Conclusión #1

Oblación

Una bestia se desplazaba por las oscuras Islandias del norte con un suave planeo. Su esbelta constitución hacía que la presión de los vendavales se alejara de él, la huella de su cola y sus patas se tragaba la nieve fresca con el siguiente aullido de los copos, y su color fundía sus escamas en la noche. Era invisible para todos, excepto para uno.

Un hombre siguió a la criatura a varios pasos de distancia y con mucha menos gracia. Luchó contra el viento, la nieve y capas y capas de pelo, con un cuerpo mucho menos preparado para enfrentarse a la tierra. Maldijo y tropezó desde que lo obligaron a caminar, y respiró aliviado cuando el dragón finalmente se detuvo.

Se detuvo al lado de su amigo y sorbió. La escarcha cubría el pelo rígido sobre su labio, que crecía cada vez más con la humedad colectiva de su aliento.

—¿Ya está? —preguntó. Las pieles amortiguaban sus palabras y los labios entumecidos las endurecían aún más. El viaje desde el pueblo apenas marcaba un hito, pero el clima y las condiciones lo convertían en un viaje que prefería no repetir.

Chimuelo asintió.

"¿Dónde están?"

::Mira::

Estaba mirando, Hipo quería discutir sin falta de petulancia, pero sabía que ese era el elemento de Chimuelo, no el suyo, así que se mordió la lengua, apretó la cara contra los vientos abrasadores y miró hacia la oscuridad.

Pasó otro momento y todo lo que vio fueron copos de nieve que entraban y salían de la noche y montañas de tonos fríos en la distancia.

Tomó otra bocanada de aire; el frío del Ártico cubrió sus pulmones con ella.

Algo titiló ante él. Algo en la oscuridad, todo estaba muy oscuro, pero juró haber visto algo...

¡Allí estaba de nuevo!

Hipo parpadeó rápidamente, tratando de asegurarse de que el lagrimeo de sus ojos no impidiera su visión y malinterpretara su entorno.

::Quédate atrás:: dijo Chimuelo innecesariamente.

Hipo reprimió su curiosidad (quería ver), pero su confianza en Chimuelo y su instinto de conservación pudieron con el impulso.

De alguna manera, lo que él creía que eran copos de nieve se estancaron, flotando antes de tocar el suelo y creciendo cada vez más. Más de ellos lo hicieron, y en pares. Lo miraron fijamente desde la oscuridad, los ojos ...

Entonces los contornos de alas afiladas y cabezas suaves comenzaron a tomar forma, arrastrándose desde la oscuridad de manera muy similar a como se movía Chimuelo, pero para entonces ya estaban demasiado cerca.

Oyó el rugido retumbante, sintió el aliento dulce y cálido en su rostro, todo antes de darse cuenta del monstruoso dragón que tenía ante sí... y era monstruoso. El doble del tamaño de Chimuelo, con escamas descoloridas, pero ondulando con poder y rabia. Sus ojos amarillo pálido se entrecerraron con furia, sus labios agrietados se retrajeron en una mueca, la salvia goteaba del borde.

Otros lo miraban con igual desprecio. Docenas y docenas de ellos, la mayoría invisibles para sus ojos humanos, pero ninguno tan presente como el que estaba a una distancia que lo mordía.

Hipo, mareado por el shock, obligó a sus pulmones a moverse de nuevo y dio un paso atrás, buscando ciegamente el calor de Chimuelo.

"Oh, dulce Freya..."

Hipo Horrendo Abadejo III finalmente conoció a la manada de Chimuelo.

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Dos figuras marchaban por el horizonte de la tundra, una oscura, larga y esbelta, la otra tambaleándose para mantener el equilibrio contra el fuerte agarre del suelo y los fuertes vientos. La naturaleza triunfó por séptima vez cuando el hombre cayó de costado y una retahíla de maldiciones le cayeron de la boca.

"Extraño el sol."

Furia Nocturna ignoró a su humano y continuó escarbando en la nieve.

"Y también extraño sentir mis manos."

Chimuelo miró a Hipo con una mirada sin humor.

:: Te advertí sobre el frío...::

Hipo había podido cabalgar sobre sus hombros durante gran parte de su viaje, pero tan pronto como se acercaron al territorio de su manada, Chimuelo había obligado al humano a comenzar a caminar. Al igual que Hipo estaba nervioso por exponer un dragón a los miembros de su clan, Chimuelo tenía sus propias reservas sobre hacer alarde de un jinete.

Hipo sacó el labio y exhaló ruidosamente. "Lo sé..."

