas. Él deja el biberón caer al suelo porque ya no le importa y no me da tiempo de felicitarlo por su falta de mocos porque gatea hacia Kurt y se instala sobre el regazo de Kurt, recarga su mejilla de su pecho y suspira feliz.
Repentinamente siento ganas de llorar: por la imagen, por el anhelo y felicidad de mi hijo. Por el lío que he ocasionado con mi locura.
Kurt está tenso, pero con lentitud se encarga de no soltar la muñeca, para no ofender a Zoey, y con su otra mano de manera torpe sostiene a Nathan por su costado como si temiera que cayera. Luego me observa luciendo tan desconcertado y asustado.
Aclaro mi garganta y tomo a Zoey en mis brazos, me siento a una cierta distancia de Kurt en el sofá y siento a mi hija sobre mi regazo. Zoey y Nathan están silenciosos de una manera alarmante, sin embargo, puedo notar la energía y entusiasmos bullendo de ellos.
— ¿April? —susurra él.
— ¿Cómo conseguiste mi dirección? —Es lo primero que digo.
¿Cómo carajos llegó aquí? No puedo concebir en mi cabeza cómo es que esto está sucediendo en este momento.
—Ethan...Yo quería saber...Bueno, verificar que estabas bien, pero esto...
—Es una locura, lo sé —Llevo una mano a mi cabello y me paralizo recordando la manera en la que luzco, pero recuerdo que eso no es importante en este momento—. Y...Ehm, gracias por preocuparte, estoy legítimamente bien.
»Con las manos un poco llenas con estos bebés, pero bien —Emito una risa nerviosa.
— ¿Qué está sucediendo?
Muy bien, soy una niña grande y puedo explicar esta extraña situación.
—Ellos son mis bebés, lo cual debiste deducir. Ésta princesa es Zoey.
— ¡Zozo! —grita Nathan y yo le sonrío.
—Le decimos Zozo y él príncipe es Nathan. ¿Y cómo le decimos, Zozo?
—Nate. Nate es él bebé.
—De acuerdo —Asiente con lentitud—. Es un gusto conocerlos Zozo y Nate...Yo soy...
—Papi de los bebés —Lo ayuda Zoey y se señala como una pequeña maestra presentándose a la clase—. La bebé —señala a Nathan— y él bebé. Los bebés.
—Yo...Es que esto... —Kurt se interrumpe y frunce el ceño, luego deja ir una lenta respiración.
Nathan se incorpora de repente sobresaltando a Kurt que casi lo deja caer al suelo, me mira asustado, pero más me asusta la manera en la que Nathan lleva sus manos a su barriguita. Bebé pato en acción.
—Mimi, él bebé hará popo. Se hace popo.
Soy como una especie de Flash cuando dejo a Zoey en el suelo y arranco a Nathan del regazo de Kurt. Mi misión es llegar al baño antes de que se haga encima. Abro la puerta y agradezco que el adaptador del inodoro esté puesto cuando bajo su bóxer y lo siento. De inmediato los sonidos vienen y eso parece darle risa.
—Es popo.
—Puedo darme cuenta de ello por su olor, cariño —respondo recargando mi espalda de la pared—. Tal vez deba llamar al pediatra y decir que hoy han ido de más al baño.
Rasco mi frente y me hago una nota mental para hacerlo, suspiro y Nathan me llama.
—Canta, mimi.
Comienzo a tararear una canción que parece tenerlo muy a gusto. Continúo tarareando cuando dice que terminó y me acerco a limpiar su culito de bebé. Parece mentira que una cosita tan bonita saque de su cuerpo cosas tan olorosas. Tiro de la cadena y lo alzo llevándolo hasta lavamanos para asear sus manos. Me giro y doy un grito cuando me encuentro con los ojos muy abiertos de Kurt en la entrada del baño, bajo mi vista y Zoey se encuentra tomando su mano.
—Lo siento, yo solo...Eh, quería ver si todo estaba bien y ella quería venir...Dijo que...
