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Domingo 13 de agosto, por la noche

Me encuentro en el sillón, acostada y tapada hasta el cuello, viendo una pelí­cula de Adam Sandler que he mirado con anterioridad un centenar de veces.

Suena el timbre y sé con anticipación la tortura que me espera.

Si es Lorenzo juro que lo mato.

Abro la puerta sin ganas, no queriendo ver su rostro.

No lo es.

ꟷ¿Si?

Es un muchacho de mi edad, no lo habí­a visto antes. Recordarí­a un rostro tan apuesto.

Es alto, con el cabello oscuro pero no negro, ojos color celestes y un rostro perfectamente tallado. Seguramente, por un ángel.

Intento hacer memoria, no recuerdo haberlo visto con Lorenzo.

ꟷBuenas noches.

Definitivamente no es su amigo, él es educado.

ꟷBuenas noches.

De repente, como si la razón de mi existencia me fuera revelada, recuerdo que estoy en pijama y siento mis mejillas arder.

Que alguien me mate y termine con tanto dolor.

ꟷSoy el vecino de abajo.

ꟷ¿Eres nuevo?

Claro que sí, idiota.

Asiente.

ꟷAún no traen todas mis cosas y me preguntaba si tendrás el número de algún delivery. Muero de hambre.

Sonríe y creo que voy a desmayarme.

ꟷSi, si. ¿Qué quieres comer?

ꟷ¿Disculpa?

Siento mis mejillas arder aún más, si eso es posible, sonó como una invitación.

ꟷAsí te recomiendo uno.

ꟷMmm... ¿pizza?

Asiento y junto la puerta. Suelto un suspiro y tiro un poco de aire en mis mejillas intentando disminuir el sonrojo.

Tomo el número de mi delivery favorito, no lo necesito. Lo sé de memoria.

ꟷTen.

Le entrego el número escrito en un folleto y sonrí­o.

ꟷGracias, de verdad.

ꟷNo hay problema.

Me mira y ríe. Debo lucir como una idiota.

ꟷBuenas noches.

ꟷBuenas noches...

Camina unos pasos y lo observo.

Deberí­a cerrar la puerta.

ꟷSoy Theo, por cierto.

ꟷValentina.

Sonrí­e y baja las escaleras.

Cierro la puerta, finalmente.