El 14 de febrero llega con un cielo despejado y brisas suaves. La escuela está decorada con corazones y carteles, y los alumnos corren por los pasillos entregando chocolates y cartas.

Kazemaru camina junto a Mamoru, sosteniendo una bolsa de papel con dulces que recibió de unas compañeras del club de atletismo.

—San Valentín es más ruidoso cada año, ¿no crees? —comenta Kazemaru, intentando sonar relajado.

—Sí, pero es divertido —responde Mamoru con una sonrisa radiante, como si fuera el único que no siente la tensión flotando en el aire.

Pasar el día juntos no era algo fuera de lo común. Lo habían hecho muchas veces, pero ahora Kazemaru no puede evitar pensar en cómo los miran de reojo. Un par de chicas susurran y ríen mientras ellos pasan.

¿Pensarán que somos...?

El calor sube a sus mejillas y aparta la mirada, fingiendo que observa la cancha.

—Oye, ¿quieres ir a la tienda después de la práctica? —pregunta Mamoru de repente.

—¿Eh? ¿A la tienda? —Kazemaru lo mira, confundido.

—Sí, quiero comprar algo de chocolate. —Mamoru se encoge de hombros.

Kazemaru siente que la gente los observa otra vez. Dos chicos comprando chocolate juntos, en San Valentín.

¿No es como una cita?

—Si tienes planes, está bien —añade Mamoru, notando que Kazemaru no responde.

—¡No, no tengo planes! —Kazemaru se apresura a aclarar, y su tono nervioso lo traiciona—. Podemos ir.

Mamoru lo observa durante un momento, sonriendo con suavidad.

—¿Sabes? —dice Mamoru, metiendo las manos en los bolsillos—. No hay nadie más con quien prefiera pasar este día.

Kazemaru se queda inmóvil, sintiendo que su cara arde aún más.

—D-Deja de decir cosas raras, capitán.

Pero Mamoru solo ríe, sin dejar de caminar.

Kazemaru lo sigue, ocultando su sonrisa detrás de la bolsa de dulces.

Fin