Esto es demasiado para Kurt, puedo verlo. Creo que todo este encuentro loco e inesperado lo está superando. Yo también estaría enloqueciendo y asustada si unos niños desconocidos se aferraran a mí como su madre e insistieran. Es demasiado abrumador y es mi culpa.
—Lo siento —digo.
—Yo...De acuerdo, creo que necesito irme y que conversemos luego, ¿De acuerdo?
Asiento, él libera la mano de Zoey y ella parece alarmada porque comienza a seguirlo de inmediato. Camino detrás de ellos hasta la puerta y cuando él la abre, se gira para observarnos.
»Hablaremos...Luego —Asiente para sí mismo y nos observa. Somos algo difícil de digerir, supongo.
— ¡No! No te vas, papi de bebés —El labio inferior de Zoey comienza a temblar y me agacho para acercarla a mi cuerpo antes de que corra hacia él.
Asiento hacia Kurt indicándole que es el momento de que se vaya antes de que todo se vuelva peor, pero es demasiado tarde. El concierto de llanto vuelve a empezar con fuerza mientras sostengo a ambos bebés contra mi pecho y estiran sus brazos hacia él.
— ¡Papi de bebés! —Lloriquea Nathan.
Kurt se paraliza y veo cuán abrumado está y lo indeciso que se siente sobre acercarse o correr. Asiento de nuevo hacia él y gesticulo un "puedes irte", porque sé que mis hijos no llorarán para siempre y no es su responsabilidad limpiar todo este lío.
—Yo...
—Si no te vas ahora y lo haces luego, llorarán más —Le advierto.
—De acuerdo.
Se gira y comienza a alejarse, el llanto ahora conlleva gritos mientras los abrazo y los meso de atrás hacia adelante.
—Shh, ya está. Mami está aquí, todo está bien.
—El papi de bebés —Se lamenta Zoey—. Lo amé, lo amé mucho.
Me armo de fuerzas para ponerme de pie y alzarlos a ambos, entro a la casa y cierro la puerta detrás de mí con el pie.
Lo que empezó como una mañana muy movida, termina con dos bebés de malhumor que parecen dedicados a hacerme la vida imposible el resto de la tarde. Lloran por cualquier cosa, Nathan tiene una rabieta y Zoey garantiza que ya no me ama. Por suerte toda esa mala vibra parece agotarlos.
No es hasta que salgo de su habitación y que me dejo caer sobre el sofá que tomo mi teléfono y marco el número de Ethan. No tarda en responder.
—Aquí el grandioso...
—Estoy cansada —Lo corto y sorbo por mi nariz dándome cuenta que toda la tarde parece que he querido llorar—. No de ser mamá, pero hoy ha sido tan agotador y me he sentido tan sola.
—April...
—Son buenos niños, Ethan, pero hoy ha sido tanto y luego Kurt —Limpio con el dorso de mi mano la humedad en mi rostro—. Zoey dijo que no me amaría más.
—Zoey solo tiene dos años y no sabe lo que dice, ella te ama.
—Nathan hizo un berrinche horrible y ellos solo parecían empeñados en hacerme todo difícil porque me odian.
—Tus hijos no te odian.
—Lo hacen porque los ilusioné con una broma sobre tener un papá, lo vieron hoy y luego sintieron que lo perdieron —Creo que las emociones del día de hoy, finalmente me ganan y las lágrimas no se detienen—. Y Kurt...Lo asusté, estoy segura de que lo hice, no volveré a saber de él...
—Oye, oye, en esta amistad yo soy el pesimista, ¿Recuerdas? Respira hondo.
—Estoy avergonzada y de alguna manera de la que no tengo derecho, me siento herida. Y tan, pero tan cansada —termino por susurrar.
—April, tienes a dos terremotos con energías impresionantes, sería raro que no te agostaras. No sé exactamente qué sucede con Kurt, pero si es un bastardo dime y le pateo el culo...O hago que Harry lo haga, ya sabes que no me involucro en peleas, quita demasiada energía.
No puedo evitar reír y apuesto que eso lo hace sonreír.