Él estaría bien; Chimuelo sabía lo que les pasaba a los humanos cuando se exponían demasiado al frío e Hipo no mostraba ninguno de los síntomas. Dejando a un lado las quejas, a su humano le fue bastante bien para viajar tan al norte. La piel de foca que compró en la aldea humana más cercana le mantenía caliente la espalda mientras que esa horrible barba por la que pasaron lunas discutiendo le protegía el rostro. Hipo pasaba sus horas de sueño en la misma aldea, a menudo acunado por las alas de Chimuelo y apretado contra su cavidad de fuego; siempre se las arreglaba para descongelar cualquier frío que el humano sufriera durante la vigilia.

Una parte de Chimuelo sospechaba que el vínculo entre ellos tenía algo que ver con la comodidad de Hipo, como si su cálida llama interna pudiera de alguna manera propagarse a Hipo.

"¿Ya casi llegamos?" Hipo avanzó con paso lento, levantando las rodillas, para vencer la fuerte nieve.

::Estamos allí ::

Hipo tropezó con un trozo duro de hielo.

"¿Lo estamos? "

Entornó los ojos y miró hacia el cielo oscuro. Las Furias Nocturnas en el aire se volvieron invisibles contra el telón de fondo de la noche, pero las que estaban en tierra emergieron como docenas de montículos negros en movimiento contra un terreno azul blanquecino. Sus ojos brillaban como linternas; pares de ojos verdes, amarillos y, a veces, blancos se acercaban. Era hermoso y espeluznante y nunca dejaba de encantar a Hipo, la forma en que las Furias Nocturnas dominaban la noche.

Chimuelo le dio un codazo a Hipo en la espalda con la coronilla para que el niño volviera a moverse. Podía sentir la atención que estaban atrayendo, la atención que siempre atraían.

El primer encuentro fue incómodo. Su manada, creyéndolo muerto y perdido, sospechaba de su apariencia y más aún de su compañero. Los Azules no habían reconocido a Hipo como humano por su color más pálido; los únicos humanos con los que habían estado expuestos eran figuras redondeadas envueltas en pieles con caras oscuras y anchas. Los Grises discutieron sobre la presencia de Hipo, alegando que traía consigo presagios de bien y mal. Algunos de los Negros tuvieron el descaro de sugerir que se comieran a Hipo.

La rareza de su aleta de cola y la silla de montar que llevaba a la espalda provocaron miradas de condenación y curiosidad. Fue su heroica historia de derrotar al Demonio lo que salvó el orgullo de Chimuelo (y tal vez la vida de Hipo). Su familia de incontables Hechiceros se reunió en el apogeo de la luna, preparados para juzgar si Chimuelo era redimible o no (pues confiar en un humano no era algo para sonreír) y fue entonces cuando reveló su historia. Admitió su debilidad y esclavitud, habló de su vergüenza y su rescate improbable, confesó su locura y su osadía al hacerse amigo de un humano.

Luego habló de su lento ascenso hacia la salvación... y le había parecido lento. Chimuelo le echaría la culpa a su conexión con Hipo, a la forma en que su mente captaba las experiencias más de lo que sus sentidos captaban lo que lo rodeaba, pero esos dos años humanos que pasó viajando con Hipo le parecieron toda una vida al lado de sus décadas de esclavitud.

La historia había captado la atención, el escrutinio y, finalmente, el respeto de la manada. Los Grises se enfrentaron primero a él y lo reincorporaron a la manada. Luego llegaron sus hermanos y hermanas, aquellos que habían sobrevivido a las cacerías y a la primaria. Solo entonces, cuando tuvo la aprobación de todos, permitió que Hipo avanzara.

Pero la bienvenida de hace tres días no fue lo que Chimuelo había imaginado durante años y años (aunque en retrospectiva debería haberlo sido). Era este momento, ahora mismo. El reencuentro con esta Furia Nocturna, la que avanzaba en pisadas silenciosas. Su aroma invadió sus fosas nasales antes de que pensara siquiera en mirarla; desencadenó una avalancha de recuerdos y reacciones. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Chimuelo y por un instante juró que podía sentir el frío como lo haría un mamífero.

Chimuelo giró la cabeza y la miró.

Unos ojos pálidos y amarillos le devolvieron la mirada en la oscuridad. Había soñado con esos ojos, más aún en sus momentos lúcidos lejos del Demonio, pero siempre estaban allí, atormentándole la mente, durante toda su esclavitud. Se preguntaba sobre ellos, se preguntaba si se estrecharían de repulsión o se iluminarían de estima al recordarlo.

::Ve a jugar con los Azules:: le exigió a Hipo en su tono más bajo y sutil.

