20. Nacer el día 13
13 de octubre de 2019.
Quizás el haber nacido el día trece marcó la vida de Lara con la mala suerte. Que su padre la separara de sus hermanos y la borrara de sus recuerdos, que la apartara del amor de su vida y secuestrara a su hija, encontrarse con él una y otra vez para repetir la misma historia, y no saber quién era la mayor parte de su vida no eran eventos para celebrar precisamente.
Pero las cosas dieron un giro desde que su padre murió. Quizás su mala suerte no tuviera que ver con la fecha en la que nació, sino con el padre que le tocó, porque desde su muerte salieron a la luz sus secretos y ella recobró su memoria, su identidad, a su hija y a su familia. Y estas eran razones suficientes para festejar su cumpleaños número cien, el primero que pasaría junto a su familia después de casi ochenta años.
Luego de tantas malas noticias, muertes y desencuentros, los Mordoc necesitaban una razón para festejar y, al mismo tiempo, honrar a los que ya no estaban. Es por eso que Killian y Cirius planearon una gran celebración para el primer centenario de Lara. Ocasión que también serviría como bienvenida oficial a la familia a April, Sarah, Sebastian, Elmer y Azul, y que tendría un momento para redimir las memorias de Celil y Adamus, ya que fueron asesinados y recordados de manera injusta.
La fiesta tendría lugar dentro de un pequeño bosque en la propiedad Mordoc, entre la casa de Killian, la de Veronica y la de Julius. Se habían predispuesto largas mesas para los invitados y preparado un gran banquete, teniendo en cuenta los paladares de todos los asistentes, entre los que se incluían los No-Vampiros.
Semanas atrás, después del ataque a la casa de Killian, vampiros y cazadores llegaron a un acuerdo: los últimos depondrían armas, pero solo con los Mordoc, ya que fueron quienes le revelaron su verdadera naturaleza. Sin embargo, algunos de ellos no estuvieron de acuerdo con dejar de cazar vampiros ni con la decisión de los descendientes de los Mordoc de reintegrarse a la familia; no querían renunciar a lo que conocieron toda la vida ni al sabor de la sangre ni al odio que les provocó saber que algunas familias como los Müller, torturaron y exterminaron completamente a los de su tipo. No podían jugar a la casita feliz, por lo que se dividieron, quedando los unos pacíficos y los otros vengativos, estos comprometidos con buscar a sus familias de origen y vengarse por lo que Carlyle dejó testimonio que hicieron.
.
Con el anochecer a sus espaldas, Killian entró al bosque a supervisar que sus nuevos empleados ejecutaran todo como se había planeado. Cirius caminaba detrás de él, repitiendo las órdenes y haciendo especial énfasis en los detalles apropiados como la alineación de los cubiertos, el brillo de la cristalería o el largo de los manteles. Killian odiaba que lo persiguiera como si no supiera brindar una fiesta, pero no negaba que fijarse en los detalles no era lo suyo.
Lara también se asomó para observar a sus hermanos porque ya no podía controlar sus ansias, hacía días que no visitaba a su familia y le urgía verlos, sobre todo a su hija April. Sus hermanos detuvieron lo que hacían para darle la bienvenida.
–Hermana, llegas a tiempo para tu sorpresa –La recibió Killian.
–En realidad, llegó muy temprano, aún faltan detalles para terminar –dijo Cirius a Killian, con el ceño fruncido y señalando el reloj de bolsillo en su mano.
–¡Qué estrictos nos levantamos esta noche, hermano! –Lara se burló de Cirius, y Killian se lo festejó con una carcajada.
–Él siempre es estricto... Vamos, dejemos que esta gente haga su trabajo –le dijo a Cirius y lo tomó a él y su hermana del brazo y los condujo a un lugar apartado de todas las viviendas dentro del mismo predio.
–¿Me tengo que poner una venda en los ojos o algo así? –preguntó Lara, ríendo.
–No, no hará falta –le contestó el hermano mayor; luego se dirigió al otro–. Cirius, ¿traes todo lo necesario?
El hermano menor solo se limitó a levantar un tubo blanco de plástico que llevaba bajo su otro brazo.
Los tres hermanos recorrieron algunas hectáreas tomados de los brazos, bromeando y riendo hasta que llegaron a un punto donde el terreno estaba marcado con estacas y estas se unían entre sí con cuerdas, dibujando una curiosa forma. Y todo estaba iluminado por antorchas de jardín al rededor.
–¿Y esto? –Lara no entendía, pues sus hermanos no le adelantaron nada en el camino.
Cirius se colocó delante de ella, abrió el tubo y de él sacó unas hojas de papel que extendió sobre el suelo. Killian la miraba expectante mientras esto sucedía.
–Aquí construiremos tu nuevo hogar –anunció Killian con alegría.