—Harry sería un buen comodín, pero Kurt no ha hecho nada malo. La del lío he sido yo.
—Niña, eres una madre increíble, yo hubiese deseado tener una madre al menos la mitad de amorosa y atenta que eres tú. Tus hijos te aman, eres su mayor héroe —suspira—. Tuviste un día duro, ¿Qué tal si mañana Andrew y Grace te cubren para cuidar a los bebés?
— ¿Por qué no te ofreces tú?
Guarda unos pocos segundos de silencio.
—Porque no quiero agotarme y a ellos les gustan los bebés, yo puedo ir a supervisar que lo hagan bien.
— ¡Ethan! —rio otro poco más.
—De acuerdo, de acuerdo, yo también ayudaré. Luego al final de la tarde recuerda que cantaremos cumpleaños a Halle.
— ¿Harían eso? Y por supuesto que recuerdo el cumpleaños de Halle y la pequeña reunión de celebración.
—Sí, después de todo, una mamá también necesita recargar sus energías con un poco de tiempo para sí misma.
—Tengo papilla de bebé en mi cabello y ellos hoy defecaron tanto que siento que el olor está en mí.
Él suelta una carcajada y yo también rio.
—En ese caso, será mejor que tomes un baño antes de dormir.
—Lo haré.
—Haré que Andrew vaya a primera hora, para que puedas dormir hasta tarde.
—Tú tan decisivo sobre los demás.
—Sé que él no va a negarse y él lo necesita, necesita esas dosis de alegría.
Tiene razón, mis hijos son caóticos, pero ellos siempre hacen sonreír a Andrew y en estos días tan oscuros para él, las sonrisas son muy necesarias.
—Bien, bien. Iré a tomar esa ducha y a dormir.
—Descansa, loca.
—Descansa, diva.
Finalizo la llamada y suspiro. Camino hasta el baño y tomo una ducha caliente veloz por temor a que los niños despierten. Me cubro con mi pijama y solo cuando me acuesto, cubro con las mantas y apago las luces, me permito repasar el encuentro de mis hijos con Kurt. Cierro mis ojos porque me siento avergonzada de la posición en las que nos puse a los cuatros.
Me partió el corazón escucharlos llorar por tanto rato y luego verlos abiertamente hostiles conmigo a pesar de ser tan pequeños, quizá era solo mi imaginación, pues son pequeños y no conocen de rencores, pero de verdad sentí que se desquitaban conmigo.
Sobre Kurt...Le debo una disculpa. De haber sabido que venía le habría dado una advertencia. He estado siendo un poco idiota con él. Supongo que mi resentimiento hacia mi cita fallida y el saber que estaba en Londres y no me avisó, me hizo un poco ruda con él, pero sus palabras al teléfono me hicieron sentir en calma, me hicieron sentir mucho mejor y con una mejor perspectiva.
Debo reconocer que fue un gesto totalmente dulce que quisiera a venir a comprobarme, solo que las cosas no salieron como las esperaba y tengo la ligera sospecha de que fuimos mucho para manejar. No lo culpo. En un escenario similar, estoy segura de que yo hubiese actuado como una idiota corriendo.
Tomo mi teléfono y decido escribirle.
April: Lo siento.
April: lamento si todo esto te asustó. Hoy fue un día caótico y no trato de que sea una excusa, pero en otras circunstancias te lo habría explicado mejor.
April: mis hijos no están locos, ellos solo creyeron lo que su loca mamá les dijo.
Bloqueo mi teléfono y lo dejo a mi lado luego de enviar los mensajes. Cierro mis ojos y me fuerzo a dormir, pero pasados los minutos, el teléfono vibra.
Kurt: ¿Podemos vernos mañana y hablar sobre esto?
Cambiar el nombre con el que lo agendé es un buen comienzo.
April: podemos. Unos amigos vendrán a cuidarlos.
Kurt: bien. En la mañana tengo un compromiso. ¿Mediodía?
Afirmo y me envía la dirección del lugar en donde encontrarnos.
April: te veo mañana.
Kurt: buenas noches, April. Descansa.
