Séptimo capítulo: La noche del recuerdo (parte II) / Aquella vieja ráfaga de Luz

Y estas mismas cajas, estaban siendo transportadas, de mano en mano, y, de vez en cuando, de dos manos propias hacia el camión en si, hacia la parte trasera del vehículo con grandes capacidades actorales y de levantar o resguardar peso, ya que, como la mayoría de los casos en los que un trabajo de espionaje o robo a baja o gran escala es requerido, el medio de transportación regular, está disfrazado de algo más que hace que parezca como un sencillo y promedio objeto creado en una fábrica ante los ojos de los ciudadanos de esta zona de los Estados Unidos de Norteamérica. Ya habiendo finalizado con las últimas cajas ejemplares de la mala leche que abunda por todo el territorio nacional de rojo, azul, blanco y con más de 40 estrellas, los criminales, bueno, uno de ellos, terminan con el contrato para que después este singular jefe haga una llamada que confirmaría lo mostrado y dicho al empresario Justin R. Hammer. Y, por último, cerraría la enorme puerta de metal del camión con una cubierta de una supuesta empresa repartidora de leche llamada Glory Hills que sentiría cómo los motores de este son encendidos, mediante la ayuda de un objeto metálico con patrones específicos que fueron introducidos por una zona que haría posible a esto que ocurra, unas llaves comunes, para partir y continuar con lo último que se tenía que hacer para recibir una paga que, en retrospectiva, nadie mejor que Hammer podría ofrecerle a alguien del tipo de las personas actuales. De repente, al momento de abrir una especie de límite que separa a la calle y a las veredas con este almacenamiento; el cual, está muy frío, sucio por partes, con graffitis en zonas específicas de su territorio y con mucho contenido que ofrecer que le pertenece a, ya sea empresarios, novatos o a una compañía de nombre cualquiera, una vaya de metal de colores amarillo y negro, y ya con todos los criminales habiendo sido introducidos en el camión, algo extraño sucede muy de cerca que hace que la superficie terrestre tiemble un poco, incluyendo al poco ortodoxo hecho de acero y a objetos que estaban a un radio de 10 metros cerca de su presencia.

Este algo, no habría sido solicitado por ninguno de los hombres alquilados o pertenecientes a las industrias de Hammer, al parecer, ya que, casi automáticamente, uno de ellos abriría una de las puertas que lo cubrían por completo para ver lo que sucedía en el quieto exterior y para ver a lo que sea o a quien sea que haya podido causar el estruendo y tal espectáculo metafísico de hace unos momentos. Sin resultados y con las voces de sus compañeros preguntando cosas, cargando sus armamentos y chismorreando acerca de la situación, un poco, el encargado de salir a vigilar, se encontraría con una figura de gris que estaría de brazos cruzados y mirándolo a lo lejos con un rostro que parecía no poder apreciarse bien por una especie de circunferencia que fue recortada casi a la mitad que cubría la zona de la nariz para arriba; solo los labios se podían apreciar y esto mismo era suficiente para deducir tal imaginación. La cosa es que lo que hacía de este momento uno especial, algo sobrenatural e inesperado, no era solo el hecho del zumbido de hace exactamente un minuto, sino también el hecho de que, aquella figura que estaba ahora caminando a lo lejos, como a unos 14 metros de longitud, y que estaba causando algo de miedo al hombre de hace un rato que decidió abrir la parte trasera del camión de la empresa de leche, parecía alguien que acababa de llegar de una visita corta, rápida o larga al satélite oficial del planeta Tierra, la Luna.

