Prólogo
Una pantera negra de 8 años lloraba junto a un árbol. Estaba algo golpeada y hecha bolita. Tapaba su cara con sus brazos, el pelaje de ahí se mojaba por las lágrimas que caían de sus ojos color azul brillante. Frente a ella, un lobo de pelaje gris y ojos verdes la miraba. Le estiro la pata para ayudarla a levantarse. La pantera mira la pata del canino y se limpia las lágrimas que quedaban en sus mejillas para luego darle la pata y levantarse.
—Tranquila, yo te protejo —dijo mientras le daba un abrazo. La pantera correspondió el abrazo sonriendo.
—Eres mi mejor amigo —dijo la pantera siguiendo el abrazo
Varios años habían pasado desde ese día. La pantera, ahora con 12 años se encontraba en un sótano junto a un jaguar de 14 años, sosteniendo una M1911. El sótano, que había sido trasformado en una sala de tiro, estaba sola, solo ocupada por los antes mencionados, además de tener un armario con varias armas.
—debes estar relajada —dijo el jaguar mientras por la espalda la abrazaba y ayudaba a apuntar al blanco que tenia en frente, una lata.
La pantera respiro profundo y disparó el arma dándole al objetivo. Ella sonrió y miró al jaguar, que respondió con una sonrisa igual y le dio un beso cariñoso. Al salir del sótano se noto la enorme mansión en la que ahora se encontraba. Sonreía mirando el lugar mientras le toma la pata al jaguar para salir.
En la salida se encontraba el lobo con ahora 12 años. Jugaba con una pequeña pelota mientras esperando a su amiga. Quedaron en ir a jugar al centro comercial que estaba a unas calles a jugar en la sala de juegos de esta.
La pantera salió del lugar y le dio un beso al jaguar de despedida. Fue con el lobo y sonriendo se fueron al centro comercial.
La sala tenia varias maquina de juegos clásicas "don king kon" "pacman" entre muchos otros. Ambos niños jugaban juntos un juego de autos.
—¿Que hacías con él? —le preguntó el lobo a su amiga.
—Eso no te incumbe —respondió ella.
El lobo se sorprendió por su respuesta tan fría. La mira por un rato hasta que ella también lo hizo, lo que provocó que terminaran estrellándose en el juego. La pantera de inmediato culpó a su amigo, pero obviamente se defendió lanzando lo primero que se le vino a la mente
—Tenías que mirar el camino, no mis lindos ojos —dijo el lobo burlón.
—Idiota —respondió su amiga.
Ahora con 15 años la pantera, se encontraba de nuevo en el sótano, pero esta vez sentada en una mesa siendo besada por el jaguar. Los besos subieron el nivel lentamente hasta ser con lujuria. Ese día la pantera le entrego lo más preciado para una adolescente, su virginidad.
Días después ambos fumaban en ese lugar. La pantera dejó su cigarrillo a un lado y agarro una M1911. Ya tenia buena práctica con esa arma, pero no era la única que manejaba. El jaguar le habían enseñado a usar subfusiles y rifles de asalto. Ella misma por curiosidad aprendió a usar el rifle francotirador. El jaguar fumaba marihuana mirando a la pantera, se levantó y le ofreció lo que le quedaba a su cigarro. Ella lo miro uno o dos segundos mientras lo pensaba. No quería ser drogadicta, ni mucho menos, pero la tentación era mucha. Agarró el cigarro y la iba a fumar, pero fue interrumpida por el sonido del celular del chico. Este contesto a la llamada. Después de una charla por el teléfono suspiro pesado y colgó. Agarró una beretta 87 Target, le dio un beso a su novia y se fue.
La pantera ahora se encontraba en la casa de sus padres junto a su amigo el lobo.
—Él no te merece —comentó el lobo—. Solo mira, es un drogadicto, mujeriego, asesino y traficante.
—Tonterías —murmuró la pantera sin mirarlo como respuesta.
—Tus padres están conmigo.
—¿Le dijiste a mis padre? —preguntó la pantera con enojo.
—No pasaría desapercibido de por vida.
—Eres un imbécil —mientras lo decía le daba un fuerte golpe en la cabeza al lobo —. ¿Por qué les dijiste?
—Es por tu bien —respondió este mientras se sobaba del golpe, tratando de calmar un poco del dolor que ahora tenia en su cabeza por culpa de su amiga.
La pantera se alejó un poco de su amigo y miro la ventana. Suspiró pesado viendo el barrio donde se encontraba. Un barrio bajo conocido por ser peligroso para quienes no eran de allí, o quienes tenían una mala reputación. La policía nunca andaba por esas calles, ya que ni ellos tenían el valor para entrar. Esto hacia que el crimen se esparciera más rápido.