—¿Eh? —murmuró Hipo, levantando la vista. Sus pupilas dilatadas absorbieron la luz de las estrellas y se concentró en la sombra oscura que se movía lentamente hacia ellos.

::Están detrás de ti. Subiendo la colina::

No era difícil encontrar crías en medio de un hechizo de descanso. El tono de sus escamas y sus movimientos inquietos podían captar cualquier luz.

Hipo no se movió como Chimuelo deseaba que lo hiciera; continuó entrecerrando los ojos ante la dragona que se acercaba.

"¿Quién es ese?"

::Hipo...:: advirtió Chimuelo. Bajó la voz y las orejeras tanto como se atrevió. ::Es la hembra —::

—La... ooh... —Hipo dio un paso atrás; su pie crujió bastante fuerte para alguien cuyo peso no podía compararse con el de un dragón—. Bien ...

El humano tenía esa mirada molesta y astuta en su rostro, como si realmente supiera lo que estaba pasando. O podría haber sido la barba lo que molestaba a Chimuelo.

Golpeó la nieve fría con la cola, molesto porque Hipo seguía allí. Su impertinente humano levantó las manos y se rió entre dientes.

"Voy, voy..."

Hipo empezó a caminar ruidosamente hacia un grupo de crías de color azul brillante. La nidada empezó a piar de emoción en el momento en que vieron al humano pálido que sabía dónde rascar.

Con su humano fuera de su alcance, Chimuelo se permitió relajarse un poco. Las hembras eran peligrosas. Y esta...

Volvió a fijarse en ella. La luna brillaba solo a medias esa noche, pero era suficiente para potenciar el destello de su mirada y dar brillo a su duro pelaje con un saludable brillo. Sus escamas eran un poco más claras que las de él (más azules) y, por las aletas de su cola, podía decir que tenía una envergadura mayor. Ella lo encaraba con las piernas estiradas, imitando su postura, y sus cabezas tenían casi la misma altura.

Qué extraño. La recordaba mucho más grande en comparación con su último encuentro.

Ella hizo la misma observación.

::Tu circunferencia se ha expandido:: dijo con voz áspera, baja y espesa. Chimuelo intentó evitar que su cola se moviera en reacción a la fuerza de su voz; su fuego debía arder intensamente para vocalizar un timbre tan áspero.

Se concentró en hacer más áspera su propia voz.

::Ah... sí. Mi maduración se ha acelerado porque yo...:: Chimuelo no podía estar seguro de por qué dudaba. Tal vez era porque Hipo dudaba cuando le hacían esas preguntas. Continuó adelante. :: Porque estoy vinculado a un humano::

Su fosa nasal se ensanchó, inhalando el aroma fresco que Hipo dejó a su paso.

::¿Y pasan esas cosas cuando uno elige conectarse con un humano?::

Había algo en la manera en que decía "elige" y "conecta"... algo cuestionador, rayano en lo degradante. Algo que compartían muchos de su edad.

Chimuelo sacó el pecho y declaró: ::Solo este humano::

Su humano era especial. Castigaba a cualquier dragón que dijera algo diferente.

La mujer lo miró con frialdad, pero no hizo ningún comentario al respecto. En cambio, señaló: ::Tu forma de hablar ha cambiado::

Chimuelo, a cambio, decidió no hacer comentarios al respecto . Otros dragones se lo habían señalado una y otra vez. No podía oírlo, pero de alguna manera estaba captando el dialecto humano y no sabía cómo detenerse.

::¿Dónde está ?:: preguntó Chimuelo. Su hermano de manada debería haber sido el primero en chocar con él, pero su rival aún no había mostrado sus escamas.

La misma hembra por la que una vez habían competido se sentó sobre sus ancas y enroscó su cola hacia adelante.

::Me trajo tres cabezas de hidra:: Sonaba como si estuviera alardeando por él, ::Me pareció que merecía la pena elegirlo. Luego nos embarcamos en la primera fase durante un viaje de una luna a través del cielo. Peleó con fuerza y ​​me dejó muchas cicatrices:: Levantó la boca mientras decía esto. Chimuelo vio escamas agrietadas y una fina línea gris que le bajaba por la garganta y el pecho, peligrosamente cerca de las corrientes de vida de sus cuerpos. Debió haber sido una primera fase gloriosa. No habría esperado menos de su hermano de manada.

Por eso no le sorprendió a Chimuelo cuando la hembra terminó con: ::Y luego lo maté::

Chimuelo bajó las aletas de sus orejas en señal de respeto. ::Ahora está con Ea::

::Su Vale era genial y tenía Buenos Pases:: añadió. ::Fue hace muchos Hechizos::

Hace muchos hechizos...

