CINCO.

  —¿Qué tonterías estás diciendo, Taemin? —exclamó molesto Baek.

—No es una tontería, suegro. Simplemente, el arquitecto Choi y su esposo no me agradaron. Me gustaría buscar a alguien más, si usted me autoriza, claro está.

—No, no te autorizo. El arquitecto Choi es uno de los mejores en todo Seúl, y su esposo tiene un toque de elegancia para habitaciones infantiles. Todos mis socios han ocupado sus servicios y los recomiendan ampliamente. Me costó mucho que aceptaran trabajar para mí, su agenda está saturada, pero han hecho una excepción para nosotros. Así que, te guste o no, los recibirás hoy a las 2 de la tarde.

 —No me interesa si te caen bien o mal. Recuerda que esto es para mi nieto, no para ti — declaró con absoluta autoridad, Baek .

—Entendido, suegro —respondió Taemin con un asentimiento resignado.

—Y asegúrate de recordarle al idiota de Jonghyun que debe estar presente. Quiero que reciba al matrimonio Choi como se merecen. Haz lo posible para que no esté ebrio; no le permitas beber, al menos hasta que ellos se hayan marchado.

Taemin nunca discutía con sus suegros; siempre cumplía con lo que le ordenaban. Sabía que tendría que soportar ver a Minho y su esposo presumiendo su felicidad como "la pareja perfecta", al menos según las revistas de sociedad eso era lo que mostraban.

 Cuando Taemin volvió a casa para cumplir las órdenes de su suegro, lo primero que vio fue a Jonghyun con un vaso en la mano, dando un sorbo a su bebida. —¿Qué demonios, Jjong? Apenas son las doce del día y ya estás bebiendo. Acabo de hablar con tu padre y me pidió que no bebieras hasta que los Choi se hayan marchado. Taemin se dejó caer en el borde del sofá, se frotó la cara y empezó a sollozar. Jonghyun, al presenciar la escena, dejó el vaso en la barra y se acercó a su esposo. 

—Lo siento de verdad, Taemin. Simplemente olvidé que el viejo había fijado esa cita. Pero no te pongas así, por favor, no llores más. Apenas he dado un sorbo, todavía estoy sobrio. Te prometo que me comportaré como corresponde. —Taemin esbozó una sonrisa y se sonó la nariz. A pesar de todo, quería a su esposo, especialmente cuando hacía un esfuerzo por no fastidiar en situaciones importantes.

 —Jjong, ¿por qué nos hemos perdido así? ¿En qué momento nos equivocamos y  cambiamos el rumbo de nuestro matrimonio? —Taemin, lo sabes muy bien. Fue cuando volví a encontrarme con el hombre que causó toda mi desgracia. Tú no tienes culpa en esto, simplemente has sido una víctima, mi víctima. Perdóname, Tae, soy lo peor. 

Taemin sintió cómo su corazón se estrujaba al escuchar esas palabras tan francas y crudas de parte de su esposo. Decidió sincerarse igualmente. —Yo también tengo culpa. No pude darte lo que necesitabas, no supe comprenderte. Todo el tiempo te estoy recriminando y... —No, Tae. Si hay alguien que me ha comprendido en esta maldita vida, ese has sido tú. Tú que también viviste la desilusión del primer amor y, aún más, cuando un idiota te expuso cruelmente ante la sociedad.  

 En ese momento íntimo, se abrazaron con fuerza en busca de algo de consuelo. Al separarse, sus miradas se encontraron y se entregaron un beso, tierno y casto. Había pasado mucho tiempo desde que se besaban con pasión, su relación ya no era la misma desde que se habían casado. Ahora, simplemente se querían mutuamente, como a un buen amigo que siempre está ahí, tanto en los momentos felices como en los difíciles.

 A las dos en punto sonó el timbre, y en ese instante Taemin sintió un dolor en el estómago. No quería abrir la puerta; la ansiedad se apoderó de él. —Yo abro, Tae —señaló Jonghyun. Taemin ni siquiera contestó y se quedó parado en medio de la sala. No podía caminar; sus piernas no le respondían. Cuando vio a Minho acompañado de su esposo Kibum, la fotografía de este último que había visto en la oficina el día anterior no le hacía justicia en absoluto. Ese hombre era realmente hermoso, con esa sonrisa felina que tenía. Entendía por qué había conquistado a Minho. 

Deseaba tener fuerzas para poder correr y huir de ahí. Estaba tan absorto en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando los Choi lo saludaron. —Tae, amor, ¿te sientes bien?  —fue su esposo quien lo trajo de nuevo a tierra. —Perdón, es que me duele un poco la cabeza, —balbuceó Taemin. —Si gusta, podemos venir otro día, señor Kim. —mencionó Kibum con cara de preocupación. —No... ya se me pasará. Acabo de tomar un analgésico y en unos momentos me hará efecto. Además, mi suegro se volvería loco si los dejamos marcharse antes de hablar sobre la remodelación. —Siendo así, ¿qué les parece si vemos la habitación del futuro bebé? —ofreció Kibum.