Al día siguiente la pantera se encontraba frente a la mansión. Su novio la había llamado para que lo acompañara a hacer un pequeño trabajo. Se recargo a un lado de la puerta y sacó su teléfono para mirar algunos mensajes que le habían llegado. Su madre le había escrito para preguntar donde estaba. Esta solo ignoró el mensaje y guardo de nuevo su teléfono.
El jaguar abrió lentamente la puerta. La pantera lo miró sonriendo y se dieron un beso. Seguido el jaguar le dio el arma preferida de la pantera.
—¿Y esto?— preguntó la chica.
—solo precaución —respondió su novio.
El jaguar camino hasta una motocicleta DT 175 de color azul y blanco. Ambos se colocaron sus cascos y el jaguar acelero la moto a fondo lo que hizo que la rueda delantera se levantara por unos segundos mientras conducía.
Llegaban a un callejón, donde la oscuridad domaba a pesar de ser entre la 5 y 6 de la tarde.
—¿Para que vinimos?— preguntó la pantera en un grito, ya que con el viento y el casco las voces de ambos se escuchaban muy flojas. El jaguar no escuchó, o solo ignoró la pregunta.
Se detuvo con un derrape de la rueda trasera y puso su pata en el suelo para no caer. Se quitó el casco, sacó la pata de la moto para que esta no cayera y bajo. La pantera también bajo y se quitó el casco, también sacudió un poco su cabello lacio y castaño ya que por culpa del casco se había despeinado un poco. Miro a su novio algo confundida mientras este saca una pequeña bolsa de su bolsillo. « ¿eso es Nactar? » se preguntaba en su cabeza la pantera. Se negó a creer eso y solo miró hacia otro lado. El jaguar hablaba con unos leopardos, y la pantera solo escuchaba.
—¿Esto es todo lo que nos mandó?— preguntaba uno de los leopardos al jaguar. Este solo asintió como respuesta. El mismo leopardo que había preguntado gruñó y saco de su pantalón una betetta 87 target. La pantera al ver eso sacó su arma igual y le apuntó al leopardo con el arma. El silencio reino por unos segundos, hasta que el leopardo desarmado habló
—Una niña como tú no es capaz de disparar. Roberto, dispare al puto jaguar de una vez.
– un pla... – no termino de hablar ya que el jaguar le había apuñalado el pecho. Ambos leopardos abrieron los ojos sorprendido. El desarmado por la velocidad del chico, y el otro por la valentía que tuvo al apuñalarlo. Este último no se quedo de brazos cruzados sintiendo el dolor del cuchillo atravesando su pecho, empuño su arma y apunto a la pierna del jaguar. Al disparar el jaguar retrocedió por el dolor, y el otro leopardo al ver eso sacó un arma igual al de su compañero y sin pensarlo más le disparo al pecho.
La pantera solo veía como el cuerpo de su novio caía lentamente al suelo por el impacto de la bala
—¡No! —gritó y sin más disparó a la cabeza del leopardo que había disparado. Corrió hasta el cuerpo de su amado y tapó su herida con ambas manos —. Te pondrás bien.—dijo la pantera mientras las lágrimas empezaban a salir.
—Te amo.— dijo el jaguar y con lo que le quedaba de fuerza acaricio la mejilla de la pantera. Esta juntó una pata con la de él mientras la otra tapaba su herida. La pata del jaguar perdió fuerza y la pantera al sentir esto la puso en el suelo lentamente. Su novio ya no estaba con ella. Las lágrimas no se contuvieron, empezando a llorar en silencio acariciando la mejilla del que era su novio.
—No te olvidaré, Dereck —susurró la pantera.
Pero había olvidado algo, a otro leopardo. Y lo recordó cuando sintió el frío de un arma detrás de nuca. Levanto las orejas alerta, pero el miedo la había paralizado. Cerró los ojos con fuerza esperando su final. Se escucha el disparo. La pantera abría los ojos lentamente, ya no sentía el arma detrás de ella. Voltio y vio al lobo que desde pequeña la había acompañado y ayudado
—¿Max? —pregunta ella al ver al lobo, no creía lo que estaba pasando, desde cuando su mejor amigo sabia manejar armas.
Max, que era el nombre del lobo, agarró fuerte la mano de su amiga y empezó a correr. La pantera solo lo siguió casi dejándose arrastrar, no quería dejar el cuerpo de su novio, pero estar ahí con él seria muy arriesgado, no solo por la policía, que seguro ya vienen, sino por el hecho que alguno de los amigos de los leopardos puedan venir.
Llegaron a una casa del árbol dentro del bosque. Un lugar alejado de la ciudad, allí estarían a salvo, o eso piensan.