Chimuelo moderó su voz cuando preguntó: ::¿Y entonces no has llegado más allá de la primera fase?::

La hembra resopló, sus intenciones muy claras, y respondió: ::Estás discapacitado.::

Chimuelo se había desensibilizado lo suficiente como para dejar que esa declaración se deslizara inofensivamente de sus escamas.

::Y aun así vuelo.::

::Viajas con un humano.::

::¿Crees que eso disminuye mi tamaño?:: Enseñó los dientes con la pregunta. Todavía estaba sano y capaz y su compañero no lo diluía.

::Estuviste esclavizado:: afirmó de nuevo, pero esta vez su frialdad se había suavizado al igual que su voz.

Chimuelo gruñó de todos modos. Sintió que varios TatqiqKivgaq cercanos escuchaban su conversación.

::Y entonces la maté:: anunció con un tono tan gutural que un humano podría haberlo entendido. Cuando habló del demonio, de los miles que había esclavizado y de cómo la había derrotado, él y su compañero humano, la manada en su conjunto, inclinaron la cabeza en señal de reconocimiento.

La mujer lo miró fijamente durante un largo momento. Luego inclinó la cabeza para reafirmar su reconocimiento de su victoria.

::Deseaba que tu hermano me derrotara:: confesó. ::Preferiría no esperar hasta que mis escamas se desvanezcan con la edad y la debilidad para soportar el embrague::

La aleta auricular derecha de Chimuelo se movió. Se aseguró de omitir la jerga humana cuando dijo: ::Te traería una oblación de mi mayor derrota... pero no puedo cargarla::

La hembra avanzó con suavidad, con la nieve hundiéndose bajo sus patas, en silenciosa sumisión, hasta que él pudo sentir el calor de sus cámaras entremezclarse en el pequeño espacio que había entre ellos.

::Pero tú no tienes vergüenza como las serpientes:: ronroneó y chocó su corona con la de él.

El contacto le dejó sin aliento. Podía sentir la cámara de gas agitándose en su pecho, jurando que no volvería a encontrar a una mujer más fuerte.

Chimuelo la miró fijamente durante un largo rato. Ella no parpadeó ni apartó la mirada.

::¡Hipo!:: le gritó a su humana. Sin embargo, nunca apartó los ojos de ella. Nunca dejó de buscar la sinceridad.

—¿¡Qué!? —gritó el montículo en el suelo. Hipo tenía al menos tres crías arrastrándose por su piel como hormigas lo harían por un árbol. Una cuarta le mordisqueó el zapato.

::¡Volveremos al sur!:: dijo Chimuelo.

Hipo se incorporó rápidamente. Una de las crías se le cayó del pecho y aterrizó en su regazo.

"¿¡Qué!?" repitió tontamente.

::¡Nos llevaremos el trozo más grande del demonio aquí con nosotros!::

Chimuelo podía oír a Hipo luchando por ponerse de pie bajo el peso de las crías y la nieve.

"Oh... eso suena... realmente, realmente difícil."

:: Pero aun así lo haremos::

"¿¡Esto es para ella!?"

Chimuelo siguió observándola. Sus ojos brillaban en la nieve y brillaban bajo las estrellas. Su juventud, su poder y su fuerza le cantaban canciones que le darían fuerzas para luchar contra diez demonios más.

::Sí::

Hipo sacó una cría de su piel de foca y la volvió a dejar en el suelo.

"Entonces supongo que eso es lo que haremos".



Mis notas:

Esta es la conclusión para Chimuelo

Al final si pudo encontrar a su manda y, como se esperaba, fue repudiaro cuando se enteraron de su condición de esclavo, pero le concedieron su hospitalidad al escuchar el relato de su victoria sobre el Demonio que controlaba a todos los dragones 

Su mejor amigo estaba muerto, una lastima, pero su muerte fue todo un honor dentro de la cultura draconica

¿Y quien diría que Chimuelo se volvería tan decidido cuando la hembra que tanto buscaba mostro la más mínima muestra de sumisión hacia él? 

Ahora esta de camino a traerle una oblación para ganarse aun más su respeto 

¿Que parte del demonio traera exactamente? 

Nadie lo sabe

¿Sera capaz de ganar la batalla de su primera fase con la dragona?

Obviamente

¿La matara?

Claro que no, ya esta muy mal influenciado por Hipo como para matar a la dragona de sus sueños

¿La fecundara?

Honestamente esperemos que si, pero diría que Chimuelo esta más que capacitado para avanzar a la "segunda fase" si saben a lo que me refiero 

Bueno, solo queda la conclusión de Hipo que subiré en breve 

Chao

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