Martes 20 de junio, a la tarde.

Llego de casa de Vicky, hemos estudiado toda la mañana y gran parte de la siesta. Rendimos en dos semanas y estoy más que segura que obtendré un diez.

Subo al ascensor y dentro se encuentra Lorenzo. Lo ignoro, como él a mí. No seré buena vecina si él no lo es.

Sin embargo no puedo evitar observarlo de soslayo. Lleva una sonrisa de autosuficiencia pero no puedo determinar si es a mí­ a quién va dirigida. Viste vaqueros claros y ajustados, una camiseta negra, converse del mismo color y una chaqueta de jean. Su cabello está despeinado y en sus manos está su celular.

Mentiría si dijera que no se ve bien.

Bajo del ascensor, sin dirigirle una última mirada.

Camino hasta mi departamento y me quedo de piedra.

En la puerta se encuentra pegado un cartel gigante con grandes y desaliñadas letras rojas.

Devuélveme el correo, bruja.

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Gracias por el apoyo inmenso que me están dando, no las conozco y ya las quiero. Comenten esta oración con el país del cual son, quiero conocer sus nacionalidades.