Sí, fue un día de muchas emociones.
***
3 de agosto, 2015.
— ¿Estarás bien? —pregunto hacia Andrew.
Me mira con un ojo abierto mientras en el otro Zoey deja su mano porque está demasiado cautivada detallando la belleza de Andrew.
—Estaré bien, además, en minutos llega Ethan y Grace —garantiza. Zoey lo abraza por el cuello—. De todas formas, solo estaré por un par de horas, luego iré a casa.
— ¿No irás al cumpleaños de Halle?
—No tengo los ánimos realmente —Hace una mueca con sus labios—, vine porque sé que necesitas un tiempo para ti y salir me hace bien.
Suspira y atrae a Zoey para un abrazo, ella recarga su mejilla de su pecho y suspira. Andrew alza su vista a mí y veo la tristeza ahí.
»Extraño tanto a mi hermana. Era diferente cuando estuvimos separados debido a que vivía en Irlanda, pero ahora que realmente se fue, no sé cómo no echarla de menos.
Me duele por él, perder a un ser querido nunca es fácil. Y pese a que de hecho Andrew está lidiando bastante bien con su pérdida, es imposible que no sienta dolor o que no tenga bajones. Él trata de seguir adelante, pero es evidente que el dolor está presente.
—No creo que alguna vez dejes de extrañarla, cariño, solo aprendes a vivir con la pérdida y seguir adelante para ser feliz.
—Hay días en los que duele más que otros. Sé que no debo estancarme porque no es lo que ella hubiese querido, pero hay días en los que de verdad quisiera decir: iré a ver a Ally. Pero no puedo.
—Poco a poco, Andrew —Le doy una sonrisa triste y él me la devuelve—. Creo que te haría bien ir al cumpleaños de Halle, sé que ella amaría verte ahí, tengo la sensación de que eres su favorito.
—Por el momento, no creo que vaya —Besa la cabeza de Zoey—, pero vete que llegarás tarde a dónde sea que vayas.
—Sí, sí. Ya sabes que cualquier cosa, no dudes en llamarme. ¿De acuerdo?
—Lo sé, no es la primera vez que cuido de tus bebés.
Me acerco, beso la mejilla de Zoey y luego la suya. Nathan se encuentra – para sorpresa de todos – durmiendo. Tomo mi bolso y salgo de la casa. Subo al auto y antes de ponerlo en marcha, pinto mis labios y aplico mascara a mis pestañas. Si Kurt va a decirme loca y que no le escriba nunca más, al menos tengo el derecho de verme digna.
Me veo en el espejo retrovisor y me guiño un ojo.
—Muy bien, April. Te metiste en esta locura, ahora asume la responsabilidad.
Aunque mis palabras suenan muy valientes, la realidad es que durante todo el trayecto estoy evaluando cómo abordar esta situación con Kurt. ¿Quién me dijo a mí que alguna vez de verdad lo conocería y tendría que lidiar con esta locura?
—Bueno, Kurt, ya sabes. Como cualquier mujer de sangre caliente loca, bromeé sobre decir que eras el padre de mis hijos y ellos me creyeron, ya sabes, se supone no te conocería y... ¡Felicidades! Eres papá —Rio—. Sí, eso seguro lo hace correr de inmediato.
Giro en la próxima calle y comienzo a sentir algo de cosquilleo en mi estómago porque estoy a tan solo cinco minutos de llegar al restaurante donde me dijo que lo encontrara. En cuanto me estaciono en el espacio del restaurante dedicado a ello, me veo nuevamente en el espejo. Alboroto un poco mi cabello suelto y chequeo que mi labial no se haya corrido, tomo mi bolso y bajo. Activo la alarma y suspiro.
—Muy bien, April, aquí vamos.
Camino hasta la entrada del restaurante y me da la impresión de que es algo exclusivo. Miro mi pantalón negro ajustado y la camisa rosa traslucida de mangas largas que llevo, por alguna razón, hoy decidí usar uno de mis pares de tacones, por lo que creo que el vestuario, junto a mi cabello alborotado y el maquillaje ligero, hace que encaje en este lugar. Sonrío al anfitrión cuando llego.