 Jonghyun tomó la palabra para liderar el proyecto con entusiasmo.  —Arquitecto Choi, me encantaría que usted y yo, nos enfoquemos en la remodelación del jardín. Mi padre desea una zona de juegos y una piscina. Dejemos que mi esposo y su esposo se encarguen de la decoración del cuarto del bebé. ¿Les parece bien? 

Minho asintió con una sonrisa falsa, eso no era lo que él deseaba. Lo que realmente anhelaba era pasar más tiempo junto a Taemin. Comprendió que al haberse alejado este de su oficina, le estaba indicando que ya no quería tener contacto a solas, y eso le jodía mucho. Sin embargo, también entendía la situación. Estaban allí para renovar algunas áreas de la casa, preparándola para la llegada de su hijo. No iba a insistir más; había reflexionado toda la noche, con el insomnio como compañero, llegando a la conclusión de que su pequeño sunshine ya era un imposible.

 Quizás más adelante, cuando Taemin ya no se sintiera tan incómodo con su presencia, le revelaría todo lo sucedido hace diez años, buscando obtener su perdón.

—La habitación es bastante espaciosa. Creo que podemos hacer muchas cosas aquí — manifestó Kibum mientras exploraba el lugar. — Oh, y también tiene baño privado, agregó con entusiasmo.

—Sí, mi suegro quiere que lo adecúen también  —mencionó Taemin secamente, sin mostrar ninguna emoción, ya sea positiva o negativa. Simplemente estaba cumpliendo órdenes y nada más.

Kibum se dio cuenta del desgano de Taemin y trató de que la situación se hiciera menos tensa. —¿Y ya saben el sexo del bebé? —preguntó con una amplia sonrisa. —No, apenas hace unos días se hicieron los arreglos para la fertilización. No hay nada seguro aún. Pero mi suegro es algo... —Entrometido —declaró Kibum. —Taemin soltó una carcajada — Jajaja, eso es verdad, usted es muy buen observador, creo que vamos a llevarnos muy bien. —señaló Taemin.

 —Soy bueno identificando a las personas que se entrometen en la vida privada de los hijos, y el señor Baek es uno de ellos. Taemin  —¿puedo llamarte así?  — Por supuesto. — Entonces, tú igual solo dime Kibum.  

—Quiero ser sincero contigo: este es un trabajo excelente, y las ganancias serán muy buenas, debido a las expectativas de tu suegro. Él solo quiere lo mejor para su nieto, pero esta vez no me interesa el dinero que ganaré. Voy a hacer algo mejor.  Si no estás seguro de querer seguir adelante con esto y necesitas tiempo para pensarlo, puedo mantener al señor Baek ocupado mostrándole decenas de opciones hasta que estés listo  —dijo Kibum con un guiño, mostrando su comprensión total de cómo se sentía Taemin.

 Te agradezco el consejo, pero realmente no necesito pensarlo demasiado. Esta decisión debería haberla tomado hace años, no ahora que el bebé será una realidad. —Taemin, tener un hijo es una gran responsabilidad. Yo tengo una pequeña de cinco años llamada Hanna, y créeme cuando te digo que no ha sido fácil, especialmente durante el primer año. Y más aún si tu pareja no es muy afín a los niños.

Taemin se sorprendió por la información que estaba recibiendo, especialmente por la última parte. —¿Tu esposo no está contento con su hija? —Nah, eso es algo del pasado. Lo que quiero decir es que si no estás listo para tener un bebé en este momento, no lo hagas solo porque tu suegro lo ordena.

 —Taemin, sé que ayer estuviste con Minho y que irían a almorzar juntos. —¿Qué? Yo... Nosotros... Te juro que ayer solo fui a... —Taemin se cubrió el rostro con las manos, sintiéndose abrumado por la vergüenza. —Dios... No quería causar problemas. Perdóname, Kibum. Te prometo que no volverá a suceder.

—Taemin, cálmate. No te estoy reprochando nada. De hecho, quiero pedirte un favor: que mañana vayas a almorzar con él. —No entiendo. —Ya lo comprenderás. Minho necesita decirte algo muy importante. Toma. —Kibum le entregó una tarjeta con la dirección de un restaurante. Hice la reserva para la una. No faltes. Ha sido un placer conocerte, Sunshine. Después de eso, Kibum se dirigió hacia la salida. Buscaría a Minho para poder marcharse; por ahora, no había nada más que hacer allí.

CONTINUARÁ....

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