—Te dije que no confiaras en él —gritó Max a la pantera regañándola.
—Pero el me ama —respondió.
—Te amó, ¿lo olvidas? Ya no está.
—¡Eso lo sé! —gritó la pantera enojada y con lágrimas en sus ojos. Bajo la cabeza y se sentó haciéndose bolita. Lloraba en silencio y repitió en un susurro —ya lo sé...
Habían pasado unas horas, y las cosas ya se habían calmado, se habían limpiado, habían comido algo y la pantera ahora dormía, pero claro, la ropa de esta contenía sangre. Max salió de la casa del árbol y se dirigió a la ciudad. Caminó tranquilo tratando de no levantar sospechas. Aun tenía el arma que le había robado al leopardo y con la que había salvado la vida de su amiga en su pantalón. Entro a la casa de sus padres donde metió en una bolsa la ropa que tenia de su amiga. ¿Que por qué tenia ropa de su amiga? Pues ella había dormido varias veces allí. No por cosas sucias como la que un pervertido pensaría, sino porque algunas veces se había emborrachado, y no podía llegar a su casa así, entonces llamaba a su amigo quien le ayudaba dándole cobijo y comida. Sus padres ya le habían regañado y hasta pegado por dejarla entrar sin su permiso, pero si sus padres se daban cuenta que ella venia borracha le contarían a los padres de su amiga, lo que haría que todo hubiese sido en vano. Volvió a la casa del árbol y le dio la ropa a su amiga.
Un día entero había pasado. No podían seguir allí, tenían que volver.
—Vamos, hay que irnos— dijo Max a su amiga.
Al llegar ambos se separaron. La pantera se dirigía a su casa algo intranquila. Sacó la llave y abrió la puerta, pero al abrir se llevó una sorpresa.
—¿Mamá?— preguntó esta algo asustada al ver a su madre, una pantera igual a ella pero con los ojos cafés junto a un oficial de policía pastor alemán. El oficial se acercó a la niña amenazante.
–Esta arrestada – dijo firme.
La pantera retrocedió asustada. Miró a su madre rápidamente con los ojos encharcados en lágrimas
—¿Tú los llamaste?— su madre asintió con lágrimas. El pastor agarró la muñeca de la pantera pero esta rápidamente sacó su pistola de su pantalón y le disparo al pecho al policía. La madre de esta la miro asustada y empezaba a templar
—¿Que acabas de hacer?— preguntó la madre con algo de dificultad viendo la escena.
—Yo...
—¡Largo!— gritó la madre sin dejarla terminar su oración. Esta asustada viendo como la sangre del policía manchaba el suelo empezó a correr de vuelta al bosque, específicamente a la casa del árbol.
Entró y se tiró a una esquina de esta empezando a llorar. Toda su vida se había ido a la mierda, tantos momentos lindos, tantas noches inolvidables, todo, todo eso se había ido a la basura.
La noche fue mala, no solo por el clima, una tormenta que parecía no tener fin. Sino por los recuerdos que atormentaban a la pantera.
En la mañana todo parecía más tranquilo. El sol brillaba, y las pequeñas gotas de agua que quedaron en los árboles de la noche caían sin ninguna prisa.
La pantera se levantaba por los rayos del sol. Se sentó y miro el paisaje, era lindo. El sol brillando, las gotas de los arboles cayendo, y el típico sonido de los pájaros cantando. La pantera se relajó un poco, pero unos pasos hicieron que todo eso se fuera. Miró por la ventana y suspiró tranquila al ver que era Max. Este entra a la casa y le lanzó una mochila.
—Debes irte —dijo Max.
—¿Que? —cuestionó la pantera muy confundida.
—te buscan. No solo la policía, sino la banda en la que estaban los leopardos —le responde muy serio el lobo.
—Y, ¿a donde voy? —preguntó muy asustada la pantera—. No tengo más familia, mi novio fue asesinado... Y si me voy —lágrimas empezaron a caer—. Perderé lo único que aun me queda, a ti.
Empezó a llorar y abrazo fuerte a su mejor amigo. Este correspondió y acaricio su espalda tratando de calmarla. Era una difícil decisión, pero quizá la única con la que ninguno saliera lastimado físicamente. Aunque mentalmente ya estaban muy lastimados.
La pantera se ponía la mochila y miraba hacia el lado contrario a la ciudad.
—Será un largo camino—dijo Máx.
—¿Nos volveremos a ver?
—Solo el destino lo sabe —respondió su amigo.
—Adiós, Max. Muchas gracias por todo —dijo y le dio un abrazo.
–Adiós, Samanta —dijo el chico correspondiendo el abrazo.
Samanta sonrió y empezó a caminar, una nueva vida le esperaba.
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