—Vengo a encontrarme con alguien.
— ¿Nombre de la reserva?
Por un momento pienso en decir su nombre, pero luego recuerdo que me dio el de su tía por cuestión de discreción. Así que lo digo y me guían hacia la mesa que se encuentra bastante alejada de las demás. De manera inconsciente dejo de caminar cuando veo que en la mesa para dos, ya se encuentra Kurt y parece estar hablando por teléfono.
Por supuesto, él luce tan apuesto como siempre y el simple hecho de que lleve una camisa azul, hace que sus ojos parezcan dos piedras increíbles que capturan toda la atención en su apuesto rostro.
Él no me ha visto y como no sé si este será nuestro último encuentro, me tomo el tiempo de evaluarlo. Ríe a lo que sea que le diga su interlocutor y sacude su cabeza mientras habla. Él es algo más, además de ser evidentemente atractivo, tiene un aire, un algo, que parece emanar de él y hace que sea atrayente.
El anfitrión aclara su garganta y salgo de mi trance de admiración para caminar hasta la mesa, Kurt me ve y no me pierdo la manera en la que me detalla. La silla es retirada para mí por parte del anfitrión que discretamente luego se retira. Dejo mi bolso sobre mi regazo y observo a Kurt.
—Sí...Bueno, debo colgar, ya llegó mi cita... —Hace una pausa y ríe—. No seas celoso, Romeo...Vale, vale, tampoco seas chismoso. No hagas tantos desastres, hablamos luego.
Finaliza la llamada y parece escribir algun mensaje antes de guardarse el teléfono. Recarga su espalda del respaldo de la silla y me observa con fijeza, enarco una ceja hacia él mientras me inclino hacia adelante y sostengo mi barbilla sobre mi mano, apoyando el codo de la mesa.
—Te ves muy, pero muy bien hoy —dice.
—Me veo bien siempre —replico—. Tengo varios looks. Este es mi look para almorzar con un conocido.
— ¿Un conocido? —Asiento, finge estar pensando mientras acaricia su barbilla—. Qué extraño que digas eso, porque tus bebés me hicieron pensar que más que un conocido, soy su papá.
Qué bueno que no me encuentro bebiendo algo, porque me hubiese ahogado. Él me mira con suficiencia antes de estirar su mano y golpear sus dedos sobre la mesa. Muerdo mi labio inferior y veo hacia el techo. Tal vez no me preparé lo suficiente para este encuentro, parece que Kurt tiene muy en claro sus cartas en este juego.
Un mesero se acerca y nos entrega el menú, Kurt pide que nos traigan una botella de vino por el momento y permanecemos en silencio durante el tiempo que le toma al mesero volver con la botella y servirnos. Alza su copa hacia mí y en respuesta alzo la mía antes de dar un leve trago y saborear. Dejo mi copa en la mesa y él me observa, como si esperara mi comentario en respuesta a lo que dijo antes.
—Muy bien, vamos a tratar con este enorme elefante rosa de nuestro alrededor —digo uniendo mis manos—. Sobre lo que sucedió ayer, no es tan aterrador como parece, bueno, tuvo que ser aterrador para ti, pero todo tiene una explicación.
—Te escucho —Copia mi postura.
—Bien, no es un secreto que te admiro y me gustan tus películas junto a tus series desde hace mucho tiempo, antes de tener hijos y todo lo que eso conlleva.
—De acuerdo.
—Así que, ¿Tu mamá nunca bromeó sobre decirte que algun ídolo era tu papá?
—No, mi papá siempre fue mi papá.
¡Ufs! Este hombre no me lo pone fácil, es evidente que hoy está en modo de hacerme sudar y no de una forma agradable o placentera.
—Bueno, mi mamá sí me dijo una vez que mi papá era Elton John —digo y ladea la cabeza hacia un lado.
—Elton John es gay... ¿Qué te dijo tu mamá? ¿Qué había sido un vientre en alquiler para él?
