Lunes 28 de agosto, por la noche

Lorenzo no se ha acercado a mí­, ni siquiera por comida. Si nos encontrábamos en el edificio, apartaba la mirada. Se comporta como un niño.

Theo, en cambio, es adorable. Hemos salido dos veces y cada vez es mejor que la anterior. Lo adoro

Suena el timbre cuando el reloj marca las once. Estoy acostada por lo cual debo salir de cama para atender.

Observo por la mirilla, es Lorenzo. Se ve terrible y no sé qué pensaral respecto.

Abro la puerta.

ꟷ¿Si?

ꟷ¿Tendrás agua oxigenada?

ꟷNo.

ꟷ¿Gasas?

ꟷTampoco.

Observo su rostro contraerse debido a la frustración.

ꟷ¿Me ayudarás?

Niego con la cabeza. Estoy enfadada.

ꟷ¿Puedes dejar de comportarte como una perra? Necesito tu ayuda.

Frunzo el ceño y me planteo seriamente cerrar la puerta en su rostro. ¿Acaba de llamarme perra y pretende que lo ayude?

ꟷNo.

ꟷBien, lo lamento.

Arqueo una ceja.

ꟷPor lo de recién. Sigo pensando que tu novio es un idiota.

Blanqueo los ojos.

ꟷNo es mi novio.

ꟷPero tienen citas.

Me niego a hablar del tema con él.

ꟷ¿Qué quieres?

ꟷ¿Puedo pasar?

Abro la puerta y él entra cojeando un poco.

ꟷ¿Qué te sucedió?

ꟷ¿Recuerdas mi banda?

Asiento.

ꟷMe encontré con ellos, discutimos.

ꟷ¿Discutieron o te golpearon?

Dudo mucho que hayan hablado.

ꟷEllos quedaron peor.

Ruedo los ojos. Hombres.

ꟷSiéntate en el sillón, ya vengo.

Me coloco una chaqueta y salgo. En pijama.