Y pensar que todos estos sujetos creían que Spider-Man había hecho todo este lío con la ayuda de su fuerza, sus redes o un nuevo objeto tecnológico que expandía ruido o una gran cantidad concentrada de ondas sonoras. Mientras tanto, hablando del muchacho de buena altura, este andaba ayudando a una enfermera a levantarse de en medio de la pista de una de las muchas calles que guiaban al Barrio Chino, debido a una persecución en automóvil que cruzó caminos justo por su lado derecho, yendo hacia el izquierdo, a una velocidad exagerada hasta para un abuelo de una casa de reposo que ya fue retirado de sus quehaceres ciudadanos o hasta un niño. A la hora de levantar por completo a la damisela, Spider-Man, quien podía ser apreciado con un brillo hermoso y épico que recorría su traje, sus medianos lentes y sus patrones de telaraña que fueron escogidos para que así la gente lo distinguiera de los demás superhéroes de la ciudad y del mundo, se da cuenta de que la persona que estaba levantando era alguien que no había visto en meses, casi años, Mary Jane Watson. Su expresión facial fue tanta que hizo que la pelirroja mirara con confusión a su contraparte arácnida para después esta preguntarle a él que si todo estaba bien.

Spider-Man: *gesto de duda* Eh, si. ¡Si, todo está bien! Solo que me he dado cuenta de que eres Mary J-Jane Watson, la chica de la película de Afrodita y también de la de Qades. *agitar rostro* Creo que también fuiste Cleopatra en la adaptación de Marco Antonio II. ¿Verdad?

Mary Jane: *fruncir ceño* *sonreír* ¿Nos hemos visto antes.. ? Es que siento que me recuerdas a un amigo mío que se llama Pe-

Spider-Man: *tocar hombros* Perdona, el deber me llama. *ver a la izquierda* ¡Nos vemos! *correr* *saltar* *lanzar red*

Mary Jane: *ver a Spider-Man* ¿Qué? *alzar mano* *caminar un poco* ¡Espera! ¿¿Acaso no sabes que es de mala educación dejar hablando sola a una dama?? ¡SPIDER-MAN!

...

Dos minutos después, de regreso con los hombres que estaban cargando cajas y acababan de subir a un camión para finalizar con su contrato previamente establecido, nos damos cuenta de que la mayoría de estos ya estaba en el suelo de asfalto, con armas apuntando hacia el frente de la cámara, debido a que buscaban defenderse de la figura que ya estaba cerca de ellos y encendiendo su traje aparentemente tecnólogo para hacer algo que les dolería mucho a estos y también a su superior encargado. Mientras sudor bajaba por la frente o el lateral derecho de las cabezas de la mayoría de los ladrones, uno de ellos, con tono de valentía, se atreve a preguntarle a aquel hombre de traje gris que, ahora mismo, acaba de evolucionarlo a este a un tono blanco muy lúcido y elegante, acerca de qué era lo que quería y que necesitaba la respuesta con más detalles de los esperados. Claro está que la interrogante no fue formulada con este tipo de razonamiento, sino con uno agresivo y típico de la gente que anda por mucho en las calles.

Entonces, ya no perdiendo el tiempo, el sujeto de traje, lanza una onda de sonido que hace que un grupo de los ladrones caiga inconsciente al frío cemento de la superficie terrestre que fue hecha para que la ciudad fuera un sitio más cómodo y estético para vivir, seguido de otro estallido de ondas sonoras que haría lo mismo con unas balas que habrían sido disparadas por miembros de la otra mitad, y estos mismos, que llamaría la atención de unas cuantas personas a los alrededores que comenzarían a gritar y a tomar fotografías con un fin. Finalmente, solo por completo, el ladrón que decidió saber más del caso del traje espacial que interrumpió un encargo directo de una compañía corrupta, con suma atención y terror, logra escuchar que, quien estaba a punto de dispararle, pasara lo que sea que pasara, revelaría que estaba ahí para detener el viaje de esas cajas y entregarlas a su dueño legítimo por derecho y por un contrato no tan sucio como el suyo. Y también que, hace unos cuantos años, se había hecho llamar de una forma que hacía que la gente no lo tomara muy en serio como villano, pero que como un sujeto de bien le resultaría todo mucho mejor.

?: Me llaman el héroe anónimo y creo que no se equivocan. Mi nombre, lo oirás por última vez en tu vida libertaria, ya que terminarás como todos estos idiotas. En la cárcel. Por muchos, muchos años. *sonreír* Mi nombre es.. Turbo Jet.

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