El chiste parece un poco cruel, pero a mí me causa risa por lo que llevo una mano a mi boca cuando la risa brota de mí junto a un resoplido. Una pequeña sonrisa surca su boca, no puede luchar contra ella.
—Bueno, era pequeña y no llegué a pensar que era imposible ser su hija, pero lo entendí eventualmente porque no había manera en la que él fuera mi papá.
—Entonces... ¿Soy el Elton John de tus hijos? —Tantea.
—Uhmm... ¿Algo así?
—Sé que puedes darme una explicación mejor.
—No me la pones fácil.
—No soy un hombre fácil, incluso aunque me gustes, tienes que trabajarme un poco, April.
Mi boca se abre ante su descaro y él se encoge de hombros bebiendo de su vino. Aclaro una vez más mi garganta.
—Muy bien. Te daré la explicación corta.
—Quiero la larga. Ya ves, puedo ponerme un poco exigente.
Entrecierro mis ojos hacia él y una vez más se encoge de hombros. Siento que esto es un reto y por todo lo sagrado que voy a tomarlo.
—Muy bien, explicación larga.
—Te escucho.
—Te admiro, eres mi especie de ídolo. Así que era en realidad una broma. Cuando los mellizos tenían quizá cinco meses, comencé a bromear con mis amigos sobre que necesitaba encontrarme con el papá de mis hijos...
— ¿Ese vengo siendo yo?
—Ajá. La broma se convirtió en algo duradero y los niños fueron creciendo, cuando quise darme cuenta, un día frente al televisor, Zozo y Nate gritaban que eras papi. Al principio todos lo tomamos como una broma y supongo que fue nuestro error no corregirlo al pensar que era inofensivo.
»Tengo que admitir que no contaba con que de verdad te conocería, siempre molesté a Ethan sobre esto, pero no pensé que él lo conseguiría —Hago una pausa—. Tengo presente que evidentemente los niños no podían crecer pensando que eras su papá, pero ahora están pequeños y cuando intentaba corregirlos, era como hablar con una pared.
Tomo mi copa y bebo un poco de vino antes de proseguir.
—No tienes ni idea de lo avergonzada que estaba ayer porque llegaste en medio de todo un caos y luego ellos se volvieron locos arrojándose sobre ti. Sé que te asustaron mucho y fue traumático, pero ellos son buenos niños y no tienen la culpa de que su mamá sea una loca que los confundió. Lo siento mucho y entiendo si todo esto te molestó.
»Yo hubiese salido corriendo y me hubiese bloqueado de todas partes —Siento mis mejillas enrojecer—. Sé totalmente que no eres su papá, eso es obvio y tampoco es que busque hacer un escándalo o crear un malentendido, yo solo...Lo siento.
Se mantiene viéndome con fijeza y luego mira hacia la mesa, lo veo lamer sus labios y después vuelve su mirada hacia mí. Me pone ansiosa que no diga nada y solo me mire. Además sus ojos parecen brillar más de lo normal.
—Di algo —digo pasados unos segundos.
Una vez más lame sus labios y una esquina de su boca sube de manera apenas perceptible.
—Entonces... —comienza— ¿Ellos estarán llamándome papi de bebés, siempre?
Holaaaaaa, finalmente por aquí y se siente increíble.
Gracias a mi adorada Willa por compartirme su internet porque justo antes de actualizar se fue el mío.
Así que llegamos a este punto donde el pobre Kurt chocó con la locura que se colará en su vida...Ah, le envío fuerza y paciencia a mi bello Kurt.
El hada en esta ocasión señala a @Bookslover2010 fue gracioso escuchar tus audios ayer. Gracias por tu apoyo y amor, espero y te quedes en esta familia por mucho, mucho tiempo más.
Para adelantos, noticias, firmas, sorpresas y micro-relatos de personajes de mis historias, pueden conseguir todo en mi cuenta de instagram: DarlisStefany. Y la página de facebook: Darlis Stefany. Twitter: Darlis_Steff.
Espero les guste.
Un beso.
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