–Y estos son los planos –agregó Cirius–. Perdona que no la hayamos construido aún, pero nos costó mucho ponernos de acuerdo en el estilo que creemos que se ajustará más a ti.
–No te preocupes, que no se parecerá a la casa de papá ni a ninguna de las nuestras. Tendrá un estilo actual, con decoraciones de diversas partes del mundo y tendrá suficiente espacio para que vivas con April, si así lo desea ella –dijo Killian, dando palmaditas en la mano de la todavía estupefacta Lara.
–Ay..., qué lindo –Fue todo lo que pudo responder la chica.
Había una razón por la que Lara no quiso instalarse en el complejo Mordoc, y por la que todavía alquilaba en la ciudad: más allá de querer sentirse libre para mudarse a dónde quisiera, como hiciera en los últimos ochenta años, no soportaba la mirada acusadora de su cuñada Agatha, esposa de Cirius, quién creía que engatusó a su hijo.
Pero ella no era la única que no entendía que, si tuvo un romance con Robert (o varios), no fue a consciencia ni con intensión de pervertirlo, ya que las mujeres mayores de la familia la miraban con desdén o guardaban silencio en su presencia. Incluso Cirius a veces era muy frío con ella. Y a eso habría que sumarle que era muy incómodo toparse con Robert en cada rincón o esquina.
–No suenas muy entusiasmada –intervino Cirius.
–Déjala hacerse a la idea. Estuvo tanto tiempo lejos, que ahora debe acostumbrarse a vivir nuevamente en familia –dijo el otro hermano, quién era mucho más optimista.
Mientras tanto, de vuelta en el pequeño bosque, los ex cazadores de vampiros llegaron a la fiesta preocupados por ser los primeros, y sintiéndose un poco fuera de lugar. Ya habían tenido varios encuentros muy animosos con los Mordoc, pero aún sentían que no encajaban del todo. Y ni siquiera veían a Azul o a la cumpleañera cerca, las otras Anti-Vampiras que podían entender por lo que estaban pasando.
Pero Veronica salió a su encuentro para hacerlos sentir bienvenidos como buena anfitriona, ya que prácticamente estaban en el patio de su casa. Ella le mostró sus lugares, les ofreció vino y algunos entremeses para que se mantuvieran entretenidos hasta que arrancara la fiesta.
Veronica sentía un genuino interés en conocerlos a fondo desde que se enteró que su propio hijo, Cesar, era un No-Vampiro; quería saber todo sobre ellos para criar a su niño de la mejor forma posible.
Este mismo hecho ablandó a su marido, Samuel, para acercarse a Elmer, el cazador que se parecía tanto a él. Se ocupó además de interrogar a su familia para descubrir qué otro entre los cazadores compartía su genética, pero el pacto de silencio entre su padre y su abuelo, y las mentes torturadas por los experimentos con Oblivion del resto de los Belfort no le permitieron llegar muy lejos.
En el diario de Carlyle decía que cuando se enteró del embarazo de Veronica, Joseph Belfort jr. le había confesado entre copas, como siempre, que tuvo un hijo del que nadie sabía, pero no le contó más. Esto hizo que el viejo Carlyle llegara a la conclusión de que se trataba de un No-Vampiro y que por esto lo mantuvo oculto de todos. Desde entonces, le preocupaba que el bebé de Veronica fuera No-Vampiro también, ya que tenía casos muy cercanos en ambas líneas familiares. Y, para salir de toda duda, le había hecho un análisis al feto estando Veronica embarazada, por lo que supo, antes de morir, con qué naturaleza nacería el pequeño Cesar Belfort Mordoc.
Con esta información, Samuel empezó a considerar la posibilidad de que Elmer fuese su hermano y, para asegurarse, ambos se practicaron una prueba de ADN en un laboratorio privado que dependía del grupo de empresas Mordoc y que el difunto Carlyle utilizaba para tapar sus experimentos. El resultado fue 50% de parentesco, con una probabilidad de 99,99%; además, arrojó que Elmer era unos años menor que él.
Ambos hermanos se saludaron con cordialidad cuando se cruzaron en la fiesta de Lara, pero aún no se sentían cómodos el uno frente al otro.
.
Al oír que los primeros invitados se estaban presentado, Benjamin y Ada concurrieron para saludar a su hija, ya acostumbrados a llamarla Sarah Emma, como ella había elegido denominarse.
También Eleanor acompañó a su hijo Marcus y su nuera Lilah a darle la bienvenida a su nieto Sebastian, quién no quiso adoptar su nombre original porque se lo había dado la misma persona que lo arrancó de los brazos de su madre biológica y luego engañó a sus padres adoptivos para que creyeran que él era su hijo natural fallecido.
.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top